Disclaimer: nada del Potterverso me pertenece.

Este fic participa en el reto anual "Long Story 3.0" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black


Lágrimas y ceniza


Prólogo: La boda de Luna

Hacía un día maravilloso. Los invitados pasaban por el jardín uno a uno, admirando las flores que recorría la alfombra azul que llegaba hasta el altar.

Una música suave comenzó a sonar. Un muchacho alto y encorvado se situaba al final de la alfombra. Se le notaba tenso. Vestía un traje oscuro y del ojal de su chaqueta colgaba una rosa amarilla. Respiró profundamente mientras veía entrar a la gente poco a poco y le saludaban o le felicitaban por el acontecimiento que en unos minutos estaba a punto de empezar.

A Rolf no le gustaba demasiado estar entre tanta gente y por eso no solía acudir a eventos donde hubiera tanta, como en aquella ocasión. Él deseaba una boda más sencilla, donde invitar a unos pocos familiares y amigos más íntimos. Sin embargo, no fue tarea fácil dejar a un lado a unos e invitar a otros.

Miró al frente y vio al que sería su futuro suegro llegar hasta él. Vestía un traje amplio color blanco marfil, llevaba su melena platina suelta y bien cepillada; seguramente Luna le habría sugerido que fuese impecable ese día.

Luna...

Pensar en ella en ese momento hacía que un nudo se le formara en el estómago. En cualquier momento se presentaría allí, vestida de novia, recorriendo la estrecha alfombra que le llevaría hasta él. Tomó un poco más de aire para tranquilizarse. La gente, que cada vez llegaba más al lugar, no ayudaba demasiado. Tan solo el señor Lovegood consiguió calmar la tensión de Rolf con unas palabras de aliento.

—Muchacho —dijo apoyándole una mano en el hombro del muchacho—, jamás tuve la oportunidad de tener un hijo, pero quiero que sepas que, de haberlo tenido, me hubiese gustado que fuese exactamente como tú. —Rolf le sonrió agradecido y el señor Lovegood le estrechó entre sus brazos en un cálido abrazo—. Todo saldrá bien, ya lo verás.

De pronto, todo el mundo comenzó a murmurar. Rolf miró hacia el gentío y vio que Ginny Potter les había anunciado que la novia estaba a punto de hacer su entrada. La muchacha, que llevaba al pequeño James en brazos, se sentó en uno de los asientos que había en primera fila, situados en la parte de los invitados de la novia.

Una carroza tirada por caballos blancos alados bajó del cielo y se situó en la entrada al jardín de los Lovegood. De ella bajó Harry que, acto seguido, le abrió la puerta a Luna para que se apeara del carruaje. Le ofreció su mano y ella bajó lentamente del vehículo sin problema.

Sonreía en todo momento, se la veía radiante ese día. Su vestido, de un color blanco perla, era de encaje, abotonado por el cuello, de corte clásico, decimonónico. Llevaba el cabello trenzado a un lado, con diminutas flores blancas adornándole toda su larga cabellera. Pero lo que más relucía en Luna era su sonrisa. Harry, que en esos momentos la sujetaba del brazo, jamás la había visto así en los años que la conocía. Mientras caminaban hacia el altar, la música sonaba más fuerte.

Harry soltó a Luna, dejándola al lado de Rolf, quedándose al lado de ella. Miró al señor Lovegood quien iba a oficiar la ceremonia, y le hizo un ademán para que comenzara. Tras un par de titubeos por parte del señor Lovegood, comenzó a hablar. Parecía sereno. En cada palabra que pronunciaba, miraba a su hija con anhelo. Rolf le cogió la mano a Luna, y se la apretó tan fuerte que parecía que se la iba a romper.

Una pequeña liebre se acercó hasta los novios portando un par de anillos. Luna sonrió alegremente y cogió al animalillo en brazos, desatando el cordel que le ataba al cuello con las alianzas.

Todo estaba saliendo como esperaban. Los invitados miraban expectantes cada segundo de la ceremonia. Xenophilius estaba a punto de pronunciar las últimas palabras. Aquellas palabras que harían que convertirían oficialmente a su única hija en la esposa de Rolf Scamander.

—Y, por el poder que el Ministerio de Magia me ha concedido, yo... —Pero algo le distrajo a lo lejos, haciendo que esas pocas palabras que aún le quedaban por decir quedaran colgadas en el aire. Luna miró a su padre, que había palidecido en cuestión de segundos.

—Papá, debes continuar.

Sin embargo, Xenophilius fue incapaz de decir una sola palabra más. Estaba absorto en la imagen que veían sus ojos, clavados en ella. Jamás en la vida pensó que aquellos ojos azules volverían a verla. A ella.

—Pandora...

Luna se giró para ver qué o a quién estaba viendo su padre.

—Mamá...


NDA: Esto es un WI? que llevaba mucho queriendo sacarme de dentro y creo que no ha estado del todo mal, ¿no? Bueno, la verdad es que no lo sé, porque así, a simple vista, tampoco sabría decir.

Sé que todo es un poco raro, que nada parece tener sentido, pero creedme cuando digo que en los siguientes capítulos se sabrá todo lo que realmente pasó. Eso sí, habrá que tener algo de paciencia, porque no tengo intención de revelarlo todo en un par de capítulos, sino más bien al contrario, ya tirando para el final. Supongo que también es una excusa para poder escribir un poco más sobre la vida de Pandora, así que, qué mejor que así, ¿no? Dejándola viva, como debió ser.

En fin, ya me diréis qué tal, si os gustó, si mejor que lo deje...

Un saludo a todos y hasta el próximo capítulo.

~Miss Lefroy~