Descargo: Los personajes utilizados en todos mis fanfics son propiedad de su autor original, yo sólo los utilizo para dejar fluir mi imaginación. No lucro con este escrito.
Nobume y Sougo se besan con mordiscos y dolor
Nobume y Sougo se besan con mordiscos y dolor. Son un dúo de adictos a dejarse llevar en la batalla, sólo que ella lo oculta más; y a él no se le nota. Se hacen sangre y no cierran los ojos, esperando a ver quién cede primero, buscando un destello casi inapreciable en la desafiante calma del carmesí apagado del otro.
Se tocan con las manos ásperas por los callos que las horas de entrenamiento han dejado y arrastran las uñas cortas por la piel del otro, dejando huella y potestad. Se empujan contra las paredes o se hunden en mantas y es un cede, cede, cede, cede interminable que se les escapa en suspiros.
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Nobume y Sougo se besan con mordiscos y dolor a través de sus espadas y el sonido chirriante que les atormenta los oídos. Y por medio de sus palabras pintadas de colores amargos y pimienta en la lengua trabada.
Se pelean por todo y nada, como es costumbre. Que qué color para las toallas, qué almorzar, qué día hacer limpieza. Que se supone que eres prudente pero te has lanzado sin pensarlo en esa batalla, que la orden de retirada estaba pasando de boca en boca. Y si vas a ser idiota mejor te quedas en casa, donde no tenga que estar salvándote el culo.
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Nobume y Sougo se besan con mordiscos y dolor en un atardecer que no se aprecia porque está nublado. Lo hacen con las almas remendadas que llevan. Con los ojos vacíos. Los recuerdos abriéndose paso. Los labios calmos y serenos en un intento de prolongar tanto el beso que sus mentes les dejen en paz en sus momentos de debilidad y los recuerdos se vayan por donde han venido, sin dar traspiés. Se besan tanto que notan que son la cura. Que el otro es la cura. El distractor. Que la aspereza, los mordiscos, el sabor del brillo de labios, las miradas que se oscurecen y nublan…
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Nobume y Sougo se besan con mordiscos y dolor en medio de la calma de un buen día. Incluso en sus buenos días, cuando todo se pinta de arcoíris brillantes y las nubes parecen a punto de volverse tornasol. Incluso así, se besan con mordiscos para los que no pueden insensibilizarse. Porque son ellos y Sougo y Nobume besándose con delicadeza y amor desmedido es el eufemismo de la mentira.
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Nobume y Sougo se besan con mordiscos y dolor. Planean hacerlo hasta que las almas se curen y los ojos brillen limpios y llenos de expresividad que saben inalcanzable (y ese es el punto de su medicina sin efecto más que la efímera mitigación de sus síntomas).
