Importante: Les comentaré de entrada que esta es una historia que no creo que sea tan extensa, la estoy escribiendo con una amiga, Artemisas, es un fic con contenido lemon bastante explícito, así que por favor dejen sus mensajes y no se asusten mucho, miran que si Artemisas es algo ruda, (jejeje no te enojes amiga)… Anyara busca mitigar eso… creo que no nos sale tan mal… a leer entonces…

Capítulo I

El demonio

La batalla contra la horda de demonios duró más de lo que esperaban, el grupo quedo esparcido obligados por los ataques en la lucha, sólo le quedaba una flecha en el carcaj, se sentía agotada, pero no podía rendirse, no mientras Inu Yasha no estuviera para defenderla, no sabía cuando fue que él tuvo que separarse de ella, intentando alejar muchos de los demonios que pretendían lanzarse contra la sacerdotisa, la gigante serpiente de ojos violetas la miraba detenidamente, esperando un movimiento de ella, tenía su arco en una mano, la otra, la mantenía relajada, estaba concentrada en el mínimo movimiento del monstruo, los dos años de búsqueda y defensa contra sus atacantes, incluyendo entre estos a Naraku, la habían hecho perfeccionar su tiro, ninguna flecha era desperdiciada, si tiraba era para purificar, y acabar con su contrincante, Inu Yasha sabía lo buena que se había vuelto con su arma, pero eso no quitaba que su resistencia contra las criaturas malignas era inferior, y no se debía permitir permanecer lejos de ella, a no ser que con eso la estuviese ayudando, y éste era el caso, cientos de demonios se le habían lanzado, utilizó su Kaze no Kizu, acabando con la mayoría de ellos, consiguiendo captar la atención de los enemigos mas peligrosos y dejándole a ella los de menor rango, gusanos, serpientes y algún que otro lagarto, así fue como se quedó sola, defendiendo el terreno que ocupaba, no permitiendo que esas criaturas se acercasen mucho más de unos metros, tirando una certera flecha cada vez que era necesario, intentaba provocarlos de dos en dos, su energía espiritual se había hecho tan poderosa, que mataba a dos de una sola vez, si éstos estaban muy cerca el uno del otro.

Ambos luchadores se miraban el uno al otro, el demonio serpiente, esperando un descuido de la sacerdotisa, ella estudiando su comportamiento.

Muy bien monstruo, estamos solos tú y yo, a ver quién termina con esto – Dijo para sí misma, sonriendo, mostrando seguridad en su expresión.

Movió los dedos para comprobar su agilidad con la mano, despertando su habilidad, inquietando al demonio, haciéndole ver que era el momento, y lanzándose contra ella, a una velocidad increíble, apenas le dio tiempo de coger su flecha colocarla por instinto en el arco a puntar a los ojos del animal, tirando con todas sus fuerzas, atravesando todo su largo cuerpo, convirtiéndolo en dos partes, que cayeron muertos a cada lado de ella, bajó el arco y miró alrededor, cerciorándose que no había ninguna criatura más, su habilidad para sentirlos le decía que estaba sola, una concentración de su propia energía que permanecía residual en el cuerpo del demonio despedazado, la cogió por sorpresa, creando una enorme explosión, que impactó con ella en medio, dejándola aturdida, en el suelo, levantó la cabeza con pesadez, todo era humo, por el levantamiento de tierra que el impacto ocasionó.

I…n…Y…sha…

Aún la cabeza le daba vueltas cuando despertó del desmayo, se encontraba sola en el mismo lugar donde luchó contra todos esos demonios, se puso en pie y comenzó a caminar, buscando a sus compañeros, incluso shippo estaba desaparecido.

Shippo… espero que haya encontrado un sitio donde ocultarse

Avanzaba en su búsqueda, en dirección a donde Inu Yasha corrió horas antes para apartar a todos esos demonios que empezaron a seguirle, mira a todas partes, por si algún indicio le decía que estaba cerca de él, tropezó con algo que la hizo caer al suelo, miró de que se trataba, una catana que parecía vieja y desdentada ante los ojos de quienes no la conocían era la culpable de su caída, se apuró en cogerla al reconocerla.

Por Kami, es la espada de Inu Yasha, él debe estar cerca – Se puso en pie con la catana en la mano y comenzó a correr continuando la dirección que había tomado en la búsqueda del hanyou - ¡Inu Yasha! ¡Inu Yasha! – Lo llamaba a voces sabía que debía darse prisa en encontrarle, si la espada no estaba con él, eso solo podía significar dos cosas, o había sido derrotado, o perdió el control al perder su espada en algún golpe que le asestara uno de los demonios, si era lo segundo, deseaba encontrarlo ella antes que el resto del grupo, pues no quería pensar en lo que el youkai Inu Yasha podría hacer con ellos si se cruzaban, ella tenía en sus manos en este momento lo único que podía sellarlo, trayendo al hanyou de vuelta - ¡¡Inu Yasha….!

Un ruido se escuchó tras ella, se giró alzando la espada, pues era la única arma que tenía para defenderse, tenía que ver de qué se trataba, sus cabellos blancos estaban erizados, haciéndolo parecer salvaje, sus garras se mostraban más afiladas que nunca, sus ojos de un rojo intenso contenían un extraño destello, parecía olfatear lo que había a unos pasos de él

Inu… Yasha… - Algo en él estaba diferente, era el youkai que en algunas ocasiones llegó a ver, pero el aura maligna que desprendía cuando estaba en esta forma, ahora contenía algo más - ¡Inu Yasha! – Corrió a él, ignorando ese cambio, se alegraba de verlo con vida, y lo que mas quería en este momento era que la espada volviera a sus manos.

El youkai se entretuvo después del ataque a cazar un animal por diversión, pero la voz de ella gritando su nombre, captó su atención, saltó de árbol en árbol rastreándola, hasta aterrizar en el suelo unos metros detrás de ella, aún siendo youkai, podía reconocerla, ella era la humana que le acompañaba en su media forma, siempre que se transformó le era muy difícil controlarse, pero había conseguido mantener una mínima parte de sus instinto demoníacos para volver a su forma original cuando ella estaba cerca, pero esta vez, hubo algo que jugaba en su contra, algo en lo que no cayó durante las horas del combate hasta este momento, él estaba en edad de encontrar a su hembra, ella estaba ovulando, lo exhalaba en su aroma, y para más impedimento a la voluntad que la poca cordura le exigiera, portaba su olor de todas esas veces que la cargó a su espalda, su sangre demoníaca se lo pedía, era el momento para él, y ella debía ser la elegida, la joven se acercaba en una carrera, intentándole entregar la espada, sabía que, como siempre, éste la cogería por la empuñadura para volver en sí, pero no contó con su reacción, de un manotazo, la lanzó lejos de ellos dos, Kagome se llevó como acto reflejo, la mano a su pecho, lo oía gruñir, temió que quisiera atacarle y reculó en sus pasos, él avanzaba por cada paso que ella recogía, sin dejar de olerla en todo momento, el youkai cerraba sus ojos mientras olfateaba ese olor que lo reclamaba, abrió los ojos de golpe no queriendo esperar más a que la hembra se le ofreciese, no iba a jugar con cortejos entre perros, gruñó con mas fuerza para intimidarla.

Kagome dio un sobresalto cuando él volvió a gruñir, de una forma más fiera que la anterior.

I-Inu- Yasha, la- la espada – señaló el arma para que él girase a verla, eso le daría algún razonamiento para que la cogiese y no intentase atacarle, pero el youkai no apartó su vista de ella.

Pensó en lo más rápido para detenerlo, un "osuwari", pero sus ojos se abrieron en extremo al notar que sobre su pecho no se encontraba el rosario del conjuro, tragó sintiendo sonar su garganta seca por el temor, ¿Qué podía hacer?... Echó su mano al hombro en busca de su arco, la madera de este, podría servirle para golpearle y purificar su parte demoníaca el tiempo necesario para coger la espada, pero su hombro no contenía el arma, se le debió caer durante la explosión, el carcaj, colgaba cruzado a su pecho, era el momento de distraerlo y correr, aunque sabía volvería a ser alcanzada, pero al menos le daría unos segundos para pensar en otro remedio, cogió la funda de las flechas por el asa, la sacó con cuidado por su cabeza, y en una acción rápida, la impulsó con fuerza para darle, pero no contó con los reflejos del youkai, éste atrapó el carcaj, y tiró de él con fuerza, atrayéndola en el impulso, sujetó fuertemente su brazo, y con las otras garras despedazó las ropas de la chica.

Kagome lo miró espantada, descubriendo sus intenciones, no, esto no era lo que ella esperaba, durante dos años había fantaseado con él, deseando que algún día se hicieran reales, pero no era esta la forma que ella quería, de una manera tan sucia, y no siendo el verdadero Inu Yasha el que quisiera tenerla, el youkai la alzó con un brazo, atrapó sus labios con fuerza, clavando los colmillos en ellos, lamiendo la sangre que emanaba, cerró los ojos para paladear el sabor, la mezcla de su olor, con la sangre y el miedo que emanaba, lo hacían perder más el control, la dejó caer al suelo, sin darle tiempo de levantarse se lanzó encima de ella, sujetaba su cuello entre sus dientes apenas dejándola moverse, Kagome sentía que si se movía solo un poco, iba a clavarle los blancos y afilados colmillos justo en la yugular… cerró los ojos, apretando los parpados, sintiendo por primera vez un pánico desmesurado a causa de InuYasha, pero de todos modos decidió luchar, sus brazos intentaban separarlo, empujándolo para que se apartara, pero era evidente que no podía comparar sus fuerzas con las de él, podía sentirlo friccionarse contra su vientre, sus caderas le dolían por la fuerza que estaba empleando en su agarre, la mordida en su cuello se hizo más notable por apretar el youkai su mandíbula.

La zona que estaba mordiendo era demasiado peligrosa por encontrarse en ella una vena de principal importancia, Kagome interpretó eso como una advertencia, haciendo reales sus temores iniciales y dejó de forcejear con él, le abrió levemente sus piernas, y una lagrima rodó por su pómulo hasta caer al suelo, ésta vez ni sus lágrimas servían para que él intentara volver en sí.

El youkai sintió como ella cedía, cruzó sus manos en los muslos de ella y la hizo girarse bruscamente, dando con uno de sus pómulos contra él suelo, soltando un quejido seco en el golpe, podía sentir una mano subir por sus glúteos, recorrer su espalda hasta media altura y hacer presión contra ella, sobre su columna, clavándola contra el suelo, el peso de su cuerpo se hizo encima de ella, la lengua recorría sus hombros, barriendo el sabor salado del sudor en la lucha contra la horda de demonios, en contra de lo que ella hubiese querido, un hormigueo eléctrico subió por su cuello hasta las orejas, e involuntariamente notaba como su sexo respondía humedeciéndose, podía sentir la otra mano haciendo algo entre sus piernas y él.

El youkai olió la excitación de la hembra, desató el cinto que sujetaba sus pantalones, lo bajó lo necesario, pasó su mano por su virilidad extensa y rígida, gruñendo ante lo que se avecinaba, la cogió con fuerza por los muslos y la arrastró hasta él, tomó sus caderas con brío, y la oyó soltar un grito de dolor.

El pecho y las costillas le ardían, al ser arrastrada por la tierra de una forma tan rápida, sintió como abría sus muslos, y buscaba tanteando con su miembro para poder entrar en ella.

No Inu Yasha, no lo hagas, así no, por favor- sentía que las palabras se le atragantan antes de salir de su garganta, ciertamente en sus solitarios momentos íntimos, ella deseo tenerlo, ser suya y que le hiciera el amor, pero ahora… la estaba… ¿violando?...

Arañó su vientre con sus garras al pasar su mano por él para levantarla un poco, dándole la ayuda que necesitaba para introducirse, sintiendo un latigazo placentero sacudir su cuerpo por la estrechez de sus paredes contraídas.

Cerró los ojos para contener las lágrimas que querían salir, no pudiendo evitar que se colasen por sus párpados, podía sentirlo entrar en ella, provocándole un escozor que creyó abrasarla… por Kami… "InuYasha"…

Consiguió acoplarse en ella y empezó a moverse, balanceándose encima de su cuerpo, dándole embestidas suaves para encontrar la motivación de ella, necesita inhalar el olor de la excitación de ella otra vez, a pesar del instinto básico de apareamiento que lo estaba poseyendo, algo le indicaba que ella debía sentir lo mismo que él, que debía compartir la euforia animal que corría por sus venas.

Con las caricias interiores, sus músculos empezaban a relajarse, sintiendo como con los movimientos se suavizaban en el roce, cada vez las sensaciones evolucionaban diferentes, dejando atrás el dolor del principio, sentía como la llenaba por dentro, la tensión en su mandíbula comenzó a ceder, y algo la estaba recorriendo, calentando su sangre, y los empujes de InuYasha se hacían embestidas, hasta terminar golpeándose contra ella y notar su virilidad más rígida rozarse con sus paredes, se sujetó al suelo con sus manos, su respiración le provocaba jadear, la sujeción en su espalda dejó de presionarla, para apartar los cabellos de su nuca, dejándola libre a su vista, asió uno de sus senos, oprimiendo con algo de violencia, pero ya no importaba, el ardor de su sangre se unía ahora a una ola de calor que se formaba en su estómago y comenzaba a invadirla, esto no estaba bien, pero los jadeos de él llegaban a sus oídos, haciendo que sus vellos se erizaran, y estaba experimentando el deleite de tenerlo en su interior, podía ver una mano suya apoyarse en el suelo junto a su cara y sus cabellos blancos resbalar por su brazo, su cuerpo se cargaba de una extraña sensación que nunca antes conoció, extendiéndose desde su vientre hasta su pecho y su sexo, haciéndolo contraerse y convulsionar, no pudiendo evitar gemir, por las sacudidas que le daba la avalancha de placer que estaba teniendo.

La sentía retorcerse, y eso le gustaba, obligándolo a gruñir roncamente, la hembra le respondía y un extraño sentir se formaba en su pecho, su sangre se concentraba en su eje faltaba poco para culminar, necesitaba golpearse con más fuerza y rapidez, la escuchaba gemir con cada movimiento, y las contracciones provocadas en ella aprisionaban su miembro obligándolo a acelerarse, su sexo se cargaba en exceso, pidiendo expulsar su contenido, sintiendo como en su vientre se formaba la presión y bajaba recorriendo su carne hasta salir disparada su esencia en ella, soltando un aullido de placer en su terminación y lanzándose a su nuca clavando sus colmillos y oyéndola gritar, bebió la sangre que goteaba de los orificios, probándola, era el sabor de su hembra, y su olor también, la reconocía, una parte adormecida de su conciencia lo hacía, y la presión en su pecho descansaba al haberla reclamado, cayó exhausto sobre su espalda, relajando todo su cuerpo, cerró los ojos para descansar unos segundos, la sonrisa se formaba en sus labios, sacó el brazo que estaba bajo el vientre de la chica y acarició sus cabellos negros, abrió sus ojos dorados, volviendo su vista a ella, el espanto se hizo en su rostro, golpeando en su memoria lo que acababa de hacer, salió de ella temblando, retrocedió rápidamente unos metros, ella seguía tumbada en el suelo, intentando recuperar la respiración, pensando que el youkai había salido corriendo, dejándola ahí tirada hasta que sus amigos la encontrasen.

Se intentó colocar bien los pantalones pero el horror azotó su cuerpo al ver la cinturilla manchada de sangre, miró sus garras asustado, viendo restos de piel en ella, volvió a mirar a Kagome, que empezaba a incorporarse, quedando sentada en el suelo, y volviéndose a él para levantarse, pero se estremeció al ver al hanyou ahí sentado, mirándola con la cara desencajada y sus garras mostrando las palmas, como si hubiese descubierto algo en ellas.

Las lágrimas empezaban a invadir sus ojos dorados al ver cada herida provocada por él en su cuerpo, las huellas de clavar sus garras en uno de sus brazos, su torso quemado por el roce con la tierra, los arañazos en su vientre, las marcas de sus dedos en las caderas y lo que más le heló, la sangre que manchaba su entre pierna, mezclada con la sustancia sobrante que estaba saliendo de ella.

¿I… Inu Yasha…? – Sus ojos estaban enrojecidos por el llanto silencioso y su voz delataba la congoja, quiso levantarse pero no se vio capaz de acercarse a él, aún no sabía si fiarse, cubrió su cuerpo con sus brazos, sintiéndose avergonzaba de lo sucedido – No, no me mires, por favor.

Él volvió la vista al suelo, las lágrimas empezaron a salir, no importándole que ella estuviera delante.

Lo… lo siento Kagome, yo… yo no tengo perdón por lo que he hecho, lo siento, no merezco vivir después de esto. – Calmó su llanto.

Inu Yasha…

No, no me hables, tampoco lo merezco, ni… ni siquiera merezco la mas mínima atención tuya, soy… soy un miserable, yo… lo siento, lo siento…. – el llanto volvió a formarse – mírame… - volvió a mirar sus garras, las cerró con fuerza clavándolas en la palma de sus manos – no…no merezco, estar cerca de ti, ni… ni de nadie, yo… soy un… soy un… - sangre empezaba a correr por las heridas de sus manos y resbalaban por los brazos, gruñía para no quejarse ante el dolor que se estaba provocando, profundizando mas las garras en sus manos, como una especie de castigo que sentía se merecía.

Kagome se levantó y corrió a él, intentó abrir las manos de Inu Yasha para que dejase de hacerse daño.

Inu Yasha, por favor, no quiero mas dolor, basta – su voz era una súplica mas que un mandato

Él dejó de presionar sus manos al ver sus dedos sucios por la tierra del lugar, seguro producto de las desesperación de escapar, intentando evitar que continuase, la miró a los ojos, apreciando el amoratado que se formaba en uno de sus pómulos, su rostro se contrajo, él era el culpable de cada herida, y no podía soportarlo, la abrazó y se refugió en su hombro.

¿Co… como he podido llegar a esto…? yo… yo nunca pensé… que llegase a esto, perdóname, perdóname Kagome, nunca imaginé que llegaría a algo así, por favor… perdóname, no quiero volver a ser un monstruo, no quiero si lo que consigo es esto.

Lloraba en su hombro, podía sentir las gotas de las lágrimas de él rodar por su cuerpo, escociendo en sus pechos, temblaba al tenerlo tan cerca, sabía que le costaría volver a confiar en él, después de lo sucedido, pero debía intentarlo, debía esforzarse por mostrarle que seguía confiando en él, aunque no fuese cierto, respondió al abrazo acariciando su espalda, pero no era fácil ocultárselo, sus manos estaban temblorosas al igual que todo su cuerpo, Inu Yasha se separó rápidamente de ella.

Inu Yasha, se que esto no habría sucedido si tu tuvieses control sobre ti, por eso, no puedo… - no podía seguir, ¿cómo iba a decirle que no podía culparle, eso se le hacía imposible – Por favor, deja de pedir perdón, no vuelvas a hacerlo.

¿cómo puedes… perdonarme? – sus ojos miraban los de ella buscando que le entregara la piedad que necesitaba, aferrándose a la esperanza de que fuera aquello lo que leía en sus pupilas – no es tan sencillo Kagome, no es solo esto, es todo lo que conlleva mi comportamiento, yo… debo explicarte.

No, no por favor, no quiero seguir hablando de este tema, olvidémoslo, necesito olvidarlo, eliminemos este trozo de tiempo, y retomemos nuestras vidas desde antes de la batalla, no quiero que se pierda todo lo que he sentido por ti durante estos dos años, no quiero que esos sentimientos desaparezcan, porque son los que me han motivado en esta misión, los que siempre me han dado fuerza, olvida este error conmigo, Inu Yasha, solo te pido eso.

¿Error?...- susurró apenas, ella pensaba que había sido un error… ¿Y él?... ¿qué pensaba él?...sí definitivamente la forma en que todo sucedió, había sido un gran error.

Inu Yasha la miró silencioso, entendía que quisiera guardar esta experiencia en lo mas oscuro y recóndito de su cerebro, para no sacarlo nunca más, pero se había vinculado a ella por siempre, y no tardaría mas de uno o dos meses en descubrirlo, la había marcado como suya, y a partir de ahora iba a portar a su cachorro hasta su nacimiento, no era tan fácil como ella estaba pensando, pero debía hacérselo lo menos sufrible hasta que ella lo supiera, le debía eso, sabía que hacía mal, pero de momento, le debía un poco de paz.

De acuerdo, ¿dónde… donde está… - empezó a secar las lagrimas de su cara con las manos – tu… rop… - vio los retales del uniforme inservible - …a – Se quitó rápidamente su haori para que se cubriera con él

Gracias, tengo ropa de repuesto en mi mochila, Shippo se quedó con ella, te lo devolveré cuando los encontremos

No importa, úsalo el tiempo que necesites – llevó su mano a su catana al levantarse, notando la ausencia de esta en la vaina - ¿D-donde e-sta mi esp-pada? – miró nervioso a todas partes, Kagome le señalo el lugar donde ésta cayó y sin tiempo de que ella hablara se abalanzó sobre la colmillo, envainándola y caminando de vuelta a ella, sin soltar la empuñadura de ésta, como si con eso asegurase el sello de su sangre demoníaca, temiendo de que si la soltaba en algún momento fallase.

Inu Yasha extendió la mano una vez cerca de ella para ayudarla a levantarse, ésta observó las garras, como si las hubiese descubierto hoy por primera vez, pero no movió un dedo para ponerse en pie, solo las observaba con una expresión seria, el hanyou miró apenado su mano, la cerró en un puño y la escondió despacio tras él.

Oye…, necesito un baño y creo que tu también – Le comentó dirigiendo la vista a sus pantalones, después de levantarse.

Sí…- dijo apenas, perdido en su incoherencia, necesitaba decirle lo que sucedía, necesitaba saber que su falta de responsabilidad al perder a colmillo de acero, junto con su cordura, no dejarían murallas infranqueables entre Kagome y él, oprimió el asa de su espada, con la mirada baja, gruñendo levemente, cuando escuchó la voz femenina que ya se le había adelantado algunos pasos.

¿Vienes?...- consultó, sabía perfectamente que él estaba consumido por la deshonra de la que la había hecho víctima, y también tenía claro que nada sucedió por que InuYasha realmente lo deseara, y eso le dolía más incluso que las mismas marcas que dejó en su cuerpo.

-.-.-.-.-

Se encaminaron de vuelta, en busca de indicios de sus amigos, Kagome comenzaba a experimentar en su cuerpo, luego del relajo del baño que se dio, el dolor, caminaba con bastante dificultad, le ardían los arañazos en su vientre y la marca en el cuello, que la mantenía escondida de la vista de los demás, con su cabello oscuro, que caía humedecido luego de sumergirse varias veces en el agua helada, intentando sacar de su mente los momento tan recientemente vividos, pero no podía dejar de escuchar los jadeos desesperados y salvajes de InuYasha sobre su nuca.

Quieres que te lleve…- le ofreció con la voz tímida y sin poder mirarla a los ojos, notando como ella se quedaba atrás en la caminata. Kagome se detuvo en seco y sintió escalofríos al solo pensar en sentir sus manos sobre la piel desnuda una vez más.

Eh… por qué no descansamos mejor… solo unos minutos…- pidió intentando forzar una sonrisa, cuando notó que InuYasha la observaba, luego de su brusca detención.

¿Si es lo que quieres?...- respondió apagado y complaciente, sentándose en la hierba, pegando la espalda a un árbol.

Auch…- exclamó sorpresivamente Kagome, sintiendo sus nalgas resentidas por los golpes que InuYasha diera contra ella, y la piel se le apasionó al recordarlos, fijó de inmediato la mirada en él, que se alertó ante el quejido, haciendo un ademán de acercarse, pero conteniendo el impulso, y sin atreverse tampoco a preguntar, sabía bien que eran las magulladuras que él mismo había causado, las que repercutían ahora en el cuerpo de ella.

Volvieron a emprender la búsqueda de sus amigos, en absoluto silencio, Inu Yasha no se atrevió a apartar la vista del suelo para mirarla, sentía emanar de ella ese aroma amargo, que en estos momentos confundía entre miedo e inquietud.

Kagome necesitaba avanzar rápido, estar con él a solas la tenía intranquila, sentía sus pasos tras ella, divisó el humo de un fuego, se alzó poniendo su cuerpo recto, no cayendo hasta ahora en que iba encorvada, lo sintió detenerse detrás, no quería girarse a mirar, no quería saber lo cerca que podría estar, eso la ponía tensa.

Creo que podrían ser ellos, deberíamos acercarnos – Apenas salía su voz y menos aún alguna tonalidad, sus ánimos no estaban para adornar sus palabras con su garganta.

Son ellos… - Estaba lo suficientemente cerca para reconocer los que habían montado el campamento.

Kagome se sintió mas relajada, sabiendo que se trataba del resto del grupo, caminó algo mas apresurada, no tardaron mas de unos minutos en llegar hasta ellos, Shippo, estaba echado sobre la mochila de Kagome, Sango sentada junto al fuego con Kirara descansando en su regazo y Miroku permanecía de pie, mirando hacia ellos.

Ahí están, parecen estar bien, al menos caminan por su propio pie. – Miroku exhalo aire de sus pulmones y relajó sus hombros al ver que los dos estaban con vida.

Shippo y Sango se levantaron, el Kitsune corrió hasta Kagome, quiso saltar sobre ella, pero Inu Yasha se adelantó y lo cogió al vuelo, sujetándolo por la cola.

¡Deja a Kagome enano, ¡ella necesita descansar! – Había podido comprobar en el pequeño alto que hicieron que ella estaba bastante dolorida, y las rozaduras en su cuerpo estaban frescas en su mente, si dejaba al kitsune acercarse, le haría daño.

El zorrito pudo ver la herida en el labio de Kagome y su pómulo amoratado, con una pequeña abertura en la parte mas pronunciada del hueso, no tenía palabras para decirle nada, ella casi nunca salía lesionada, o al menos permanecían ocultas bajo sus ropas pero esta vez estaban presentes en su rostro y eso le dolía mas que si se las hubiesen hecho a él.

Miroku y Sango caminaban hasta ellos, Sango a unos metros tras el monje, ya que se entretuvo en pedir a Kirara que cuidara del campamento.

¿Señorita Kagome, esta herida? – Miroku se detuvo en seco y quiso tocar el pómulo de la chica, pero ésta dio un paso atrás

Sango se apresuró a ella al oír a Miroku, quería saber como de herida se encontraba su amiga.

¿Cómo te han hecho eso?

Inu Yasha quedó unos pasos tras Kagome, cohibido, sin saber que decir, mirando a sus amigos con algo de temor, y sí, nervioso, tanto como hacia tiempo que no experimentó desde que su madre dejase de acudir a sus llantos porque los aldeanos de donde ellos vivían lo acosasen por ser un hanyou.

Inu Yasha… - lo miró por primera vez desde que retomaran el camino, sabía que él no estaba tranquilo, quizás por miedo a la reacción de sus amigos – tuvo que alejarse para apartar de mí a los demonios mas fuertes, pero aun así eran muchos, y algunos llegaron a estar demasiado cerca, por suerte él llegó a tiempo para ayudarme, pero algunos me han alcanzado

¿Y tu ropa Kagome? – Sango empezó a notar que llevaba puesto el haori de Inu Yasha.

Quedaron destrozadas, Inu Yasha me ha prestado su rata de fuego.

Ven que te cure esas heridas, algunas pueden estar infectadas por veneno – Tomó la espalda de Kagome para guiarla hasta el fuego, esperando a que ella se sentase, pudo verla fruncir el ceño y cerrar los ojos, pretendiendo quizás ocultar algún dolor.

Kagome apartó las mangas del haori, para que también curase su brazo, Sango miró las marcas de garras, instintivamente miró a Inu Yasha, fijando la vista en sus manos, volvió a mirar a Kagome, pero prefirió callar, no preguntaría nada hasta que su amiga decidiese decir algo al respecto.

Kagome... – La vio apartar la vista del fuego para prestarle atención – ¿Tienes mas heridas?

Los demonios me lanzaron y recorrí unos metros el suelo.

Sango miró atrás, vio que Miroku e Inu Yasha estaban hablando, probablemente de la batalla y Shippo permanecía con ellos.

Kirara, no dejes que los chicos se acerquen hasta que te haga una señal – Esperó a que la gata se alejase unos metros dirección a donde estaban los muchachos y se echase enroscada en el suelo, era una criatura inteligente y sabía como comportarse para no captar la atención de los demás, evitando así que ellos notasen lo que hacían Kagome y Sango. – Kagome, ¿puedo ver esa herida?

Sí – Kagome miró a un lado, cerciorándose de que nadie mas la viera, desató el haori dejando su torso descubierto.

Sango contuvo la respiración, no podía apartar la vista del haori pensando en su dueño, escuchó a Kagome soltar algún sonido denotando cansancio en ella, se apresuró en coger la mochila amarilla y sacar un kit de primeros auxilios que siempre llevaba su amiga.

Queda algo de raíces para cicatrizar, las utilizaré para esas quemaduras y los arañazos, son demasiado profundos y pueden infectarse, de momento lo vendaremos y mañana buscaremos un río, habrá que limpiarlas a conciencia para que no se infecten.

Esta bien – asintió simplemente, demasiado cansada para poner alguna objeción, además Sango parecía muy preocupada, ¿debía decirle el modo en que esas heridas se habían quedado en ella?... tomó aire profundamente... y negó levemente como un acto reflejo…

¿No qué?...- preguntó su amiga al verla negar con la cabeza, y Kagome se quedó muda por un segundo, no se dio cuenta de que sus gestos delataban sus pensamientos.

No es nada… solo es que pensaba en que no sería bueno quedarme aquí con estas heridas - tragó saliva, sintiéndose tan mal, había tenido que mentir una vez más, con lo poco que le gustaba aquello.

A pues… creo que estará bien…- respondió Sango, enfocando la mirada nuevamente en la herida, notando también ante la desnudez de Kagome, que su seno estaba magullado, con algunas marcas de un tono rojizo que parecía que en cuestión de horas se volvería morado…¿qué era todo esto?... por Kami…

Sango entre abrió los ojos, el amanecer comenzaba apenas a perfilarse sobre las montañas, y la figura roja de InuYasha caminaba junto a Kagome, que volvía a vestir ropas de su época, algunos centímetros los separaban, y la muchacha se abrazaba a sí misma, no supo si por frió, lo que le pareció improbable, ya que el clima estaba agradable o ¿tal vez sería algo más?...

Llevaban ya un buen trayecto recorrido, lo observó caminar con la mirada baja junto a ella, el hanyou había estado muy silencioso desde que llegaran a reunirse con los demás, lo vio hablar con Miroku, dudando que fuera sobre lo sucedido, conociendo a InuYasha, él jamás le diría algo como eso al monje, sí notó que le daba fugaces miradas mientras todos comían algo, junto a una fogata, y no sabía muy bien como se sentía frente a esas miradas, entendía que las acciones de él estaban siendo guiadas por su sangre demoníaca, que nada había en lo sucedido que tuviera relación con el InuYasha que ahora caminaba junto a ella, el que amaba, el que la había llevado al limite de sensaciones que jamás experimento… se abrazó a sí misma otra vez dentro del recorrido, se le erizaba la piel cada vez que recordaba el modo inclemente en que la poseyó y los gruñidos, tan cerca de su oído, y no podía evitar sentir que las lagrimas se volvían a agolpar en sus ojos… necesitaba descansar de todas estas emociones… de todo lo que aún no lograba asimilar en su interior. La voz masculina la saco de improviso de sus pensamientos.

¿Cuánto tiempo estarás… en tu época?...- la voz le temblaba al preguntar, sentía que ni siquiera eso tenía derecho a saber, por mucho que Kagome le hubiese dicho que borraran lo sucedido, él sabía que eso no era posible.

No lo sé… lo necesario… creo…- sonó desanimada

Pero…- quiso reclamar, deteniéndose y aspiro profundamente por la nariz, para calmarse y luego soltar el aire derrotado -… volverás... ¿verdad?... – no parecía una pregunta, más se asemejaba a un suplica.

Kagome asintió cerrando los ojos y tragando, ciertamente no sabía que sucedería con ella después de esto, InuYasha giró su rostro al contrario de la muchacha, no quería que lo viera llorar, así que con dificultad se tragó sus lágrimas.

La vio dejarse caer dentro del pozo, sin un gesto para él, avanzó un paso, sintiendo deseos casi irrefrenables de detenerla, pero se dejó caer en la hierba del lugar, aprovechando la soledad, para que un grito ya demasiado contenido, le desgarrara la garganta…

Continuará…

Bueno espero que les haya gustado, sé que es algo violento, pero es lo que genera el resto de la trama, tengan confianza, Artemisas, es algo salvaje, pero Anyara es muy my romántica, espero encontrarlos en el capítulo dos… recuerden que sus review, son mi sueldo…

Siempre en amor…

Artemisas y Anyara