Disclaimer: Inuyasha no es mío, tampoco ninguno de sus personajes, la película clockstoppers tampoco es mía. NADA LO ES.

Nos llaman Clockstoppers

Cap1: Descubriendo la "farsa".

-¡Kagome!-

Metió su cabeza bajo la almohada involuntariamente, después de todo era una rutina. Respiró hondo y se sentó en la cama, poniendo sus pies en el suelo de cerámica helada que le causaba escalofríos, ya estaba acostumbrada al piso de cerámica de sus últimas cuatro casas pero siempre preferiría el piso de cemento tibio de su querido templo al cual desgraciadamente ya se había resignado a no volver a pisar.

Ese templo, el lugar donde vivió sus primeros y muy felices seis años, hasta que a su madre se le ocurrió el brillante plan de idear un tal "logro científico" del cual a ella jamás le comentaron.
Y así comenzó su viaje. Un viaje que a ella le resultaba tedioso y cansado, pero no podía hacer nada para evitarlo. No quedó más que acostumbrarse a despertar cada cuatro o cinco meses en una habitación distinta, con una cama distinta y un piso de cerámica distinto. Se preguntaba por qué siempre cerámica y no parquet, o madera.

-¡Kagome!- Volvió a llamar su madre, con voz alta pero para nada fuerte ni ofensiva, como era ella.

Reaccionó a su nombre y trató de calmar sus escalofríos poniéndose un par de medias, no lo logró.
Comenzó a caminar por el pasillo a paso de zombie, arrastrando los pies como si cargara cadenas atadas a ellos.

De repente, de una de las puertas salió un rayo de sol, acompañado por un pequeño niño saltando hacia ella con una sonrisa en el rostro.

-¡Buenos días hermana!-

-Buen día, Sota.- resopló con cansancio, tenia sueño y estaba obstinada, cuando estaba en ese estado no era recomendable acercársele.

-Oumm… ¡¿No te encanta la nueva casa? ¡Es inmensa!- El niño no podía sonreír con más ganas.
Kagome sólo de detuvo en seco y le dio una mirada asesina, cruel, típica de ese estado de ánimo, Sota se quedó estático y una gota de sudor apareció en su frente.

Ella siguió su camino, sin percatarse de lo pálida que se veía, de sus ojeras y su cabello enredado, estaba un poco distraída, desorientada, llegó a la cocina sin siquiera pasar por el baño.

-Buenos días Kagome.- Dijo su madre con una gran sonrisa, igual a la de Sota.

-Buenos días mamá, buenos días abuelo.-

-Kagome, ¿todo está bien contigo?- Lo decía por su apariencia, que combinaba muy bien con su modo de caminar.

-¡Aagh! ¡Sí, abuelo! ¿¡¿¡Por qué no debería estar bien todo! ¡¿Por qué no podríamos volver al templo? ¡Preguntas que la gente se hace!-

-Tranquila hija, sé que la mudanza te estresa pero ya te prometí que será la última vez, me comprobaron que en los laboratorios de esta ciudad tienen los recursos necesarios para llevar a cabo nuestro proyecto, Kagome.- Sonrió no tan pronunciadamente.

-¿Igual que en Nueva Zelanda, en Camboya y en Kazajstán? Y eso por nombrar algunos en el continente, además: ¿Nuestro?-

-Tu padre y yo. Comenzamos la investigación cuando eras una niña pequeña, yo le prometí que lo terminaría. Kagome esto es muy importante para mí, y para todos nosotros, no sólo nos daría ingresos que necesitamos, también podríamos volver al templo ¡Todo será como antes, lo prometo! Ahora desayuna, o se te hará tarde.-

Kagome sabía que le mentía, sólo quería que dejara su mal humor, siempre le decían lo mismo y durante nueve años también era normal acostumbrarse a las mentiras.

-¡Y por cierto! Feliz Cumpleaños hija.-

No entendía como su madre no podía parar de sonreír. Parecía una Barbie de cabello corto, siempre contenta.

-Gracias mamá.-

Terminó de comer su cereal, metió unas galletas en su bolso.

Subió las escaleras hacia la habitación y abrió el armario, su uniforme era una falda verde, camisa blanca con verde y un pañuelo rojo.

-Lindo- Se dijo... -Cursi- se corrigió.

Terminó de vestirse y bajó por segunda vez las escaleras, se acercó a la puerta de salida, era grande y gris, con una manilla pateada de hierro helada que combinaba perfectamente con el frío del piso.

-Feliz cumpleaños Kagome!- Dijeron en coro el Abuelo y Sota con cierto temor.
Salió por la puerta, pasó por el camino del jardín principal y salió a la calle, le sorprendió que en esas tierras frías y oscuras (que solo ella veía así) pudieran crecer flores. Comenzó a caminar hacia la izquierda –Qué asco de suburbio- se dijo a sí misma y continuó su camino
Cuando sólo estaba a unos pasos de la parada del bus sintió que algo rozó su cuello, sintió que el tiempo se detuvo… Enseguida volvió en sí.

¿Qué acababa de suceder?, En verdad le pareció ver cómo todas las cosas a su alrededor se detuvieran y ella pudiera moverse, fue sólo cosa de segundos unos dos o tres como máximo, también pudo percibir un aroma extraño, olía a chico, de eso no había duda, aunque era un olor diferente al de un chico normal, pero tan rápido como vino, desapareció.

-Seguro el viento- se dijo. De todos modos, el suceso la distrajo. Había visto algo, no estaba segura de qué, pero sabía que era extraño, podía percibirlo.

-¡Mi imaginación!- y se negó a pensar más en el asunto.

Se dio cuenta de que no estaba caminando, no sabía en qué momento se había detenido, pero estaba parada a unos pocos metros de la parada y no estaba dispuesta a moverse.
Sintió una brisa que se acercaba muy a prisa atrás de ella y pasó por un lado, su causante: el autobús escolar, estaba en la parada, así que olvidó lo que sucedió, corrió y subió las escaleras del dinosaurio con ruedas que no podría estar en peores condiciones.

Era la nueva. Lo recordó.

Los que la miraban lo hacían con malicia y desaprobación en sus ojos, como si la analizaran y los que no, sólo era porque estaban muy metidos en sus asuntos como para prestarle atención. Volaban aviones de papel y hojas arrugadas, acompañadas por muchos gritos y chillidos por parte de casi todos los "tripulantes" por así decirlo, del bus, lo normal.

Ella estaba tan estresada.

Vio casi al final del bus a un chico de cabello liso, atado con una cola, y tenía unos hermosos ojos azules, que se perdían en una de las ventanillas; se veía calmado y aunque estaba serio a ella le pareció agradable. Independientemente de que le gustaría conocer gente nueva y toda esa basura, estaba muy hormonal ese día como para prestarle atención a alguien más.

El de ojos azules se aclaró la garganta –Hey… ¿tú, eres Kagome Higurashi? –

-¿Cómo es que sabes mi nombre?- Replicó recelosa.

-Es que, eres nueva. Aquí nunca hay gente nueva- dijo tranquilamente.

-Entonces: ¿Todos me conocen?-

-Así es. Eres una noticia.-

-Oumm… Encantada de conocerte entonces…-

- Igual Higurashi- Y sonrió.

- Y, ¿cuál es tu nombre?-

-¿Yo? Koga.- Estaba distante pero a Kagome le pareció antipático. ¿Qué le sucedía a ese chico?, se suponía que ella era la intensa obstinada. Se quedó pensando un rato.

En unos minutos más llegaron a la escuela y el autobús se detuvo. Comenzó a bajar un tumulto de gente, parecía el subterráneo, como si les faltara el oxígeno. Kagome por su parte no se movió, continuaba pensando… ¡no sé en qué cosa!, como Koga estaba en el puesto de la ventanilla no podía salir, o… podía, pero no quería incomodarla.

Se aclaró la garganta.

Kagome se sobresaltó y cuando miró alrededor se dio cuenta de que no había más desadaptados de secundaria en el autobús, tomó a Koga por el brazo.

-¡Ay, demonios! Llegaremos tarde, ¡vamos!-

El frunció el ceño, no molesto, sino extrañado y la siguió. Esa chica era extraña, lo sintió cuando ella lo tocó, fue una corriente, solo un viento tal vez, pero sabía que lo había percibido un tiempo atrás.

FlashBack

-¡Vete Ginta! Te van a matar.- Gritaba Koga Cuando notó que Ginta aun lo perseguía.

-¡NO QUIERO!- Berreó. –¡Hakaku muévete! Casi pierdo a Koga.-

-¡Ya voy! ¡Ya voy!- Jadeaba Hakaku un poco más atrás.

-¡Maldición ya lárguese! No lograrán escapar con vida jamás.-

-¡Espera Koga!- Gritaron ambos.

Koga miró hacia atrás, sólo para cerciorarse de que ya no lo siguieran, que lo habían obedecido y habían huido. Pero no resultó así.

Un grupo de Exterminadores y Monjes habían dado con sus amigos y estaban peleando, no se veía nada bien para Ginta y Hakaku. Koga no podía dejarlos, eran sus únicos amigos, así que tomó la decisión más estúpida que halló y fue a su rescate.

Los monjes y exterminadores no planeaban matar a los demonios. Solo querían quitarles el reloj.
Koga fue el primero en atacar, cayó duro sobre una de las exterminadoras y cuando iba a destajarla con sus garras, ella delicadamente cortó con su espada el reloj, viendo como el demonio lobo se estatizaba frente a ella.

-Va uno, faltan dos.- Dijo.

Ginta y Hakaku miraron a Koga, y cuando los demás se acercaban a atentar contra sus relojes, les dieron señal de detenerse. Ellos mismos se los quitaron.

-Misión cumplida.- dijo uno de los jóvenes monjes orgulloso.

-No gracias a ti.- replicó la exterminadora.

Fin del flashback

-Am… ¿Kagome?-

-¿Si?-

-Pasaste el aula hace como siete puertas.- se mofó

Kagome se ruborizó. -Oh… Perdona, estoy algo distraída… últimamente.-

Esta vez, él se puso detrás de ella con una mano en su hombro y la llevó al salón de clase, en el camino Kagome lo siguió calmada. Al entrar al salón la soltó. A ella le llamó la atención la vista de la ventana y se alejó de Koga para ir hacia ella. Él no se lo impidió, fue a sentarse con dos chicos de peinados extraños, los saludó y comenzaron a conversar.

Kagome se acercaba lentamente a la ventana, sólo le atrajo la vista y cuando iba a tocar el vidrio de la ventana percibió ese olor de la mañana de nuevo. Vio algo, esta vez estaba segura, era… un cuerpo, rojo con plateado, ¿un chico? Lo dudaba demasiado, no pudo ver su rostro.

-No es nada, no es nada, no es nada- se repetía en su cabeza, pero no quería quitar su mirada de la ventana. ¿Acaso se estaba volviendo loca?

Una persona entró al aula pero Kagome no prestó atención alguna, no tendría por qué.

-Buenos días clase.-

-Buenos días.- Dijeron a coro los alumnos con desdén y aburrimiento.

-Hoy vamos a hablar sobre el proyecto del curso de este año. Bien…- Algo lo detuvo.
Miró con desaprobación e imponentemente a Koga, quien se vio obligado a bajar los pies de la mesa.

-Como decía: Nuestro proyecto de curso, será de un tema con el cual no hemos trabajado jamás en este instituto, es así porque la llegada de cierta alumna nueva y sus familiares, nos facilitarán las investigaciones del tema, Señorita..-

Ella no estaba prestando la más mínima atención al hombre, ni siquiera se había preocupado por verle el físico

-Señorita Higurashi-

Maldición. Era con ella.

-¿Si?- Se giró lentamente, con temor.

-Tome asiento- le dijo imponente el profesor.

-Am… Sí.-

-Clase ella es Kagome Higurashi, se ha mudado a esta ciudad porque su madre llevará a cabo un proyecto importante para el país y para todo el mundo, sobre, como, ya saben, el hipertiempo, seguro la madre de la señorita le encantaría venir a dar una clase, una charla sobre el tema seguramente, señorita póngase de pié.

-P..Pero, me dijo que me sentar…-

-DE PIE-

-De acuerdo…-

Se levantó tímida, aún distante. Entonces comenzó a procesar lo que el pequeño y casi calvo hombre había comentado. Su expresión cambió.

-Háblenos algo de usted por favor.- Le dijo el hombre ansioso.

Respiró hondo, frunció el ceño y comenzó con una risa irónica – Mi nombre es Kagome Higurashi, hoy es mi cumpleaños número quince, y el mejor regalo que me pudo dar mi querida madre fue otra mudanza y como por si fuera poco, ¡este lugar tiene cosas extrañas no yo! NO ESTOY LOCA. ¡Ella me trajo aquí solo para un juego! ¡¿¡Una payasada como el hipertiempo! Podría jurar por mi vida que esas estupideces ¡NO EXISTEN! –

Todos quedaron atónitos ante esta explosión, de esa chica que parecía estar tan distraída, tan normal, tenía un lado agresivo, muy agresivo.

Nadie dijo nada.

-¡Feliz Cumpleaños Kagome!- Dijo el de ojos azules y raras orejas al final del aula y le sonrió, suavemente.

Volteó hacia él y con una mirada asesina, parecida a la que le dio a Sota en la mañana

-Gra-cias.- le dijo muy seca. Su párpado inferior comenzó a temblar de nuevo como en la mañana.
Antes de que el profesor pudiera decir algo más ella ya estaba fuera del aula, del colegio, hasta de la cuadra. Su madre la iba a escuchar.

-Oye Koga, esa es la chica que te parece linda- Le dijo Ginta burlándose.

-Cállate Ginta.- Replicó serio.

Kagome caminaba a toda velocidad, cada paso era más firme y sonoro, quería destrozar el piso de la rabia, de vez en vez se le salía una maldición, iba romper lo primero que se le atravesara en su camino, así fuera una ardilla silvestre.

Era temprano ni siquiera medio día, por lo tanto no había nadie en la calle, no había nada en realidad, Kagome no pudo evitar sentirse cansada de caminar tan rápido por tanto tiempo, así que bajó la velocidad y respiró hondo.

-Debo calmarme- se dijo. Miró el reloj: 8:30, -maldición- pensó. Se sentó en un banco cerca de donde estaba, iba a golpearlo para liberarse pero justo antes de hacerlo, otra vez.

Lo que sucedió en la mañana y cerca de la ventana del colegio, esta vez sintió que ella tocaba algo, pero no vio nada, percibió el mismo olor, y esta vez le resulto realmente agradable.

-¿¡¿Qué pasa ahora?- Intentó meter los pies bajo el banco pero algo se lo impidió

-¡Auch!- Gruñó alguien bajo la banca. Era la voz de un muchacho.

Como por reflejo bajó la cabeza entre sus piernas, vio bajo la banca, pero de nuevo, no había nada.

-Maldición algo anda mal conmigo- No hubo respuesta.

-¡AHH! ¡Ya me volví loca!-

Entonces, sintió un respiro atrás de ella, dudo un momento, y en vez de voltearse decidió intentar tocarlo muy rápido y de nuevo sintió que tocaba algo, el tiempo se detenía, ese olor; la diferencia fue que esta vez sucedió totalmente al revés.

Miró a todos lados y de nuevo. Nada.

Quería ir a casa, decidió olvidar lo que paso. Además debía hablar con su madre a cerca de lo de su tan querido "proyecto especial" ese. Solo caminó unos cuantos minutos y llegó.

-¡Mamá!- Gritó entrando a la cocina, ella siempre estaba allí.

-Mamá.- dijo sólo para llamar su atención.

-Kagome! Ya estás de vuelta-

-Mamá, de camino a casa estaba muy enfadada… ¿Qué? aún lo estoy. Solo quiero una explicación mamá, ¿Por qué? ¿Por qué estos últimos años hablabas de un experimento grandioso, un gran proyecto científico?, y ahora me entero de que es sólo una payasada, el hipertiempo. ¿A quién demonios le importan esos juegos, mamá? ¡Es ficción! No existe. Y lo peor de todo esto es que jamás me dijiste nada. Todos en esta horrible ciudad sabían de eso menos yo... ¿Por qué?-

-Ah, Kagome…- ella se veía algo triste –Siento que te enteraras así hija, tienes razón en enfadarte, te entiendo. Pero no digas esas cosas de nuestro proyecto, no es algo fácil de entender.-

-Pero, es que…-

-Hija. Esto es más emocionante de lo que crees, te va a gustar mucho cuando lo veas lo pro..-

-No lo prometas. ¿Cuándo lo veré? ¿En "unos años"?-

-Kagome, hija… te prometo que mañana iremos al laboratorio juntas, verás que es muy interesante, estoy segura de que te encantará ¿sí?-

-De verdad… ¿Lo dices en serio?-

-Claro que sí… Pero, dime, ¿qué haces en casa tan temprano?-

-Am… Es que, el poco agradable maestro nos dio.. El día libre.- Sonrió -Já! Seguro lo creyó- pensó, y se fue a su habitación.

En realidad Kagome no quería ir a ese laboratorio, se negaba a aceptar conceptos de ficción, pero mientras menos clase mejor, sólo se sentaría callada a esperar el almuerzo, podría con eso ¿cierto?

Estuvo un rato sola en su cuarto, pensando qué demonios era eso… pasó cuatro veces, y las cuatro veces sintió lo mismo, vio casi lo mismo, y ese aroma… Olía a bosque de montaña, madera vieja… y aunque Kagome no estaba segura de cómo olían, le pareció aroma de demonio, lo extraño era que a pesar del nombre, era un olor dulce y agradable.
Ella tenía que descubrir qué era. No. Tenía que descubrir QUIÉN era.

Luego de un rato sola, frente a la TV sin hacer gran cosa, su madre la llamó para almorzar.
Bajó las escaleras sonriente, Charlie acababa de mofarse de Alan por acostarse "por error" con la madre de su novia.

Si había algo que Kagome adoraba, era la comida de su madre. Siempre caliente y fresca.

-Kagome… Me llamaron del trabajo.-

-Y… ¿Qué, no puedo ir mañana?-

-¡Sí! Por su puesto hija. Me pidieron que fuera ahora mismo… Dicen que hay una extraña actividad hipertemporal hoy.- ¿Se habrá escuchado esa ridiculez? Se preguntó Kagome.

-Oh… Está bien, si debes irte…-

-Gracias Kagome. Mañana estaremos juntas todo el día ¿Sí?-

-Se, ma.- Dijo mientras masticaba.

La madre de Kagome se fue de la casa, dejándola completamente sola en esa fría y horrible casa. No es que en realidad le importara quedarse sola. Había una maratón de The Big Bang Theory que no estaba dispuesta a perderse.

Subió las escaleras, se tiró en su cama y suspiró.

Estuvo en eso un rato largo, y luego de vagar por 6 horas con Sheldon, decidió que era hora de parar o su cerebro no lo soportaría. Estaba a punto de tomar una siesta nocturna cuando sintió a la ventana abrirse de golpe. Volteó enseguida.

-¿Qué demonios?-

El viento comenzó a entrar por la ventana, le dio mucho frío y el endemoniado piso de cerámica no ayudaba para nada… Cerró la ventana y se sentó en su banco de escritorio.
Suspiró de nuevo. ¿Qué estaba sucediendo?

Decidió levantarse rápido, sintió algo de hambre o al menos eso pensaba. Chocó.

Cayó al piso lastimándose el coxis, cerró los ojos y se quejó.

-¡Auch!- Esperen... Esa no era su voz.