Nota de Autora: Bueno, emoción por este nuevo fic que prometo va a estar bueno y entretenido. Advertencia: Habrá un pequeño personaje creado por mí, que intervendrá mucho en esta nueva historia.
Capítulo I - Nueva ciudad.
2:00 AM. Aeropuerto internacional de Nueva York. Una mujer en el altavoz anuncia la salida del vuelo 539 con destino a Miami.
—Bien, ése es mi vuelo. Es hora de decir adiós—pronunció apresurada Bulma, abrazando a su madre, que la estrujaba como cuando era una niña entre sus brazos, negándose a soltarla—Mamá, el avión se va y todavía no me despedí de papá—apuró la muchacha para soltarse del agarre de la rubia mujer para darle un último abrazo a su padre. No lo vería en mucho tiempo.
—Lo siento hijita, es que serán varios meses o años sin ti, ¿Comprendes lo que significa eso para una madre?—se lamentó tristemente desenlazando sus brazos y mirando fijamente los ojos a su hija. La peliazul asintió apenada. Se dirigió a donde estaba su padre y lo abrazó. Pudo sentir como el fuerte y torpe hombre que conocía, se derrumbaba ante su partida.
—No te aflijas, papá. Podrás visitarme cuando quieras. Estaremos en contacto, lo juro—prometió haciendo más fuerte el agarre. El viejo hombre solo asintió para contener el nudo que poco a poco se le formaba en la garganta—Ven aquí mamá—señaló mientras la agarraba del brazo y la unía a el abrazo familiar, la despedida.
—Última llamada para los pasajeros del vuelo 539 con destino a Miami—reiteró la mujer en el altavoz. Bulma miró a sus padres con los ojos brillosos. Recogiendo su bolso de mano, que se encontraba en el suelo, dedicó las últimas palabras a sus progenitores.
—Adiós mamá. Adiós papá—soltó intentando que la voz no se le quebrara. Se dió vuelta y se dirigió a la puerta en donde estaba la manga que conducía a los pasajeros al interior del avión. De pronto sintió que algo la detenía. Su padre. La estaba abrazando. No le había alcanzado con el abrazo anterior. No tendría a la luz de sus ojos por mucho tiempo. No le alcanzaba un simple abrazo para despedirse de ella.
—Se extrañarán tus ideas en la compañía, compañera—la llamó como solía llamarla cuando compartían proyectos. Bulma hundió su cabeza entre el cuello y el hombro del Dr. Briefs—Ahora sí, hermosa, vé y estudia—alentó dándole un empujoncito en la espalda a su hija. Ésta caminó hacia donde se encontraba una muchacha encargada de verificar los pasajes de los abordantes. La señorita extendió su mano hacia Bulma, esperando recibir el papel. La ojiazul buscó en uno de los bolsillos de su jean blanco y le dió el pasaje.
—Todo en orden. Que tenga buen viaje—dijo la mujer antes de que la chica se condujera al interior del avión.
—Gracias.
Con el pasaje verificado, pudo abordar la nave. Viajaría en primera clase, debido a la riqueza de su familia. La verdad, le daba igual viajar en primera clase o segunda, si llegaría a su destino de todos modos.
Se acomodó en la butaca que le correspondía y revolvió en su bolso hasta encontrar el libro que había comenzado a leer semanas atrás. Trataba de una mujer que tenía todo lo que todos querían: una vida perfercta. Un esposo que la amaba, hijos adorables y una casa bonita. Pero la pasión en su vida no era tal como antes. Hasta que aparece un amor de la secundaria que le devuelve ésa pasión y ella tendrá que elegir entre una vida perfecta, o una imperfecta pero con pasión.
A los 21 años, Bulma no se preocupaba por tener hijos, o esposo. Ni siquiera un novio. Ya había sufrido mucho con su novio anterior, Yamcha. Éste la había enamorado para luego engañarla con una de sus mejores amigas. Le dolió bastante la situación, pero pudo afrontarlo. Esta era una etapa para disfrutar de los años que le quedaban en libertad: sin un esposo que atender o hijos que cuidar. Pero tampoco quería ser una madre anciana. Quería ser una madre joven. Eso la tendría que hacer renunciar a años de libertad, pero unos años no son dañinos.
Estaba contenta con la carrera que había elegido. Mezclaba todas las materias que le fascinaban cuando iba a la secundaria: Física, Química, Biología, Genética, entre muchas otras. Era fantástico imaginarse trabajando con su padre a un nivel más avanzado. Ya estaba orientada en lo que era el tema gracias a su padre. Él le había enseñado a hacer unas cuantas mezclas o alteraciones genéticas. Le encantaba hacerlo, y a su padre le encantaba verla disfrutar de los proyectos que ambos proponían.
El Dr. Briefs se centraba más en lo que era la ciencia técnica, la robótica y la ingeniería electrónica, pero también le gustaba la biotecnólogía. Bulma sabía todas estas especialidades, pero prefería la biotecnología sobre estas.
El comandante de abordo indicó que los pasajeros se coloquen los cinturones. La ojiazul hizo caso al pedido y se puso el cinturón. Las azafatas aparecieron y demostraron el uso de éstos. También qué hacer en caso de alguna emergencia. Cómo ponerse las máscarillas y dónde estaban las salidas de emergencia.
El avión estaba por despegar. La futura biotecnóloga estaba lista para ello. La aeronave comenzó a andar. A medida que avanzaba, la velocidad aumentaba. Poco a poco, comenzó a ascender.
—Welcome to the flight 539 with Miami destination. I am Michael Weird and I will be your pilot today. The plane will arrive in three hours. Miami temperature approximately is 27°. Enjoy your trip and relax—anunció el piloto—Bienvenidos al vuelo 539 con destino a Miami. Soy Michael Weird y voy a ser su piloto el día de hoy. El avión aterrizará en tres horas. La temperatura allí es de aproximadamente 27°. Disfruten su viaje y relájense.
Bulma no estaba cansada a pesar de la hora. Se puso a leer su libro en donde se había quedado. Siguió así hasta que una azafata la interrumpió.
—Disculpe señorita, ¿Gusta probar alguna bebida?—ofreció cortésmente la joven de castaños cabellos señalando las bebidas en el carrito que llevaba.
—Sí, gracias ¿Qué bebidas tienes?
—Bien, tenemos Coca-Cola, 7UP, té, café, chocolate caliente, agua, agua saborizada con sabores frutales y Fanta.
—Un café estaría bien.
—Bien—la joven cogió la jarra contenedora de la bebida y la sirvió en un vaso descartable. Mientras lo hacía, le lanzó una mirada a la heredera de la C.C. , cayendo en la cuenta de quién era—¿Bulma Briefs? ¿Hija del reconocidísimo Dr. Briefs?
—Así es—afirmó Bulma orgullosa de ser hija del dueño de la Capsule Corp.
—¿Qué haces yendo a Miami?—pregunto la simpática y curiosa azafata.
—Estudios—explicó Bulma—Voy a la UC a estudiar Biotecnología.
—¿A la Universidad Científica? Dicen que es la mejor. Se centra en todo lo que es ciencias, ya sean técnicas, biológicas, etc. Felicitaciones, ojalá te vaya bien en todas las materias—le entregó el vaso con el café, tres sobres de azúcar y tres de edulcorante. También le dió una cuchara descartable transparente y siguió con su trabajo.
"Qué simpática" pensó la ojiazul. Bajó la mesa plegable que se encontraba en el asiento del pasajero delante de ella y colocó el vaso con los condimentos sobre ella. Le puso dos de los sobres de edulcorante y bebió el contenido del recipiente descartable. No estaba ni muy caliente, ni muy frío, como le gustaba a ella.
Debido a que los pasajeros prendieron los pequeños aires acondicionados que se encontraban en el techo de la nave, a Bulma le dió frío. Se desabrochó el cinturón y se paró a buscar el abrigo que se había traído por si hacía frío en su bolso de mano. De pronto el piloto anunció que se aproximaba una zona de turbulencias, que por favor se pusieran los cinturones por un rato.
—Maldición—murmuró sabiendo que tendría que aguantar la fría brisa por más tiempo. Se sentó en su butaca y se puso el cinturón nuevamente.
El avión comenzó a temblar. A veces se sacudía violentamente. A veces paraba por un rato y luego volvía a temblar. Así siguió hasta llegar a las dos horas y media de vuelo. Bulma se desabrochó el cinturón y esta vez sí pudo agarrar su campera. Se la puso y se sentó.
—We are going to start the alighting, please put on your seat belts and put your armchairs vertically. Thank you, Michael Weird. Estamos por empezar el aterrizaje, colóquense los cinturones y acomoden las butacas verticalmente. Gracias, Michael Weird.
La aeronave comenzó a aumentar la velocidad y descender. Bulma miró por la ventanilla y apreció las pistas del aeropuerto de Miami. El sol se arrimaba por el horizonte. Era hermoso.
El avión hizo contacto con la pista llenísima de luces. Ahora en tierra firme, se dirigió a una manga. La azafata castaña apareció.
—Por favor, no se levanten todavía—pidió mientras pasaba por el pasillo—Nosotros les avisaremos cuando salir, sean pacientes por favor.
Se oyeron quejas de casi todos los pasajeros. Bulma se desabrochó el cinturón. La azafata volvió e indicó a los pasajeros de Primera clase que abandonaran el avión. La ojiazul se paró y retiró su bolso de mano que se encontraba en el portaequipajes que estaba sobre su cabeza. Ya con sus pertenencias, se dirigió a la manga.
—Adiós—se despidió la azafata.
—Adiós—dijo Bulma saludándola con la mano.
Luego ingresó a hacer el Check-In, y después fue a buscar sus maletas para pasarlas por la aduana. Por suerte, no hubo ningún problema.
Al salir fuera del aeropuerto, buscó su nombre entre los tantos carteles que sostenía la gente. Sus padres le habían asegurado que alguien la llevaría hacia su nueva casa.
—Smith, no. McCarthy, no. Collins, no. Briefs, no ¡Espera, Briefs sí!—susurró la ojiazul. Se dirigió a la persona que sostenía ese cartel.
—¿Bulma Briefs?—preguntó la chica que sostenía el papel con una caligrafía particular. Era alta, muy alta; castaña, de pelo ondeado; tenía ojos rasgados como una almendra y verdes oscuros. Llevaba unos lentes que, por lo que la peliazul notó, tenían aumento. No como algunas personas que los usaban sin aumento solo por moda.
—Así es—contestó Bulma.
—Soy Lázuli, un placer—se presentó mientras que guardaba el cartel en un bolso que traía consigo y estiraba la mano para estrecharla con la chica. La neoyorquina respondió al saludo amablemente—Bien, te llevaré a la casa. Te encantará. Le estuve haciendo unos arreglos.
¿Cómo era eso de que le hizo unos arreglos a la casa? ¿Ella vivía alli? ¿Cómo sabía que le encantaría? Tendría que esperar a que Lázuli le explique.
—Ven, sígueme. Iremos a mi auto—señaló la castaña mientras empezaba a abandonar el tumulto de gente que había en ése lugar. Agarró las maletas de Bulma y las llevó. La hija del matrimoñio Briefs la siguió. Se dirigieron a una Crossfox amarilla intensa. Lázuli sacó unas llaves de su bolso y abrió el vehículo. Antes de subirse e indicarle a Bulma que lo haga, cargó el equipaje en el baúl—Traes mucha ropa, ¿Verdad?
—Sí—admitió soltando una risita—Ya sabes... Creo que todas somos así.
—Eso es verdad. Cuando yo vine aquí hace un año quise traerme todo mi clóset, pero no podía traer tantas cosas desde mi país, así que me traje lo que pude (O lo que me entró en las maletas) y conseguí un trabajo para reponer toda lo que no pude traer—contó mientras abría la puerta del co-piloto e indicaba con la mano a su acompañante para que se suba. Ésta entró y se acomodó. Lázuli rodeó el coche y se acomodó en su lugar. Encendió el auto y comenzó a conducir.
—¿De dónde vienes Lázuli?—preguntó la ojiazul curiosa.
—Buenos Aires, Argentina.
—Te adaptaste bien al idioma—felicitó creyendo que venía de Alaska o Canadá o algún otro país de la misma lengua que la suya.
—Gracias. Mi mamá me decía que para algo me iba a servir. Ahora tengo una linda casa con vista a al mar, un trabajo con el que gano bien y voy a estudiar lo que más me gusta en una de las mejores universidades, bio...
—¿Biotecnología?—interrumpió la ojiazul.
—Así es. Estudiaré contigo. Tus padre me llamó.
—¿En serio? ¿Para qué?
—Dijo que de entre todas las personas que aparecían inscriptas para biotecnología era la apropiada para acompañar a su hija. No supe bien lo que significaba eso—admitió dubitativa.
—Ay Dios, seguro interrogó a toda tu familia para ver cómo eras—se lamentó golpeándose la cabeza con la palma de su mano.
—¿En serio hizo eso? Wow, que padre sobre-protector. Son señales de que te ama mucho. Tenía una amiga en secundaría que hacía lo que quería cuando quería... su padre tenía una doble vida, él ni se ocupaba de sus hijas.
—Sí, él es así. Pobre de tu amiga, no sé que haría a esa edad si me entero de eso—se hizo un breve silencio—¿Te pidió que me hagas un lugar en tu casa?
—Sí, pero no es molestia. Ya me estaba empezando a sentir sola en ésa casa tan grande.
—¿Falta mucho para llegar?
—Para nada, solo dos minutos más y estamos en la casa.
Esos dos minutos pasaron volando. Lázuli paró en la entrada de una gran casa de dos plantas (planta baja y primer piso). Tenía un patio hermoso, con varias flores de colores alegres.
Ambas bajaron del auto. La más alta bajó las valijas del vehículo. Se dirigió a la entrada de su casa y abrió la puerta con una llave que se encontraba junto a la llave del coche, en el mismo llavero. Prendió las luces del hogar.
—¿Qué te parece?—interrogó para saber la opinión de la muchacha acerca del lugar donde vivía. Bulma observó todo el ambiente. Habían unas escaleras de madera que conducían hacia el primer piso; el color de las paredes era naranja; estaba la cocina, espaciosa, perfecta para cocinar varias comidas deliciosas. En ella había una cocina eléctrica, un microondas, un lavavajillas, lalacenas, lavaplatos, una heladera de dos puertas, y varios artefactos más. También había un desayunador tipo bar, llenísimo de vasos descartables y residuos de papas fritas y otras cosas. Al darse cuenta de que su nueva compañera de casa estaba observando el desorden que había sobre el mueble, trató de explicarle el porqué de éste.
—Disculpa el lío, mis amigos se fueron minutos antes de que te fuera a buscar—era entendible, un día sábado más un grupo de amigos, era tentador quedarse hasta tarde. La pobre tuvo que despedirse de sus amigos e ir a buscar a ésa nueva chica, no tuvo tiempo de acomodar todo lo que usaron.
—Entiendo... mis amigos tambien dejan todo así cuando vienen a mi casa ¿Quieres que te ayude a limpiar?—ofreció la neoyorquina.
—No, descuida, son cosas que se pueden desechar, no hay nada que lavar. Tiro esto, paso una rejilla con un producto del cual ya me olvidé el nombre y listo, te enseño la casa.
—Está bien—le respondió sonriente.
—¿Quieres beber algo?—ofreció la ojiverde mientras terminaba de acomodar la cocina-comedor.
—Me encantaría—contestó gentil al gesto de la muchacha.
—¿Qué deseas tomar?
—Lo que sea.
—Vamos, dime. Si quieres podemos desayunar—propuso la más alta.
—¡Ay sí! ¡Desayunemos!—aceptó Bulma alegre. Lázuli se acercó a lalacena donde se encontraban varias especias, chocolate en polvo, edulcorante, azúcar y en un tupper transparente, había una hierba desconocida para la peliazul. Su curiosidad la invadió y tuvo que preguntar—¿Qué es eso?—mientras señalaba el tupper.
—¿Esto?—dudó la ojiverde señalando el chocolate.
—No, lo de al lado.
—Ah, todos me lo preguntaron la primera vez que vinieron a mi casa. Es una hierba que se consume mucho en mi país, se llama yerba. La ponemos en...—buscó un vasito de forma rara y se lo mostró—este recipiente, le colocamos una bombilla y le ponemos agua caliente con edulcorante o azúcar. Depende de la persona que sea, hay gente que no le pone nada. Así conseguimos un rico mate.
—¿Es rico?—vasiló Bulma.
—Delicioso—aseguró ella—¿Quieres probar?
—No pierdo nada probándolo, así que sí, quiero probar.
—Bien, ¿Edulcorante, azúcar o amargo?
—Azúcar—la de lentes puso agua en la pava eléctrica y puso "yerba" en ése recipiente extraño. Luego le colocó la bombilla. Cuando el agua estuvo lista, la sacó y la colocó en un termo. Volcó agua sobre la yerba y bebió de la bombilla. Luego le colocó azúcar y volvió a servir agua en el mate. Se lo pasó a Bulma. Lázuli esperaba ver la reacción de la chica. Podía amarlo u odiarlo, no sabía. La ojiazul bebió el contenido del mate, saboreando ese nuevo gusto en su boca. Era delicioso.
—¿Y? ¿Te gustó?—curoseó la chica.
—Está muy bueno—admitió Bulma bebiendo otro sorbo—¿Dónde la consigues?
—Mis padres la mandan por correo. Cuesta mucho, pero sin ella no vivo—dijo soltando una risa. Miró el reloj que traía puesto. Se percató de la hora y se alarmó. Debía trabajar, pero, ¿Qué haría con Bulma? No podía dejarla sola en su primer día en Miami. La de azules cabellos notó la preocupación al ver el rostro de Lázuli y no dudó en cuestionarle qué era lo que ocurría.
—¿Sucede algo, Lázuli?
—Es que, perdí la noción del tiempo. En media hora debo ir a trabajar, pero no quiero dejarte sola, ¿Quieres acompañarme?
—Está bien ¿Dónde trabajas?
—En un gimnasio. Si quieres puedes usar las máquinas. Es inmenso. Te encantará ¿Tienes ropa deportiva?—la heredera de la Capsule Corp solo había traído ropa casual y formal para algunos acontecimientos. Había olvidado por completo el hecho de mantener su figura en forma.
—No, pero, ¿Podemos comprar de camino?—pidió para poder acompañarla en sus actividades.
—¡Por supuesto que sí! Te cambias en el vestidor del gimnasio. Aguarda un segundo, me cambio y vamos a comprar tu equipo—después de decir eso, desapareció por las escaleras.
—Okay, gracias—estaba feliz de que la chica la incluyera en su hogar y ahora la llevara a su trabajo. No estaría sola. Ni siquiera tuvo que bajar del avión que ya tenía una amiga.
Lázuli bajó con una cola de caballo hecha en el pelo, una musculosa y calzas negras con zapatillas rojas NIKE y sin lentes. Traía un bolso deportivo consigo.
—¿Vamos?
—Vamos—la más alta abrió la puerta de su casa y esperó qur Bulma saliera. Cerró y se dirigió al auto, donde la ojiazul aguardaba que ésta le abriese la puerta. Al destrabar el vehículo, ambas subieron y se dirigieron a la tienda de ropa de la confianza de la ojiverde.
Nota de autora: ¿Qué les pareció mi OC? ¿Cómo les cae Lázuli? ¿Qué pasará en este gimnasio, en el cual trabaja ella? ¿Aparecerá algún personaje conocido? Averígüenlo en el próximo capítulo de Saiya GYM
