CAPITULO 3: UN ENCUENTRO INESPERADO

Mientras, en una acogedora casita situada cerca del Ministerio de Magia, un cándido fuego chisporroteaba alegremente en una gran chimenea. Justo enfrente, había dos amplios butacones de terciopelo morado. Uno de ellos estaba ocupado por un anciano de aspecto afable con larga barba blanca y gafas de media luna: Albus Dumbledore, en su mano derecha sostenía una copita de brandy y con la izquierda, hacía repiquetear sus dedos en el brazo del sillón. Esa noche el director de Howarts estaba muy inquieto.

En el otro butacón se encontraba un hombre con una copita de vino en sus manos. Tenía el pelo como el azabache, por los hombros, y sus gélidos ojos negros clavados en las llamas de la chimenea; se encontraba mucho más tranquilo: era Severus Snape.

Ambos llevaban mucho rato callados. Severus decidió romper el largo silencio:

¿Y bien? ¿Me explicará por fin porqué me ha citado aquí esta noche? -Preguntó Snape volviendo su mirada hacia Dumbledore.

Pensaba esperar a que llegaran "ellos pero creo que tardarán de modo que te lo explicaré: Esta casa, Severus, es de Noa Potter.

A Severus le dio un vuelco el corazón al oír ese nombre.

¿He oído bien Dumbledore? ¿Aquí es donde se ha ocultado Noa de los mortífagos tantos años? -no podía creer que estuviera en la casa de la persona que tantos años había amado. Secretamente, claro. De pronto un montón de sentimientos que el había mantenido ocultos cuidadosamente salieron a flote. Después de un largo silencio Severus volvió a intervenir:

¿Puede decirme qué relación guarda ella con mi nueva misión director?

Pues verás, durante años Noa ha estado realizando trabajos para mí. Y te aseguro que su trabajo, junto con el tuyo, son las dos misiones más peligrosas que jamás halla encomendado a nadie: A ti te pedí que te infiltraras como espía entre los mortífagos y tú accediste aún a riesgo de tu propia vida; Y a Noa le encomendé, hace 12 años: La búsqueda de Horrocruxes.

¡¿Cómo?! -Severus parecía sorprendido, él sabía que Noa era muy valiente y una bruja magnífica, esas eran algunas de las facetas que más le gustaban de ella pero no se hubiera imaginado que Noa llevara a cabo ese tipo de misiones- Eso es muy peligroso, ¿se ha enfrentado a eso sola?

No. Lupin y Tonks ha sido sus compañeros de viaje durante todos estos años. Ahora, Severus, viene el problema: durante estos años Noa se ha tomado muy en serio sus misiones tanto que últimamente casi se ha convertido en una obsesión. Cada vez las maldiciones que soporta son más fuertes y temo por su salud. ¿Lo entiendes ahora Severus? Yo quiero a Noa como a una hija y no quiero que nada malo le suceda.

Sí, lo entiendo, ¿pero qué tiene eso que ver conmigo? -preguntó Severus.

Pienso prohibir a Noa que siga con la búsqueda de Horrocruxes. Aunque sé que me va a desobedecer, es por eso que necesito tu ayuda. Quiero que la vigiles, que te conviertas en su protector y que me mantengas informado de todos sus movimientos. –dijo Dumbledore.

Pero ¿por qué yo? ¿por qué no Lupin?

Porque Lupin se lo consiente todo a Noa, en menos que canta un gallo Noa volvería de nuevo a las andadas.

De acuerdo, en ese caso la vigilaré -dijo Severus con gesto inexpresivo pero por dentro se sentía muy contento, le agradaba sobremanera tener cerca de Noa, ya tenía sus planes bien trazados, esta vez no la dejaría escapar, la haría suya a como diera lugar.

En ese momento Tonks se apareció justo ante ellos.

Hola Tonks -saludó Dumbledore- ¡estás herida!

Si pero no es nada comparado con Lupin y Noa.

¿Dónde se encuentra Noa? -Intervino Severus un tanto alarmado.

¡¿Cómo!? -Exclamó Tonks preocupada- ¿No han llegado aún? Pero si salimos al mismo tiempo. Temo que algo grave les halla ocurrido, estaban muy malheridos.

Tranquila Tonks, confío plenamente en las capacidades de Noa y Lupin. Se que llegarán sanos y salvos -dijo Dumbledore tratando de calmar a Tonks pero él y Severus estaban tan alterados como ella- Ahora sino te importa me gustaría saber qué ha ocurrido.

Acto seguido, Tonks explicó con pelos y señales todos los detalles que acontecieron aquel día tan ajetreado.

Mientras tanto: Lupin y Noa se aparecieron cerca del Ministerio de Magia. Solo un par de calles les separaban de la casa de Noa.

Maldita sea, creí que me aparecería cerca de la casa. –protestó Lupin que aún llevaba a Noa en brazos.

En ese momento Noa comenzó a despertar

Ah, ¿dónde estoy? Me duele la cabeza. ¿qué ha sucedido?

Pues aparte de querer matarme, nada de vital importancia -exclamó Lupin alegremente dibujando una amplia sonrisa en su magullada cara al ver que Noa estaba bien.- Me alegro de oír tu voz.

¿En serio intenté matarte? No recuerdo nada. Lo siento, de verás que lo siento. Solo recuerdo que me puse el anillo y…. … nada más.

No te preocupes, finalmente todo ha salido bien, y te recuerdo que me debes 3 tabletas de chocolate -dijo Lupin- ¿puedes andar?

Me siento muy débil pero sí, puedo caminar.

Ánimo Noa, estamos cerca de tu casa. Tonks ya debe estar allí.

Comenzaron a andar por las desiertas calles. El reloj de una catedral tocaba las dos de la madrugada en ese instante.

De pronto, una alta y delgada silueta surgió de entre las sombras.

Lupin se dio la vuelta y vio a Lucius Malfoy que caminaba tras ellos:

Vaya vaya -rió Malfoy con una sonrisa burlona en sus labios- Pero si es la mujer de Sirius Black, que extraordinario honor.

Cállate Malfoy -respondió Noa buscando su varita en las bolsillos, pero no estaba. Su varita la guardó Tonks cuando la desmayó.

En ese momento Malfoy se percató del anillo que Noa llevaba en su mano:

Ese anillo es de…. … de… ¡Dámelo ahora mismo, no te pertenece! -ordenó Malfoy que había sacado su varita y apuntaba a Noa.

Lupin también había sacado la suya.

No te atrevas a atacarla, ella está desarmada. Lucha conmigo.

Jajaja -Rió malévolamente Malfoy- ¡Sectumsempra!

Un destello rojo impactó en el vientre de Noa, que comenzó a gritar. Sentía un dolor indescriptible, una agonía incesante. De inmediato Lupin fue a socorrerla pero Malfoy se lo impidió. Noa necesitaba ayuda, estaba toda bañada de sangre, tenía un gran tajo en el vientre y otros más pequeños por todo el cuerpo.

Noa, debes irte, yo me encargo de Malfoy. –dijo Lupin desesperado- La casa está cerca, Dumbledore estará allí y te curará.

Pero Lupin… -jadeó Noa- No se si podré…

¡Corre!

Noa comenzó a andar tambaleándose. Era verdad que la casa estaba cerca pero no sabía si sería capaz de llegar, esta perdiendo mucha sangre y cada vez se sentía más débil.

Avanzó por las solitarias calles dejando un rastro de sangre a su paso. Se agarraba a las paredes para no caer dejando manchas de sangre a lo largo de todas ellas.

Noa ya se estaba acercando a la casa. Mientras, Lupin ya se había desecho de Lucius con un potente hechizo que lo estampó contra la pared y quedó tendido en el suelo aturdido por el golpe. Lupin aprovechó y echó a correr a toda prisa en busca de Noa, si le ocurría algo Dumbledore no se lo perdonaría.

Noa había cruzado ya la parcelita de plantas que había en la entrada de su casa. Estaba subiendo los últimos peldaños de la escalera que conducía a la puerta principal de su casa. Extendió la mano para tocar la puerta pero la vista se le nublaba y no veía ni el suelo que pisaba. Finalmente se desplomó en el suelo. Allí tirada, balbuceó:

Alb… …Albus, ayúdame por fav…

Severus alcanzó a oír la débil petición de auxilio de Noa y se precipitó a abrir la puerta, seguido de cerca por Tonks y Dumbledore.

Severus se llevó una gran impresión al ver a Noa ensangrentada y magullada tendida en el suelo. Le entró tanta rabia al ver el hechizo que la había herido de aquella manera que se maldijo a sí mismo una y otra vez por haber creado el Sectumsempra. Se agachó junto a Noa y la acogió en su regazo. Noa alzó la vista y se encontró con la única persona que no esperaba encontrarse allí:

Severus, ¿eres tú? - Exclamó Noa y sus ojos se le llenaron de lágrimas. Intentó esbozar una sonrisa, acto seguido se desplomó sobre el pecho de Severus.