Hola chicos, como lo prometido es deuda aquí la continuación oficial y canónica de "El Correcto" solo que con Sesshomaru y Rin de protagonistas, el sistema de publicación es el mismo, denme comentarios y publico más rápido, y sin comentarios me tardo más de lo necesario. También acepto peticiones para la historia según vayan saliendo los capítulos, hay contenido para adultos, así que se recomienda discreción, sin más que añadir hasta ahora, lean disfruten y comenten.

p.d. como viene día de muertos habrá un mini fic especial con el tema.

p.p.d. este capítulo funge como prólogo para aquellos que no han leído todavía la precuela de la historia es decir "el correcto"

Dualidad y Sentimientos

Summary: perdió seis años de estar junto a ella, ahora tiene una nueva oportunidad, pero no será tan fácil, existen muchos sentimientos entre ellos, pero el orgullo y el carácter de ambos podrán muchos obstáculos para conseguir su relación soñada.

Disclaimer: los personajes pertenecen a la gran mangaka Rúmico Takahashi, yo solo los tomo prestados, pero la trama es mía.

Envidia

Estaba ahí sentado en ese sofá con una copa de vino, viendo divertido como su hermano se movia como un tlaconete salado, era patético, el inútil estaba tan nervioso que ni siquiera era capaz de anudar su corbata de moño en condiciones, al final su padre había tenido que ayudarle. Se rio sin poder evitarlo, ¿Cómo se podía llegar a ser tan patético? Y sobre todo por algo tan inútil como el amor de una mujer.

- Inuyasha estate quiero ya, o no podre atarte el nudo - escucho el regaño de su padre, y volvió a sonreír, tanto que incluso le dolió la mandíbula, rara vez sonreía tanto, pero esa situación claramente lo ameritaba.

- lo siento, es que estoy muy nervioso – escucho el intento de disculpa de su medio hermano, que seguía retorciéndose como un gusano en el anzuelo.

- es normal hermanito, estas por echarte un nudo pero bien apretado al cuello – no pudo evitar reírse con burla, Inuyasha se giró para mirarlo, y casi se carcajeo, de verdad se veía cómico con su rostro preocupado y molesto.

- anda búrlate, pero yo sé muy bien de que estas pero bien verde de pura envidia – estepo Inuyasha, pero la sonrisa de Sesshomaru solo se estiro y reacomodo, dándole otro sorbo a su copa de vino, que, cabe señalar, era de muy buena calidad.

¿Envidia? Era una palabra que Sesshomaru Taisho jamás había tenido en su vocabulario, más bien era a él quien la gente solía envidiar, además ¿Por qué no hacerlo? Era inteligente, guapo, exitoso y rico. Nunca necesito envidiar a nadie, pero… miro a la gente reunida en ese salón, todo decorado con colores pastel e imágenes infantiles, agito el vino en su copa por enésima vez, aunque seguramente ya estaba tibio a causa de todo el tiempo que llevaba en su mano. ¿Pero qué demonios estaba haciendo ahí? Una estruendosa carcajada masculina fue su respuesta, claro su padre le había ordenado ir al bautizo de esa creatura. Dio un sorbo la vino para ocultar una mueca de desdén, solo porque su inútil medio hermano tenia ahora progenie su padre quería que se comportaran como una familia de catálogo… "me largo de aquí" decidió, no valía la pena quedarse ahí a perder el tiempo, tenía mucho trabajo que hacer.

- ¡Sesshomaru!- gruño al escuchar esa odiosa voz, por favor apenas y había dejado la copa de vino en una mesita y solo esperaba que le trajeran su abrigo, ¿Qué quería ese idiota con él?

- ¿Qué quieres? – le gruño molesto.

- por favor cuídala un segundo mientras busco a Kagome, pronto le dará hambre y no trajimos formula – le pidió mientras sostenía un bulto envuelto en pañales.

- no tengo tiempo, estoy a punto de irme y… - se dispuso a rechazarlo pero antes de siquiera formular las palabras el muy bestia empujo ese bulto entre los brazos.

- no me tardo nada ¡si ves que quiere llorar arrúllale suavemente! – antes de poder gritarle el muy cobarde había desaparecido escaleras arriba.

Bufando sujeto lo mejor que pudo esa cosa, se sentó en uno de los sillones de la entrada y se dispuso a esperar, al menos parecía que esa cosa estaba dormida, odiaría tener que lidiar con los llantos de un bebé. Estaba comenzando a preguntarse cuando volvería ese idiota cuando el bulto se removió, bajo la mirada solo para encontrarse con un par de ojos tan dorados como los suyos, que lo miraban con profunda curiosidad. Se le quedo viendo durante un momento, bien, nadie podía negar que esa niña fuera parte de la familia Taisho, sus ojos dorados y la pelusilla plateada de su cabeza lo confirmara, pero los rasgos suaves y la forma de las cejas eran definitivamente heredados por su cuñada.

- encantador – escucho la voz burlona de su padre, levanto la mirada con el ceño fruncido.

- ¿sabes? Aun espero verte así pero con uno que sea tuyo – le guillo un ojo Inuno a su hijo menor, Sesshomaru frunció el ceño.

- sandeces, yo no necesito nada de esto – se quejó con un bufido, él no tenía tiempo para perder criando niños, no si quería mantener a Taisho corp. En la cima. Estaba apunto de agregar algo más cuando una manita tomo un mechón de su cabello y tiro con demasiada fuerza.

- ¿vez a lo que me refiero? – gruño intentando zafarse, pero esa cosa era fuerte.

- eso dices ahora pero no dudo que algún día pueda verte correteando por con un pequeño niño o mimando a una encantadora niña – sonrió Inuno luego de ayudar a que él bebe soltara el cabello de su tío; Sesshomaru por su parte decidió no agregar nada, pues le saldría contra producente, lo que si no puedo evitar fue preguntarse qué hacia el inútil de Inuyasha que no regresaba.

- padre ¿esta cosa es de aguas? – pregunto luego de varios minutos de silencio.

- ¿Qué? Claro que no ¿Por qué lo preguntas? – pregunto Inuno extrañado, ni que se tratara de un perrito.

- porque esta agujerada – se quejó pasándole el bulto y sacudiendo su brazo derecho completamente empapado. Su padre se hecho a reír mientras acunaba a su nieta entre los brazos, aunque Sesshomaru no le veía la gracia.

- vamos, eso significa que esta cómoda contigo, de hecho creo que le agradas – intento explicar Inuno mientras hacía morisquetas a la niña, la cual respondía con graciosos soniditos.

- sandeces – bufo el joven intentado secarse el brazo con una servilleta de tela, genial, esa camisa le gustaba y estaba recién salida de la tintorería.

- nada de sandeces, tu solías hacer lo mismo cuando eras pequeño, no tienes idea de cuantas veces tenía que cambiarme las camisas – la expresión de perturbación de Sesshomaru fue tal que Inuno lamento profundamente no tener su celular o una cámara a la mano.

- es hora de que me vaya – murmuro molesto y luchando con todas sus fuerzas por no sonrojarse frente a su padre, seguro que no lo dejaría olvidarlo en las próximas 9 décadas.

- ¿tan pronto? Pero si la fiesta apenas está comenzando – pregunto su padre sorprendido, pero eso sí, sin dejar de mimar a su nieta.

- tengo trabajo que hacer – se expuso Sesshomaru, preguntándose donde estaba el criado con su abrigo.

- mañana es domingo, no trabaja la empresa – indico Inuno, pues por eso había organizado en sábado la fiesta.

- aun así tengo trabajo – volvió a quejarse, esta vez más osco y fastidiado.

- por favor Sesshomaru, es el bautizo de tu sobrina, come algo, habla con alguien, quizá por fin te consigas una novia y me des más nietos – "ya salió el peine" pensó molesto el joven de cabellos plateados, ¿Qué le había picado a su padre con los nietos? Ya tenía una, y a juzgar por lo empalagoso que era el inútil de su medio hermano con su esposa, no tardaría en darle muchos más. Por suerte el criado por fin apareció con su abrigo.

- me marcho – indico sin pedir permiso, ya estaba mayorcito para decidir qué hacer con su vida.

- tú mismo, pero aun creo que deberías divertirte de vez en cuando – su padre se encogió de hombros.

- ¡volví! – justo tenía que volver en ese instante el idiota de Inuyasha, la bebé también debió reconocerlo porque comenzó a estirar sus bracitos hacia él.

- Jade, ¿Cómo está mi princesita? ¿Te portaste bien con el abuelo? – sonrió tontamente su medio hermano tomando a esa creatura en sus brazos.

- conmigo bien, pero a su tío le dio un pequeño remojo – Inuyasha se hecho a reír igual que su padre pero Sesshomaru solo frunció el ceño, de hecho comenzaba a masticar un insulto cuando apareció su cuñada con una pañalera.

La vio tomar a su hija en brazos mientras regañaba a su marido por sus tonterías, pero Sesshomaru se dio cuenta de que, en realidad, luchaba por aguantar también las carcajadas, es seguía sin ver lo divertido ¿Qué gracia tenía ser mojado por un bebé (y no precisamente con agua)? Se dio la vuelta por fin dispuesto a marcharse; aunque todavía, por el rabillo del ojo alcanzo a ver como su hermano abrazaba a su familia, con su hijita en un brazo, su esposa en el otro y una reverenda sonrisa de idiota…

Sintiéndose inesperadamente más molesto de lo usual se enfundo en su abrigo del traje y se marchó dando de pisotones por las escaleras de mármol de la mansión. Se subió a su mercedes y se marchó con un rechinar de llantas. Condujo con algo de velocidad por varias calles hasta que su temperamento se calmó lo suficiente como para no querer atropellar a alguien por la menor excusa. Aun así se sentía molesto, desde que Inuyasha se casó hace casi un año, había algo que le oprimía profundamente el pecho. Y lo peor era que no sabía porque, no se había sentido así hace años, no desde que la conoció…

Era la mitad de su pen último cuatrimestre en la universidad de Cambridge, su estancia en aquella institución había sido más corta de lo que en un principio anticipo, pero tampoco le llamaba demasiado la atención. Desde siempre había sido mucho más adelantado a sus compañeros, los maestros se peleaban por él e incluso cuando estaba en la primaria ya había universidades que compitan por matricularlo para cuando tuviera la edad de hacer carrera, algunos hasta le ofrecían becas completas, ¡bah! como si el necesitara de una beca, su padre tenía dinero más que suficiente y sumado al que recibía de su madre podría cursar todas y cada una de las licenciaturas y doctorados existentes en las universidades más caras del planeta y aun así seguir viviendo millonario el resto de su vida.

Ahora mismo caminaba por el campus rumbo a la casa que su madre le había comprado para que pudiera vivir cómodamente durante su estancia, que a pesar de estar planeada para uno años resultó ser apenas de 2 y algunos meses. Vio que un tramo del camino que siempre utilizaba estaba siendo arreglado. Torció la boca y se desvió, tendría que rodear por un camino más largo, y se reduciría su tiempo de estudio en 6 minutos, gruño y apresuro su paso, si quería obtener el puesto de vicepresidencia en la empresa de su padre tenía que apresurarse en sus estudios.

Estaba atardeciendo cuando doblo la esquina que llevaba a su casa, había tenido que hacer un rodeo más largo del esperado y había perdido mucho tiempo, por lo que iba entretenido revisando un documento mientras caminaba, cuando, dela nada, algo golpeo contra su pecho, lo que provocó que se le cayeran los papeles de su mano y del portafolios, enojado miro a aquel que se había osado a chocar contra él, pero grande fue su sorpresa al ver que se trataba de una chiquilla, seguramente una niña a juzgar por su estatura y como tenía atado su largo cabello color ébano en una coleta.

- me dolió – se quejó la mocosa levantando la mirada, mientras se frotaba la nariz, sus miradas chocaron en ese instante, su mirada dorada se fundió con unos ojitos color avellana que lo miraban con inocencia y asombro, jamás había visto una mirada tan pura y tan bella.

- ¿eres un vampiro? – pregunto de pronto la niña, con su voz de campanilla de cristal, pero pronto se le paso el efecto y callo en cuenta de cómo lo había llamado.

- hmph - gruño y se agacho a recoger sus papeles, la niña se inclinó también y comenzó a guardar sus documentos de manera desordenada, gruño por lo bajo, así solo se haría más lio, levanto la cabeza para decirle que mejor se largara y le dejara en paz cuando su mirada se topó con dos montes, que aunque pequeños en relación a otros que había visto tenían un buen tamaño.

- aquí tiene – dijo la niña, no tan niña, extendiéndole sus papeles todos desordenados, frunció el ceño, los tomo y guardo en su portafolio, ya los acomodaría en su estudio.

- señor vampiro (la miro de reojo con molestia ¿Qué tenía él que le hiciera parecer un vampiro?) ¿Me perdona por chocar con usted? – pregunto nuevamente la chica, él la ignoro y se puso de pie.

- ¿está enojado conmigo? – pregunto otra vez, pero solo se limitó a sacudirse el polvo de las rodillas y retomar su camino.

- ¿no me buscara después para chuparme la sangre cierto? Ya le pedí perdón – gruño al ver que la chica lo seguía, se frenó en seco y la sujeto del brazo y la estabilizo cuando iban a volver a chocar.

- no soy un vampiro – fue todo lo que se limitó a decir, la soltó y retomo su camino dejándola ensimismada en medio de la calle.

Recordar esa conversación le revolvió el estómago dolorosamente, se detuvo a un lado de un parque, temiendo arruinar la fina tapicería de cuero de su coche, pero su estómago solo rugió por necesidad, claro, no había probado bocado desde la mañana, era lógico que estuviese hambriento. Se bajó y busco algún lugar para comprar algo rápido, normalmente no comía chatarra o cosas rápidas, pero ahora mismo no tenía ninguna gana de ir a un restaurante caro a que le lamieran las suelas. Estaba en esas cuando vio una cafetería, bueno, era muy difícil no verla, el letrero era un enorme moño rosa brillante, adornado con un Cupcake sonriente color azul celeste iluminado con neón, que incluso a esa hora de la tarde era reluciente, un auténtico dolor de ojos sin duda. Giro los talones y luego de asegurarse de que tenía su cartera en el bolsillo comenzó a caminar.

Días después, cuando casi se había olvidado de ese incidente de aquella chiquilla irrespetuosa, aquel día en particular restaba muy nublado, y la brisa fría golpeaba constantemente contra su rostro, entro en una cafetería para comprarse algo caliente, ahí la vio también, llevándose una caja de pastelillos, típico de una niñita, continuo mirándola de reojo haya que termino de pagar su pedido y salió del local, mejo, no quería otro encuentro con esa impertinente creatura. Pidió su café cargado y se marchó, pero de regreso a la facultad tuvo que pasar por un área con muchos arbustos, y debido a que la cafetería estaba llena había vuelto a perder preciosos minutos de estudio, así que en lugar de rodearla como hacia todo el mundo decidió atravesar por en medio. No le faltaba más que unos metros para salir cuando escucho un grito, se detuvo en seco por un segundo, pero decidió ignorarlo, no era su problema.

Otro grito corto su avance, desgraciadamente reconoció esa voz, sin saber porque siguió el camino de aquel grito, hasta que llego a una zona más apartada, ahí vio de nuevo a esa chica, pero esta vez había dos hombres amenazándola con un perro Rottweiler, que al parecer estaba entrenado para pelar porque tenía las orejas echadas atrás, la columna recta y estaba ligeramente agachado, listo para saltar y destrozar aquel fino cuello de cisne. Los hombres se reían mientras la pobre chica estaba temblando, aquello le lleno el pecho de rabia, solo unos cobardes disfrutarían atormentando a una niña. El perro ladro amenazaste y casi se soltó de la correa de su amo, la chica dejo salir una lagrima presa del miedo.

- oh… ¿la niñita tiene miedo? – escucho a uno de ellos burlarse. - qué mal, a mi perro le encanta cenar niñas lloronas - se burló el que sostenía el perro, pero comenzaba a aflojar el ataque ¿de verdad pretendían echarle ese animal encima? Eran unas bestias. - ya déjenme sola – les pidió, estaba temblando, pero su voz sonó firme y segura, sonrió de medio lado sin poder evitarlo, las tenía de perder y aun así tenía valentía, le gustaba eso. - no seguimos órdenes de mocosas, y no nos iremos hasta que nos des las respuestas de los exámenes o mi mascota tendrá gallina para cenar esta noche – aquello llamo su atención, ¿respuestas? Porque esa niña tendría las respuestas de exámenes universitarios, pues aunque sus atacantes se veían bastantes burros, debían tener más de 20 años cada uno. - ¡no les doy nada! ¡Cobardes! – les grito la chica con aires de valentía, valiente pero tonto, aquellos hombres se enojaron y paso lo que más temía, soltaron a su asqueroso perro. Sin pensarlo salto en medio y alejo de una patada a ese rabioso animal al tiempo en que envolvía a la chica entre sus brazos. Ella alzo el rostro para mirarlo, pero no le prestó atención, ahora mismo su prioridad era sacar esa basura. - solo un cobarde ataca así a una mujer – dijo mirándolos en desafío, aquellos hombres lo miraron amenazantes, pero no le tomo más de un minuto encargarse de ponerlos en su lugar y la mitad de ese tiempo para hacerlos huir bajo el peso de su mirada. Pero aun así no la soltó hasta asegurarse de que se no regresarían, la chica no dejo de mirarlo en todo ese tiempo, cuando finalmente la dejo ir noto que nuevamente había perdido mucho tiempo valioso de estudio, estaba por retirarse cuando ella jalo de su muñeca, se giró para encararla y la encontró ofreciéndole un pastelillo, suponiendo que era su forma de agradecerle lo acepto, y ella le dedico la más hermosa de las sonrisas que había visto nunca. A partir de ese día siempre a esa misma hora aparecía en su escritorio un vaso de café o una caja de pastelillos, primero no le dio importancia, pero al paso de los días comenzó a cansarlo, un día, justo cuando iba a cumplirse su "hora del café" la intercepto para pedirle que dejara ya esas cosas, pero no salió como esperaba, en su lugar termino sentado en la biblioteca leyendo mientras ella hablaba sobre temas tribales. Los siguientes meses esa fue su rutina, él se sentaba en la sala de estudio, luego la chica, que no tardo en enterarse de que se llamaba Rin y era una estudiante becada de economía social, llegaba con su caja de pastelillos y dos cafés, uno cargado para él y algo llamado mokacino1 para ella, y mientras él estudiaba ella se ponía hablar.

Media hora después Sesshomaru estaba de vuelta en su coche, manejando de vuelta a su departamento, con una caja de pastelillos en el asiento del copiloto y… y un mokacino en el porta vasos. Llego al estacionamiento de su edifico y bajo con lo que sería su almuerzo y seguramente su cena, él no era dado a tener comida en casa, siempre pedía algo a domicilio o salía, nunca tenía nada en su cocina más que algunos vasos y platos, un par de tazas y café.

Una vez dentro se sentido en su estudio, dejo la caja y el café a un lado en el escritorio antes de dejarse caer en la silla. Soltó un suspiro, abrió su computadora portátil, saco algunas carpetas del cajón superior del mueble y comenzó a trabajar, o al menos lo intento por dos horas, para cuando se dio cuenta, la caja de pastelillos surtidos se había terminado, las envolturas se amontonaban en la papelera junto al escritorio, se había terminado ese extraño hibrido con café, leche y chocolate y no había entendido nada de los documentos que había revisado.

Frustrado, dejo caer su cabeza hasta que se golpeó contra el respaldo de la silla, ¿Qué era lo que le estaba pasando?, había sido lo mismo desde hace meses… no… esto había comenzado antes, casi seis años antes, quiso tirarse de los cabellos, pero eso no serviría de nada, solo resaltaría su dolor…

Cuando llego la hora de terminar su doctorado decidió dejarle las cosas claras, lo suyo había sido una extraña amistad, y nada más. Ese día cuando tomaría el avión privado de su padre para regresar a Japón para hacerse cargo de su parte de la empresa, tal y como se había acordado. Como lo había predicho, Rin que se había vuelo su sombra, lo acompaño al aeropuerto y hasta la puerta del hangar privado; en ese momento le dijo que se iría y por primera vez no se cortó en palabras, y ella tampoco lo interrumpió en ningún momento, en ese momento volvió a ver sus ojitos color avellana ponerse brillantes por las lágrimas, pero Rin no lloro, solo le pidió un último favor… - Cierre los ojos por favor... – le pidió, aun cuando tenían meses de conocerse nunca llego a tutearlo, decidió complacerla cerró los ojos, sintió que ella colocaba sus manos sobre sus hombros y al segundo siguiente como sus labios se juntaban con los de él, inconscientemente rodeo su cinturilla y la levanto en vilo, ella era tan pequeña que solo al pegarla junto a su cuerpo la elevaba a varios centímetros por encima del suelo, cuando el beso finalizo volvió a ponerla sobre sus pies, pero aun así no la soltó, ni ella tampoco se alejó de él. - sé que usted se ira así que, prométame, que no me olvidara – le solicito sin dejar de mirarlo a los ojos, volvió a ver esa mirada valiente, no muchos eran capases de sostener su mirada, y menos con esa fuerza. - sandeces – se limitó a decir antes de darse media vuelta y marcharse, aunque no miro para atrás en ningún momento supo que ella no se fue del hangar hasta que su avión se perdió en el cielo.

Aquellas palabras, aunque pronunciadas hace más de media década seguían grabadas a fuego en su memoria, como una maldición. No… no había podido olvidarla… lo intento, salió con cuantas mujeres se le ocurrió, eso sí, de su misma clase social, era muy estricto en esas cuestiones, no cualquiera podía estar cerca de él y aún menos las mujeres a las que aceptaba como sus amantes. Pero Rin… su Rin… ella fue diferente a todas, se había metido profundo bajo su piel. Volviendo a erguirse tecleo rápidamente en su computadora, cerrando todos los archivos que había tenido abiertos hasta entonces dejando solo uno, un archivo de fotos de Rin, uno que le costó mucho trabajo conseguir.

Las había mirado ya un millón de veces, pero no se cansaba de ellas, eran todo lo que le quedaba de Rin. Cerró el puño y dio un golpe al escritorio con tanta fuerza que la computadora salto. Estaba frustrado, cuando, hace dos años fue a buscarla la había encontrado en brazos de otro hombre, creyó que ese factor lo ayudaría a olvidarla de forma permanente, pero entonces, hace 7 meses había vuelto a aparecer.

Estaba sentado en esa odiosa playa bajo una palmera, intentado sin mucho éxito leer su libro, no sabía que tenía que hacer él ahí, era la fiesta de la aldea de su cuñada, ya era suficientemente malo que su medio hermano hubiese emparentado con semejante gente, pero que su padre y su madrastra se involucraran tan alegremente con esa clase de gentuza… era patético. Estaba por levantarse para buscar un lugar tranquilo lejos de todo ese ruido cuando algo llamo su atención. Un balón salió volando de las manos del ultimo jugador que la tenía sujeta, pero no llego a tocar el suelo, pues, de la nada, una joven pelinegra y de baja estatura dio un salto demasiado alto, y después de pescar el balón al vuelo, corrió por entre la muchedumbre de hombres, empujándoles a los daos con sorprendente facilidad cuando intentaban detenerla o interponerse en su camino hasta que, sin ser apenas retrasada llego al punto de anotación.

Fuertes gritos de vítores, especialmente de las mujeres se escucharon de entre la multitud, mientras los aldeanos, y también su cuñada, iban a felicitar a la misteriosa nueva participante, pero no era misteriosa, no para él, nunca para él, se quedó mirando estupefacto a aquella jovencita, que ahora estaba siendo alzada en brazos por las personas. Tan absorto que no se dio cuenta de que su medio hermano estaba junto a él hasta que hablo.

- ¿Qué pasa Sesshomaru? ¿Te has quedado con el ojo cuadrado? – se atrevió a burlarse de él, pero esta vez apenas y le hizo caso.

- Rin… - se le escapo el nombre entre los labios, mientras sus ojos dorados miraban a esa jovencita casi con adoración, como si fuese la aparición de una diosa o un ángel encarnado.

- ¿Rin? ¿La misma chica que te prendo en Inglaterra? – Inuyasha pregunto mirando fijamente a su chica que ahora estaba siendo abrazada por su cuñada, de hecho, cuando la miro bien se escandalizo.

- eres un pedófilo – soltó de pronto, lo que si alcanzo a llamar su atención.

- ¿Qué me dijiste? – pregunto de manera amenazante mirándolo de reojo.

- que eres un asaltacunas, ¡por favor Sesshomaru es una niña! – indico señalando con la mano a Rin, a quien Kagome le sacaba fácilmente media cabeza de altura, y además sus rasgos eran aniñados, tuvo el impulso de echarse a reír, pero se contuvo, Rin era todo menos una niña.

- tiene veinticuatro – bufo despectivamente, sabiendo que solo alguien tan idiota como Inuyasha podría confundirla con una infante.

- veinticuatro, ¡pero pulgadas de alto! – cortando los insultos de su hermano con un coscorrón, volvió su atención a la joven que hablaba animadamente con su cuñada, no sabía que estaba haciendo ella ahí, pero no iba a dejarla ir ahora que había vuelto a encontrarla.

Apago el computador y luego se paró frente a la ventana de su despacho, que tenía vista a la torre de Tokio, bien, Rin había entrado en su territorio, ahora la haría pagar por sus osadías, y luego la tendría bajo de él suplicándole.

Continuara…

1 es una variante del café con leche. Suele llevar un tercio de expreso y dos tercios de leche vaporizada, pero se añade una parte de chocolate, normalmente en forma de jarabe de chocolate, si bien algunas máquinas usan chocolate en polvo instantáneo. Los mocas contienen chocolate negro o con leche.