Porque me encanta la ternura de Alphonse Elric. ¡Es un amor!
Un día bajo la lluvia
Muy temprano salió de su casa. De hecho todavía era de madrugada. No quería despertar a su hermano. Cerró lenta y cautelosamente la puerta y se alejó lo más rápido posible. Esperaba que al hacerse de día se aclarara el cielo, pero adquirió un tono gris y muy pronto pudo percibir la humedad. Comenzó a preocuparse por sus amigos. Si no se daba prisa, se iban a mojar. No se dio cuenta de que su hermano mayor se había levantado segundos después de marcharse, con la esperanza de averiguar a donde se escapaba. Bueno, en realidad no importaba donde sino qué era lo que hacía.
-Ese Al-pensó el muchacho rubio-. Desde que perdió la armadura no ha podido volver a ganarme pero…
Ese "pero" se debía a que aunque ahora era mucho más fácil derrotarlo en un encuentro, su hermano se estaba volviendo más fuerte con mucha rapidez. Ya sabía que él era bueno y podía llegar a ser realmente fuerte, pero ¿así de bueno? ¿En tan poco tiempo? Lo primero que supuso era que había estado entrenando en secreto y había adquirido muchas destrezas. Eso sonaba demasiado simple, debía tener algún secreto, algo que lo estuviera ayudando a alcanzar su mismo nivel. No era que le molestara, estaba orgulloso de su hermanito. Pero lo que fuera que estaba haciendo para volverse tan buen peleador, él lo quería hacer también.
Y ahí estaba él, siguiéndole la pista a Alphonse. Empezaba a hacer frío, pero su saco lo protegía muy bien. Su hermano corría muy rápido sin mirar atrás por lo que no tuvo problemas para seguirlo de cerca. Ligeras gotas empezaron a caer.
-¡Oh, no! Tengo que darme prisa-pensó Al, conocía muy bien a sus amiguitos, odiaban el agua.
Después de correr varios minutos, se encontraban en un lado del pueblo donde la población estaba más concentrada. Había varias casas cercanas. La hierba ya estaba bastante húmeda, y el camino se había vuelto lodoso. Vio a su hermano correr tras uno de los edificios. Antes de doblar en esa esquina, se detuvo y se asomó con cuidado. Pudo ver a su hermano sobre sus rodillas, se acababa de quitar su chaqueta y la estaba poniendo encima de algo que no pudo ver bien.
-¿Qué está haciendo?-se preguntó.
No pudo evitar partir una rama al acercarse un poco más. El chico volteó para saber quién lo acechaba. Su hermano lo observaba con una ceja levantada.
-¿Qué demonios haces?
-Ah… hermano. No podía... ¡Hey!
Una cosita peluda acababa de asomarse junto a sus piernas. Alphonse tomó al animalito y lo devolvió con sus compañeros al pequeño refugio que les había improvisado con una caja de madera y su chaqueta.
-No podía dejarlos desamparados. Son muy pequeños aún.
Observó al gatito escurridizo acurrucarse con su madre y el resto. Una inevitable sonrisa se dibujó en su cara. Edward se acercó para apreciar la escena. No pudo dejar de sentirse conmovido, pero estaba decepcionado. Nunca podría averiguar que estaba haciendo su hermano para volverse tan fuerte.
