Sea como sea, nunca escoges mi camino
Por un largo pasillo de la agencia Kyouko-chan caminaba con su llamativo uniforme rosa, como siempre. Pero el destino la llevó a toparse con aquél hombre de sonrisa tan encantadora, su actitud seductiva con ella. Bautizada como "El Emperador de la noche"
"Estás ahí, frente a mí como en cualquier otra ocasión."
Su sorpresa llegó antes que la alegría, creyendo ver en Tsuruga Ren una mueca de disgusto por un instante. E inmediatamente le sonrió de manera deslumbrante, cegándola un poco; le disgustaba que todas las mujeres ardedor estuvieran al punto del desmayo por eso: cualquier chica a la que le sonrieran así creería en una estúpida esperanza amorosa.
Por suerte ella no era una chica ingenua, fácil de enamorar. Su senpai sólo era amable.
"Me pareció verte molesta de verme, pero con tu sonrisa mi molestia se desvaneció. Igual correspondí, esperando que entendieras que iba sólo para ti."
Kyouko dio un paso al frente, pero en un instante sintió una conocida sensación: sus demonios comenzaron a emerger con rostros violentos.
Shoutaro estaba cerca.
Venía por unos de los pasillos de la agencia de televisión ala cuál acudió a un trabajo. Sonriendo arrogante, avanzando hasta ella… sin embargo, se detuvo un momento y le señaló su costado, quería que ella viniera a él.
"Enfureces, de la nada. Mirando alrededor lo encuentro, al maldito bastardo que te indica ir con él…
No vayas… Por favor…"
La chica enfureció, dejándose llevar un poco por el odio y sin tomar en cuenta la escena que estaba interpretando. — ¡Shou! —Gritó con todas sus fuerzas, ignorando los murmullos de alrededor sobre elogios a dos de los personajes más famosos del mundo del espectáculo y las fuertes criticas cargadas de veneno contra la que despreciaba una sonrisa de Tsuruga Ren-san y maldecía a Fuwa Shou-chan.
—Kyouko…—Escuchó la voz maldita del ser venido del inframundo. Ladeó el rostro y se encontró muy de cerca con el vocalista principal de la banda Vie Ghould, rivales eternos del solista Shou.
"El mundo parece estar en mi contra, cerrándose sobre mí. Primero Fuwa, ahora él, todo parece ir antes que yo y eso me enfurece. Ahora vas contra aquél bastardo, olvidándose de mí…"
Estaba por correr contra el bastardo número dos, cuando de pronto recordó la presencia de su senpai, quien irritado intercambiaba miradas asesinas con ambos jóvenes; rivales de su amor.
"Aunque aún no te des por enterada, la meta eres tú, mi Kyouko-chan.
Lamentablemente en esta ocasión te encuentras en el medio del campo de batalla."
Y aunque la ambarina deseaba ir a saludar como se debe a su senpai, que la protegiera del beagle y pedirle perdón por reaccionar así frente a su enemigo no resultaría. Tenía tres caminos, pero en realidad no deseaba ir por ninguno. Sentía que si lo hacía, significaba más de lo que en realidad se viera.
"No me agrada ver tu confusión… ¿Qué soy para ti? No puedo llamarte por tu nombre, no me tienes confianza, no avanzas a mí pidiendo ayuda contra esos dos. ¡Maldita sea! ¡Tenme algo de compasión! ¿No ves que esta situación me irrita…?
¿A quien escogerás?"
—Tranquila Kyouko…8Se dijo a sí misma. Pero su terrorífica aura atraía a Reino hacia ella, encantado de la suprema esencia demoníaca. Y por el incidente cuando recién lo conoció, Shoutaro fue inmediatamente para protegerla.
Ambos peleaban por ella.
Ren fue el único que no se movió.
"Ambos van por ti, libremente. No hay nada que los ate de mostrar su interés en ti, no hay paso que den que no éste a punto de ocasionar una ruptura en la relación que mantienes con ellos."
Escuchaba los gritos y palabras venenosas entre ambos jóvenes, pero en realidad no importaban tanto. Lo único que veía era a su senpai inmóvil, con el puño cerrado y temblando de rabia. Su rostro, algo oculto por su cabello, se alzó mostrando la fiereza de sus ojos… Tsuruga-san de verdad daba miedo.
"¡Maldición! ¿¡Porque no puedo ir a arrebatarte de ellos! Sencillo: no sé que harás. Si hago algo delatando lo que siento podría espantarte, más de lo que estás ahora. Pero no puedo evitarlo, estoy furioso."
— ¡¿Por qué la llamas Kyouko! ¡No tienes derecho de tratarla tan familiarmente! —Replicó Shou, irritando ante la sonrisa de aquella copia barata de vocalista.
—Ya te lo dije, Kyouko debe ser mía. —Resopló. —Puedo llamarla Kyouko si yo quiero.
— ¡Basta los dos! —Intervino ella. Saliendo del trance de ver a su superior. Necesitaba calmarlos y luego deshacerse de ellos… sino Tsuruga-san seguiría enfadado por su ineptitud para controlar los problemas. Debía ser eso, no había otra razón.
"Suspiré, basta ya de sufrir. Sé que ella saldrá del problema, porque ahora estoy muy dolido como para actuar.
Por un momento me ilusioné con que me pedirías ayuda, pero volteaste inmediatamente a calmar a ambos. Bueno, ya no me importa… doy media vuelta para irme."
Tardó un poco, pero logró que los dos se largaran. ¡¿Por qué precisamente cuando vio a su senpai, después de varios días? Todo parecía estar en su contra ya que, al dar media vuelta a encararlo, ya no estaba cerca…
Sólo su silueta, caminando a través del largo pasillo le hizo sentir una opresión en el pecho. No le gustaba la sensación, de estar tan lejana a él. No sólo físicamente, sino como algo más.
"Y aquí voy, a sonreír falsamente el mundo exterior. Si tan sólo fueras capaz de saber lo que me causas al hacerme a un lado.
Siento que, sea como sea, nunca escoges mi camino."
