Hola! Al habla Curly!
Primero de todo quiero aclarar que este fic lo escribimos dos: yo y Rena. En cada capítulo habrá fragmentos escritos por ella y otros por mí.
Este es el primer fic que escribimos. ¡Esperamos que os guste!
Hetalia no nos pertenece, es obra de Hidekaz Himaruya.
Capítulo 1
Lo primero que vio fueron destellos azules, ya con los ojos cerrados podía distinguirlos. A medida que los fue abriendo, la luz lo cegó y puso una mano delante de ellos.
¿Dónde estaba? ¿Qué había ocurrido? ¿Por qué se sentía tan vacío? ¿No faltaba algún ruido allí? Algo estaba fallando, pero no podía recordar que era.
Entonces, aún con los ojos cerrados, intentó incorporarse, apoyando la otra mano en el suelo. Un error que pagó caro.
En el momento en que la piel tocó el suelo, una descarga eléctrica lo atravesó, haciendo que gritara de dolor, su cuerpo empezó a tambalearse, y abrió los ojos, cosa que hizo solo las cosas peores. Cuando por fin fue capaz de apartar la mano, se quedó tirado en el suelo, procurando que solo su ropa lo tocara. ¿Qué demonios le estaba pasando?
Sede central de la ONU, 20/3/2017
- Y por eso creo que la solución a todos nuestros problemas sería construir…- seguía diciendo un animado estadounidense.
El aburrimiento y el cansancio estaban acabando con él, no podía entender como Estados Unidos podía tener tanta energía. Ya hacía demasiado rato que esa reunión duraba, demasiado rato con la misma cancioncilla…Ya no podía más… Su cuerpo le pedía que durmiese un poco, aunque fuesen cinco minutos… Si tan solo pudiera cerrar los ojos sin que nadie se diera cuenta…Pero no debía hacerlo, la rana barbuda se encontraba a su lado y empezaría reírse y a burlarse de él sin parar si lo hacía. Pero es que se estaba aburriendo tanto…
Miró a la otra punta de la sala y vio como Grecia dormía con un gato encima de su cabeza. Que bien que debía estar allí durmiendo, roncando sin que le importase lo que los otros decían (a pesar de que llevaba encima un enorme catarro por la crisis que hacía ya años que le ocurría).
Oh, no. Empezaba a sentir ese calorcillo de antes de dormir. No, no debía, no…
- ¡Inglaterra!¡Grecia! – gritó la severa voz de Alemania - ¡Haced el favor de prestar atención!
El susodicho se sobresaltó al oír su nombre y miró a su alrededor. Todo el mundo lo estaba mirando. ¿Cuánto rato había estado durmiendo?
- Perdón…- dijo para que lo oyeran unas cuantas personas. Era la primera vez que se quedaba dormido en una reunión.
En seguida oyó una estridente risa a su lado.
- Oh, Anglaterre, me parece que te has quedado frito – dijo Francia y el inglés tuvo que aguantarse las ganas de pegarle un puñetazo en la cara.
- Cállate – le dijo simplemente Inglaterra.
- ¿Qué? ¿Tuviste una noche movidita ayer? – intervino cierto español.
- Dejadme en paz – respondió e hizo como si los ignorase, pero de reojo vio como Estados Unidos lo miraba con una sonrisa entre burlona y victoriosa, cosa que hizo que se enrojeciera un poco.
- ¡Lo sabía! – gritó España.
- ¿No estábamos hablando del calentamiento global…?- dijo medio esperanzado de que Alemania pegara cuatro gritos y los hiciera callar a todos, pero este ya estaba ocupado con los italianos que habían conseguido colar pasta en la sala.
- Ya hemos dejado de tratar eso porque nadie quiere admitir que mi idea es la mejor – dijo Estados Unidos.
- Igirisu-san – dijo Japón con una cara preocupada -. Ahora estábamos hablando de los asuntos militares.
- Oh, cierto – dijo -. ¿Pues qué estáis mirando todos?
- Nos divertimos – dijo Francia.
Lo iba a matar, Inglaterra juraba que algún día lo mataría.
- ¡Todo el mundo a trabajar! – se oyó por fin a Alemania, aunque era difícil tomárselo en serio teniendo un plato de pasta en la mano.
Cuando todo había recuperado el orden, por fin alguien preguntó.
- ¿Y las cosas, como están en la frontera coreana?
Corea del Sur alzó la cabeza.
- ¡Cómo la seda – daze~! No hay nada que preocuparse.
- ¿Y en Siria? – dijo Alemania, teniendo en cuenta que hacía poco que la Guerra había terminado.
- Se podría considerar en paz…- respondió Turquía.
A partir de ahí, todo siguió en la normalidad, pero Inglaterra procuró no volver a dormirse, sabía que Francia tenía el ojo puesto en él. Si supiera la noche que había pasado, se lo miraría con admiración y no de burla. Dirigió los ojos hacia el americano que volvía con sus locas ideas. Dios, no tenía ni idea que pudiera ser tan feliz teniéndole a él como pareja. Si bien al principio les había costado a ambos, ahora, ninguno de los dos tenían dudas sobre sus sentimientos.
Por fin dieron por acabada la reunión y Inglaterra se dirigió hacia el estadounidense, antes que Francia y su par de amigos lo acorralaran.
-¡Te has quedado impactado con mi idea sobre como detener el calentamiento global eh!-sonrió el estadounidense-.
-Tanto que me he dormido-suspiró Inglaterra sin muchas ganas. Ahora lo único que quería era dormir pero el hecho que Alfred se encontrara cerca suyo hacía que sus prioridades dieran un giro- Aunque creo que podré aguantar un poco más despierto
Una deslumbrante sonrisa se dibujo en el rostro de cierto americano. Arthur se lo miró de reojo y sonrió en ver la palabra "ILUSIÓN" escrito en grande en su frente.
-¿A qué viene esa cara?-preguntó divertido-.
El estadounidense agarró la muñeca del otro y empezó a correr hacia fuera de la sala. No quería estorbos, ni miradas, solo quería estar a solas con él. Tampoco era tanto pedir ¿Verdad? Corrieron todo el pasillo y se escondieron en la primera sala que encontraron.
-¿A que ha venido eso?-preguntó Inglaterra algo confuso-.
El estadounidense no se molesto en dar una respuesta, además tampoco podía, su lengua estaba ocupada en inspeccionar la boca del inglés, cálida y con esa extraña sensación imposible de describir ¿Por qué era tan fantástico? Ni un millón de hamburguesas se podían comparar a lo que sentía cuando besaba a Arthur y mucho menos a cuando estaba con él.
Él era su inglés, y nadie cambiaría eso. Tan sarcástico como siempre, eso sí. Puede que fuera ese sarcasmo lo que lo cautivo en un primer momento, lo que hizo que su corazón latiera aceleradamente al verle. En realidad podrían haber sido tantas cosas que una vez emprendía ese viaje tardaba demasiado en regresar y, si mal no recordaba, ahora se encontraba con él, a solas, en un cuarto pequeño y oscuro. El hecho que Arthur se separase de él hizo que Estados Unidos volviera a la tierra.
-¿Qué pasa?-preguntó el estadounidense confundido de la repentina separación del otro-.
-¿Noto algo muy raro detrás?
Estados Unidos puso cara de asustado.
-¡No pienses cosas que no son idiota!-gritó Inglaterra. Este volteó y agarró lo que hacía rato que lo molestaba- Una fregona… ¡Nos has metido en el cuarto de la limpieza!
-Es el primer sitio que encontré
-¡Sera que no hay puertas en este maldito edificio para que vayamos a parar justamente aquí!
China suspiró y miró a Rusia quien mantenía su habitual sonrisa.
-¿Por qué serán tan escandalosos aru?
-A mí ya me gusta-sonrió el ruso-.
Alemania miró los documentos que su superior acababa de pasarle. Eran los últimos datos sobre la economía en la Unión Europea. Estaban en números rojos, demasiado rojos. Tan rojos que incluso dolía mirar esos números. Ahora ya no eran solo los países del sur de Europa los que pasaban por penurias. Al paso que iban, tres cuartos de toda la población estarían al paro y sin ninguna otra salida que morirse de hambre. No sería de repente, pasarían años antes de que eso pasara. Pero a juzgar por lo ocurrido en Grecia, el pronóstico no era nada bueno.
Tenían que buscar la forma de ahorrar por algún lado.
Entonces recordó una oferta, que habían hecho a la Unión Europea hacía poco. Cuando la propuso a sus jefes, lo consideraron una locura, pero no podían seguir mucho tiempo de esa forma.
Cogió el teléfono móvil, era una suerte que hubiera recibido esos papeles justo en ese momento, no podía tomar esa decisión él solo. Implicaba a demasiadas naciones y podía tener consecuencias nefastas si las cosas se hacían mal.
Buscó un número que en los últimos años tan solo había servido para decidir cosas espinosas para la Unión Europea, como rescates, recortes y condiciones. Pero si hacían las cosas bien, podían ahorrar tal cantidad de dinero esa vez que no tendrían que preocuparse mucho más.
Cogieron el teléfono al tercer pitido.
- ¡Bonjour~! – exclamó Francia.
- Francia, necesito hablar contigo – dijo Alemania -. Es urgente.
- Oh, Allemagne, mon ami. ¿Otra vez me necesitas? Estás muy desesperado…
- Cállate degenerado – dijo con tono severo -. Necesito que veas unos papeles. Te espero en la sala de reuniones en cinco minutos.
- Bueno, bueno…
Al final, Francia tardó media hora en llegar, pero no era nada nuevo.
- ¿Y bien? ¿Qué era eso tan urgente? - preguntó.
Por toda respuesta le enseñó los documentos.
- ¿Más números rojos? Por eso te podría saber esperado a que volviéramos a Europa para enseñármelos.
- Eso habría hecho – dijo Alemania -. Pero quiero consultarte una decisión antes de llegar allí.
- Será algo bastante decisivo si me la dices ahora – dijo Francia.
- Pues sí – dijo Alemania cogiendo unos cuantos documentos -. Lo que tiene ahora mismo el precio más elevado es el petróleo. Y me hicieron una oferta con la que nos sería posible ahorrar más que en los últimos años.
- ¿Una oferta?
- Noruega, y Rusia también – dijo Alemania -. Me han dicho que venderían el petróleo a los países de la Unión Europea por casi a la mitad de precio que los países a los que compramos ahora.
Francia abrió más los ojos.
- Sé que dejar de comprar a esas empresas sería casi como declararnos los enemigos de ese mercado, pero si no lo hacemos, en pocos años estaremos muriéndonos de hambre – dijo Alemania.
- Estás loco – dijo Francia -. Esas empresas controlan a una cantidad innombrable de países. Dejar de comprar allí significaría que nos ponemos a un paso de la guerra más o menos.
- Pero si no aceptamos la oferta – dijo Alemania -, entonces iremos cada vez a peor. Piénsalo bien, Francia. No nos quedan muchas opciones, pero si esto sale bien, podríamos volver a la normalidad en uno o dos años y volver a comprar a las petroleras habituales.
Francia suspiró. Alemania tenía razón.
- Está bien. Pero no será fácil convencer al resto.
El alemán asintió. Solo esperaba que nada saliera mal.
Bueno, ¿que os ha parecido?
¿Algún review?¿Tomatazos?
¡El próximo día le toca colgar el capítulo a Rena! ¡Hasta otra!
