Nota de autor.

Advertencia: incesto parcial y desnudos

He tomado como referencia para los escenarios, la terminación de los nombres y la ambientación la novela La Princesa del Nilo de la escritora canadiense Pauline Gedge


El faraón Artemiswese se encontraba en un dilema; tenía que nombrar a un heredero que fuera digno del trono de Egipto, y aunque su hijo mayor se encontraba en Tebas, mandó a traer desde la frontera a su otro hijo, pues, necesitaba saber quién de los dos tenía la capacidad de gobernar adecuadamente el país, además de cerciorarse que su hermosa hija, la princesa Serenum estaría en buenas manos.

Así pues, el joven príncipe llegó dos días antes de lo previsto, por lo que el faraón le ordenó mantener en secreto su llegada a Tebas, sin embargo, los rumores del arribo del guerrero no se hicieron esperar, y más siendo este un rebelde innato.

- ¿Para qué crees que el faraón te mandó a llamar? – preguntó Taikiseneb

- No lo sé. Tal vez para nombrarme Príncipe Heredero – respondió Seiya, mientras lanzaba una jabalina.

El joven príncipe Seiya Kou – Amón era aquél muchacho que hace 8 años atrás dejara la vida de noble para unirse al ejército egipcio, su más grande pasión y que ahora, en la plenitud de sus 20 años, se encontraban en esos instantes en un campo de entrenamiento a los alrededores del palacio, matando el tiempo que tenía libre en exageración junto a sus mejores amigos y acompañantes, Taikiseneb y Yatenubis.

- ¿Y qué te hace pensar que te mandó a llamar para eso? Bien pudo haberlo hecho para mandarte a la frontera sur – le dijo Yatenubis cruzado de brazos – además, tiene a Mamoruthep aquí.

- Si, tienes razón enano, pero da la casualidad que yo soy su hijo favorito – el pelinegro guiñó un ojo – ahora, ¡ve a ver dónde cayó mi jabalina!

A regañadientes, el platinado corrió hacia la jabalina de su amigo, y desde lejos le gritó que había dado en el blanco.

Seiya gritó jubiloso alzando un brazo; él al igual que sus amigos, llevaban solo puesto un corto faldellín de lino y el poderoso torso desnudo.

Una pechera multicolor colgaba de sus hombros y llevaban el cabello largo atado a una cola baja de caballo.

Solo Seiya portaba brazaletes con una estrella fugaz alada, señal de su condición como príncipe y general del ejército y aretes en forma de luna creciente.

- Bien hecho, Seiya – le palmeó la espalda el castaño Taikiseneb

- Gracias Tai – el pelinegro le dedicó una sonrisa

- Seiya Kou – Amón – escucharon una gruesa voz – así que lo rumores son ciertos.

Los muchachos se voltearon para descubrir al alto joven recién llegado. De cabello negro igual que Seiya, lo llevaba cubierto con el casco de príncipe. Faldellín corto, brazaletes y pechera completaban el atuendo.

- Mamoruthep, qué agradable sorpresa. ¿Vienes a darme la bienvenida? – preguntó irónico Seiya, encarando a su hermano.

El moreno príncipe lo miraba fríamente. De hermosas facciones y ojos azul profundo, observaba de arriba abajo al joven de rostro burlón y ojos color zafiro que lo miraba retadoramente. Iba acompañado por cuatro fieles amigos.

- No te creas muy importante Seiya – Mamoruthep soltó una estrepitosa carcajada – venía a ver cómo te había tratado el ejército estos años.

- El ejército me ha tratado de maravilla, ¿qué no lo ves? – el pelinegro señaló su bien trabajado cuerpo – o más bien, ¿vienes a ver a tu competencia?

- ¡Tú no representas competencia para mí! El faraón bien pudo llamarte para hacerte algún encargo. Estando tanto tiempo alejado, ¿qué sabes tú de política?

- Alteza, ¿hay algún problema? – Yatenubis acababa de acercarse a los príncipes con una actitud a la defensiva. Mamoruthep lo observaba de arriba abajo.

- Veo que trajiste dos matones del ejército

- Y tú te haces acompañar por cuatro. ¿De qué te cuidas?

Mamoruthep soltó un gruñido.

- Me dio gusto verte, Seiya. Y mantente discreto hasta que el faraón anuncie oficialmente tu llegada.

- Igual me dio gusto verte, Mamo.

El moreno príncipe se retiró del lugar en compañía de sus fieles acompañantes, dejando a los jóvenes parados en medio de aquel lugar.

- ¡Es un arrogante! – espetó malhumorado el platinado - ¿qué siempre fue así?

Seiya soltó un suspiro – No. Hubo un tiempo en el que nos llevamos bien. Pero después creció y supongo que su madre le metió la idea de que él sería el próximo faraón.

- Es increíble que ambos lleven la misma sangre – dijo Taikiseneb

- Lo sé – respondió el pelinegro encogiéndose de hombros – solo espero que él no sea el Príncipe Heredero.

SxS

La princesa Serenum se encontraba en sus aposentos, rodeada de sus amigas y damas de compañía.

Ella era la única princesa que el faraón había tenido con la reina, Luna – Nut, pues de todos los embarazos, solo pudo llevar a término el de la princesa. Por lo que, cuando nació, fue consagrada a Amón – Ra.

Por las venas de Serenum corría sangre real pura, al ser hija de la pareja real, por lo que, para legitimar el trono, el Príncipe Heredero debía desposarla.

Estaba charlando animadamente cuando Kelvintut llegó a verla.

- ¡Qué Amón - Ra todopoderoso y omnipotente bendiga a la Flor de Egipto! –dijo el chico, postrándose ante ella.

- ¡Kelvintut! – chilló la princesa, levantándose de su litera para correr hacia su amigo.

- ¿Cómo se encuentran Su Alteza y los hermosos capullos que la acompañan el día de hoy? – las chicas comenzaron a reír ante el comentario galante del recién llegado.

- Nos encontramos muy bien Kelvintut – dijo jacarandosa Mina'et.

- ¿Alguna novedad en Egipto, tú que todo lo oyes? – preguntó Rei – Maat.

- Si, precisamente, tengo una que a Su Alteza le agradará.

- Serenum abrió mucho los ojos ante el comentario del chico - ¿De qué se trata?

- Se rumora que el príncipe Seiya Kou – Amón ha regresado a Tebas. Aún no se sabe por qué, pero parece que el faraón lo mandó a llamar.

- ¡¿Qué?! – dijeron todas.

- ¿Seiya regresó? – la princesa tomó asiento en un taburete.

- Eso se dice Alteza, pero no es oficial.

- Serenum, eso significa que tal vez el príncipe pueda ser nombrado Heredero – señaló Amynmosis

- Si Seiya es nombrado Príncipe Heredero, no tendrás que casarte con Mamoruthep – dijo Makoto - ank

- Seiya…- Serenum se llevó las manos al corazón, recordando la última vez que se vieron.

"Estaban en uno de los amplios pasillos que conectaban los edificios del palacio con las habitaciones y demás zonas.

Serenum tenía la mirada clavada en el piso, pues su único amigo de juegos se iría pronto.

- Te voy a extrañar Seiya – dijo con voz entrecortada

- Yo también Serenum

El niño la sujetó de la barbilla y la obligó a verlo a los ojos. Enseguida sintió cómo su rostro se coloreaba al toparse con los hermosos ojos zafiro que la miraban con ternura.

Aún no podía creer que Seiya nunca se hubiera rapado, como usualmente marcaba la costumbre durante la niñez. Desde que tenía uso de razón, el pelinegro había portado cabellera, y su madre convenció al faraón de que el chico se mantuviera así, llevándolo sujeto a una cola de caballo baja que le llegaba a los hombros.

- ¿No crees que eres aún muy joven para irte? ¡Puedo hablar con papá y convencerlo de que te vayas el próximo año! – chilló con desesperación.

- Sere, ya no somos unos niños. Ambos tenemos 12 años y pronto seremos adultos. Si el faraón quiere que me una al ejército para que aprenda a ser soldado, lo haré. Sabes que es mi pasión.

- Pero me voy a quedar sola – sollozó la princesa

- Nada de eso. Ahí están las demás niñas y Mamoruthep. Además, te prometo que regresaré.

- ¿De verdad? – el rostro de la princesita se iluminó.

- Te lo prometo – le reafirmó él sonriendo, mientras enderezaba el rubio mechón que colgaba de la afeitada cabeza de la niña y lo acomodaba decorosamente sobre su hombro – cuando regrese, seguramente tu cabello será muy largo y brillante como el sol.

- Seiya – se acercó peligrosamente al rostro del pelinegro – te estaré esperando.

- Gracias, Bombón… – el pelinegro se acercó lentamente, rozándole los labios, cuando su aya lo llamó, interrumpiendo el momento.

- ¡Alteza Seiya! – gritó Kakyuutiti

- Nos vemos Serenum – Seiya tragó saliva, evidentemente nervioso por lo que estuvieron a punto de hacer.

- Que Amón – Ra te proteja.

- A ti también. "

La rubia tragó saliva, saliendo de su recuerdo.

- ¿Sabes dónde está Kelvintut? Necesito verlo.

- Dicen que aquí en Palacio.

- Averígualo. Y me concertas una cita con él – ordenó la rubia princesa.

- ¡Pero princesa! Mientras Faraón no haya hecho el anuncio oficial de su arribo, todo se mantiene en secreto – dijo el muchacho

- Eso lo hubieras antes de venir con el chisme a Serenum – acotó tranquilamente Rei – Maat.

- Entonces, la cita será en secreto – Serenum se levantó del taburete – averigua dónde está y me dices para poder verlo antes que mi padre haga el anuncio.

- Lo que ordene, Alteza – dijo Kelvintut, y haciendo una reverencia, salió del lugar.

SxS

Los tres jóvenes se encontraban en la habitación del príncipe; Taikiseneb estaba frente al pequeño altar de Amón orando, Yatenubis lanzaba pequeñas flechas hacia la pared mientras Seiya se encontraba acostado boca abajo en su litera.

Se suponía que mientras el Faraón no anunciara su llegada, tendría que permanecer encerrado en sus habitaciones sin que nadie lo viera. Solo un sirviente, so amenaza de muerte, les servía tanto en cuestiones de aseo como de comida y dos Valientes del Rey que custodiaban la puerta eran los únicos que sabían la verdad, pero, el rebelde príncipe había hecho caso omiso a su obligado confinamiento haciendo pequeñas exploraciones furtivas junto a sus amigos, lo que originó los rumores que ahora corrían por toda la ciudad.

Seiya giró el rostro hacia el altar donde el castaño oraba con fervor.

- Sabes Taikiseneb, si llego a ser faraón, te nombraré Sumo Sacerdote.

El castaño solo enarcó una ceja en señal de contestación, sin interrumpir sus plegarias.

- ¿Y yo qué? – preguntó Yatenubis, frunciendo el ceño y mirando fijamente a amigo.

El pelinegro se incorporó, recargándose de costado sobre la cama y sosteniendo su cabeza con su mano mientras miraba al ceñudo platinado.

- Tu serás Visir del Sur – le dijo. El platinado asomó una sonrisa y siguió lanzando las flechas a la pared.

En ese instante, los muchachos escucharon un alboroto en la puerta y se pusieron alerta.

Tomando sus dagas, Taikiseneb y Yatenubis se colocaron delante de Seiya; tenían la misión de proteger al príncipe con su vida.

De súbito, la puerta se abrió dando paso a un chico que aunque los Valientes del Rey lo amenazaban con sus lanzas y lo intentaban frenar, éste no se amedrentó y siguió su camino hasta postrarse a los pies de los tres jóvenes.

- ¡Que el poderoso Horus lo bendiga y proteja hoy y siempre!

- ¿Quién eres? – preguntó Seiya - ¿Por qué lo dejaron pasar? – espetó furioso a los soldados.

- Perdone Alteza, pero en este momento lo sacaremos.

Los Valientes del Rey tomaron al joven de la túnica, dispuestos a echarlo cuando el chico soltó: - La Flor de Egipto le envía saludos, Príncipe Seiya Kou – Amón.

Como si fueran palabras mágicas, Seiya abrió los ojos al escuchar aquél apelativo, pues sabía a quién se refería.

- ¡Suéltenlo! – ordenó

Los soldados dejaron al muchacho libre y salieron de la habitación, mientras Taikiseneb y Yatenubis bajaban la guardia, dejando el paso franco a Seiya, quien se plantó frente al chico de manera intimidante con los brazos cruzados.

- ¿Quién demonios eres? – preguntó

- Soy Kelvintut, escriba personal y amigo de la Princesa Serenum Knuum – Amón – se presentó el muchacho – y estoy aquí porque ella pide audiencia con usted. Desea verlo.

Taikiseneb y Yatenubis se tensaron, pues sabían lo delicado de aquel asunto, considerando que la princesa era tratada como una Diosa terrenal y su amigo estaba enamorado de ella. Además de las implicaciones políticas que todo el asunto traía.

Por su parte, Seiya sintió que perdía el aliento al escuchar aquella petición. Desde que había puesto un pie en Tebas, su único deseo era verla, poder estrecharla entre sus brazos y decirle lo mucho que la había extrañado.

- ¿Cómo sabe que estoy aquí?

- Hay rumores Alteza… y eso llegó a sus reales oídos. Ella desea verlo antes del anuncio de su real padre y es mi obligación hacer todo lo posible para complacerla.

El pelinegro tragó saliva. Si por el fuera, ahora mismo cruzaría el palacio con tal de estar con ella, pero sabía que esa idea era demasiado descabellada.

- Dile que la espero mañana, aquí en mis aposentos. Después de la cena, cuando las antorchas se hayan encendido.

- Si Alteza – Kelvintut hizo una reverencia – Pierda cuidado que su mensaje será transmitido a la Diosa Encarnada.

El chico estaba a punto de salir cuando Seiya lo llamó.

- ¡Kelvintut! Dile que estoy tan ansioso como ella de poder tenerla entre mis brazos.

Kelvintut esbozó una sonrisa y bajó la cabeza en señal de asentimiento, para después salir del lugar.

Taikiseneb y Yatenubis estaban sorprendidos ante lo que acababan de escuchar.

- ¿Te das cuenta lo que acabas de decir? – Lo reprendió el castaño - ¿Te das cuenta de la gravedad de la situación?

- Si a ese escriba se le da la gana abrir la bocota, el rumor de que estás enamorado de la princesa correrá a lo largo de la Riviera del Nilo y la política del país estará en riesgo – acotó el platinado.

- Seiya, aquí la doble corona no significa nada cuando es ella la que legitima el trono y eso pondría en peligro tu posible nombramiento.

- Se perfectamente que lo verdaderamente valioso es su sangre y no la doble corona, y estoy dispuesto a correr el riesgo – dijo el pelinegro – así que Taikiseneb, pídele mucho a Amón de que el faraón esté a mi favor.

SxS

La noche había caído cuando Serenum se unió a la cena junto a sus amigas.

Se sentó en unos grandes almohadones junto a su madre, la reina Luna – Nut, charlando amenamente mientras la comida era servida.

Su padre se encontraba lejos, encabezando aquel banquete, bebiendo y platicado animadamente con otros nobles mientras Mamoruthep estaba sentado al otro extremo del gran salón rodeado de sus amigos. No le quitaba la vista de encima.

Con un gesto de desagrado, volteo el rostro en señal de rechazo, pues con el regreso de Seiya, su perspectiva y resignación sobre el inminente matrimonio con Mamo había cambiado.

Ansiosa, observó cómo las antorchas eran encendidas, iluminando todos y cada uno de los senderos que había en el palacio, y haciéndole una señal a dos de sus amigas, procedió a excusarse con su madre y retirarse.

Una vez que salieron del salón, Mina'et y Amynmosis le proporcionaron una capa con la cual cubriría su cuerpo y cabeza, y custodiándola, la dirigieron hacia las habitaciones del príncipe.

En el camino se encontraron a Taikiseneb y Yatenubis, quienes se encargarían de vigilar que nadie interrumpiera aquel encuentro.

Amynmosis y Mina'et se quedaron con los guerreros, evidentemente atraídas por ellos, dejando que Serenum llegara sola a las habitaciones.

Cuando por fin llegó ante la gran puerta de madera y oro, se percató que ningún Valiente del Rey se encontraba presente.

Lentamente, la empujo y se introdujo en el lugar.

SxS

La habitación estaba sumida en una penumbra parcial. Solo una ligera antorcha alumbraba la antesala.

Observó el pequeño altar dedicado a Amón y percibió en el aire una mezcla de aceites y hierbas que olían increíblemente bien. Al fondo, en la parte más obscura, se recortaba la silueta de una figura; solo los enormes y profundos ojos zafiro resaltaban en aquella obscuridad, mirándola con interés; se percibía el brillo vivaz en esa mirada.

- ¿Seiya? – soltó al fin la chica.

Al oír su nombre, aquella figura se levantó imponente, y avanzó con paso seguro hacia el haz de luz.

El corazón de Serenum latía con mayor fuerza a medida que visualizaba al hombre; el torso desnudo y musculoso, la espalda ancha e imponente, el cabello largo y negro hasta la cintura… la princesa soltó un leve gemido al ver por fin el rostro de su antiguo compañero de juegos, convertido en un hermoso y atractivo hombre de facciones bien definidas y vivaces.

- Hola, Serenum – dijo con voz ronca y varonil.

Serenum descubrió su cabeza, dejando a Seiya sin aliento. El hermoso y sedoso cabello rubio trenzado en dos coletas enmarcaba el fino rostro de la chica; sus ojos, tan azules como el cielo, eran grandes y expresivos.

Dos gruesas líneas de khol los delineaba casi hasta las sienes y la boca, pequeña y carnosa, estaba adornada con un sutil bálsamo carmesí.

Una discreta tiara con una gema roja indicaba su condición de Princesa Real de Amón.

- ¡Amón escuchó mis oraciones y te ha traído hacia mi! – dijo la chica, quien corrió hacia el muchacho que la esperaba con los brazos abiertos, estrechándola fuertemente - ¡Te extrañé tanto Seiya!

- Y yo a ti – dijo él – Tu cabello – el pelinegro había levantado el rostro de la joven y acariciaba la melena rubia – te dijo que a mi regreso sería tan largo y brillante como el sol.

Ella sonrió a pesar de que estaba echa un mar de llanto. El maquillaje comenzaba a correrse.

- Estoy tan feliz de que hayas regresado – dijo ella, acurrucándose de nuevo contra el pecho del muchacho – seguramente mi padre te nombrará Príncipe Heredero.

- No podemos estar tan seguros de eso, Serenum – le respondió, atrayéndola hacia la cama e invitándola a sentarse – cualquier cosa pudo haber hecho que el faraón me mandara a llamar.

- Pero – la angustia se reflejaba en el rostro de la rubia – no creo que sea tan cruel como para mandar a su hijo a la frontera sur, alejado de todo.

Él acunó tiernamente el rostro que había amado desde que tenía uso de razón. Si bien es cierto que había estado bromeando con ello y pensaba que ese era el motivo por el cual había regresado, no podía dar por sentado nada hasta que Artemiswese dijera lo contrario.

- Si ese fuera el caso, princesa, ahí está Mamoruthep. ¿Qué él no te agrada? – sonrió de manera melancólica.

- No – dijo ella con determinación – yo… te amo a ti – la muchacha lo miró con ojos anhelantes.

Seiya se sintió complacido con aquella confesión, pues tenía temor que después de años de distanciamiento, Serenum se hubiera enamorado de Mamoruthep.

- Yo también te amo Serenum – la volvió a estrechar contra su cuerpo, sintiendo las curvas que se escondían bajo la túnica – te juro que le pediré a los Dioses que me concedan su favor ante Faraón.

Y sin más, se unió a ella en un cálido y ansioso beso, deleitándose con la pasión guardada que la rubia le mostraba, mientras ella le rodeaba el cuello.

En ese instante, la puerta se abrió y Taikiseneb y Yatenubis entraron, lo que provocó que los príncipes se levantaran rápidamente.

- Alteza – dijo Taikiseneb, haciendo una reverencia a la princesa – es mejor que se retire ahora antes de que se percaten de su ausencia.

- Sus damas la esperan afuera – dijo Yatenubis.

- Si – la chica se dirigió al pelinegro – Seiya, ¿Qué día anunciará mi padre tu regreso?

- Mañana será la celebración.

- Entonces, te veo mañana.

- Hasta mañana, Bombón.

Y con una sonrisa, Serenum volvió a cubrirse la cabeza y salió apresurada de la habitación.

- Dime que no se tocaron – el castaño confrontó a Seiya – dime que no la has tocado.

- ¡Cálmate Taiki! Obviamente, no la toqué. Solo la abracé y la besé.

Yatenubis abrió mucho los ojos: - ¡Te das cuenta de lo que has hecho! Tocar a una Mujer Real, aun sea el más mínimo roce es un delito.

- Si alguien se diera cuenta, serías hombre muerto, aunque seas príncipe y la sangre del Poderoso Horus corra por tus venas – agregó el castaño.

- Nadie tiene por qué darse cuenta de ello – dijo Seiya – además, esa mujer es mía, me pertenece, porque nos amamos. Ella me lo acaba de confesar.

- Desgraciadamente para ti, príncipe Seiya – dijo el platinado – el amor que se tengan no es importante cuando la estabilidad política de Egipto está en juego.


Hola!

Se supone que sería un one shot pero terminó siendo un two shot xD

Espero que les guste esta historia, la cual fui alentada a escribir por Blackbomberwoman sensei n.n

El viernes publico la seguna parte!

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