Nota de Traductor: ¡Hola a todos! Aquí les traigo "Endless Nightmare" escrita por erenjaegers. Mientras buscaba historias las que leer, me encontré con esta y les aseguro que me encantó. Así que he pedido permiso y la he traducido para que todos la disfruten como yo lo hice. Recuerden que la historia no es mía sino que de erenjaegers, solo tomo crédito por la traducción ¡espero que les guste!


Nota de autor: Me terminé de ver el anime en un solo día y no pude evitar comenzar un fanfic justo después. Ehh, como que esté capítulo transcurrirá un poco lento porque es una introducción pero la cosa se pondrá más movida a partir del capítulo 2, ¡lo prometo! ;u; Jaja, espero que lo disfruten y por favor dejen un review~ ¡Si quieren ver los capítulos más recientes vayan a mi perfil y visiten mi página! (;


—Papá, ¡dile hola a la cámara! —Canturrié en inglés mientras dirigía la cámara hacia su dirección.

—¿Haciendo otro de tus videos, Sayumi? —Inquirió, respondiéndome en un inglés igual de fluente.— Hola, seguidores de Sayumi ¡enséñenle a mi hija que no es exactamente seguro entrevistarme mientras conduzco!

Me reí y reluctantemente aparté la cámara de su cara, haciendo que en vez apunte en mi dirección. —Ya que ustedes querían saber cómo era mi papá ¡aquí lo tienen! Parece que no quiere que lo grabe, pero confíen en mí, papá siempre ha sido del tipo que le gusta acaparar toda la atención de las cámaras.

Lo escuché regañarme en japonés y me reí. —¡Solo bromeo! En fin, es gracias a mi papá el que tenga un blog, y sin mencionar uno exitoso. Papá viaja mucho y a veces me lleva con él. Es gracias a él que tengo una videocámara como esta y puedo hacer las cosas que hago. Gracias, papá.

Él me miró por un segundo de donde estaba sentado, me estaba sonriendo gentilmente.

—De nada, Sayumi.

—¡Pues, ahora estamos regresando a casa! Todo lo que compré en India está en mi equipaje así que tan pronto como lleguemos a casa, les pondré al tanto sobre todas las cosas grandiosas que compré y vi allí. Hasta entonces ¡vayan con cuidado!

Terminé el video ahí e instantáneamente lo comencé a subir al mi blog. Como ya se habrán dado cuenta, era una "blogger". Desde que era pequeña, estaba fascinada con la fotografía y el viaje. Incluso cuando me hice más grande nunca perdí ese amor que le tenía, así que comencé un blog. Nunca hubiese anticipado que dentro de unos meses después de haber empezado, conseguiría cincuenta mil seguidores, todos de distintas nacionalidades. Principalmente bloggeaba en inglés, ya que mis seguidores lo hablaban pero ocasionalmente posteaba en japonés, mi primera lengua. Había aprendido inglés de cuando niña ya que había vivido con mi mamá en los Estados Unidos por dos años antes de haber decidido que quería quedarme con papá.

Tres años después de haber empezado mi blog, ahora tenía más de doscientos cincuenta mil seguidores alrededor del globo terraqueo. Ni siquiera había esperado que tanta gente disfrutara lo que posteaba y mucho menos miles de personas. Aún era difícil de creer a cuantas personas tan asombrosas (y no tan asombrosas) había conocido por mi blog.

Llegamos a casa en cinco minutos y comenzamos a descargar el equipaje del baúl, arrastrando ruidosamente las maletas hasta el pórtico donde las dejamos junto a la puerta. Nuestra vecina, la señora Ochi, nos saludó con la mano mientras barría su pórtico. Su gato, Maki, se alejó de ella mientras estaba distraída. Cuando se dio cuenta que no estaba, corrió para alcanzarlo. Su hijo, Daichi, emergió de la casa después de haber escuchado la conmoción.

—¡Daichi! —Exclamé con alegría.

Él me miró, sobándose cansadamente la nuca mientras se me aproximaba, quedando parado a unos metros a causa de la cerca que separaba nuestras casas.

—¿Sayumi, ya regresaste de India?

—Sí, te tengo algo ¡Luego pásate para la cena! Oh, y también invita a tu mamá. Estoy segura que le encantará lo que papá va a cocinar hoy.

—De acuerdo ¿Cómo estuvo?

—Genial. Es la primera vez que voy, pero gracias a mi libro de bolsillo fui capaz de caminar sola. Es un país hermoso. Algún día te llevaré —dije— ¿Qué has estado haciendo estos últimos tres días?

—Lo usual.

—Entonces... nada.

—Claro.

—Pues, no se olviden de venir hoy a las siete. Tengo que desempacar. —Me recordé, despidiéndome de él y regresando para asistir a papá a bajar las cosas del coche.

Daichi era mi mejor amigo desde la escuela primaria - era alto, de pelo negro como el carbón (que ocasionalmente lo teñía de rojo, siendo inspirado por su personaje favorito de videojuego), ojos verdes claros, y de actitud haragana. A pesar de ser uno de los mejores estudiantes de nuestra escuela, era conocido por vaguear en clase, saltearse la escuela para ir al arcade o solo para caminar por la ciudad. Daichi estaba un poco en las nubes, pero me gustaba de ese modo. Siempre había sabido como escuchar, era honesto y podías depender en él, aunque a veces no estaba dispuesto a trabajar a menos que le viera un propósito a la tarea.

Cuando papá y el señor Ochi, quien ahora estaba en Kyoto en un viaje de negocios, se enteraron de que terminarían viviendo uno al lado del otro, se pusieron estáticos. Los Ochi eran como familia - por lo tanto le decía a la señora Ochi "Tía" y al señor Ochi "Tío". Nuestra relación entre Daichi y yo resemblaba cercanamente a la amistad de papá y el tío. Si mamá siguiera casada con papá, estaba segura de que ella y la tía serían igual de cercanas.

Arrastré mi pesado equipaje por las escaleras para llegar a mi cuarto y comencé a desempacar, filmando lo que compré y explicando la historia detrás de cada artículo. Cuando terminé el video, lo grabé en mi cámara para editarlo luego y me dediqué a guardar mis nuevas adquisiciones en el armario que estaba reservado para todos los objetos que adquirí de diferentes partes del mundo. Cada país tenía su propio espacio y etiquetas que indicaban las ciudades y fechas. El estante de India, el cual había estado vacío previamente, ahora estaba lleno de suvenires coloridos. Las etiquetas que había hecho durante el vuelo de regreso a casa estaban simplemente pegadas con cinta entre cada artículo. Dejé escapar un suspiro mientras caminaba por la mini galería, impresionada por el hecho de algo que compré hace años podía traer tantas memorias.

Prendí mi laptop, inmediatamente conectando mi cámara de video y subiendo mis nuevos archivos para editar. Habiendo editado videos ya unas cien veces, solo pasaron diez minutos cuando terminé de juntar todas las piezas. Lo blogueé en el blog, subiéndolo y mirando los cientos de comentarios que ya habían sido posteados en mi video con papá.

"¡Tu papá es tan adorable!"

"Ojalá tuviera un papá así."

"Tch, tch, Sayumi, ¡hazle caso a tu papá y ten más cuidado!"

"Tú y tu papá debería hacer más videos juntos. -El fan número 1 de el señor Fujimoto"

"Los buenos genes corren en la familia, supongo."

"¿Sayumi, podrías por favor adoptarme en tu familia? ¡Quiero viajar con ustedes dos!"

Después de ver los comentarios y contestar los que sobresalían más, me fui a tomar un baño y luego me aventuré en la cocina, agarrando un delantal púrpura y ayudando a papá a preparar la cena. Hoy íbamos a comer shabu shabu con los Ochis, así que necesitábamos lavar, rebanar los vegetales y poner la mesa.

—Sabes, papá —Dije mientras me metía un tomate cherry en la boca—, ya tienes un club de fans. Ahora todos quieren que hagamos más videos juntos.

Él se rió por lo bajo mientras cortaba las cañas de bambú. —Pues, cuando tenga tiempo libre podemos hacer eso. Pero por ahora concentrémonos en la cena, ¿sí?

Me reí, estando de acuerdo. —Claro.

Unas semanas después, conduje a papá hasta el aeropuerto y me despedí de él por su viaje a Hong Kong. Esta vez no lo acompañaría, ya que él quería me quedara en casa y descansara, así que lo dejé allí, dándole un abraso y despidiéndolo con un beso. El oficial de tránsito me gritó y me exigió que me apresurara a volver al auto, así que con apuro me fui manejando antes de que pudiera hacerme una multa por estar allí más de la cuenta. En vez de ir derecho a casa, me dirigí para la feria callejera local, en donde me encontré con Daichi. Íbamos a la feria cada año sin falta desde que teníamos cinco años. Era una clase de tradición que nos juntáramos, así que esa había sido una de las razones por la que papá había insistido que me quedara, sabiendo que tan importante era para mí.

Después de jugar y ganar casi todos los juegos, recibí una llamada telefónica, dejando que Daichi siguiera el juego de dardos por mí mientras que yo me dirigía a un área más desolada para atender. La risa y gritos de los niños aún se escuchaban bastante desde donde estaba, así que fui obligada a taparme una oreja para filtrar el sonido.

— ¿...Hola?

—Hola, ¿esta es la hija del señor Fujimoto? —Un hombre me preguntó en inglés— Mi nombre es Marcus Lin, y trabajo para la rama de Hong Kong de Narita Tech.

—Sí, habla Fujimoto Sayumi ¿En qué puedo ayudarlo? ¿Es un socio de mi padre?

—Sí, estoy a cargo del departamento de ventas en Hong Kong. Llamé a este número después de averiguar los contactos del señor Fujimoto y este número apareció como el primero en la lista. Lo siento mucho, pero le tengo malas noticias, señorita Sayumi. Su padre ha desaparecido.

—Espere... ¿qué? —Me quedé congelada de la incredulidad— Pero... ¿cómo es posible?

—Su vuelo llegó a Hong Kong hace una hora. Se suponía que vendría a encontrarme y yo lo llevaría al hotel —respondió el hombre—. No ha atendido ninguna de las llamadas y su equipaje también ha desaparecido. Hemos avisado a las autoridades de Hong Kong y ahora están buscando por el área por alguna señal de él pero no nos ha contactado de ninguna forma.

—Pero eso es una locura —reclamé— ¿Dónde podría haber ido?

—Eso es lo que estamos tratando de averiguar. La contactaré si tenemos noticias. Por favor llame a este número si sabe algo de él, señorita Sayumi.

Una vez que cortó, marqué el número de papá cinco veces sin resultado alguno. Repentinamente sintiendo nauseas, regresé con Daichi y le conté lo que estaba sucediendo. Nos fuimos temprano de la feria y con reluctancia volvimos a casa, en donde la tía y el tío se enteraron de mi situación. Me aseguraron que todo estaría bien, que mi padre probablemente aparecería sano y salvo y probablemente confundido, preguntándose el por qué la policía lo estaba buscando. Pero me fue difícil de creer que mi papá haría algo como vagar solo en un país extranjero sin notificarle a nadie de antemano.

Posteé una notificación y una foto de mi papá en mi blog, esperando que si alguien en Hong Kong lo viera, me contactara de inmediato. Después de que pasaran tres horas, nadie lo hizo. Llamé a Marcus Lin, el hombre quien originalmente me había contado la noticia, solo para que saltara el contestador. Temiendo lo peor, yací en la cama y lloré hasta quedar dormida.

Fui abruptamente despertada por el sonar del teléfono. Lo atendí rápidamente, esperando a que fuera mi papá, pero en realidad era el señor Lin. Me dijo que la policía había chequeado las cámaras de seguridad del aeropuerto y que habían descubierto a mi papá tomando su equipaje y saliendo del aeropuerto, subiéndose a un taxi y desapareciendo por la distancia. El taxista que lo había conducido les dijo a las autoridades que lo había dejado en un hotel junto a la playa pero la policía había verificado el registro del hospedaje y no había nadie con el nombre de Fujimoto en el lugar. Actualmente estaban siguiendo otras pistas, pero parecía como si mi papá hubiese desaparecido de la faz de la tierra.

—Pensamos que podría haber sido secuestrado —El señor Lin reportó solemnemente—. Probablemente por pandilleros en busca de gente con dinero. Espero que ese no sea el caso, pero... le informaremos si encontramos algo útil.

—Gracias. Por favor, llame pronto. —Me tragué el nudo en la garganta al mismo tiempo que terminé la llamada ¿A dónde diantres había ido mi papá?

Habían pasado dos semanas y aún no había ningún rastro. Ni nuevas pistas, ni nuevos testigos, ni nada. Todos ya estaban comenzando a temer lo peor. Intenté mantener mis espíritus en alto, habiendo recibido apoyo de los Ochis, amigos de la familia, y de las personas en el internet, pero solo podía yacer en casa, llorando miserablemente mientras rezaba por que sucediera un milagro. Un mes pasó volando e incluso los Ochis comenzaron a mostrar indicios de aceptar el hecho de que mi papá probablemente no aparecería.

Un día, recibí una carta con la dirección de Narita Tech, la compañía de mi papá. La carta era del CEO y contenía sus más sinceras disculpas y condolencias por mi pérdida. Contenía más de diez mil dólares en efectivo y una explicación detallada de lo que iba a suceder dentro del plazo de una semana. El CEO me animó a que empacara todo para poder irme de casa. Anunció que la policía iba a venir a investigar la casa por los siguientes meses así que tendría que quedarme en otro lado hasta que todo fuese examinado por completo.

El día siguiente, mientras estaba empacando, el cartero tocó mi puerta, cargando con un sobre destinado a mí. Lo abrí para enterarme que solo contenía un pedazo de papel y una llave dorada. El papel tenía escrita la dirección de una casa en un lugar que no podía reconocer y un breve mensaje: "Un chofer la vendrá a buscar a las 7 p.m. para llevarla a su nuevo hogar." No decía quién había enviado la carta pero asumí que el CEO me había encontrado un lugar en donde quedarme.

Empaqué todo lo que pude y tan ponto eran las 7 p.m. ya estaba lista. El conductor, un hombre callado y misterioso, agarró mi equipaje y lo puso en el baúl del vehículo mientras yo fui a despedirme de la familia Ochi. Fue difícil irme, pero dejé la vacilación de lado, sabiendo que en unos meses regresaría.

—No mueras. —Daichi me sonrió, dándome palmaditas en el hombro cuando me acerqué a su casa.

Le saqué la lengua juguetonamente. —Idiota, eso no sucederá. Y si en verdad muero, vendré como un fantasma para atormentarte por darme mala suerte —Le dije de jugando y los dos nos reímos— ¡Nos vemos en unos meses, Daichi!

—Hasta entonces.

—Señorita Fujimoto, ¿está lista para partir? —Inquirió el conductor mientras me acercaba al vehículo negro. Asentí con la cabeza, subiéndome al asiento trasero y viendo a mi hogar con añoranza mientras el coche se alejaba.

—¿Sabe con quién me estaré quedando? —Le pregunté al hombre.

—Con la familia Sakamaki— El hombre contestó cuando paramos en la intersección—, tienen hijos de su misma edad. Le aseguro que estará en buenas manos allí.

Una ola de alivio se apoderó de mí ante sus palabras, inmediatamente relajé los hombros. —Gracias a Dios —dejé escapar un suspiro—. Por cierto, señor, ¿es usted su chofer personal o algo? Vino más rápido de lo esperado, ya estaba en frente de mi casa exactamente a las 7 p.m.

—Se puede decir eso —Dijo el hombre, quien se volteó a sonreírme de entre su cabello verde oscuro, sus ojos carmesí brillaban gentilmente— En fin, conozco a la familia Sakamaki muy bien. Le gustará estar allí.

Sonreí al mismo tiempo que él comenzó a manejar, la percusión de la lluvia chocando contra la ventana me tranquilizaba. —Qué alivio...