Vegeta y Goku son creación de Akira Toriyama. Esto es una obra de ficción sin propósito de lucro.
ATENCIÓN: Contenido homoerótico
GUANTES
Autor: Tyrana
Guantes, impecablemente blancos y prístinos como la primera luz del alba. El sello personal de mi príncipe, blasón simbólico de su espíritu combativo e indómito.
Compañeros inseparables de todas sus batallas.
Es imposible imaginarlo sin ellos. Ubicuos. Siempre presentes. Tan íntimamente ligados a su persona que ya forman parte de él como una segunda piel.
Y no puedes sino sentirte intrigado, cautivado hasta la obsesión.
La primera vez que me besó … me desvanecí entre sus brazos, intoxicado con su sabor embriagador e intenso.
E inmediatamente le supliqué otro, y otro, y otro más …
Y después, aún turbado , con mi corazón aleteando como un pajarillo y mi cuerpo trémulo de emoción, me perdí en la intensidad de su mirada posesiva. El contacto de su mano en mi mejilla era lo único que me mantenía anclado a la realidad.
Su voz, oscura y viril, susurró mi nombre; el deseo y la lujuria de su tono arrastrando las sílabas de una forma tan sensual que me estremecí como un adolescente núbil e inexperto. Y todo lo que se me ocurrió para no caer fulminado allí mismo, fue preguntarle porqué siempre llevaba los guantes puestos en todo momento.
"La escoria es indigna del roce de un príncipe." Y con su habitual arrogancia, curvó sus labios en un mohín sarcástico.
Y a continuación hizo algo inusitado. Se desenvainó los guantes y posó su mano desnuda sobre mi rostro.
Su mano es increíblemente suave,
casi gentil en su toque. Pero a
La vez resulta abrasiva y áspera
en su vehemencia, despótica, implacable, casi caprichosa al tomar
posesión de tu cuerpo y alma para sí.
Hasta entonces, tan sólo me había concedido la gracia de sus brutales y certeros golpes.
Pero ese día, con el mismo intenso y apasionado fervor, tan solo asestó tiernas caricias. Pura dicha.
Ávida por reclamar su parte del botín, su otra mano se deslizaba también retozonamente por la curva de mi espalda hasta posarse sobre mi firme nalga. Y así, en el fragor del roce de nuestros cuerpos, con caricias desenfrenadas y besos ávidos, mi príncipe, mi amante, me guío por senderos de condenación, en un descenso delirante hasta los ardientes sumideros del infierno. Y pude saborear por primera vez el delicado bouquet de los placeres prohibidos.
Abandonado a la lascivia, yo tan sólo podía gemir, deleitándome en el fuego abrasador que ardía en la profunda noche de sus pupilas -una noche fragante en voluptuosa carnalidad.
Y cuando ya mi mundo se había reducido a una explosión de placer infinito, y mi cuerpo dócil y sumiso vibraba cimbreante contra el suyo, él, mi príncipe me elevo a las mismas cumbres del paraíso. Con un simple roce. En el momento en que su pulgar empezó a moverse lánguidamente en círculos sobre mi ruborosa mejilla, una extraña alegría me embargó.
Un gesto tan sencillo pero con tal trascendencia que, embargado por un deseo de reír y llorar, todo a la vez, me derrumbé en sus brazos, extasiado. Con un nudo en la garganta y el corazón desbocado como un potro salvaje, me dejé envolver por su calidez, mientras una lágrima solitaria se deslizaba por mi mejilla.
Aquel día descubrí lo que era amor verdadero.
O.O
