Estaba parada frente a un gran espejo. La persona que le devolvía la mirada no se parecía en nada con la chica de cabello castaño y revuelto que siempre la saludaba al despertar, sencilla y casi siempre oculta tras un viejo y grueso libro; está otra chica era hermosa en su elegante túnica blanca, ligeramente maquillada, junto con el cabello recogido en un complicado moño del que se rebelaban unos cuántos rizos. Sin embargo, esos ojos castaños que habían visto tantas cosas, tanto alegres como terribles, le confirmaban que esa no era otra persona que Hermione Jean Granger, ella misma. Pensó que su mirada debería ser la de una mujer enamorada, desbordando felicidad, bueno sí estaba feliz y era el día de su boda, pero no entendía porque se sentía incompleta, ¿o era el resultado de ver morir a tantos amigos? se regañó a sí misma por este pensamiento. No debería pensar en la muerte el día que por fin se convertiría en la señora Weasley.
Después de la derrota del-que-no-debe-ser-nombrado, ella y Ron habían establecido una relación, todo mundo ya lo veía venir, y fue no muy diferente a la relación que tenían cuando eran amigos; aún peleaban mucho y Ron seguía siendo un tonto con la sensibilidad de una piedra, pero aun así era su tonto. El primer paso del cambio radical de Ron fue pedirle matrimonio. Había estado enamorada de él durante tanto tiempo, mientras que este no daba señales de sentir nada.
Cuando la celaba, sobre todo con Viktor, había una pequeña esperanza, pero se desvanecía de inmediato cuando el hacia una idiotez; tal vez sólo eran celos de hermano, como Harry. El año que buscaron los horocruxes su actitud hacia ella había cambiado notablemente, la protegía ante todo. Estaba consciente de que ella dio el primer pasó en el beso, pero él le respondió con tal intensidad que tuvo que ser sostenida por el pelirrojo.
¿Pero entonces por qué no se sentía feliz? ¿Porque se sentía incompleta?
Mientras buscaba la respuesta, un halcón de brillantes plumas picaba la ventana y traía una carta atada a una de sus patas. Lo dejó entrar con temor, era hermoso y tranquilamente hizo su entrega, para después marcharse. La carta no tenía remitente, sólo su nombre en elegante caligrafía. Con la carta en la mano miro hacia el jardín de la madriguera. Todos los Weasley estaban trabajando, liderados por Molly, para organizar la ceremonia: George y Angelina intentaban una última desgnomización; Ginny, Luna y Charly daban los últimos detalles a la decoración, Neville cuidaba las hermosas rosas blancas y otras plantas. Percy se volvía loco con la lista y acomodo de los invitados, el señor Weasley acomodaba las botellas de whiskey de fuego y el señor Granger las de vino; Harry cuidaba al pequeño Teddy y Bill a Victorie, las señoras Weasley, Granger y Andrómeda, junto con Fleur, preparaban el banquete, bueno la señora Granger sólo observaba maravillada como movían grácilmente las varitas.
Hermione ya se había olvidado de la carta que sostenía, hasta que Crookshanks le pidió su atención. Se sentó en la cama teniendo cuidado de no arrugar la túnica y apenas comenzó a leer supo el remitente.
