¡Qué no lo llames!
Hola a todos, antes de empezar, vamos a poner unos puntos sobre las íes, pero como la computadora se encarga automáticamente de eso, no viene al caso comentarlo.
Les queremos recordar a todos que los queremos, aunque nuestro periodo de publicación diga lo contrario, y entre otras cosas, les agradecemos por sus favoritos, alertas y comentarios, nos animan a mejorar lo que ya tenemos en mente.
Por otra parte, Hetalia, Beetlejuice, marcas, acontecimientos, etc., NO nos pertenecen. Sólo hacemos esto por tres razones: una, es divertido; dos, es para brindarles una lectura entretenida, y tres, por que las dos alegres personas que quieren conquistar al mundo con pastelillos, sonrisas, yaoi y una .45 apuntándonos a la cabeza para que escribamos, pero no de ellas, que son maravillosas y quieren un mundo sonriente y feliz, atentamente niñita...
Una disculpa a los que resulten ofendidos por el contenido aquí expuesto.
Capítulo uno: Una feliz pareja.
La pérdida de un ser amado es un asunto en extremo delicado, y una de las recomendaciones más comunes para sobrellevar el duelo, es buscar un sitio alejado de recuerdos, para así empezar de nuevo.
Y fue lo que José María, a un año de la muerte del pequeño Bronco, decidió hacer para levantarle los ánimos a su querida esposa Emma. En unos días celebraban su segundo aniversario de bodas, y tenía en mente darle un regalo que cerrara el triste capítulo que aconteció en sus vidas, producto de unos conductores inconscientes que atropellaron a la pobre criatura.
Emma se encontraba en el dormitorio, sentada en el borde de la cama viendo el álbum de fotografías, en las cuáles estaban capturados sus momentos felices con el pequeño Bronco.
-Todavía recuerdo cuando intentaste ponerle un pañal. -Sonrió, evocando con una mezcla de tristeza y dulzura los recuerdos de aquéllos dias. - Tardaste más en ponérselos, que él en librarse de ellos, y despedazarlo a mordidas.
-Sí, y cuando tu hermano vio el paquete de pañales, pensó lo peor, y me pegó una corretiza.
Cerró el álbum con lentitud, como si al hacerlo todas esas memorias se borrarían en el acto. José María fue a sentarse a un lado de ella y la abrazó con gentileza, deseando borrar con ello los recuerdos amargos causados por el desafortunado accidente.
-Aún no puedo creer que ya ha pasado un año. Recuerdo cuando fuimos por él, era un cachorro pequeño y tembloroso, cabía en una cajita de zapatos.
-Sí. -Sonrió al recordar llegar a la casa con el pequeño perrito. -Tu hermano no confiaba en qué fuéramos capaces de tener una familia, de hecho, aún lo piensa.
-¿Realmente somos capaces?
La pregunta tomó por sorpresa a Chema, que no esperaba tocar tan pronto el tema. Y no era por que no se sintiera listo para iniciar una familia propia, si no más bien, quería respetar el deseo de Emma de guardar luto por el pequeño grifón de Bruselas. Y sin embargo, ya habían pasado dos años.
-No nos corre la prisa. - De pronto, se sonrojó por completo. -A menos que... bueeeno, pos...- Se rascó la cabeza, y ante la mirada de su esposa, enrojecía aun más. -Yo... digo, si tú quieres. N-No sé...
-¿Te refieres a que si quiero tener un bebé? -Y al ver asentir al moreno, le dio un apretón en una de sus piernas, jugueteando con él, soltando unas pequeñas risitas.
José María entonces movió el álbum, acortando la distancia entre ellos y acarició la mejilla de ella, viéndola directo a los ojos, los cuáles brillaban con un cálido sentimiento, tan llenos de amor.
-Emma.
La besó de lleno en los labios, rodeándola con un brazo de la cintura. Ella acariciaba su cabello, al tiempo que pasaba una mano sobre su nuca. Con grácil lentitud, se recostaron sobre el colchón, rompiendo el beso para tomar aire. Se miraron el uno al otro, sonriendo sin preocupaciones, volviendo a retomar la labor de fundir sus labios de forma apasionada.
-¡EMMA!
-¡Jamón! -Saltó Chema al oír el grito proveniente del piso inferior, y luego observó a su esposa. -Es decir... ¡Harm! Tu, tu, tu hermano.
Soltándose, la joven mujer soltó un suspiro, preguntándose que quería su hermano justo en ese momento.
-Deja ver que quiere. -Le avisó al tiempo que se ponía de pie.
Mas el moreno la tomó del brazo y la jaló hacia él, cayendo en la cama.
-¡Chema...! -Fue interrumpida al sentir los labios del mexicano sobre los suyos. -Mmm.
-Yo voy. -Le informó al dejar de besarla.
Quiso ponerse de pie, pero Emma le hizo lo mismo, besándolo entre carcajadas.
-¡EMMA¡ ¡BAJA EN ESTE INSTANTE, O VOY POR TI!
Y eso fue suficiente para que se separaran.
-Ve. -Le frotó el brazo. -No creo que encuentre grata mi presencia.
-Sí. -Se erigió y se detuvo en la puerta, volteando a ver a su esposo. -José María, lo del bebé...
-Luego lo hablamos. -Le sonrió. -La presencia de tu hermano hace que se me quiten las ganas.
Y Emma salió del dormitorio, echándose a reír.
Continuará.
