Capítulo 1

Aviso: Esta historia está relacionada con 'Trauma', así que ya pueden imaginar lo que toca

En medio de la silenciosa noche, varios jinetes se acercaban a toda prisa a la gran puerta de Rivendel. Dos de ellos compartían un caballo; el que montaba detrás sostenía al herido delante de él. Al llegar al patio que estaba delante de la entrada al palacio, todos se detuvieron, gritando:

"¡Padre! ¡Padre!"

Elrond apartó la mirada del pergamino que estaba leyendo en su estudio. Esos parecen los chicos. Preocupado, se puso en pie rápidamente y bajó por las escaleras. ¿Qué ha ocurrido para hacerles gritar de esa manera?

Cuando el señor de Rivendel apareció en la puerta, Arwen se le acercó corriendo.

"¡Padre! ¡Elrohir está gravemente herido!"

Elladan le pasaba su hermano a Legolas cuidadosamente desde el lomo de su caballo. El príncipe del Bosque Negro tenía un sangriento corte en el antebrazo, pero parecía no darse cuenta del dolor.

Elrond se le acercó y cogió a su hijo. Entonces vio el vendaje en el pecho de Elrohir, empapado de sangre.

"¿Qué pasó?" –preguntó, conduciéndolos al interior mientras los sirvientes se encargaban de las monturas.

"Orcos –respondió Elladan, observando con ansiedad el rostro pálido de su hermano-. Nos encontramos con ellos en las estribaciones de Garas, a unas cien leguas de aquí. ¡Y este tonto se interpuso entre la flecha y yo!"

La voz de Elladan estaba llena de rabia, pero Elrond sabía que no estaba dirigida a su gemelo. Su hijo mayor estaba enfadado consigo mismo por permitir que su hermano saliera herido.

"¡No soy… un tonto… idiota!" –dijo Elrohir, de repente, indignado, con la voz débil. Acababa de recuperar la conciencia en brazos de su padre y escuchó lo que su hermano había dicho.

"¡Sí que lo eres, cabeza de alcornoque! –exclamó Elladan-. ¡Eso es lo más loco que has hecho nunca! ¡¿Qué pensabas para ponerte delante de mí de esa manera?!"

"¡No es loco! ¡Lo he hecho… muchas veces… bobo!" –gritó Elrohir.

Elrond suspiró mientras abrazaba a su hijo un poco más fuerte, dirigiéndose hacia la habitación del gemelo más joven.

"Silencio, Elrohir. Te estás haciendo más daño gritando de esa forma."

Elrohir gimió y se llevó una mano al pecho.

"Tienes… razón, padre… duele…"

Elladan palideció aún más.

"¿Te duele? –dijo acercándose, preocupado-. Aguanta, hermano. Te pondrás bien. Ten, agarra mi mano. Apriétala cuanto quieras… ¡Ay!"

Elladan gritó cuando su hermano le apretó la mano con todas sus fuerzas. Aragorn y Legolas se miraron y sonrieron, sacudiendo la cabeza. Los gemelos siempre estaban discutiendo, pero el cariño que se tenían era obvio.

Tras pedirles a los sirvientes lo que iba a necesitar, Elrond dejó a su hijo en la cama. Aragorn y Legolas se apresuraron a buscar vendajes y mantas, mientras que Elladan se sentó al lado de la cabeza de su hermano, negándose a alejarse de él.

A pesar de las suaves ministraciones de su padre, Elrohir no pudo evitar gemir de agonía cuando le quitó los vendajes ensangrentados. Elrond se quedó helado al ver la profunda herida. La punta de flecha todavía estaba en la herida y los bordes empezaban a infectarse.

Antes de empezar a curarlo, Elrond levantó la mirada y observó a los otros tres, que se apretujaban cerca para ver. Aragorn tenía un gran arañazo en la frente, Elladan tenía varios raspones en la mejilla y un labio partido y Legolas se sujetaba el brazo herido.

"Quiero que vayan a tratarse esas heridas" –ordenó.

"Pero padre…" –protestó Elladan.

"Ahora" –insistió Elrond.

En ese momento, Arwen entró en la habitación.

"¡Elrohir!" –se acercó corriendo y se arrodilló al lado de su hermano. Elrohir sonrió débilmente.

"Hola… estrellita…"

"Oh, Arwen. Tú también no –se quejó Elrond-. No puedo trabajar con tanta gente aquí dentro. Arwen, llévate a tus hermanos y a Legolas y encárgate de sus heridas. Necesito espacio."

"¿Pero estará bien, padre?" –preguntó Arwen, sujetando la mano de Elrohir con los ojos llenos de lágrimas.

"Lo hará si puedo encargarme de él en paz."

Arwen se inclinó y besó a Elrohir en la frente.

"Mejórate, ¿me oyes?"

Entonces se enderezó y sujetó de la mano a quien tenía más cerca, que resultó ser Aragorn. Tiró de él y les dijo a los demás que la siguieran, los cuales obedecieron a regañadientes.

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Legolas miró con cariño a Narasene, la sobrina de Glorfindel y mejor amiga de Arwen, mientras le limpiaba la sangre del corte en el antebrazo. Estaba más bonita que nunca. Alzó la mano y le acarició una mejilla.

"Te he echado de menos."

Ella también lo miró con sus bonitos ojos verdes. A la vez que sonreía, respondió:

"Yo también te eché de menos, mi señor."

Narasene le vendó la herida con suavidad, mirándolo a los ojos de vez en cuando. Se habían conocido hacía treinta veranos y se habían enamorado al instante. Pero después, Narasene se fue a Lothlorien con Arwen a estudiar medicina, así que esta era la primera vez que se veían en varios años.

Ahora estaban en la habitación de Elladan, al lado de la de Elrohir. Después de que Arwen le pusiera un poco de bálsamo en las heridas, Elladan había vuelto corriendo al lado de su hermano. Al otro lado de la habitación, la hija de Elrond atendía ahora las heridas de Aragorn. Tenían las cabezas juntas y hablaban en susurros.

Legolas observaba la escena en silencio y entonces vio cómo Aragorn le besaba a Arwen la mano gentilmente mientras le atendía la herida de la cabeza. ¡Debería haberme dado cuenta! Pensó Legolas en estado de shock. ¡Siente algo por Arwen! ¡Y ella por él! Ahora comprendo por qué Kel se alejó de ella. Mi hermano sabía que estaba destinada a otro.

Se le hizo un nudo en la garganta al acordarse de su hermano, que había partido hacia las Tierras Imperecederas hacía tres meses. Legolas lo echaba mucho de menos, pero afortunadamente, los hermanos de Rivendel habían pasado el resto del otoño en el Bosque Negro para hacerle compañía. Tras unos días, decidieron viajar a Rivendel antes de que empezara el invierno, para alivio del rey Thranduil. Los muchachos empezaban a hacerle perder los nervios con sus desastres.

"Dile a tu padre que le deseo suerte" –había dicho el rey la mañana de su partida, haciendo que los más jóvenes se rieran a carcajadas. Después había abrazado a Legolas, un poco reticente a separarse del único hijo que le quedaba.

El viaje fue tranquilo… hasta que alcanzaron las estribaciones de Garas. La pequeña tropa fue emboscada por los orcos, casi treinta. Legolas fue el primero en sentirlos, pero en lo que pensaban cómo evadirlos fueron alcanzados. Los cuatro compañeros lucharon desesperadamente, sin entender por qué había orcos tan cerca de la frontera de Rivendel. Y ahí fue cuando Elrohir fue herido de gravedad y se vieron obligados a escapar.

Legolas miró a Narasene.

"¿Desde cuándo?" –susurró, señalando disimuladamente a la otra pareja.

Narasene se encogió de hombros, divertida.

"Desde primavera, justo después de que volviéramos de Lothlorien. El señor Elrond no lo sabe" –respondió.

Legolas puso los ojos en blanco. Genial. Habrá fuegos artificiales cuando lo averigüe.

"¡¿No te dije que no entraras?! –Elrond apareció en la puerta de repente, arrastrando tras él a su hijo mayor y se detuvo de golpe al ver a su hija abrazada por Aragorn.

La pareja se separó como si acabaran de ser golpeados por un rayo y miraron a Elrond, intranquilos. Elrond no dijo nada, empujó a Elladan para que entrara y ordenó:

"¡Quédate aquí! ¡Y no vayas hasta que haya terminado!"

"¡Pero puedo ayudar! Por favor, padre, es solo que no pude quedarme fuera al oírlo gritar cuando sacaste la flecha…"

"¡A quien haré gritar es a ti si me desobedeces! –Elrond suspiró-. Te ruego que te quedes aquí, Elladan. Elrohir estará bien. Te llamaré cuando termine, lo prometo."

Tras una última mirada hacia Aragorn y su hija se fue, dejando tras él solo el silencio. Aragorn evitaba mirar a Elladan mientras Arwen acababa de curarle y el gemelo los observaba, con los brazos cruzados. Un poco incómodo, Legolas tomó a Narasene de la mano y salieron de la habitación en silencio.

Cogidos de la mano fueron al jardín del palacio, directamente al enorme sauce que era su lugar favorito para reunirse. Legolas se sentó en el suelo con la espalda apoyada en el tronco del árbol y abrazó a Narasene. Ella suspiró y apoyó la cabeza en su hombro, con la mano apoyada sobre su corazón.

"Pareces un poco triste, mi señor –dijo-. No te preocupes. Elrohir estará bien. Elrond lo ha dicho."

Legolas sonrió. Ella seguía diciéndole así a pesar de que le había pedido que le llamara por su nombre, como los demás. Pero en realidad no le importaba. Le sonaba cariñoso viniendo de ella.

"Lo sé, Nara. Solo pensaba en Kel."

Narasene lo miró.

"¿Kel? ¿Tu hermano? Tienes razón, no lo he visto. ¿Por qué no está contigo? Sois inseparables."

Legolas la miró a los ojos que brillaban en la oscuridad.

"Ya nos hemos separado, mi dulce señora. Ha navegado… a las Tierras Imperecederas."

Ella abrió los ojos como platos.

"¿Cuándo?"

"Hace unos tres meses."

"Oh, mi amor…" –lo abrazó, comprendiendo cómo debía sentirse.

Ambos se quedaron un poco más bajo el sauce, ocultos de las miradas por las ramas que se movían suavemente con la brisa nocturna…