A/N: Siempre quise publicar un fanfic y ahora, que planeo hacer una novela, es un buen momento para practicar mi escritura, ya que no hay mucha gente a mi alrededor interesada en el tema. Espero que la lectura sea de su agrado y debo pedir, por favor, si tienen alguna sugerencia o crítica háganmela saber, su opinión será realmente importante para mí, incluso el sólo saber si les gustó o no.
Leyenda:
-Diálogos.
Pensamientos.
Prólogo
Cuando abrí mis ojos una intensa luz blanca cubría todo, los cerré y me llevé la mano a la cabeza, como intentado apaciguar el dolor. Esperé unos minutos a que mi cuerpo se calmara, hasta que el mareo acabara. Tenía esa extraña sensación de como si hubiese estado durmiendo por todo un día. Me incorporé, sentándome, mientras apoyaba la otra mano en el suelo –está húmedo –. Deslicé suavemente los dedos por la superficie que me producía un hormigueo para luego apretar y tirar de aquello. Recordé los momentos de mi niñez en una plaza cercana a mi casa, solía recostarme sobre el pasto mientras mis manos jugaban con él hasta caer en el sueño. Esa época que ahora tanto añoraba, que jamás logré apreciar debidamente. Cuántas veces me pregunté si eso era normal, sólo querer perder el tiempo soñando e imaginando fantásticos lugares en vez de pasar el rato con los otros niños. Ese era mi mundo, donde nadie me diría qué hacer o cómo pensar, donde me refugié todo ese tiempo, hasta ahora. Comprendí que no había vivido y quería hacerlo, que quería tener amigos y pasar horas jugando, que quería disfrutar de la compañía de mi familia, que quería amar y quería sufrir. Quería vivir, no en aquella realidad que llamaba propia, si no la palabra en todo su esplendor. Para cuando me di cuenta ya era tarde, no podía traer de regreso el tiempo perdido, no podía volver a existir. Pero si no podía ¿Qué hago aquí? ¿Cómo es que aún logro sentir? ¿Cómo es que estoy viva? Abrí nuevamente mis ojos, lo primero que vi fue una resplandeciente luna –ahora sé que fue esa luz. Estoy un paso más cerca de no volverme loca – dije con un tono algo sarcástico. A pesar de lo confusa que estaba no podía pasar por alto lo hermosa que lucía la circular luna, parecía cercana y brillaba intensamente. De alguna manera aquello me calmó. –Sin importar lo que haya sucedido, estoy aquí, donde sea que aquí sea, pero estoy viva… O eso creo.
Ciertamente no podía reconocer el lugar porque jamás lo había visto y estaba segura. Numerosos e inmensos árboles se levantaban a mi alrededor –¿Es un bosque? ¿Será muy profundo? –me pregunté. Apoyándome en un árbol cercano me puse de pie. Poco podía ver en la oscuridad de la noche y aún menos sabía hacia donde dirigirme. Pensé incluso que era una especie de limbo, como los que nombran algunas religiones, y que estaba esperando a pasar al más allá o que quizá jamás lo haría y permanecería aquí. Intenté no alterarme y buscar una solución, decidiendo subir ese mismo árbol por si lograse divisar algo, esperanzadoramente uno de esos pueblos que comúnmente están cerca de pequeños bosques. Con bastante dificultad subí por el tronco, y es que hace años que no lo hacía, hasta alcanzar una altura suficiente. Logré ver lo que parecía la punta de un edificio, para estar segura de aquello intenté subir más alto. Al colocar mi pie presioné demasiado fuerte y desprendí un pesado de madera. Caí y sólo una frase pasó por mi mente, este sí es el final. Mantuve los ojos fuertemente cerrados por un largo tiempo pero no sentía el duro piso golpeando mi cuerpo, incluso cuando me percaté que dejé de moverme ¿A caso estoy realmente muerta y no siento? Aunque el dolor cuando desperté era bastante real. Con un poco de miedo, lentamente observé mi alrededor, percatándome que estaba sostenida… De la sorpresa grité, di un pequeño salto y quedé con las pompas pegadas al suelo. Es… es una persona… ¡Hay alguien! ¡Hay alguien más! Comencé a reír y aquel ser se me quedó mirando muy extrañado –¿tan gracioso es ser salvada? – quedé algo perpleja con su pregunta. Quería hablar pero no sabía que decir, estaba sumamente confundida, tenía muchas preguntas y no sabía cómo comenzar. –¿Tú… Tú estás vivo?
–¿Eh? – se acercó a mí, sentándose en cuclillas y llevando su mano a mi frente. Lo primero que noté fueron sus ojos negros tras una rara banda con una pieza de metal amarrada a su cabeza. –Al parecer tienes fiebre – hizo una pausa, como dudando si continuar –al juzgar por tus ropas no eres de por aquí ¿Qué te trae a este lugar? –. No sabía que contestar. Me quedé un rato reflexionando hasta que se me ocurrió una buena excusa, no quería que pensara que estaba loca. –La verdad no sé qué hago aquí. Lo último que recuerdo es que estuve en un accidente. Tampoco sé que es este lugar ¿Dónde estamos?
–Cerca de Konoha.
–¿Y eso? ¿En qué lugar está? – me miró extrañado. –En el país del Fuego.
–País del… ¿Fuego? ¿Hablas en serio? Espero que no estés queriendo burlarte de mí – dije con el ceño fruncido – esto ya era lo suficientemente extraño como para que quieran tomarme el pelo.
–¿De dónde vienes?
–Pues… de Yokohama, obviamente en Japón.
–¿Japón? Debe ser un lugar lejano pues no he oído de él.
–¡Pero si estamos en Japón!
–Te acabo de decir que esto es las afueras de Konoha –. Pasé de sentirme dudosa a asustada. Me encontraba en un lugar del que jamás había oído y con alguien desconocido.
–No sé si sólo estás actuando o realmente estás perdida, pero por ahora ven conmigo, te llevaré ante el Hokage.
–¡No estoy mintiendo, realmente estoy perdida! – no tenía la menor idea de quien era ese Hokage ni tampoco quería preguntar, habían cosas más importantes que tenía en mente. Él se paró y extendió su mano en señal de que la tomara para ponerme de pie, y así lo hice –gracias.
–¿Puedes caminar? – preguntó. Moví levente mis extremidades, todo parecía bien –sí, no hay problema.
–Vamos – se dirigió a una dirección desconocida, adentrándose en el bosque mientras yo lo seguía de cerca. Desde a atrás, con algo de luz, podía ver su cabello negro amarrado en una coleta, vistiendo una chaqueta parecida a una antibalas. Habrán pasado unos veinte minutos sin cruzar palabra. Había mucho que quería decir pero a la vez no se me daba la gana. Sentía que, por ahora, no quería buscar respuesta a esto. Quería tan sólo… Vivir. Hallamos entonces un camino de tierra que terminaba en una inmensa puerta de una especie de fortaleza, una ciudad rodeada de murallas ¿Estarán en guerra? Cruzamos no sin antes él hablar con un guardia de similar vestimenta. –Ya estamos en Konoha – me dijo – te llevaré con el tercero, él verá que hacer contigo –. De alguna manera aquello me dio un poco de miedo. No sabía qué clase de sociedad tenían aquí, no tenía pista alguna de qué ocurriría conmigo. Al parecer él se percató de lo que estaba pensando, paró, dio media vuelta y me miró –No estés tan asustada. Si lo que me has dicho es verdad nada ocurrirá.
–Bien… – continuamos caminando hasta toparnos con un edificio de mayor altura que los demás ¿será el que vi anteriormente? Algo que me llamó la atención de este lugar fue que no había luces en las calles lo que me llevó a pensar que era uno de esos pueblos alejados de la sociedad, con su propia cultura, y por supuesto, sin electricidad. Estaba segura de que esto era Japón, pues hablaban japonés, y la arquitectura era similar a la tradicional. Continuando, entramos al edifico, no tuve tiempo de observar el interior pues apuramos el paso, llegando a una oficina. Al fondo había una mesa de madera y una persona de avanzada edad sentada tras ella, leyendo unos documentos a la luz de una vela.
–Lord Hokage, disculpe la intromisión. Tengo un asunto del que hablar con usted.
–Oh… De acuerdo, a delante.
–¿Puedes esperar afuera? – me miró. Asentí y salí inmediatamente. Ya no estaba asustada pero sí bastante ansiosa. En algún momento dejé de preocuparme y comencé a sentirme emocionada ¿Qué traerá este nuevo rumbo? Me apoyé de espaldas contra la pared de pasillo que daba con la habitación. No estoy segura de cuantos minutos transcurrieron pero sé que la espera se me hizo larga. Tenía los ojos cerrados cuando oí la voz del chico llamándome para que entrara.
–Dime ¿Cuál es tu nombre? – preguntó el viejo que vestía una túnica blanca.
–Chizuru, Tsukino Chizuru.
–Veo que usas unas ropas bastante extrañas, no dudo que seas de lejos – traía puesta un chaleco azul, una falda tableada negra con un par de calcetas largas de color oscuro y botines negros –Pero bueno ¿Qué te trae por aquí?
–Hum. No estoy del todo segura. Lo último que recuerdo es que estaba con mi familia viajando hacia Tokio y ocurrió un accidente, de alguna manera llegué aquí. Sinceramente… No había oído nunca de este lugar así que estoy bastante confundida – lo que realmente sucedió se quedará para mí.
–Entiendo como debes sentirte– apoyó los codos en la mesa, cruzando las manos bajo su mentón –¿Has recibido alguna clase de entrenamiento?
–¿Disculpe… A qué clase de entrenamiento se refiere?
–Hmmm. No importa, veo que no ¿A qué te dedicabas?
–Estudiaba en el colegio.
–¿Me podrías decir qué estudiabas?
–Pues, distintas áreas. Escritura, matemáticas, ciencias, artes….
–Valla, parece bastante completo.
–Quisiera preguntar algo si no es muy imprudente de mi parte, es sólo de curiosidad.
–Adelante, si puedo responder tu pregunta lo haré.
–No pude evitar notar que hay mucha gente vestida como militares, de casualidad… ¿Están en guerra?
–No precisamente, pero jamás se sabe cuándo nos atacarán, tenemos que estar siempre atentos. Por otra parte, esta es una aldea de ninjas, es común ver este panorama.
–¿Ninjas? Eso… ¿Aún existe?
–Así que los conoces pero no hay donde tú vives.
–Sí, algo así.
–De acuerdo, suficiente charla, he tomado una decisión. Puedes alojarte en la aldea por el tiempo que te plazca pero debes reportar si decides irte. Creo que hay una casa desocupada en el distrito Uchiha que podría ser tu vivienda –miró al joven – ¿puedes arreglar eso por mí?
–Lo haré – respondió.
–Por cierto, vuelve aquí mañana por la tarde, aún hay cosas que debo explicarte. Por ejemplo, cómo te ganarás la vida.
–¡Sí, muchas gracias! – esbocé una gran sonrisa y me incliné, estaba sumamente feliz. Quizás un nuevo rumbo era lo que necesitaba.
Nos encontrábamos ya fuera del edificio cuando recordé algo importante –por cierto ¿cuál es tu nombre?
–Uchiha Itachi. Nos veremos seguido así que recuérdalo – sonrió.
–¿Así que vives en ese distrito? Bueno, Itachi ¡Gracias por ayudarme!
–No hay problema – dijo amablemente. –Ven, te llevaré a tu nuevo hogar, pero antes tendremos que hablar con mi padre.
–¿Tu padre?
–Sí, digamos que él administra el sector.
–Ya veo. Espero no causar problemas –no pude evitar entonar la frase con alegría.
–Descuida –el chico dio media vuelta y animosamente lo seguí. La realidad es algo extraño, también la vida y el destino. Espero pronto encontrar mi lugar en este mundo tan distinto.
A/N: Para el siguiente capítulo: ¿Qué le espera a Chizuru en el distrito Uchiha? ¿Cómo se ganará la vida para mantenerse? ¿Cuál es la verdad que quiere guardar sólo para ella?
Agradecería que si quisiera leer el próximo capítulo me dijieran, sería un gran incentivo!
