Reconstrucción

Por Balthezarian

Traducción: Mya Fanfiction

Lector Beta: Schala S.

Link al original: fanfiction punto net/s/6521992/

Nota de Balthezarian: Esta historia es una secuela directa de «Un Hogar Vacío». Aunque no hay una ley escrita que les obligue a leer aquella primero, es lo recomendado. Como la mayoría de las segundas partes, hay múltiples referencias de ella aquí.

¡Si leyeron o no la anterior, espero con sinceridad que disfruten esta historia!

Nota de Mya: he vuelto para darle punto final a esta emocionante historia. Gracias por el apoyo a la primera entrega, espero tenga el mismo éxito que la anterior y disculpen la demora. Aprovecho para agradecerle a Schala por su invaluable colaboración. Un abrazo.

Capítulo 01:


Habían pasado tres días desde que los miembros de la familia Briefs se habían reunido. Volaron a su casa de inmediato y rápidamente arreglaron todo como estaba un mes antes, reemplazaron todo lo que había sido desmontado y, como Trunks lo había llamado, «desrosaron» el cuarto de Bulma y Vegeta. El resto de ese día lo pasaron juntos, sólo sentados y disfrutando de películas. Los tres habían estado batallando contra el cansancio, entre otras cosas, y estar recostados parecía lo único para lo que tenían energía.

Los siguientes días los pasaron en silencio. La familia intentaba regresar a sus antiguas rutinas, pero resultó ser más difícil que lo que habían anticipado. El estrés del último mes les había cobrado un precio mucho más alto que lo que habían pensado. Las tradiciones de antaño como cenar como una familia eran incómodas, momentos forzados que envolvían poca conversación e incluso menos contacto visual. Se aislaron del resto del grupo, aseguraron que estaban disfrutando de algo de tiempo en familia, pero estaban haciendo de todo menos eso.

Bulma sólo había recuperado algunos recuerdos. Aunque desde luego eran suficientes para comenzar a mejorar con su familia, rápidamente se había hecho evidente que aún tenía huecos enormes. Cuando su hijo sacaba un tema, ella se daba cuenta de que captaba mucho menos de lo que habría deseado. La mayoría de los grandes eventos estaban presentes, pero la mayoría de los pequeños, los que las personas atesoraban y los hacían quienes eran, al parecer aún no.

Era increíblemente frustrante para ella. Había estado esperando más «momentos mágicos» donde lo más sencillo hecho en la casa estimulara la parte correcta de su cerebro y trajera un recuerdo, pero desde que habían regresado a la Corporación Cápsula, no había tenido ningún otro. Se encontraba cada vez más agitada mientras intentaba hacer arrancar sus recuerdos sin éxito. Mientras más lo intentaba, más introvertida se hacía.

Se sentía obligada a pasar tiempo con su familia, sabía muy bien por lo que ellos habían estado pasando, pero a la vez quería que la dejaran sola. Por definición, ella ocupaba la misma habitación que su esposo e hijo, pero apenas interactuaba directamente con ellos.

Su extraño comportamiento no pasó desapercibido por nadie en la casa. Trunks y Vegeta habían intentado incluirla en el mundo de ellos por unas horas, de introducirla activamente en tareas por las que había desarrollado gusto en la última década, pero su oposición a ellos los cansó con rapidez. No estaban interesados en comenzar peleas con ella. Vegeta, en particular, extrañamente se estaba adaptando a los deseos de la mujer. Se veía híper consciente siempre que ella parecía comenzar a alterarse, y se aseguraba de evitarla cuando era posible. Después de todo, su última pelea había llevado a Trunks al segundo nivel.

Trunks estaba luchando con sus propios problemas. Para comenzar, el ascenso había causado un cambio radical en su cuerpo, el cual no podía controlar. Estaba batallando con la fatiga y se encontraba propenso a comenzar a tener sudoraciones repentinas. Su vista estaba a menudo fuera de enfoque, y de vez en cuando parecía que desconocía por completo sus alrededores.

Así que tres días después, la pequeña familia estaba sentada a la mesa de su enorme cocina tomando el desayuno y ni siquiera se miraban. La tensión en la habitación era incontenible, y era más de lo que el pequeño príncipe podía resistir. Golpeó la mesa con las manos y gritó:

—¡Oh por dios! ¡¿Por qué ya ni siquiera nos miras?!

Ambos adultos lo observaron. Bulma parpadeó, estaba muy confundida por el estallido. —¿Qué? —preguntó.

—¡Trunks! —regañó Vegeta.

—¡No! ¡Estoy cansado de esto! —vociferó el niño—. ¡No puedo soportar que estés tan obsesionada con tus propios problemas que ya ni siquiera nos mires! ¡Te lo juro, Mamá, es como si ya no te importáramos ni un poco!

Vegeta le echó una mirada fulminante a su hijo y gritó. —¡Trunks!

El niño de cabello lavanda retó a su padre con la mirada más temeraria que jamás había mostrado. —¿Qué, ahora vas a gritarme? ¡En realidad estaría bien para mí! Es lo que siempre haces, Papá. ¡Pero desde que mi mamá se lastimó, ya ni sé quién eres! ¡En serio, eres peor que Gohan!

Bulma arrugó el entrecejo y se acercó para tocar a su hijo. —Cariño, por favor…

—¡No te atrevas a llamarme «cariño»! —siseó separándose de ella—. ¡No puedes hacerlo, Mamá! ¡No puedes pasar de mí y esperar que yo simplemente lo acepte como una maldita demostración de afecto!

Vegeta se puso de pie y golpeó la mesa con las manos. —¡Niño! ¡Es suficiente!

Trunks sabía que estaba caminando sobre la cuerda floja, pero no quería parar. Se había estado reprimiendo tanto y por tanto tiempo que sólo quería gritar hasta que saliera todo de su sistema. Pero sabía que no podía hacerlo, y que había suficientes problemas sin que él tuviese un ataque de ira. El niño retiró su plato frustrado y salió de la habitación. Ninguno de sus padres salió tras él.

Bulma soltó un aliento que no sabía que estaba conteniendo. Se dejó caer en la silla y observó por la puerta por la que su hijo recién había salido. —¿Qué es lo que le pasa? —preguntó.

Vegeta, aún de pie, lentamente volteó a ver a su compañera. —¿Estás hablando en serio? —objetó.

La heredera le arqueó una de sus escasas cejas al príncipe. —¿Qué?

—¡Acaba de decírtelo! —replicó Vegeta—. ¿Qué más claro necesitas que sea declarado? ¡Si yo puedo darme cuenta, cualquiera puede!

Bulma pudo sentir sus mejillas sonrojarse, pero no quería parecer tan desconcertada como lo hacía. —Bueno —respondió con desinterés—, a mí me parece que él exagera…

—¡Por supuesto que no! —gritó su esposo—. ¡Has evitado interactuar directamente con él desde la primera mañana que llegamos!

—¡Esa es una maldita mentira y tú lo sabes! —se defendió la heredera furiosamente—. ¡He pasado los últimos dos días completos con ustedes dos!

Vegeta le dio la vuelta a la mesa y se ubicó tras ella. —No —dijo en voz baja—, tú has pasado los últimos dos días en la misma habitación que nosotros. Sólo has estado permitiéndonos participar en actividades donde en realidad no tengas que hablarnos.

Bulma le lanzó una mirada asesina por encima del hombro, decidiendo seguir de espaldas a él. Ya estaba cansada de discutir, así que intentó cambiar de tema. —¿Entonces no les gustan las películas? —intentó débilmente—. ¿De eso se trata?

Vegeta la tomó por los hombros y la puso de pie, para después observarla con intensidad. —Deja de pretender que eres inocente —siseó—. deja de pretender que no te importa. ¡Deja de pretender que todo está jodidamente bien!

Bulma se dio la vuelta y miró a su esposo llena de rabia. —¡Bueno, yo no elegí que todo esto me pasara! —gritó.

—¿Y nosotros sí? —replicó el Saiyajin.

Los ojos de Bulma se abrieron a más no poder, y dio un paso atrás para alejarse de él. —Ese fue un golpe bajo, Vegeta —susurró, su voz se oía dolida—. ¡Tú sabes muy bien que todavía estoy intentando recuperar mi vida, y no creo que sea tan irracional que necesite algo de tiempo antes de volver a ser quien se suponía que era antes de que todo esto pasara!

Vegeta, aún mirándola furioso, soltó sus hombros. —Está bien.

Bulma parpadeó. —¿Qué?

—Que está bien —repitió—. Si necesitas tiempo, lo tendrás. Pero necesitas prestarle atención al niño también. Tu vida no es la única que se ha destruido, y tú lo sabes.

—¿Bueno, qué es lo que esperas que haga? —preguntó con sinceridad.

Vegeta resopló. —Mirarlo sería un buen comienzo —rugió.

El rostro de Bulma se enfureció mientras gruñía en respuesta. —¡Yo lo miro!

—Sólo lo suficiente para no chocar con él —espetó el príncipe—. ¿Quieres recuperar algo de tu vida? ¡Hazle preguntas al niño sobre tu pasado!

Lentamente, Bulma podía sentir que se calmaba. —Supongo que podría —admitió—. Mira, de verdad lo siento por los últimos días. Me dejé arrastrar ese primer día porque pensé que iba a recordarlo todo. Creí que todo esto había terminado. Pero eso no pasó, y estoy tan…, estoy tan confundida por todo.

Vegeta suspiró y volvió a sentarse, su comida quedó en el olvido. —Lo sé.

—Sólo quiero que se acabe esto —continuó Bulma en un susurro, tomando también asiento—. Quiero que se acabe todo esto.

—Eso no va a pasar.

La heredera, palideciendo ligeramente, volteó la cabeza hacia su esposo. —¿Qué dijiste?

—Dije que…

—¿Por qué tenías que decir eso? —interrumpió con un jadeo de horror.

—Porque es verdad —replicó con crueldad—. No entiendo qué lograría con mentirte además de reforzar una esperanza que quizá no podrá satisfacerse.

Bulma volvió a ponerse de pie frustrada y le pegó a la mesa mientras continuaba. —¿Por qué nunca puedes ser compresivo? —exigió en un tono acusador—. ¿Por qué nunca puedes hacer algo por alguien más?

—¿Me estás jodiendo? —replicó él—. ¡Me he doblegado ante cada una de tus necesidades desde que te caíste por ese precipicio! ¡No te he lastimado ni molestado!

—Oh, no me vengas con esa estupidez —dijo la heredera con desprecio—, ¡estuviste provocándome deliberadamente unas noches atrás!

Vegeta volteó los ojos pero siguió sentado. —Provocarte no es lastimarte —razonó.

—¡Lo es cuando eres un desastre emocional! —contraatacó Bulma.

—¡Bueno, no te veías para nada molesta cuando comencé! —respondió Vegeta—. ¡Pretendes que deseas un regreso a la normalidad, pero en el momento que pasamos a comportarnos como normalmente lo hacemos, tú te bloqueas! No va a ser rápido, Bulma. No va a ser fácil. Y estoy muy seguro de que no va a ser divertido. ¡Pero si de verdad quieres recuperar tu vida, deja de aislarte de nosotros!

La habitación quedó en un silencio sepulcral. En todos los años que habían estado juntos, Vegeta rara vez se había sincerado a esa magnitud. De hecho, con los recuerdos de Bulma perdidos, no pudo ni recordar ese puñado de veces. Era una desviación errática con la que ninguno de los dos estaba cómodo.

Vegeta, soltando un resoplido muy frustrado, sacudió la cabeza. —¿Quieres tiempo? —dijo entre dientes—. Está bien. —Harto, se levantó de la mesa y se dispuso a dejar la habitación. La urgencia de poner la cámara de gravedad hasta el máximo parecía muy gratificante en ese momento. Eso solía ayudar.

Pero su camino fue bloqueado por la mujer calva. —No —manifestó con firmeza—, no te vayas.

—¿Por qué, no has terminado de culparme por todos tus problemas? —replicó.

—No —respondió calmada la heredera—, yo sólo… —Suspiró y negó con la cabeza—, tienes razón.

Eso definitivamente no era lo que el príncipe estaba esperando.

—¿Cómo?

—Tienes razón —repitió Bulma—, tengo que dejarlos ser ustedes mismos. He estado intentando controlarlo todo, y eso evidentemente no ayuda. Así que supongo que el próximo paso es involucrarme en lo que ustedes dos considerarían la norma. —Suspiró y sacudió la cabeza otra vez—. De verdad quiero recuperarlo todo. —Miró tierna y gentilmente a su esposo—. Quiero recuperar todo lo que tenía contigo.

Vegeta, sintiéndose extrañamente fatigado, sólo observó a su esposa. Permaneció en silencio.

Despacio, la heredera dio dos pasos hacia su hombre. —Para ese fin —expuso seductora, colocando una mano en su pecho—, creo que sería mutuamente beneficioso para nosotros dedicarnos a la única actividad que hacemos muy, muy bien juntos.

A pesar de estar estresados y agotados, consumidos emocionalmente más de lo que se atreverían a admitir, apenas y dudaron antes de aferrarse al otro. Se dirigieron rápidamente hacia su habitación recién redecorada y se metieron entre sus sábanas azul marino. Era donde estaban cómodos. Era donde se sentían libres. Era donde estaban seguros.

En ese momento, era todo lo que tenían.


16/11/2013