Todos los personajes de la serie de Inuyasha pertenecen a la genial Rumiko Takahashi ninguno de los personajes me pertenece a
Todos los personajes de la serie de Inuyasha pertenecen a la genial Rumiko Takahashi ninguno de los personajes me pertenece a mi aunque lo que diera por poder tener aunque sean los ojos de Inuyasha Ahaaa vv….aclarado esto aquí vamos.
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Myself
Por Mimi chan
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Prologo
La joven mujer bajó del avión estiró los brazos y miró al cielo, era un hermoso día, realmente lindo, el cielo era brillante y un ave pasó volando sobre su cabeza.
-Mmm – se estiró lo más posible y se acomodó un sombrero de paja en la cabeza - este lugar es tan lindo como lo recuerdo.
Entro los pasillos que la llevaron a los andenes, y buscó algún rostro familiar entre la gente que iba y venía en el aeropuerto a toda prisa, pero fue encontrada antes de que pudiera ver a nadie.
-Kagome chan.
La chica volteó a su espalda. Y vio al hombrecito detrás de ella, lo reconoció enseguida.
-Oh Myouga jiji – se abalanzó contra el hombrecito en un abrazo intempestivo – pensé que ya no me recordaría ¿Cómo esta usted?
-Muy bien Kagome chan, - dijo cortésmente - ¿Cómo esta usted?
-Oh very good, England is a beautiful country (Oh muy bien, Inglaterra es un precioso país).
-I see you learn so good to speak English little lady (Veo que aprendió muy bien a hablar ingles pequeña señorita)
-Lo intente – dijo con una sonrisa afable - pero todas las personas me decían que a pesar de los años mi acento no se borraba, nadie notaria el tuyo.
-Estamos muy felices de tenerla de vuelta - dijo a manera de respuesta por el cumplido - justo en este momento querida niña.
-Bueno pues vamos a casa.
El anciano tomó la maleta que la joven había traído con ella, y salieron del aeropuerto, avanzaron a un auto que estaba aparcado en el estacionamiento, un mozo los siguió con al menos otras 10 maletas más.
-Jeje, traje muchos recuerdos – dijo cuando el anciano había mirado casi reprobando tantas maletas - Oh me muero por ver a Kikyou, le he traído unos botas de Praga que la van a matar, por cierto Myouga jiji ¿Cómo ha estado ella? – se distrajo un poco dándole una propina al mozo – espero que quepa todo.
Pasaron un par de minutos acomodando las maletas en el automóvil, casi no cabían pero al final lograron acomodarlas todas.
-Wow, casi pensé que no cabrían – dijo sentada por fin en el asiento de adelante y abrochándose el cinturón - no creas que me he olvidado de ti, te he traído una botella del mejor whisqui que probé en un viaje rápido a Escocia y se que te va a encantar.
-No debió molestarse Kagome chan – dijo arrancando el auto.
-Oh no es ninguna molestia, - dijo alegremente - lo hago con mucho placer.
-Gracias es usted siempre tan amable.
-Pero cuénteme Myouga jiji – dijo de nuevo animada - ¿Cómo están todos?, ¿Cómo están los niños y mi hermana? tengo tantos deseos de verlos.
El anciano mostró una cara llena de tristeza, pero no dejó que la recién llegada lo notara agregó rápido.
-Los niños están muy bien Daiki esta yendo al primer año de primaria y sus profesores dicen que es muy inteligente – dijo viendo como los ojos de la joven a su lado de iluminaban - y la niña Meimi es la niña más dulce que pueda conocer, de hecho los niños han pasado una larga temporada en su casa, al cuidado mío y de la señora Shyouga.
-¿En serio? - dijo intrigada y sacando conclusiones - no me digas, Inuyasha y Kikyou están de viaje.
-Algo así – atinó a responder el anciano.
El auto casi llego a la casa, era una mansión no muy grande en uno de los mejores distritos de Tokio.
La familia Higurashi era una de las familias más poderosas de todo Japón, sus padres había iniciado un negocio de computadoras y tecnología que había tenido un éxito arrollador, pero solo cuando ella tenía 10 años sus dos padres había muerto en un accidente automovilístico, y habían pasado la tutela de el trabajador de confianza de la familia, el anciano Myouga.
Así las dos hermanas habían quedado huérfanas, Kikyou, y Kagome eran gemelas, por orden de nacimiento Kikyou era la mayor y Kagome la menor, solo por dos minutos. Pero de la forma en la que a veces en los hermanos gemelos pasaba ellas eran una la antitesis de la otra.
Kikyou era desde pequeña una niña reservada y tranquila, se había destacado desde niña por su gusto por leer, por la música, ejecutaba el piano con maestría, y con el tiempo, se empezó a codear con la más alta elite de la sociedad de Japón, amaba los viajes, las grandes fiestas, y era amante de la moda, su posición les permitía eso así que no había habido ningún reparo en la vida que llevaba.
Mientras Kagome era una chica de un carácter escandaloso y alegre, era una verdadera delicia estar a su alrededor siempre reía y cantaba, y esto era lo que le había apasionado en su vida, las artes, era cantante, bailarina y escritora y su profesión le había ayudado a viajar por diferentes lugares del mundo.
Pero a pesar de todas las diferencias las hermanas siempre había sido unidas, quizás por que eran solo ellas las que quedaban de la familia Higurashi, abuelos tanto como maternos y paternos habían muerto y sus dos padres habían sido hijos únicos.
Dos piedras que habían sido reunidas por un rió y habían quedado estacionadas juntas en el mismo lugar.
Y ahora ellas eran dos rocas más que el rió había llevado por caminos diferentes.
Cuando Kikyou había cumplido los 18 años se había enamorado de un joven, era el heredero más joven de una de las familias más importantes en Tokio Inuyasha Taisho, Inuyasha y Kikyou se había conocido y se habían mezclado como el dulce y el licor, de una forma embriagante y posesiva que los llevo al matrimonio, cuando llevaban solo 6 meses de noviazgo.
Y no se podía quejar, los dos se daban la gran vida, viajes, lujos y excesos juntos hasta el momento en que decidieron tener un hijo y sentar por fin cabeza.
Después de que Kikyou llevara algunos años de casada, Kagome había decidido emprender un viaje muy largo para aprender idiomas, estudiar, y conocer un poco más el mundo, paso 6 años viajando en toda Europa y después de ese tiempo había decidido regresar, con la idea de sentar ella también cabeza.
Llegaron pronto a la casa y los sirvientes espesaron a sacar las maletas del auto, afuera la señora Shyouga esperaba por ella en un efusivo abrazo.
-¡Shyouga jichan! - corrió a ella con un abrazo no menos efusivo que había tenido con el anciano en el aeropuerto - que gusto verla de nuevo
-¡Oh mi dulce niña! – le devolvió el abrazo cariñosamente la mujer de cabello cano - que bueno que ya ha regresado a casa, nos hacía tanta falta.
-Y a mí - la tomó de las manos - Dios en ningún lugar del mundo hallé nunca un Odem mas rico del que tú haces, aunque no me puedo quejar de la comida italiana, es tan dulce.
-Y nunca lo encontrara niña – dijo orgullosa.
-Deberías patentarlo como KFC – dijo divertida.
-¿Y ese quien es niña? – dijo confundida la mujer mayor.
-Oh – dijo con una risa divertida – no te preocupes después te explicare. Entonces Inuyasha y Kikyou están de viaje, que lastima yo tenía tantas ganas de ver a mi hermana, ¿Hace cuanto de fueron?
Los ancianos se miraron uno al otro, y luego a la joven, tratando de no parecer alarmados.
-¿Por que no va a ver a sus sobrinos primero? – la animó el anciano a su espalda - seguro los encontrara irreconocibles.
-Tienes razón, vamos vamos.
La anciana tomó a la mujer y la llevó al patio de atrás donde los dos niños jugaban con una pelota feliz de la vida. Eran preciosos, más de lo que recordaba, a Meimi casi no la conocía pero a Daiki si, era un niño hermoso de 2 años que a penas hablaba cuando se fue, y Meimi era apenas una recién nacida.
-Daiki, Meimi, vengan aquí – los llamo la anciana, los niños se acercaron a prisa.
Kagome los esperaba junto con la anciana, eran hermosos, los vivos retratos de sus padres.
-Tía Kagome… - Daiki fue el primero en apresurarse a su lado, y se arrojo contra ella esta lo recibió feliz.
-Daiki -lo abrazó feliz de la vida - mi pequeño sobrino favorito ¿Cómo estas?
-Muy bien tía, - dijo el niño feliz y volteó a ver a su hermana que estaba a un par de pasos de ellos - ven Nee chan, ella es tía Kagome, la que siempre nos manda juguetes en el año nuevo, la que te mando la muñeca de rizos dorados.
La niña la miró con cierta desconfianza, era idéntica a Kikyou, no solo físicamente con su lacio y largo cabello negro y sus ojos trémulos y piel de alabastro si no que se parecía mucho a la niña que Kikyou había sido, algo tímida y casi temerosa.
-Meimi san – dijo y le extendió su mano con solemnidad – es un placer verla de nuevo.
-Gracias – dijo con el mismo donaire que su propia madre había demostrado a su edad – el gusto es mío, tía Kagome.
-Saben he regresado de un largo viaje y traje un montón de regalos – dijo en modo de complicidad con los dos pequeños en voz baja – traje unas barras de chocolate ingles que son casi un pecado, aprovechemos que no están sus papas y comamos hasta reventar, hay un montón de series de anime que quiero ver, ¿Cuál es tu favorita Dai kun?
-Full metal Artemich – dijo en un muy buen ingles - es muy buena tía, me gusta mucho.
-¿Y tu Meimi san? – le pregunto a la pequeña poniéndole toda su atención.
-Bueno… full moon. – dijo haciendo sonar las "L" como "R" que era un sonido más japonés.
-Las dos suenan muy bien, - dijo animada y pregunto - ¿las tienen en video?
-No – respondió Daiki.
-No importa enviare a Myouga jiji a Mandarake y compraremos las dos series, nos hartaremos de chocolate y nos divertiremos como enanos.
-Si – Daiki se colgó de su cuello alegre y la pequeña le dedico una sonrisa tímida.
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Eran ya las 10 de la noche cuando había terminado de ver los últimos capítulos de Full Moon, Kagome estaba complacida de que Meimi tomara gusto por una serie tan llena de esperanza, además el tema de salida no terminaba de salir de sus sistema, Daiki se había aburrido y dormido, pero las dos chicas se quedaron viendo la serie hasta el final lo que las había acercado.
En la habitación de Kagome, la señora Shyouga estaba preparando la cama para poder dormir, la habitación que había ocupado toda su vida no había cambiado nada, y toda su ropa estaba acomodada en los armarios, pero algunas maletas estaban todavía armadas, la mayoría eran solo regalos.
-Son niños maravillosos, - le comento a la anciana, mientras se metía en la cama y se acomodaba el cabello con una liga en una gruesa trenza – Dios como envidio a Kikyou, Daiki es un diablillo y Meimi es idéntica a ella, debe estar loca por ella.
-Mañana hablaremos de todo eso niña - le respondió casi fríamente - ahora por favor duerma, no ha descansado nada.
-Si - di un largo bostezo como para afirmar lo dicho - estoy exhausta, hasta mañana jichan
-Hasta mañana niña.
La mujer la arropó y apagó las luces para dejarla descansar hasta el siguiente día. Kagome se deslizo con velocidad al sueño, pero su instinto de decía que en medio de todo eso algo no estaba bien. "Sea lo que sea lo averiguare mañana" se acomodo las cobijas hasta los hombros y se quedo dormida.
Fin prologo
10 de Febrero de 2007
2:05 a.m.
