Nota de EugeBlack: Hola a todos! Espero que estén bien. Aquí vengo con un nuevo fic, producto del reto que me propuso Aykasha-peke ;) (Loquita TQM. Espero que lo disfrutes. Creo que las dos terminaremos en San Mungo jaja).

Espero que les guste esta historia y por favor dejen reviews.

norixblack gracias por la ayuda brindada. ¡Besos! ;) xD

DOMINUS MORS

Prólogo

Se levantó del suelo, se sacudió el polvo y se reacomodó los lentes. Buscó su varita en los bolsillos del pantalón. ¡Demonios!. La había dejado en su mesita de noche en casa de los Dursley. ¿Cómo no se había traído su varita?. Estúpido, realmente estúpido. Soltó un suspiro que ni siquiera se había dado cuenta que estaba sosteniendo. Miró a sus alrededores, se encontraba en un largo pasillo, con por lo menos una docena de puertas. Estaba débilmente iluminado por antorchas en forma de serpiente. En la pared del fondo del pasillo, a unos diez metros de distancia, estaba colgado un estandarte con una S, definitivamente el emblema de Salazar Slytherin.

Empezó a caminar con nerviosismo, no tenía ni la más mínima idea de qué hacía en ese lugar. Apenas había dado un par de pasos cuando se detuvo ante la primera puerta. La curiosidad lo invadió y decidió echar un vistazo, lo cual era realmente estúpido porque se encontraba en un lugar donde se encontraba el emblema de Salazar Slytherin, el mago más tenebroso de todos los tiempos, y él no tenía varita.

Sin poder resistir la curiosidad, entró en la habitación. Lo que vio lo sorprendió, en sus ojos verde esmeralda se observaba claramente el miedo. En medio de la oscura habitación, yacían los cuerpos sin vida de Bill, Charlie y Percy Weasley. Sin darse cuenta de lo que hacía, se acercó hacia los cuerpos de los hijos mayores de Arthur y Molly Weasley. Los observó, los ojos de Bill estaban completamente abiertos, y la sorpresa estaba escrita en todo su rostro. Charlie tenía los ojos cerrados, y un delgado hilo de sangra salía de su boca y nariz. Percy, tenía la cabeza en una extraña posición, sus ojos sin vida miraban al vacío, y tenía varias puñaladas en todo el tronco, la sangre aun le salía a borbotones.

Asqueado, asustado y nervioso, se levantó, y salió tambaleando de la habitación. Se pasó una mano para secarse el sudor de la frente. ¿Cómo?. ¿Por qué?. ¿No se supone que los Weasley estaban en el Cuartel General de la Orden del Fénix?. Se supone que debían estar protegidos. Miró al frente, y vio otra puerta, la cual también estaba abierta.

Temblando ligeramente, entró en la siguiente habitación, inseguro de que si quería ver o no lo que podría ver allí. Al comienzo no vio nada, y respiró profundamente. Pero, segundos después, giró su cabeza a la esquina de la habitación y vio a los señores Weasley, colgados, sus caras se encontraban azules debido a la falta de oxígeno.

Salió precipitadamente de la habitación, tomando rápidas bocanadas de aire para intentar tranquilizarse, y a la vez calmar las ganas de devolver todo lo que había comido. Su vista se nubló, las lágrimas se le estaban agolpando en sus ojos. Bill, Charlie, Percy, el señor y señora Weasley. Todos muertos. Se restregó los ojos con fuerza, para quitarse las lágrimas que luchaban por salir. Un poco más calmado de la impresión y de la opresión que sentía en su pecho, se dijo a sí mismo que todo era un mal sueño, que los Weasley estaban en perfecto estado en el Cuartel de la Orden. Y que en menos de una semana lo irían a sacar del infierno de Privet Drive.

Empezó a sentir que se sofocaba, el aire se enrarecía y le costaba respirar. Se levantó lentamente, dispuesto a irse de aquel lugar, donde alguien le estaba jugando una broma muy macabra. Los Weasley no podían estar muertos, ¡NO!. Eran la única familia que tenía, desde que había entrado a Hogwarts lo habían acogido como a un hijo más. ¡TENÍA QUE SER UNA MALDITA PESADILLA!.

Empezó a caminar en sentido contrario, para salir de ese lugar. De repente, un grito espeluznante lo paralizó, erizándole los vellos de la nuca. Sintió que su mundo se detenía, sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Hermione, su Hermione estaba también en ese espantoso lugar, en una de las habitaciones del fondo. Sin pensarlo dos veces, se dio media vuelta y empezó a caminar de nuevo por el pasillo, decidió no entrar en otras habitaciones, donde probablemente yacerían los cuerpos de Ginny, Fred y George Weasley.

Se detuvo en el final del pasillo, justo en frente del estandarte de Slytherin. Aguzó los oídos, para ver en cual de las dos habitaciones estaba, temeroso de entrar a la equivocada y encontrarse con más cuerpos. Lo único que quería era sacar a Hermione de ahí, aunque no tuviera varita, lucharía hasta su último aliento para sacarla con vida, no podía permitir que corriera con la misma suerte de los otros.

Tras unos segundos de absoluto silencio, los cuales le parecieron eternos, escuchó su voz, esa voz angelical que ahora suplicaba por su vida. Se giró a su izquierda y entró en la habitación. Nada en su vida pudo haberlo preparado para lo que tenía en frente de sus ojos. Hermione estaba colgada de tobillos y muñecas en un aparato que parecía de la época medieval, mientras dos mortífagos alaban las cadenas, haciendo que los músculos y ligamentos de su novia se estirasen hasta más no poder.

La cara de Hermione estaba llena de sudor, y estaba contorsionada por el dolor. El cabello estaba más desordenado que nunca, y gruesas lágrimas recorrían sus mejillas. Harry gritó su nombre, pero nadie hizo ningún gesto de haberse percatado de su presencia. Hermione volvió a soltar un grito aterrador, ya le quedaban pocas fuerzas para seguir soportando como sus músculos y ligamentos se desgarraban, seguramente debía tener múltiples hemorragias internas.

Harry se acercó al aparato, dispuesto a matar a golpes a los mortífagos, pero alrededor de ellos había un campo de fuerza que impedía que se acercase más. Intentó con todas sus fuerzas penetrarlo, pero era imposible. Agotado por el esfuerzo que acababa de hacer y con lágrimas de dolor, rabia e impotencia, se dio media vuelta en cuanto escuchó otro ruido.

Sus ojos parecían desorbitados de horror cuando vio a su mejor amigo, Ron, acostado en una tabla de madera, con el pecho desnudo. Su cara estaba sumamente roja, y sus labios sangraban, debido a la presión que ejercía al morderlos, para evitar gritar del dolor.

Harry sintió correr todo el odio por sus venas cuando vio que un mortífago le ponía un trozo de carbón en el pecho. Ron cerró los ojos y apretó sus puños con tanta fuerza que empezaron a sangrar.

Harry intentó acercarse a la tabla donde su amigo yacía, pero también había un campo de fuerza que impedía que llegase hasta su amigo. Nadie se percataba de su presencia, como si fuera invisible.

Empezó a darle patadas a la pared más próxima, no podía creer que eso estuviera sucediendo en realidad, era imposible. El tiempo parecía haberse congelado, todas esas personas inocentes y que se habían portado tan bien con él… muertas. Y su mejor amigo y novia, siendo torturados horriblemente, no lo podía soportar, tenía que encontrar la manera de vencer esos campos de fuerza, para sacarlos de ese lugar antes que fuera demasiado tarde.

Respiró hondo varias veces, para despejar su mente y buscar una manera de que los tres pudieran salir de ahí, pero nada se le ocurría. Su mente estaba completamente en blanco, lo único que hacía era quedarse de pie, observando como Ron y Hermione morían lentamente. Se dejó caer en el suelo y cerró los ojos con fuerza, esperando con todo su corazón que para cuando abriera los ojos estuviera en su cama en Privet Drive.

Minutos después, o quizá horas, realmente no tenía ni idea, un grito débil proveniente de Hermione hizo que abriera los ojos y levantara la cabeza. Hermione respiraba con dificultad, su cara estaba llena de sudor y lágrimas secas, parecía que las lágrimas se le habían agotado. Instantes después, su cuerpo se relajó, exhaló débilmente y cerró los ojos. Muerta.

Un grito desgarrador salió la garganta de Harry. Abrió los ojos, todo estaba oscuro. Respirando agitadamente, tardó varios segundos en acostumbrarse a la oscuridad. Instantes después, pudo distinguir las formas difusas que se encontraban a su alrededor. Una mesita de noche con un reloj que marcaban las tres y media de la madrugada, un baúl abierto, la jaula de Hedwig. Definitivamente se encontraba en su habitación.

Temblando ligeramente y todavía con la respiración agitada, se levantó de su cama, se colocó sus lentes y se asomó a la ventana, observó las estrellas, en un intento de calmarse. Era la peor pesadilla que había tenido en su vida, aún peores que las que había tenido después de la muerte de Sirius. Se restregó la cara.

Minutos después, su respiración volvió a la normalidad y ya estaba más calmado, aunque le estaba empezando a dar un fuerte dolor de cabeza. Agradeció que solo era una pesadilla, y se aseguró a sí mismo que eso no pasaría nunca, jamás permitiría que algo le sucediera a los Weasley, ni mucho menos a Hermione, su chica.

Se acercó a su cama, se sentó y encendió la pequeña lámpara, luego sacó una foto que tenía debajo de la almohada. Una sonrisa se formó en sus labios, ahí estaban los dos. Él se encontraba recostado en un tronco al lado del lago, abrazando a Hermione por detrás mientras le daba pequeños besos en el cuello, y ella sonreía alegremente, sin preocupaciones, con un brillo de felicidad en los ojos.

Un par de minutos después, volvió a guardar la foto, apagó la lámpara y se acostó, esperando que no volviera a tener un sueño así. Tenía unos minutos intentando dormir cuando se sentó su golpe, la cicatriz le dolía muchísimo. Se apretó la frente con fuerza mientras lágrimas de dolor se deslizaban por sus mejillas.

"Eso que tuviste no fue un simple sueño, Potter. Podrías llamarlo una especie de premonición, si te niegas a unirte al Lado Oscuro, sabes muy bien que podríamos hacer grandes cosas juntos, Potter. Piénsalo bien, supongo que no querrás que tus amigos y noviecita tengan una muerte larga y dolorosa. Tienes 48 horas" dijo la siseante voz de Lord Voldemort en su cabeza.

CONTINUARÁ…

EugeBlack

Miembro de la Orden de las Mortífagas

Miembro de la Orden Severusiana