PREFACIO:

Me sentía viva y muerta a la vez.

Todo era tan confuso que mi cabeza daba vueltas sin parar, y comenzaba a tener nauseas. Seguramente vomitaría en cualquier momento si alguien no me sujetaba.

Por fin lo había llegado a comprender, mi decisión había sido totalmente inesperada por mi parte. Me sorprendí a mi misma como hacía tanto que no lo llagaba a hacer; y, sé que estaba siendo muy egoísta, que se me consideraría un monstruo horrible y que lo más posible sería que todo el mundo me rehuyera después de esto… sobretodo él.

La comprensión llegó con la misma rapidez que un rayo a un árbol en el bosque, con la misma fuerza que un balazo en el cuerpo y con la misma certeza con la que mi corazón latió desbocado, haciéndome daño en las costillas.

Le hacía daño a Edward por todo lo que había decidido, por la decisión que opté tomar… aun después de haberle prometido ser suya por toda la eternidad, pero, lo que más me dolió no fue todas las miradas desconcertadas que me siguieron hasta que desaparecí de la iglesia… sino la sonrisa llena de amargura que me dedicó él, mi vampiro favorito.

Edward tan sólo asintió con percepción ante mi total y rebuscada decisión, pues él mismo lo había entendido incluso antes que yo.

Y, me dejó ir… ir a su lado.

Mi corazón se partió en cachitos tan pequeños como los propios glóbulos rojos que corren por mi cuerpo, que circulan sin pensar, ajenos a todo el dolor que experimentaba por los sitios más recónditos de mí ser.

La cara de profundo desconcierto de Charlie me hizo sentirme aun peor mientras atravesaba la enorme puerta de la iglesia y desaparecía, Reneé sin embargo, sorprendentemente parecía relajada. Al contrario que Charlie y todos los demás invitados, se mantuvo quieta en su asiento asignado al lado de Phil.

Todo era tan dudoso… me parecía que era todo una pesadilla de la que me acababa de despertar. Pero, desgraciadamente había sucedido, lo había hecho.

Probablemente nunca volviera a verlos, y eso me dolía tanto que de nuevo, el vacío inmenso que me asoló el año pasado, se volvió presente, tan o más que mi propia incertidumbre sobre qué sería de mí a partir de entonces.

Solté un sollozo, y me agarré las rodillas, dejando reposar mi cabeza en ellas. Meciéndome con parsimonia.

Era una persona horrible, había dañado a cientos de personas y sobretodo a él y a su familia.

Mi familia.

En mis labios se formó una mueca de desagrado, en estos momentos, se me hacía tan lejana la época en la que deseaba que los Cullen fueran mi familia, que me desconcertaba todavía más.

Notaba como mi cabeza cuerpo comenzaba a adormecerse, pero, mi cabeza seguía dando vueltas a velocidad de la luz. Las caras de desaprobación de mis amigos se me repetían constantemente en la memoria, provocándome otra náusea más.

Al principio, cuando se enteraron de que me iba a casar con Edward me miraron como si estuviera loca, y posiblemente Mike llegó a replantearse meterme en un loquero… sin embargo, al final, cuando faltaban tan sólo horas para el evento, me sorprendieron con cálidos abrazos y palabras reconfortantes. Incluida Jessica. Que era quien, al principio, lo había visto todo más negro que los demás.

Me sequé las lágrimas que ya se deslizaban por mis mejillas con la palma de mi mano sana, me sorprendía a mi misma por poder seguir llorando. Creía haber derramado tantas lágrimas que me resultaba difícil la idea de verme llorar por lo que fuera en un futuro próximo.

Y de nuevo, la misma pregunta que llevaba haciéndome minuto tras minuto, segundo por segundo… "¿Qué sería de mí ahora?". "¿Sería capaz de sobrellevar mi vida sin caer en un abismo?".

Un desagradable ardor en la boca de mi estómago me hizo levantarme de un salto, y correr hacia el baño.

Abrí la tapa del wáter con rapidez, y metí mi cabeza en él, vomitando por fin… dejando que mi cuerpo liberase toda su frustración de ese modo.

Cuando me convulsioné sin poder vomitar más, me limpié la boca con un trozo de papel, y me incorporé demasiado rápido, provocando que mi cuerpo desfalleciese y cayera al suelo.

Cogiéndome del lavabo, me levanté. Mantuve acerca de un minuto mi cabeza hacia abajo, por miedo a vomitar de nuevo. Pero, sabía que no volvería a hacerlo, al menos no ese día.

Levanté mi cabeza, y mis ojos dieron de lleno en el espejo, en donde mi reflejo se mostraba tan o más horripilante que mi decisión.

Más lágrimas cayeron por mis mejillas paliduchas, mi piel parecía transparente para entonces, nunca me había visto tan pálida. Mis labios tenían sangre seca, fruto de haberlos mordido con ferocidad horas antes. Y mis ojos, mis ojos estaban tan rojos que el color de mis iris me sorprendió.

Parecía una muerta.

O mejor dicho, estaba muerta.

Ya era una muerta, al menos en sentido figurado.

Una sonrisa que más bien fue una mueca se formó en mis labios, casi podría parecer un cadáver. ¿No era eso lo que había pedido?.

Todos mis pensamientos desagradables se esfumaron al escuchar como alguien llamaba insistentemente en la puerta. Y que, a raíz de que no contestase a su llamada, abriera y me buscara dentro.

-¿Bella?, hija dónde estás.

Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas al escuchar a Reneé.

No podía evitarlo, era escuchar su voz, y me volvía a poner a llorar como un bebé desatendido.

El sollozo ahogado que salió involuntariamente de mi boca, fue lo que llamó la atención de mi madre, que inmediatamente de encontrarme me abrazó con fuerza. Intentando transmitirme por medio de ese abrazo toda la fuerza que ella podía intentar darme.

Sentí sus labios sobre mi cabeza, y tras esos las suaves caricias que me daba en el pelo. Deseaba que no lo hiciera, que no me reconfortase con palabras, pero lo hizo:

-Hiciste lo adecuado aunque no lo creas, ese chico era muy…

Me estremecía ante lo que diría a continuación:

-Era demasiado diferente a ti, cariño –concluyó con un tono de voz demasiado animado para mi gusto -, la decisión fue la correcta. –terminó susurrándome en uno de mis oídos.

Cerré los ojos enfadada, no soportaba como me mimaba Reneé en esos momentos. Yo no me lo merecía, tan sólo tendría que recibir insultos y miradas cargadas de veneno. No palabras aterciopeladas que cubrían lo que había hecho.

Desenterré mi cabeza de entre sus brazos, y la miré con dolor.

Reneé intentó acercarse, pero la paré alzando mis brazos:

-No, no lo hagas mamá… no lo merezco. No sigas, por favor.

Percibí la contradicción en sus ojos. Aun así, debió darse cuenta de lo mal que estaba, y me hizo caso.

No volvió a hablarme, tan sólo se sentó a mi lado, pasándome un brazo por los hombros a la vez que yo volcaba mi cabeza en su hombro buscando refugio.

El olor dulzón de sus cabellos me relajó poco a poco, el sueño que no había podido conciliar durante días parecía regresar azorado. Y me sacudió con violencia.

Bostecé un par de veces, y Reneé comenzó a acariciarme el pelo como solía hacer cuando era niña para que me durmiese.

Cosa que al parecer surgió efecto, porque mis párpados cayeron pesadamente convirtiéndolo todo en negro…

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Pude dormir durante varias horas sin pesadillas, gracias a mi madre.

Desperté a eso de las seis de la mañana.

"Demasiado temprano para la gente de Forks".

Quise actuar de manera rutinaria, por lo que, tras darme una ducha y vestirme cómodamente. Bajé sin apetito a la cocina, en donde comencé a preparar un desayuno suculento para Charlie, Reneé y Phil.

Lo cierto es que en las dos semanas que habían transcurrido desde lo sucedido –mi cuerpo se estremeció de tan sólo pensarlo-, no había visto ningún indicio de irritación o incluso hosquedad en el trato que Charlie le ofrecía a Phil, y a la inversa.

Nunca podrían ser amigos, eso estaba claro, pero se comportaban de manera cordial. Cosa que me revolvía el estómago más que nada. Porque sabía que a Charlie la idea de que Reneé se hubiese presentado para asistir a mi…-me esforcé por no pensar en ello por mi bien- "al evento", junto con Phil, no le había agradado lo más mínimo.

Dentro de lo que cabe yo lo comprendía bastante bien, él siempre había querido que recordaran a mi madre de manera "saludable" en Forks, no obstante, Reneé mandó todo al traste al venir junto con su nuevo marido, y papá no pudo evitar que cientos de cotilleos se provocasen a causa de su presencia.

Reneé parecía absorta, no había hecho ningún comentario hiriente de vuelta a las cotillas que habían hablado de ella, Charlie y Phil en su presencia. Yo más bien quería pensar, que en vez de ser una inconsciente, se intentaba comportar de manera natural. Todo lo natural que le era posible por mí.

Y, aunque todo fuera demasiado raro, se lo agradecía –a mi manera, por supuesto-. Escuché bajar a alguien por las escaleras.

Tomé aire, armándome de un valor –que en realidad no tenía-, y saludé a mi padre con una forzada sonrisa.

Noté la sorpresa en sus ojos, pero Charlie sabía que lo estaba intentando. Por lo que, él me devolvió la sonrisa –la de él sincera-, y se acercó hasta la encimera olisqueando como un perro el desayuno y frotándose su incipiente barriga con parsimonia.

-Me esperaba cualquier cosa menos esto.

Sabía que tenía doble sentido la frase, aun así, quise contestarle sin perder esa sonrisa tan forzada:

-Si no te apetecen tortitas puedo preparar otra cosa.

Charlie meditó mis palabras con expresión ceñuda, pero, pasados unos instantes en los que comenzaba a perder la esperanza de irme de "rositas", su expresión se relajó:

-No te preocupes hija, unas tortitas son siempre bien recibidas en esta casa.

La sonrisa forzada que había tenido que formar antes en mis labios, volvió a formarse, sólo que esta vez menos a la fuerza que antes.

Le serví un par de tortitas en un plato, y una taza de humeante y recién café hecho. Que, olía a gloria. Y me senté a su lado, observándole comer en silencio.

Aunque, Charlie no dio ni tres bocados a su primera tortita cuando me miró confundido:

-¿No piensas comer?.

Quise responderle de manera muy mordaz que no. Pero, la mirada llena de preocupación que me estaba dedicando, me puso el vello de punta. Por lo que, finalmente accedí a comer una tortita con un vaso de leche.

Bastante daño les había causado ya mi sufrimiento a mis padres, como para que ahora dejara de comer.

Sabía que Charlie tenía miedo de volver a verme como hacía ahora un año y cuatro meses, exactamente como me encontraba después de la desaparición de Edward.

Un escalofrío me recorrió la espina dorsal al rememorar su nombre, mi cerebro era astuto y no había querido formar su imagen en mi memoria. Pero, escocía igual.

Las ganas de llorar volvieron, por lo que, comí lo que me quedaba de desayuno con la mirada gacha, escapando de la mirada inquisidora de Charlie.

Tras terminar, lavé el plato y el vaso en el fregadero. Y, sin querer aguardar a que mi padre terminase de desayunar para lavar también su plato y vaso, salí casi corriendo hacia mi habitación, a sabiendas de que dejaba abajo a un perplejo Charlie.

Cerré de un portazo mi habitación, y en el trayecto hasta mi cama, comprendí que mis piernas no iban a ser capaces de llegar hasta ahí. Por lo que, me dejé caer en el suelo. Agazapada como una pulga, abrazándome con dolor mientras sollozaba.

Era tal el dolor, que pronto quedé inconsciente.

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Recuperé el sentido poco después, y estuve allí tumbada de costado en el suelo, abrazándome a mi misma durante horas.

Horas que parecieron segundos.

Mis ojos escocían, había derramado tantas lágrimas que ahora estaban deshidratados. Así que, a sabiendas de que me sería imposible caminar hasta el baño. Me arrastré hasta él, y como ya hice el día anterior, me levanté agarrándome al lavabo que crujió furiosamente ante mi peso.

Me lavé los ojos y la cara. Y me esforcé por no mirar mi reflejo en el espejo, por miedo a qué podría encontrarme.

Mis piernas reaccionaron cuando terminé de lavarme, y sentí un alivio al poder caminar hasta mi cama, y echarme encima de ella.

Miré al techo durante otras cuantas horas, metida de lleno en mis demonios interiores.

Cuando, escuché las voces apagadas de Reneé, Phil, Charlie y alguien más que me era imposible reconocer debido a la distancia.

Curiosa por primera vez en días, me incorporé y con todo el cuidado que mi cuerpo agotado me dejó, me asomé desde las escaleras.

-No me parece lo más adecuado Charlie. Aun no está preparada, ¡y lo sabes!.

Esa era la voz de Reneé.

-¿Insinúas que no sé tratar a mi hija, que no la comprendo?.

Me sorprendió la voz tan ruda de Charlie, no recordaba nunca haberlo oído hablar así. Ni siquiera cuando Edward venía a casa…-imploré no caer en el abismo tras ese recuerdo-, y me esforcé por centrarme en la conversación:

-Creo que lo más correcto, sería preguntárselo a ella antes de hacer nada.

La voz de Phil me sorprendió:

-¿Quién ha pedido tu opinión?.

Tras el ataque de Charlie –que realmente me sorprendió-, escuché el sonido de una bofetada.

Me tensé inmediatamente, seguramente Reneé le habría pegado a mi padre. Y es que los ánimos después de mi "fallida boda", estaban demasiado revolucionados. Más entre mi padre y mi madre.

Más voces me volvieron a la realidad:

-Pienso llevar a Bella hasta La Push si es necesario. La vuelta de Jacob no le hará más que bien.

Fue suficiente, mis oídos se ensordecieron. Y mi cuerpo tembló como gelatina.

Jacob había regresado por fin, mis labios temblaron igual que mi cuerpo y tuve que apretarlos con todas mis fuerzas. Me agarré a la barandilla del comienzo de las escaleras.

Había vuelto… mi corazón latió como hacía tanto que no hacía, y entonces mi cuerpo reaccionó como si me hubiera quemado.

Bajé corriendo las escaleras resbalando al final, pero conseguí no caerme al sujetarme siempre de la barandilla. Las miradas sorprendidas de todos se posaron en mí, pero sólo pude fijarme en Billy.

Éste tenía la frente arrugada, y me miraba con interés tras sus ojos oscuros –tan o más oscuros que los de su hijo-. Caminé hasta estar a su lado, y me agaché para poder estar a su altura.

-¿Es… -mi voz tembló, y la forcé para que no lo volviera a hacer – es cierto?, ¿Jacob ha vuelto?.

Necesitaba escucharlo por parte de Billy, confiaba más en su palabra que en la de Charlie.

Billy esperó unos segundos a contestarme, segundos que se me hicieron eternos:

-Sí. Pero...

No le dejé terminar, porque eso fue todo lo que necesité, prácticamente corrí hasta la entrada, y salí de allí. Entrando en mi vieja camioneta, y metiendo las llaves en el contacto.

Por primera vez, el ruidoso sonido del motor de mi coche, no hizo más que provocarme satisfacción, una satisfacción que se vio acentuada cuando pisé a fondo hasta alcanzar los máximos noventa kilómetros que mi coche podía alcanzar, directa a La Push.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

"¡Hola!, éste es mi primer Jake y Bella que escribo. No estoy del todo segura de si hay suficientes fans de esta pareja. De todas formas, agradeceré todos los reviews -sólo continuaré si los recibo- que me enviéis. Gracias por leerme".