Hetalia no es mío, blablablabla…

Este fic es una revisión de uno que ya publiqué anteriormente. Una persona estupenda me dejó un review indicándome todos los fallos que cometía al escribir, y era algo que he repetido en todas las historias que había subido hasta el momento. He decidido al final que era hora de arreglarlo todo y volver a publicar esta, quizás con alguna escena nueva.

Como warnings, esto es un AU, nombres humanos, escenas explícitas de sexo, genderbend y varias parejas como LietPol, PrusPol, PruHun, LietAme, AmeRoma, USUK, SuFin entre otras.

Si leéis y os gusta será guay pero si además dejáis review, seré la escritora más feliz del mundo.


Era media tarde en la redacción del periódico de la universidad y Arthur tenía ganas de irse a casa. Ya había comenzado el curso y la gente no paraba de mandarle cosas para colaborar con ellos, aunque la mayoría no llegaba a un nivel de calidad aceptable, y no era porque Arthur fuera un snob (aunque esos eran rumores de su ex) o un tiquismiquis (también rumores de su ex, evidentemente), sino porque ya no estaban en el instituto y no quería que la publicación pareciera algo hecho por niños de guardería.

Aunque esa opinión le hiciera de verdad ser un snob y un tiquismiquis.

Eli entró corriendo como si fuera un vendaval y pasó entre los otros estudiantes, casi empujándolos hasta tirar encima de la mesa de Arthur un montón de papeles. Éste frunció el ceño, haciendo que sus cejas pobladísimas se juntaran hasta formar una única masa de pelo y mirando a la muchacha con expresión de asco, cogió los folios con una mano y se los devolvió.

– No pienso publicar porno gay, Erzsébet.

– E-Esto no es porno gay, es una historia seria con tintes de temática homosexual. Y no está escrito por mi – Estaba jadeando por haber corrido como una loca por todo el campus y por la expresión de su cara no quería dejar este asunto por perdido –. Además tengo esto.

Entregó a Arthur una nota por la cual éste comprobó que era del director del departamento de periodismo ordenando la publicación ese contenido.

–¿Qué has hecho para falsificar la firma del director?

–¡No es una falsificación! Y creo que es algo que merece la pena publicarse, hasta el él considera que tiene valor didáctico.

– Vale, espera – Arthur levantó la nota y empezó a leer en voz alta –. Por la presente blablabla, el director blablabla, considera que esta obra es blablabla… bla… bla… ¿Mejor me cuentas de qué va esto y terminamos antes ¿de acuerdo?

Eli se sentó en una silla que le robó a una de las redactoras que la miró con cara de asco profundo. Arthur apoyó la barbilla en la mano, sin mucho entusiasmo.

– Es una pequeña novela sobre Europa Central a lo largo de la historia.

– Ya veo.

– Y es una historia de amor.

– Ya veo, ya.

– Entre dos países.

– Entre dos países, ya veo, ya. Espera, repite eso último y me lo explicas.

– Los países tienen una personificación, un cuerpo humano. Es la relación entre esos dos países tratada como si fuera una historia de amor.

– Una historia de amor gay. Entre dos países que toman apariencia de humanos. ¿Estoy entendiendo bien?

– Es una historia de amor, punto. Realmente el autor quiere hacer un triángulo amoroso – Eli tomó aire y miró a Arthur con determinación.

–Es la cosa mas ridícula que he visto en la vida, ¿a quién en su sano juicio se le ocurriría una tontería semejante? Escribir eso es de gente chalada, por no hablar de la cantidad de problemas que podemos tener con estudiantes de esos países. ¿Y me dices que el director quiere publicar esta porquería?

– Si – Ella respondió tajantemente, acariciando con chulería su larga cabellera castaña.

Arthur ojeó los folios mostrando poco interés y buscó una carpeta para meterlos dentro.

– Lo hago porque hay órdenes del director ya que si por mí fuera, esto iría directamente a la papelera. ¿Se puede saber quien lo ha escrito, Erzsébet?

– Yo no he sido, si es lo que tú crees. Conozco a la persona que lo ha hecho, es muy querida para mí. Quiere mantenerse en el anonimato, así que le gustaría usar un pseudónimo.

– Y supongo que esa "persona querida" tiene contactos estrechos con el director.

– No, simplemente fui a él y le enseñé lo que tienes encima de la mesa. Dijo que a parte de didáctico, el periódico debería tener historias de temática homosexual de vez en cuando para…

– Para aparentar que es una institución moderna, no digas más – Arthur colocó la carpeta encima de la pila de cosas que tenía para publicar –. ¿Y que pseudónimo quiere usar tu "persona querida"?

– Hungría – Contestó Eli con una sonrisa de alivio en el rostro.

oOo

Como todos los días, el sol entraba por la rendija que dejaba las cortinas y le despertaba de su sueño. No estaba cubierto por la manta, así que se daba la vuelta para abrazar a quien compartía su cama y así buscar calor.

Como todos los días también, no había nadie a su lado.

De pronto, Toris se sintió muy solo.

Hubo una época cuando salía con Alison en la que ella se quedaba a pasar la noche con él. Y cuando se despertaba por lo menos estaba aliviado de tener compañía y poder besar con cuidado aquel cabello rubio y suave que ella cuidaba con tanto mimo.

Aunque ese rubio no era exactamente el tono que le gustaba y el pelo de Alison fuera más rizado de lo deseado. Además, Alison no era capaz de mantener una relación larga con alguien sin volver a los brazos de Arthur Kirkland, para luego pelearse con él al mes.

Por lo menos en ese tiempo lo intentaron pasar bien, a pesar de los pesares.

Toris empezaba su rutina haciendo la cama, luego con una ducha y al final se dirigía a la cocina a prepararse un café bien cargado. Vivía con sus compañeros de piso Raivis y Eduard, que siempre relegaban en él para que les llevara a clases al ser el único que tenía coche. Por lo menos la mayor parte de las veces cada uno hacía su vida y así podía estudiar tranquilo o llevarse a amigos a ver películas. Estuvo bien cuando se encerraba en el cuarto con Alison, aunque luego tenía que aguantar risas socarronas y comentarios estúpidos cuando ésta regresaba a su casa.

– Toris, vas a desgastar el azulejo como lo sigas mirando – Eduard entró en la cocina y mordió el donut que el otro tenía en la mano –. Además llegarás tarde. Por cierto, ¿vas a seguir en el coro?

Eduard tenía el dudoso privilegio de ayudar en la organización de aquel club y además de captar miembros, Raivis decía adecuadamente que eso parecía más una secta que algo legal. Miró a los ojos de su compañero de piso, buscando una respuesta rápida.

– No sé, me gustaría volver a taekwondo ya que no puedo ingresar a estas alturas en el equipo de baloncesto, si no te importa.

– Siempre puedes seguir haciendo ejercicio en el gimnasio.

–El club de taekwondo es gratis y entramos en competiciones. El gimnasio se paga.

Con estas se metió todo el donut que quedaba en la boca y salió hacia la calle dónde Raivis le esperaba al lado de su viejo coche de segunda mano. Pagando todas las facturas de la casa y la universidad, amén de los libros, solo le había quedado un poco de dinero para un coche que ya había pasado la ITV unas cuatro veces. No parecía que pudiera pasar una quinta por la forma en la que una de las puertas traseras colgaba de las bisagras.

– Desde que no tienes novia estás insoportable – Dijo Eduard, ganándose una pequeña carcajada de Raivis.

– Y tú eres un plasta porque nunca la has tenido – Toris le respondió ya colocado en su asiento y poniendo el vehículo en marcha, mirando a través del retrovisor como Eduard ponía caras raras, imitándole.

–Por lo menos ya no tenemos que aguantar a esa escandalosa que chillaba como loca "¡OH MY GOD, ESA COSA NO ME ENTRA!" Dios mío, doy gracias al cielo de no volver a escuchar sus chillidos, resonaban por toda la maldita casa. Ya más que ponerme palote, me resultaba incómodo.

Toris se mordió la lengua para no rebajarse y ser tan soez como él, aunque a Raivis toda la conversación le estaba resultando demasiado entretenida. Era Toris quien tenía que dar gracias al cielo por estudiar relativamente cerca de casa y no tener que aguantar esos pesados más tiempo del imprescindible.

Una vez aparcó y los otros dos salieron como espantados para ver a sus amigos mas que para ir a sus respectivas facultades, Toris cogió sus libros de literatura y se dirigió a la entrada principal, dónde curiosamente estaba Alison esperándole. Su famosa ex novia, una muchacha popular y muy guapa que además era capitana del equipo de béisbol femenino. Siempre llevaba la falda mas corta de lo normal y se las ingeniaba continuamente para enseñar el ombligo y los pechos entre los botones desabrochados de camisa.

Toris siempre se había preguntado porqué se había fijado en él, a parte de las ganas que ella tenía de darle celos a su ex. No era más que un chico demasiado corriente que sacaba buenas notas y el tipo de mujer que era Alison parecía más dispuesta a ir detrás de hombres populares.

Nunca lo había llegado a entender bien.

–¡Toris, Toris! Necesito ayuda urgente – Le dijo casi trotando a su lado.

–Me creía que nunca necesitabas auxilio y tú podías con todo – Le contestó éste con sorna, sin pararse a hablar con ella –. ¿Acabamos de empezar el curso y ya has perdido los apuntes?

–No, son cosas de chicas. Mira, ya que se supone que sabes teyondo…

–Taekwondo. Y yo no lo sé, lo practico.

– Lo que sea, pues le puedes partir las piernas a un tipo que mi amiga Eli no aguanta.

Toris se paró en seco, poniendo de paso los ojos en blanco.

–¿No te referirás a Gilbert?

–Pues claro. Está saliendo con su mejor amiga y ella teme que la pobre chica sufra. Se merece una buena paliza, así que puedes decir que estás enamorado de la amiga de Eli, ella terminará por ti porque eres más fuerte que su novio y mira, así consigues una cita, que desde que no estás conmigo vuelves a tener cara de pringao.

–Eli lo que quiere es salir con Gilbert y tiene celos de su amiga, punto. Además, yo no pienso pelearme por una chica a quien no conozco como si fuera una de esas películas de tu país.

– Eres un soso. Parece que ella tiene encanto y es rubia, como te gustan. Y posiblemente le encante jugar con… bueno, ya sabes. Yo no pude con ella, a lo mejor esa chica si – Miró hacia su bragueta muy picarona, dejando muy claro a qué se refería.

–¿No sabes pensar en otra cosa? – Toris ya había rebasado su nivel de incomodidad y quería alejarse de ahí lo antes posible –. He dicho que no.

Él zanjó el asunto, alejándose con paso rápido por el pasillo hasta llegar a su primera clase del día.

oOo

El día fue largo y pesado así que Toris se encontró aliviado cuando terminó con todas las obligaciones del día y volvió a apuntarse al club de taekwondo, ganándose de paso miradas asesinas de Eduard. Los chicos no tenían entrenamiento ese día, Eduard y Raivis tenían reunión con el coro, así que aprovechó para volver a casa solo y tranquilo al fin.

Lo único que le estropeó la tarde fue que el coche no quiso arrancar, y ni siquiera hizo el amago, como si estuviera completamente muerto.

Toris cerró la puerta dando un golpe y se dirigió a la parada del autobús, que acababa de pasar en ese mismo momento. Decidió no correr y esperar al siguiente sentado en el banco de la parada, tampoco tardaría mucho en aparecer.

Si no fuera por la parejita que se estaba comiendo los morros a su lado, todo hubiera sido más relajante. Los sonidos de chupeteos eran desagradables aunque la risita de la chica era muy dulce, el tono le gustaba mucho y era delicado, un gozo para sus oídos. Y era una pena que el cretino de su rollo la interrumpiera para seguir metiéndole la lengua en la boca. Él se hubiera quedado acariciando su rostro para volver a escucharla, así era de estúpidamente romántico.

Alison nunca le dejaba serlo. Tampoco se quejó mucho de aquello pero le hubiera encantado poder hacer algo a su manera aunque fuera un poco, en lugar de estar todos los días intentando mantener sexo como si fueran monos. Ella sólo quería olvidar a Arthur y nada más mientras que él buscaba algo que parecía que había perdido, aunque realmente no supiera qué era.

Le hubiera encantado que Alison se riera más de esa manera tan hermosa en lugar de poner caras raras cada vez que le bajaba los calzoncillos.

Pronto llegó el autobús y el se subió dejando a los tórtolos a lo suyo.

oOo

Las siguientes semanas en la vida de Toris transcurrieron sin incidentes pero en cierto modo poco monótonas, más por el detalle de ir todos los días en autobús para molestia de Raivis y Eduard, por culpa de su coche muerto y la factura del taller que no podía pagar. Sus padres ya le habían dicho que le mandarían dinero cuando pudieran, pero bastante tenían ya con su trabajo en Lituania, pues casi no ganaban para ellos y que él pudiera estudiar fuera, mucho menos para arreglar aquel cacharro viejo. Tenía que aguantarse y apechugar con la situación, muy a su pesar.

Todos los días a la ida se peleaba por encontrar un asiento en el autobús lleno de gente y a la vuelta cuando no tenía prácticas de taekwondo tenía que aguantar a la misma pareja dándose el lote a su lado. Por lo menos escuchar a la chica riéndose de vez en cuando le hacía sentirse mucho mejor.

Por las mañanas, como siempre desde hacía años, se levantaba vacío por dentro, sin tener a nadie a quien abrazar. Se sentía igual que un cuarentón divorciado.

Normalmente Alison se sentaba frente a él a la hora de la comida (poniéndole nervioso cuando intentaba acariciar sus piernas con el pie descalzo), pero el miércoles apareció con un novio nuevo, un italiano llamado Lovino que más que serio era un poco desagradable con él, aunque un encanto con ella. Por el rabillo del ojo veía a Arthur estrujar con fuerza la servilleta e irse airado a cualquier otra parte donde no pudiera ver a su ex. Algunas veces aparecía Eli con el periódico de la escuela cuya tirada era semanal y comentaba con las demás chicas esa nueva sección dónde con un romance medieval explicaban historia de centro Europa. Al mes de comenzar el curso y con cuatro números a la venta, aquella pequeña narración por capítulos iba ganando más adeptos entre chicos y chicas a pesar de ser un romance homosexual entre dos naciones visto bajo el punto de vista de una nación mujer. Eduard se reía de ellas porque durante los siglos a los países se les había tratado en femenino tanto en escritos como en obras pictóricas, no en masculino. Raivis en cambio no decía nada pero Toris sabía a ciencia cierta que estaba preparando un formato encuadernado con todos los capítulos publicados hasta el momento.

–La autora o el autor se llama Hungría y no tenemos a nadie que use un nombre de país en las facultades de letras, me falta mirar en las de ciencias – Raivis intentó con todos sus medios encontrar a quien estaba escribiendo eso sin éxito –. Arthur afirma que no conoce al autor, solo que tiene los manuscritos en un lugar seguro, parece ser que ya han entrado en la redacción del periódico a robarlos.

–¿Llama redacción a ese cuchitril? – A Eduard le encantaba mofarse del resto de clubes. Eli apareció en ese momento y se sentó a su lado, empujándole en el banco para poder estar cómoda –. Podías adelgazar esas nalgas, cariño – Se dirigió a ella con toda la delicadeza que pudo expresar en esa frase.

Ella le regaló una autentica mirada de odio profundo y eterno, pero sin acritud.

–Sólo os puedo decir que es alguien de este instituto y hay una persona que sabe quien es.

–Eres tú, obsesa.

–Cállate, Eduard.

Toris volvió a masticar su sándwich y tragó con dificultad.

–Yo como lituano dudo mucho que mi país se haya llevado bien con Polonia, tal y como dice la historia esa. Y menos que Austria y Suiza sean gays y Hungría los mire entre embobada y celosa – Sintió que las miradas de Eduard y Raivis se posaban en él –. ¿Qué pasa? He oído hablar de ello, pero no he leído nada.

Dos de sus acompañantes sonrieron de oreja a oreja, felices de encontrar a alguien con quien hablar del tema. Eduard siguió masticando la ensalada sin parar ya a Eli, que se empezaba a emocionar.

–Pero es tan hermoso todo, Toris. Además dentro de poco sé que habrá una escena sexual, así que será toda una revolución.

–Va a ser todo un show si lo hace con detalle y Arthur no para la publicación – Toris siguió por ella y Alison bufó.

–Ese hombre es lo peor, es el mayor degenerado que conozco y siempre anda diciéndole a los demás que si esto no es apropiado, que si lo otro es una perversión… es porque tiene complejo de pito pequeño, y eso que no ha visto el de Toris.

Lovino miró a su novia con los ojos muy abiertos y Toris escupió el café que estaba bebiendo.

–Eso tengo que saberlo, es digno de Radio Patio – Eli se frotó las manos mientras que Eduard y Raivis se reían a carcajadas.

–Bueno, si… lo siento Lovi, querido, pero no hay nada que supere el pene de este chico. No pudimos hacer nada a derechas porque entre que es largo y gor…

–¡Ya basta, por dios! –Toris intentó cerrar el asunto, pero Alison no parecía querer hacerlo, parecía encantada de poder hablar precisamente de ese tema.

–No pillé una regla para medírsela, pero son más de veinte seguro. Unos veinticinco le echo yo, no sé ni cómo se puede abrochar la bragueta.

–¡No es tan grande! – Toris iba a protestar mas pero Lovino se levantó de la mesa sin decir ni media palabra – Mira, enfadaste a tu nuevo novio ¿No te da vergüenza?

Alison salió corriendo detrás de él sin disculparse tampoco. Eduard se colocó las gafas.

–Ya nos ha dejado en ascuas con el asunto del pene gigante.

–Nos sabemos la historia, Eduard – Comentó Raivis muy inocente –. No le entraba, oh my god.

Eli soltó una carcajada nada femenina y Toris escondió su cabeza entre las manos.

–Toris, no sufras por eso, si todo el mundo quiere uno como el tuyo. Si hasta Gilbert miente y dice que el suyo mide 5 metros. Encontrarás a alguien a quien eso no le importe o le… entre.

El siguiente en salir de ahí enfadado fue Toris, coreado por las risas de sus supuestos amigos.

oOo

Otra mañana se levantó solo de nuevo, después de soñar algo que le pareció divertido, o por lo menos con esa sensación se quedó. Esta vez cerró los ojos e intentó recordar con fuerza, sin conseguirlo.

Su vida era una mierda.

Otra vez en el bus, de camino a la facultad con Raivis y Eduard. Otra vez entrando a clases, siendo medio molestado por Alison y sus ideas de bombero, aunque ya no le daba por hablar de lo mal que lo pasaba cuando intentaba acostarse con él y lo horrible que era su pene.

Después de clase de literatura inglesa Eli apareció de la nada, dándole palmaditas en la espalda.

–Necesito tu ayuda.

–Aquí nadie quiere saber que tal estoy, ¿para qué preocuparse? Solo escucho "Toris, quiero esto", "Toris quiero lo otro" pero no, nada de "Toris, ¿Qué tal la mañana?".

–Si, si, no llores niño emo.

Toris intentó con cara de odio a Erzsébet, pero no era algo que supiera hacer muy bien, así que volvió a ser el amigo pringado que no sabe decir que no a un favor.

Se odiaba a muerte.

–Dime que quieres.

–Que ayudes a mi amiga, ya sabes, la novia de Gilbert. Está dando estudios bálticos y bueno, tú eres lituano – Intentó poner carita angelical, pero falló estrepitosamente.

–Tú quieres liarme con ella y de paso matar a Gilbert.

–No, para nada, aunque si te la follas yo no me voy a quejar y ella menos... quiero decir, el otro día se lamentaba porque no conocía a nadie de cualquiera de los países bálticos para que le hablara de historia moderna… y pensé en ti.

–Pero Eduard es de Estonia y Raivis es letón. ¿Por qué no pensaste en ellos antes?

–Eduard es demasiado irónico y Raivis realmente no vivió la transición de su país.

–Yo tampoco me acuerdo bien, era un niño – Le recordó Toris, pero parecía que Eli tenía respuestas para todo, ya que levantó el dedo índice para callarle.

–Seguro que eras de ese tipo de críos que se enteraban de lo que pasaba y encima de mayor aún le pregunta a sus padres sobre cosas que recuerdan.

Touché.

–Lo que quieras, dime quien es y yo iré a hablar con ella. Aunque soy un chico ocupado, no voy a renunciar a taekwondo ni a jugar al baloncesto cuando quiera.

–Vale – La sonrisa burlona de Eli le convención de que esto era una mala idea pero ya era demasiado tarde como para echarse atrás –. Mira, la chica da clases ahora mismo en el aula 306 del edificio B. Te acompaño, tengo tiempo.

–Yo no sé ni para qué te hago caso – Se quejaba, pero seguía a Eli ya por inercia, bajando las escaleras, saliendo a la fría calle, cruzando el pequeño jardín y entrando en el llamado "edificio B".

Toris nunca había estado ahí antes realmente, era un edificio usado casi exclusivamente por estudiantes de Historia e Historia del Arte así que él poco tenía que hacer en ese lugar cuando estudiaba una filología. Había tanta gente que tuvo un poco difícil seguir a Eli, pero al final consiguió ponerse a su lado a base de recibir codazos de los demás.

Al rato se paró en mitad del pasillo y pudo ver cómo Eli saludaba efusivamente a alguien. Alguien que al verle, dio un paso hacia atrás, asustada.

Quizás el asustado debería ser él.

Era una chica menuda, rubia, con el pelo mal recogido en una coleta. Llevaba un chándal rojo que le quedaba grande, la parte de arriba con la cremallera algo abierta, que dejaba ver una camiseta blanca.

Debía de haber estado estudiándola demasiado, porque ella se estaba prácticamente aplastando contra la pared. ¿Cómo alguien podía sentirse así de intimidado?

–Este es Toris, el compañero del que te hablé. Es de Lituania, así que va a poder ayudarte.

Ella ni se presentó ni saludó. Se quedó quieta, mirándoles con cara de pánico.

Esto iba a ser un gran error.

Toris era bastante conocido por sus buenas notas y por haber salido con Alison, pero nadie quería estar con él por lo serio que era y lo exigente que se volvía cuando tenía que sacar adelante un trabajo. Él sabía esto bastante bien, así que simplemente miraba como el resto de sus compañeros se emparejaban y esperaba a que el profesor le asignara alguien que hubiera quedado solo. Siempre prefería que el número de alumnos fuera impar para hacer el trabajo solo y a su ritmo y sin ser molestado.

Se suponía que eso era algo que sabían sus compañeros habituales de clase y los demás que estudiaban alguna optativa en la que coincidieran, pero no podía imaginarse que algo así pudiera haber llegado a oídos de una persona totalmente ajena a su círculo.

–Encantado de conocerte – Se presentó, sonriéndola. Ella simplemente miró a la pared.

–Hola – Murmuró al fin sin decir su nombre, como si quisiera ser invisible en ese momento.

"Estupendo" pensó Toris al ver la poca colaboración que ésta mostraba y ya supo que al final esto quedaría en una tarde horrible sin hacer nada productivo. Además un pensamiento le llegó a la mente.

Ella era la novia de Gilbert.

No podía creérselo, Gilbert era el típico idiota que siempre iba fanfarroneando por ahí sobre las genialidades que hacía, lo maravilloso que era y la novia tan estupenda que tenía, ¿y esa era la chica de ese merluzo? Bajita, desarreglada y con la misma habilidad social que una piedra. No podía ser.

–Lo siento, tengo que irme – Se despidió y entró corriendo por una de las puertas.

–¿A que es bonita? – Comentó Eli casualmente.

–Es un adefesio, ¿dónde tienes el gusto?. No me puedo creer que el cretino de Gilbert tenga una novia así.

Eli se dio la vuelta bastante enfadada y apretó su dedo con fuerza contra el pecho del chico.

–Es un encanto de chica y muy divertida.

–No dudo que sea un encanto, pero por Dios, mírala. ¿Y Alison y tú queríais que me la ligara?

–Es mi mejor amiga y si, he pensado que sería perfecta para ti. Me parece mentira que esas palabras salgan de tu boca, Toris. A lo mejor tu ego se ha vuelto largo y gordo como esa polla inútil que tienes.

Toris iba a argumentar de vuelta pero no pudo, Erzsébet se dio media vuelta airada y se largó medio corriendo por el pasillo.

Esa mujer le había dado un golpe muy bajo.

Durante toda su adolescencia era evidente para él que tenía un pene grande que era la envidia de los chicos del equipo de baloncesto. Funcionaba como cualquier otro, así que no se preocupaba. Sus primeras chicas estaban encantadas, pero nunca había llegado más lejos de algún roce por encima de la ropa. Nunca tuvo una novia seria, pasaba bastante desapercibido hasta que ella se cruzó en su camino.

Alison fue la primera y la última.

Al comienzo todo fue como siempre, luego empezaron las quejas, los chillidos y los comentarios de sus compañeros de piso. Nunca se había imaginado que le podía pasar esto y que podía ser tan traumático, esas cosas nunca pasaban en las películas porno dónde la mujer estaba encantada de hacer virguerías con un falo grande como el palo de una fregona. El colmo vino con aquella frase.

–Lo siento Toris, quiero dejarlo. Es que ni en la boca me entra eso y ya le tengo miedo.

Creía que su relación podía ser mucho más que algo físico pero se decepcionó bastante al comprobar que no era así. Además ella se comportaba como si estuviera hablando del monstruo del lago Ness. Eduard le obligó a bajarse los calzoncillos y Raivis, siempre sincero, le dijo que era muy grande, bastante gruesa, pero por lo menos la punta si se podía chupar sin problemas.

O eso o le quedaba hacer carrera como actor porno aunque ya dudaba que hubiera una vagina que aguantara eso.

oOo

No era simplemente por nada en particular, Toris se sentía muy cansado después de ir preguntando a todo el mundo por "esa chica rubia que asiste a Estudios Bálticos" para hablar con ella y concretar en algo para el trabajo y conseguir así que Eli le volviera a hablar.

La encontró en un descanso entre clases, con la cabeza metida en una taquilla. Dio un par de golpecitos y la asustó, llevándose de paso un ligero dolor de cabeza por culpa de aquel chillido agudo.

Se asomó un poco detrás de la puertecita, mirando a Toris con miedo.

–Sólo quería darte mi número de teléfono para que podamos quedar y así ayudarte en lo que sea. Cuanto antes lo acabemos mejor para los dos, ¿No crees?

Le entregó una hoja de papel que parecía bordada gracias a su letra clara y metódica.

–Te haré una perdida para que tengas el mío – Le pareció oír al chico, pues ese tono de voz solo era audible para las hormigas –. Nos vemos.

Se dio media vuelta y se marchó, dejándole con un palmo de narices.

Cuando llegó a casa después del entrenamiento y miró su teléfono vio que por lo menos ella si que había cumplido con su parte del trato. Pensó en cómo tratarla, ya que tenía pinta de ser una de esas locas como Eli, obsesionada con los dibujos japoneses. O era esa chica de la que todo el mundo hablaba cuyo hermano sobreprotector se dedicaba a amenazar a todo aquel hombre que se cruzaba por su camino. O eso decían las habladurías, pues según las leyendas nadie había sobrevivido para contarlo.

Esperaba no tener esa mala suerte, sobre todo si ya media facultad sabía por boca de Alison sobre su "pequeño problema". Por si acaso, pensó bien que poner en el mensaje.

"Hola, soy Toris, Si quieres podemos estudiar en la biblioteca mañana por la tarde"

Le dio al botón de enviar y se fue a la ducha. A la vuelta le había contestado.

"Si kieres podmos kedar n 1 d nuestras kasas xra star + trankilos"

Toris notó lágrimas de sangre derramarse por sus ojos. Decidió ignorar todas las faltas por el bien de su salud mental.

Bueno, para quedar él lo tenía más fácil.

"Vente a la mía, esta es la dirección…"

Le dio al botón de enviar. Solo esperaba que a Eduard y Raivis no les diera por molestar.

Se puso el pijama, se tiró encima de la cama antes de empezar a estudiar. Cerró un momento los ojos, respirando profundamente y dejando la mente en blanco para ayudar a concentrarse.

Giró la cabeza a su izquierda, y abrió los ojos.

Su teléfono sonó con la llegada de un mensaje. Lo cogió somnoliento, leyendo una respuesta afirmativa a su proposición. Luego decidió levantarse y por fin, hacer algo de provecho con la tarde.