"¿Tienes algo que decirme, Sultán?"
La voz de la mujer cuestionaba en su cabeza. Sintiendo que sospechaba de él,
Él sonreía nerviosamente.
"¡Nada importante!" Espetó dando por finalizado.
Su sonrisa no era creíble. Definitivamente era un pésimo mentiroso.
Pero...
¿Cómo podía decirle que Moza era Emara? Quien sin dudar, a pesar de correr el riesgo de que las personas a su alrededor descubran su identidad, aun así ella... lo salvo.
No podía... solo fue un periodo corto de conocerla, pero se notaba que era una buena persona, sin mencionar el hecho de que su madre sufriría si algo le pasara.
No. No. No.
Ellos... ¿Para qué? ¿Por qué...?
Esa sonrisa que esbozaba Moza en la foto, de seguro se borraría.
¿Qué quería conseguir con ella? Se preguntaba por... ¿Curiosidad? ¿Preocupación? ¿Por qué tenía dudas?
—Necesito más tiempo...
Si, tal vez sea eso. Estaba dudando y desde hace bastante tiempo -de manera leve- lo estaba haciendo, pero ahora más que nunca.
—¡¿Otra vez?! —Objetó Ali furioso— ¡¿Acaso te estas tomando este trabajo en serio?!
—Basta Ali —Zeina, la mujer rubia dijo, sus manos entrelazadas a la altura de su nariz.
—¿Que pasara cuando atrapen a Emara? ¿Qué vas a hacer con ella? —cuestionó Sultán.
—No es propio de ti cuestionar órdenes —dijo la fémina.
—No estoy cuestionando, es solo que...
Pero, no finalizo lo que iba a decir. Ni siquiera él sabía que decir. Tantas cosas en su cabeza y efectivamente en todas ellas, no quería, que Emara salga lastimada.
Su mirada era confusa.
"Da igual" Con esa palabra se marchó de ahí.
"¿Que harían con ella?"
La noche se hizo presente y se decidió pasar por la cafetería.
"¡Hey! ¡La próxima vez que vengas! ¡El café corre por mi cuenta!"
Las palabras de Moza se rememoraban en su memoria junto con el momento de ser salvado por ella. Sin duda, volvería. Volvería a ver esa sonrisa, además de que esa sensación de su pecho no se iba.
"¿Habría alguien?" Se preguntó interiormente, mientras ponía sus dos manos a los costados de sus ojos para ver si podía ver detrás del cristal, notando al rato como la madre de Moza (Maitha) se acercaba a la puerta.
—Hey, como va tod... —sus palabras se detuvieron al momento de oírla gritar histéricamente, preguntando si había visto a su hija.
—No... —dijo— Eh... No desde la última vez que estuve aqui ¿Por qué?
Preguntó, aunque el sospechaba lo que podría haber pasado y un sentimiento de preocupación se apodero de su pecho, no sabiendo cómo reaccionar ante las acciones de Maitha.
—No te preocupes. Yo tengo un amigo que puede ayudar —su voz era seria y determinada.
—¿Quién? ¿Un detective?
Él se puso sus gafas celestes y apuntándose con el dedo pulgar. Pronunció esbozando una sonrisa: "Un chico genial"
Giró su silla de ruedas, comenzando a desaparecer de la vista de la mujer.
"La encontraría"
Con firmeza pronuncio esas palabras mientras sus ojos estaban puestos en la luna llena.
"Él se había propuesto en proteger su sonrisa"
Y así lo haría.
