Ante todo, habeis de saber que esta historia tiene dos autoras: Aiduchi y yo. El resto es cosa vuestra: ¡esperamos que os guste!

Capitulo 1º. El juego del gato y el ratón

Por: Aiduchi

Corría y corría por el bosque, a pesar de que corría más que cualquier humano sabía que no tardarían en darle alcance. No recordaba nada solo sentía, tal vez por instinto, que en esa carrera se jugaba su vida. Escuchó un silencioso crujir de ramas y supo con certeza que le estaban rodeando pese a su velocidad,"ellos" no eran humanos y esa carrera era para ellos un simple y condenado juego.

Dejó de correr, solo era un ratón en las zarpas de un gato caprichoso pero demostraría que ese ratón daría mucho juego. Miró a su alrededor, solo había silencio y oscuridad pero pondría la mano en el fuego a que ya estaban pensando en su estrategia. Volvió la cabeza hacía donde creía haber escuchado un ruido. Pero solo era una treta, querían ponerle más nervioso y que cometiese un fallo. Respiro profundamente, en otro momento habría disfrutado con ese frescor de medianoche pero ahora solo pensaba en si tenía alguna posibilidad de sobrevivir. De repente, una figura salió de las sombras y….

Un chico de unos 20 años aproximadamente despertó en la mazmorra estaba sudoroso y muy nervioso por culpa de la pesadilla que había tenido pero rápidamente se tranquilizó, no le gustaba estar ahí encerrado pero menos le gustaba demostrar que algo lo alteraba. Intentó quitarse el sudor de la frente con la manga pero luego recordó que tenía las manos encadenadas.

Malditos desgraciados. Ellos no tenían ningún derecho de tenerlo ahí el siempre había sido libre de hacer cuanto quisiera como la luna que lo miraba caprichosa entre las rejas. A pesar de que se sentía un poco celoso de ella le encantaba la luna sobre todo ahora que estaba decreciente, le recordaba a la luna que tenía dibujada en su rostro. No sabía como pero escaparía de esa maldita celda y de esos malditos. Les odiaba, odiaba su tez blanca, sus ojos de pupilas negras, su perfume a muerte y sus colmillos blanquecinos casi siempre chorreantes de sangre humana.

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El clan del norte siempre ha sido famoso por ser el clan más poderoso de los cuatro clanes vampiricos. Y eso se notaba en lo grande y lo simétrico que era el castillo residencial. Lo llamaban El Castillo de los Perdidos no solo por el hecho de que el clan era bastante sanguinario y cruel sino también porque más de uno había desaparecido misteriosamente del palacio para no volver nunca más. Los pasillos podían convertirse en una trampa mortal para cualquiera que se desviase de su camino. Pero eso no desanimaba a sus ocupantes, se las habían apañado para que al menos una parte del castillo tuviese un código indicador. Un simple jarrón mal colocado, una lámpara de forma rara... solían ser unas pequeñas pistas para aquel que supiese entenderlas.

El clan del Norte él más importante clan de vampiros de la historia presumían también de una peculiaridad del castillo: El comedor principal. No solo era amplio, espacioso y fascinante con esos arcos que sujetaban la bóveda. Tenía además un trono de oro y terciopelo que llegaba casi al techo. En él estaba sentada una persona de pelo largo y negro.

-¡¡Kagome!!Te he dicho que vinieses hace más de media hora.

-¿Qué pasa?-dijo su propia sombra

-Sal ahora mismo de mi sombra, no eres una cría.

De repente, apareció una muchacha de pelo azabache y ojos marrones con una capa negra y larga.

-Solo estaba probando esta nueva capa de sombras que acaba de llegar.¿No te parece increíble lo hermosa que es "su queridísima e ilustrísima alteza"?

-Deja de llamarme así sabes que lo odio y más viniendo de mi propia hermana. Además no te he llamado para hablar de capas.

-Si te refieres a lo del otro día no pienso disculparme; Kôuga estaba muy pesado.

-No es eso lo que quiero contarte que, por cierto, un día tenemos que hablar de tus pretendientes sino sobre la tribu neutral.

-¿Te refieres a la tribu de los vampiros magos? Puede que sean muy poderosos pero cualquier vampiro es capaz de dominar dos o tres hechizos

-Han sido aniquilados.

-Es imposible. Siempre se han mantenido alejados de nuestras peleas entre clanes y nadie sacaría ventaja con sus muertes. Es más no extrañaría nada que simplemente se haya descontrolado un hechizo y ya esta.

-Es posible pero debemos ser precavidas y empezar a pensar en tu ceremonia

de princesa vampiro.

-No pienso hacerlo.

-Debes. No me importa nada atrasar un poco tu ceremonia por ti, pero si hay una guerra tendrás que empezar a asumir responsabilidades y dejarte de juegos-señalo la capa-y la mejor manera de que se sometan a ti sin discusión esos imbéciles del consejo vampírico es declararte mi heredera.

-Sigo pensando que es una tontería. En los últimos 40 años nadie se ha atrevido a meterse con el Clan del Norte. Y lo de la tribu ha sido un accidente aislado.

-Ojala tengas razón.

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Si supiesen cuanto los odiaba probablemente me matarían, no les gustaba la insubordinación ni siquiera por parte de sus esclavos. No les daría la oportunidad de esclavizarlo pero tampoco les daría un motivo para matarlo. Sobreviviría, escaparía y se vengaría. Intentó recordar de donde le venía ese odio ciego pero empezó a dolerle la cabeza y se mareó. Un sonido metálico lo distrajo.

-Vamos a entrar.

Una pareja de vampiros entró en la celda, mientas uno le quitaba las cadenas el otro cerraba la puerta con llave.

-Te vamos a atar con una especie de cuerda a tus manos y a tus pies mientras la tengas, cualquier intento de escapar será completamente nulo-anunció el que llevaba la llave de la celda.

-Cobraría vida como una serpiente y te estrangularía y aunque consiguieses cortarla de nada te serviría-explico el otro a la vez que sacaba una cuerda aparentemente inofensiva.

-¿Adonde me lleváis? ¿Otra vez al interrogatorio?

-Al parecer una persona bastante influyente se ha encaprichado de ti y piensa que deberías estar en otro lugar.

-¿En cuál?-se mordió las ganas de pegarle un puñetazo.

-Pronto lo sabrás.

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Kagome salió corriendo del comedor principal no le había gustado nada lo que le habían contado le hacía sentirse insegura y extrañada ¿Desde cuando tenía su hermana esa mirada tan triste? Intentó recordar; cuando murieron sus padres y tuvo que suplantarlos en el trono pero pronto ambas lo olvidaron. En un mundo de guerras y conspiraciones no había tiempo para llorar al los que se van (NdA: No puedo decir a los muertos porque los vampiros ya están muertos) Ni siquiera en su propia casa podía llorar o demostrar sus sentimientos porque aunque los pasillos y galerías pareciesen vacíos había un buen número de guardianes ocultos en las sombras dispuestos a proteger la fortaleza y recibir de vez en cuando un pequeño dinero de parte de los clanes enemigos por unas pequeñas observaciones. Llegó a su habitación, como su siempre su amada amiga y doncella Sango estaba allí.

-Por tu mirada de preocupación, deduzco que ya te has enterado.

-¿Es que todo el mundo se entera de todo menos yo?

-Si no fueses tan infantil y te tomases en serio tus responsabilidades.

-Ahora no tengo muchas ganas de hablar de ellas...

-Nunca tienes ganas.

Kagome dirigió una mirada asesina a Sango. Esta por supuesto hizo caso omiso de ella; no tenía ganas de jugar con ella.

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No solo le habían atado las manos y los pies sino que encima le habían vendado los ojos, cualquier persona se habría caído un par de veces y más cuando tenía unos cuantos arañazos, pero él no .Ni siquiera dio signos de agotamiento o esfuerzo en ningún momento. Notó que lo metían en un vehículo, probablemente una pequeña furgoneta, (NdA: Estamos en la época actual) y unas respiraciones. Seguramente otros humanos y animales capturados."Tres humanos y un par de roedores" pensó, tenía el sentido del oído bastante desarrollado y unas 20 horas de carretera para averiguarlo.

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Había estado casi toda la noche pensando, sentada en el banco del jardín. Había hablado un poco con Sango y eso le hacía sentirse algo mejor. Pero seguía un poco preocupada no solo sería la princesa que incluía muchas responsabilidades y un montón de protocolo sino que en el futuro tendría que heredar el trono cuando su hermana no estuviese y a ella no le interesaba para nada gobernar. Pero también era consciente de que su hermana no se había casado ni tenía intención de hacerlo.

Estaba atrapada, tarde o temprano tenía que enfrentarse a su destino y mejor ahora que no habían demasiados problemas. Pero quedaba el asunto de la "ceremonia" aquello era algo que debía hablar pronto con su hermana. Estaba todavía pensando en sus cosas cuando llegó el amanecer .El sol acarició su piel tímidamente, Kagome volvió a su habitación como los demás vampiros del Clan del Norte, el sol no le afectaba pero no se consideraba estético que la familia real tuviese la piel bronceada, algo solamente reservado para los vampiros de más baja categoría además no le gustaba demasiado estar en el jardín durante el día, le daba la impresión de estar haciendo algo malo. Kikyô observó a su hermana entrar a su habitación.

-Espera un momento, Kagome

-¡Ah! Hola Kikyô.¿Qué quieres?

-¿Lo has pensado?

-Si y aunque no me guste nada tienes toda la razón debo aprender a comportarme y a tener responsabilidades.

-Así me gusta; celebraremos la ceremonia dentro de tres días.

-¿Tan pronto? Pero es que…-se extraño.

-Pues claro ahora no hay mucho que hacer y pronto será Luna Nueva, es un buen augurio para tu fiesta-se fue contenta pensando en los preparativos.

Sango salió de la habitación con una sonrisa en cuanto se fue Kikyô.

-Me alegro mucho por ti, Kagome.

-No deberías escuchar detrás de las puertas es una costumbre horrible.

-Para una vez que lo hago, además dentro de 20 minutos ya lo sabrá todo el clan y dentro de 60 serás la comidilla de todo el mundo.

-Incluso para los cazadores de vampiros seguro que aprovechan mi celebración para hacer de las suyas .

-No te preocupes hace poco recibimos 120 soldados más recién graduados de la academia y las fronteras unos 370 más. Nadie se atreverá a hacernos nada y menos esos cobardes humanos.

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Era de noche y la Luna estaba semioculta por culpa de una torre del castillo. Un cuervo se dirigió hacia una de las ventanas abiertas, entró y dejo el mensaje que llevaba en la mano de un vampiro sentado en una especie de asiento. Quitó la funda dorada con el sello del Clan del norte, desenrolló el mensaje que acababa de recibir lo leyó y sonrió.

-¿La pequeña niñita quiere ser princesa? Habrá que ser corteses y hacerle una visita ¿no te parece?-Se dirigió a una pequeña niña de pelo y vestido blanco.

-Es posible que hallan averiguado algo.

-No, solo tienen temores pero no un nombre-se quedó pensativo-¿Deberíamos aprovecharnos de eso?

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Un vampiro de pelo negro recogido en una coleta iba "camuflado" de humano mientras paseaba por las calles en busca de una casa. Empezó a acelerar el paso, notó que alguien lo observaba, giró la cabeza hacia su espalda. Nada. Suspiró aliviado hasta que se dio cuenta que unos ojos dorados le miraban fijamente y una espada le rozaba el cuello.

-¿Has venido a divertirte o a por mí?

- Quiero hacer un trato contigo sobre el paradero de tu hermano.

-Habla.

-Espero que seas consciente de que cortarme el cuello no servirá de mucho y más siendo un vampiro.

-No me engañas, tu olor te delata eres del Clan del Oeste y se perfectamente que morís como cerdos cuando se os corta el cuello.

-Entonces no harán faltas presentaciones, pero sino sueltas esa espada no diré nada.

Quitó la espada de su cuello pero no la envainó.

-Te escucho.

Kôga sonrió no lo gustaban demasiado tratar con los humanos pero sabía que valdría la pena.

Fin del Capitulo 1º.