Al principio todo era muy bonito,

creo que me enamoré, aunque no se muy bien que es eso... Creo que sentía amor, y creo que el también llegó a sentirlo...

Me describió como alguien alegre, contenta, destacando sobretodo mi sonrisa y ojos llenos de vida... En fin, me describió libre...

Me imagino viva...

Después de varios días se olvidaba de mi,

ya no se sentaba conmigo,

mis ojos dejaron de brillar,

olvidaba contar mís historias,

le daba miedo que pudiera dejarle por otro,

o por nadie...

Me hizo con alas para cortarlas luego, bueno es peor lo que hizo, me fabrico una jaula de cristal, quería tenerme allí, con la escusa de protegerme del frío...

Mi sonrisa se borró...

Ya no me saludaba cuando llegaba, olía a algo extraño, creo que es alcohol... Cuando lo tomaba no podía hablar y mucho menos escribir...

Dejo de escribir...

Me estaba matando poco a poco...

Yo necesitaba que me escribiera,

que escribiera mis historias,

que me volviera a dar vida...

Así que una noche...

Abrí mis alas, todo lo que pude, me llene de coraje y grite...

Escape...

Escape de sus garras...

A día de hoy le echo de menos, y aunque no lo crean le tengo que agradecer el tiempo que me dedicó, que me hiciera fuerte, que me convertirá en quien soy.

Soy la que escapo de la imaginación de un escritor arruinado y con síndrome de folio en blanco, para contar todo lo que no se atrevió a expresar