A pesar de ser obvio, dejo por aquí el descargo de propiedad. Shingeki no Kyojin no me pertenece, y esta historia es realizada sin ánimos de lucro, solo el fin de entretener.
A tu lado el orgullo no existe
"Mucho me lamento éste amor que siento,deberías de notar con facilidad la luz en mi trasfondo y cómo mi voz sale casi musical; porque de entre todos, tú siempre serás mi persona especial..."
Las órdenes habían sido claras aquel día. Entrenen sin descanso, hasta que sientan que hasta el más minúsculo e insignificante músculo de su cuerpo les renegara el movimiento. Parecía que el capitán Levi se había levantado de mal humor aquel día; por lo que lo hizo evidente para todos aquellos desdichados que conformaban el grupo de sus subordinados.
—Vamos holgazanes, que aún no han hecho nada como para que se anden lamentando—gruñó el azabache acosando con su mirada atemorizante a cualquiera que demorara más de dos segundos en reanudar la práctica de resistencia física.
Sobraba decir que a estas alturas la legión de reconocimiento no contaba con una gran cantidad de integrantes, por lo que era reducido el número de novatos que eran espantados por el capitán de hosco comportamiento; mientras que los más experimentados se limitaban a cumplir sus órdenes aunque en su mente maldijeran hasta el cansancio.
Si bien Mikasa le guardaba un poco más de respeto después de la valiente actuación de Levi en el rescate de Eren de la desgraciada de Annie; aun así por vestigios de resentimiento o mera costumbre la morena continuaba proporcionándole descalificativos mentales referentes a su pésimo carácter y a su risible estatura. Pero ciertamente respetaba su autoridad y se dedicaba a seguir sus órdenes, puesto que no le costaba ningún trabajo hacerlo.
En el caso de Armin, él sólo intentaba hacer sus actividades lo suficientemente bien como para evitarse un regaño desproporcionado por parte de su superior. Y al mismo tiempo buscaba mantener un perfil bajo, ya era evidente que el capitán andaba de un humor de los mil demonios y él no quería ser quien pagara el pato.
Eren era otra historia, él no sólo bufaba irritado por los gritos innecesarios de su capitán, sino que también se cuestionaba la finalidad de ese estúpido entrenamiento. En lugar de estar perdiendo el tiempo con nimiedades deberían de estar buscando la forma de encontrar a esos malnacidos bastardos de Reiner y Bertholdt y hacerles pagar caro por su traición a la humanidad.
Cabía mencionar que desde hace un buen tiempo, el joven de intensos ojos verdes se encontraba irritable, permanentemente preocupado e incluso susceptible. Razones por las cuales había gritado a Mikasa más de lo acostumbrado y hasta había llegado a zurrar a Armin por la intervención de éste a favor de la asiática. Vamos, su mal genio había llegado a tanto, que hasta se le había ocurrido desafiar a Levi en más de una ocasión, ganándose un buen golpe por parte de éste, así como una cena de menos.
Tan sumidos en su trabajo estaban, que pocos de los presentes notaron la ruidosa presencia de la científica de la legión, que hasta el regreso de Erwin fungiría como comandante. Nadie se explicaba cómo ésta podía guardar algún resquicio de felicidad aún en momentos como estos; pero internamente muchos agradecían su actitud ya que mejoraba aunque sea un poco el deprimente ambiente.
La castaña se dirigió directamente a Levi que se había detenido para tomar como puerquito del día a un pobre infeliz que había cometido la osadía de tropezarse con los pies de él y manchar un poco sus zapatos de tierra. Por lo que el castigo impuesto era el de hacer setenta flexiones mientras gritaba a todo pulmón que no volvería a ensuciar a su capitán por sus estupideces.
—Enano, puedo notar que hoy te levantaste con un humor de perros—señaló con algo de burla acomodándose un poco los caídos lentes. Al instante el hombre retiró la vista del novato, para clavarla en su compañera, aún más enfadado por la manera tan poco respetuosa de ésta para dirigirse a él.
—Cuatro ojos apestosa, por lo menos ten algo de decencia y respeta mi autoridad—gruñó con fastidio acortando la distancia que lo separaba de ésta. No obstante, la mujer no se sintió para nada intimidada por el tono de advertencia que el hombre delante de ella imprimía en sus palabras, y cómo si no le hubiera dicho nada colocó su mano sobre la cabeza de él haciendo hincapié a su notable diferencia de estaturas.
—Pero si hasta yo que uso lentes puedo notar que eres un enano…y encima gruñón—estalló en risas al detectar el aura negra que envolvía a Levi. Por lo que sabiéndose en peligro dio un hábil salto hacia atrás para evitar el manotazo que éste planeaba darle para quitársela de encima. —Bueno como al parecer tu no planeas quitar el dedo del renglón, supongo que haré uso de mi gran autoridad como comandante y…—el hombre le dirigió una mirada de advertencia, como diciendo no te atrevas...
Aunque evidentemente esto le importó un soberano carajo y continuó con el anuncio.
—Les estoy dando el día para que hagan lo que mejor les parezca—hizo una pausa intentando ignorar la mirada de muerte que le obsequió su compañero y prosiguió—aunque les recomendaría descansar después de la friega que este hombrecillo les hizo pasar y para que se preparen hasta que se le ocurra ponerlos a limpiar de nuevo el castillo—terminó con el anuncio, y al fondo se escucharon grandes suspiros de alivio, así como que uno que otro sonido de un cuerpo golpeándose con el suelo debido al cansancio.
De manera trágica, la espalda de la mujer sufrió un escalofrío debido a un profundo gruñido proveniente del intimidante hombre a su lado. Y como era obvio, ésta se apresuró a buscar una rápida ruta de escape, que pudiese asegurar la continuidad de su vida ya que ahora tenía a un muy enfadado capitán tras ella. Soltó un chillido y comenzó a correr lo más rápido que pudo, con el azabache pisándole los talones, jurándole un mal rato debido a su falta de respeto.
Armin dejó escapar un sonido de satisfacción y Mikasa permaneció en silencio. Eren solamente observaba la curiosa escena de la mujer siendo perseguida por el rabioso capitán, preguntándose qué tan ridícula podía volverse la situación. Pero se sintió genuinamente sorprendido cuando la mujer corrió hacia él, y se puso detrás de él como si planeara utilizarlo de escudo humano.
—¡Eren!, con la correteada casi se me olvida…—chilló la mujer algo jadeante, sin quitarle la mirada de encima al furioso moreno que se dirigió hacia ella sin parecer importarle que tendría que pasarle por encima a Jaeger para darle su merecido, así que sin pensarlo dos veces se escondió tras Mikasa, agradeciendo la mirada asquerosamente peligrosa que ésta le dirigió a Levi cuando éste planeaba hacer lo mismo que con el otro—cuando se termine la comida, por favor ven a mi laboratorio para realizar un experimento que he traído en mente éstos últimos días—después de gritar eso, la mujer de nuevo huyó despavorida, lanzando tierra a sus espaldas al sentirse casi capturada.
—¡Argh maldita mujer del demonio!—rugió el otro quitándose con asco la tierra de su antes impoluta camisa.
Después de que el par se perdiera a la lejanía, muchos se dieron el lujo de reírse de la escena tan surrealista que habían presenciado. No era común que el capitán Levi perdiera el temple de esa manera, pero suponían que el estar bajo el cargo de Hanji lo irritaba lo suficiente como para permitirse perder los papeles y a ésta le divertía en sobremanera joderle la existencia al capitán.
—Por ahí dicen que los que se pelean, en secreto se aman—murmuró por lo bajo el rubio del grupo como si temiera que el azabache de mirada terrible lo escuchara y lo hiciera comerse sus palabras junto con algo de tierra.
Aquella aseveración llamó la atención de Eren, que sin pensarlo dos veces se lanzó a dar su opinión.
—Armin…eso es lo más estúpido que he escuchado en mi vida y me sorprende viniendo de ti porque eres muy inteligente—indicó con mal humor el castaño.
—¿Qué?, pero si es la verdad Eren, es de dominio popular…—
—¡Ya sabemos que la gente es estúpida!, no es ninguna buena referencia el ganado que vive entre los muros—escupió con molestia el chico.
Algunos de sus compañeros alertados por el bullicio entre los dos jóvenes, se aproximaron para meter las narices. Siempre era una buena oportunidad para fastidiar un poco al chico titán, o de perdido se conformaban con llevarle un poco la contraria.
—¡Te equivocas Eren!, en mi pueblo todos lo decíamos y era tan cierto que aquí estoy…mis padres antes no se soportaban—indicó Sasha, a la vez que se palpaba la chaqueta del uniforme para buscar el pedazo de pan que había robado en la madrugada.
—O podemos recordar cómo se lleva Jean con su madre—secundó Connie, ganándose un buen golpe en la parte trasera de su cabeza por parte del aludido.
Todos los presentes asintieron ante la veracidad de las palabras, pero desde luego que Eren no estaba dispuesto a reconocer que eran buenos argumentos. Para él esos eran chismes de rancho.
—¡Esas son puras necedades!, ya se querían desde antes…y bueno pues la madre de Jean no le queda de otra que quererlo, aún y con su horrible cara de caballo—rebatió con burla el castaño disfrutando de la cara de profundo disgusto de Jean.
—¡Repite eso suicida!—desafió el otro empujando a un lado de mala manera a Connie para acercarse de manera amenazante al chico de los ojos verdes.
—¡C-A-R-A D-E C-A-B-A-L-L-O!—deletreó el joven importándole una mierda si se armaba camorra o no, siendo que parecía que disfrutaba del espectáculo.
—Ahora si sacaste boleto…—gritó el otro golpeando con fuerza el pecho de Eren echándolo hacia atrás, siendo respondido al instante por la misma acción, pero potenciada.
Esto se estaba poniendo bueno, tanto que hasta Sasha y Connie se estaban compartiendo algo del pan robado para disfrutar el espectáculo. Jean se armó de valor para lanzar el primer puñetazo hacia Eren, y cuando éste iba a impactar exitosamente con su cara, de pronto una pierna le hizo perder el equilibrio fallando en su intención, para después golpearse de lleno el rostro contra el piso.
La convulsiva risa de sus compañeros lo hizo enfurecer más y cuando alzó la vista se encontró con nadie menos que con Mikasa, que lo observaba con seriedad desde arriba; mientras que con habilidad detenía el puño de su hermano adoptivo. A Jean se le fue alma a los pies y sintió hervir dentro de él aún más ganas de sacarse el coraje de los celos a golpes con Jaeger.
No obstante la azabache tenía otros planes, por lo que de un movimiento rápido, soltó el puño del incrédulo Eren y luego sin más dilaciones lo subió a su hombro cargándolo como costal de papas con asombrosa facilidad, después de todo no es la primera vez que lo hacía. Las risas de los demás se duplicaron, ahora siendo alimentadas por la ridícula posición del chico titán, al que siempre la pelinegra lo protegía.
Eren comenzó a arder de rabia, y las orejas se le colorearon de la vergüenza. Cuando los demás pensaron que la cosa iba a terminar con Mikasa retirándose con el chico a cuestas, se llevaron una sorpresa al verlo forcejear con brusquedad. Esto le complicaba bastante la tarea a la joven, por lo que se detuvo para intentar afianzarlo mejor, pero para su sorpresa él aprovechó esto para hacer palanca con su cuerpo y tirarlos a los dos al suelo.
Desde luego, todos los mirones corrieron en tropel para no perderse nada de la discusión que se veía pronosticada. El muchacho se levantó al instante con tal ira, que ni siquiera se preocupó en ayudar a levantarse a su hermana adoptiva ni preguntarse si se había lastimado al recibir ella de lleno la caída.
—¡Maldición Mikasa!, ¿Qué mierda te sucede?—rugió el chico mientras se sacudía sin verdadero interés la ropa, más bien como una acción para controlarse al ver que no había nada por ahí que pudiera patear o golpear para librarse un poco de su furia. — ¡Ya estoy lo suficientemente grandecito como para saber si me quiero liar a palos con alguien o no!, maldita sea soy un hombre adulto… ¡no tu puñetero hermano menor o tu hijo!—la adolescente de cabello negro lo observó compungida desde su posición, deseando que el arrebato pasara pronto.
Era tanto el escándalo, que el resto de la legión se acercó a escuchar con preocupación, mientras que las mujeres observaban con pena a la chica en el suelo; los hombres le dirigían miradas llenas de indignación al chico por gritarle de esa manera a Ackerman.
Y había una de las chicas que con consideración a la naturaleza conciliadora de ella, no pudo evitar querer entrometerse para abogar en favor de la joven.
—Eren…por favor tranquilízate…—pidió Historia a espaldas de Mikasa.
—¡Y una mierda!, ustedes no se metan en dónde no les llaman—ordenó importándole un carajo que le había hablado de manera grosera al ser más encantador del planeta, y completó la acción amenazando con la mirada al otro rubio que también buscaba interceder.
—¿Cuántas veces he de repetírtelo para que lo entiendas?, ¡no necesito ni quiero tu protección, deja de actuar como una hermana sobreprotectora!, no somos nada como para que te sientas obligada a hacerlo—la miraba con una cólera que hizo estremecerse de arriba abajo a la aludida— estoy harto de repetirte lo mismo hasta el cansancio, ¡es mi puta vida!, te recomiendo que te consigas la tuya para que así dejes de entrometerte en la mía…—y así como era de explosivo, y con toda la rabia que tenía acumulada por tanta mierda junta, se dio la vuelta alejándose del lugar.
Horror…
Después de semejante espectáculo, nadie tenía tan pocas entrañas como para poder reírse. Apenas terminándose la discusión, Historia y Armin volaron hacia la chica en el suelo para ayudarla a levantarse, pero fueron apartados por un débil ademán por parte de la azabache. Que se las arregló para levantarse por sus propios medios, aunque evitando apoyarse en su brazo derecho; un detalle que bajo la vista de águila de Armin, no pasó desapercibido.
Y sin que nadie se atreviese a decir nada, o tuviera tiempo para decir algo; la chica comenzó a caminar con la clara intención de alejarse de las miradas de compasión por parte de sus compañeros.
Cuando Jean intentó acercarse a ella, y fue secundado por Historia, ésta comenzó a correr para que no vieran su rostro tan pronto a las lágrimas. Detestaba que la gente sintiera lástima por ella, y ésta no sería la primera vez que la buscaría. Al menos retirándose, Mikasa tenía la esperanza de poder conservar con ella un poco de la dignidad que le quedaba, así como algún vestigio de su amor propio.
Orgullo no, porque tratándose de Eren, no podía tener eso que muchos protegían hasta con uñas y dientes.
Si bien la asiática se las había arreglado para desaparecer con asombrosa facilidad, el otro chico aún se podía distinguir a la distancia. Por lo que con renovados ánimos de darle una verdadera paliza al infeliz ese, Jean emprendió camino hacia el titán cambiante. Sin embargo, fue detenido por su capa con rapidez.
—Déjame Armin, voy a darle la pelea que tanto buscaba a ese bastardo y juro que le tiraré todos los dientes de su malnacido rostro malagradecido—gruñó con indignación el castaño, queriendo apartarse del rubio, pero éste no cedió pese a la violencia de sus ademanes.
—Por favor Jean, así como es de estúpido e impulsivo Eren no entenderá razones, déjame hablar con él—pidió con tranquilidad el muchacho.
—No quiero que entienda nada, quiero sacarle toda la mierda de su cuerpo, y luego obligarlo a que se vaya arrastrando a pedirle perdón a Mikasa—rebatió el chico con una sonrisa sádica.
Todos los presentes tragaron con incomodidad, preguntándose quien se atrevería a darle un poco de razón a ese chico.
—Jean, creo que deberías de hacerle caso a Armin, a pesar de que si se merece una paliza Jaeger, como anda ahorita de rabioso, la paliza la vas a recibir tú y no va a servir de nada—acotó Connie queriendo dar un argumento de peso a favor del rubio, aun a sabiendas que se ganaría una discusión con el otro.
—¿Pero eres tan caradura de pensar que ése infeliz me va a ganar?—reclamó indignado por la sugerencia.
—Bueno si me pides la verdad…—a éstas alturas nadie dudaba del poco instinto de conservación que tenía el joven de cabeza rapada, por lo que la chica rubia del grupo se apresuró a interceder.
—Jean, por favor deja que Armin arregle esto…nadie duda de tu fuerza, pero Armin lo conoce desde niño, él podrá manejar mejor esta situación—las palabras de Historia tuvieron el efecto deseado, Jean se sintió tan confundido por los encantadores ojos suplicantes de la rubia, que no le quedó otra que aceptar su petición.
—En un momento vengo chicos—indicó el genio de profundos ojos azules, dirigiéndose al trote hacia dónde su amigo se perdía en la lejanía.
En los pocos pasos que llevaba el castaño después de alejarse, aún no había tenido tiempo suficiente como para relajarse, pero se sentía un poco más calmado después de poder exteriorizar su gran molestia. Al mismo tiempo se preguntaba, porque una amigable discusión se había tornado tan ridícula y había terminado de esa manera.
—¡Eren espérame!—la voz de su entrañable amigo se escuchó a sus espaldas y el aludido se detuvo sin pensarlo. El rubio lo alcanzó pronto y cuando éste se puso a su lado, el castaño reanudó su marcha ahora acompañado hacia los árboles que se alzaban a pocos metros de ellos, pero ciertamente sin mucho interés de llegar ahí.
—Armin…¿vienes a regañarme por lo de Mikasa?—preguntó con algo de fastidio el joven, deteniéndose frente a un árbol que se le antojó cómodo por su sombra y se sentó en el pasto recargándose en su amplio tronco. El genio lo observó por un momento, y sin decir nada se sentó a su lado, estirando las piernas frente a él dando un pequeño suspiro de cansancio.
— ¿Crees que deba de hacerlo?—indagó con seriedad aún sin mirarlo. Sabía que su amigo era un hueso duro de roer, y a lo largo de estos años pensaba haber recabado suficiente experiencia respecto a la manera de abordarle; había entendido que si querías que Eren cambiara su punto de vista no servía de nada imponerle otro, sino hacerlo reflexionar.
Eren permaneció en silencio, en honor a la verdad…la respuesta de Armin no se la esperaba. No hubiera sido la primera vez que discutiera con el mismo debido a sus fuertes altercados con la morena. Sabía que planeaba algo, pero por ahora había conseguido sembrarle la duda y lo había obligado a rememorar los minutos anteriores.
—Mikasa es demasiado asfixiante, ya le he dicho demasiadas veces que no me gustan sus comportamientos sobreprotectores y me hace el aprecio del perro—gruñó el castaño revolviéndose el cabello con frustración.
Su interlocutor lo observó de soslayo y se apresuró a contestar.
—Bueno Eren, eso no es algo nuevo pero… ¿era necesario que le gritaras de esa manera delante de toda la legión?—respondió algo incómodo.
El chico tragó un poco, sintiendo una punzada de culpa en su estómago.
—Ella siempre se las arregla para dejarme en ridículo delante de los demás, no creo que a éstas alturas a ella le interese el público presente—respondió intentando sonar seguro de sus palabras, aunque la verdad era que ni el mismo estaba ya tan conforme con su explicación.
Tal vez si se había pasado un poco de la raya…
—Bueno, pero las intervenciones de Mikasa siempre son movidas por la preocupación que siente por ti, no con la intención de humillarte o dejarte en ridículo—señaló Armin clavando su mirada en el césped, sentía que tal vez estaba revelando demasiado.
Ante éstas palabras un vacío se hizo presente en el estómago del joven titán, y a su mente vino el recuerdo del momento en que durante su juicio le echaron en cara que casi había matado a su hermana adoptiva y cómo prueba le había dejado un profundo corte en su rostro. Se había sentido tan apenado en ese instante que había buscado el rostro de ella entre la multitud y ésta se apresuró en esconder la herida en proceso de cicatrización con su cabello.
No sabía cómo había olvidado la sensación de culpa que le daba ver ese recordatorio de su falta de control en el rostro de su amiga. Y ella nunca se lo había echado en cara, de hecho siendo sincero, ella nunca le había reclamado ninguno de sus maltratos, solamente lo reñía cuando hacía alguna estupidez. Aunque forzosamente ésta tenía que haber puesto en peligro el bienestar físico de él, para que realmente le llamara la atención.
El rubio lo observaba con disimulo, las muecas preocupadas de Eren le daban la idea que comenzaba a entender lo que estaba queriendo decirle. Sonrió en sus adentros, a su parecer si había cumplido la meta de hacer reflexionar a su querido amigo.
— ¿Soy una mierda no es así?—musitó el chico con el ánimo por los suelos.
—No digas eso…no es verdad—replicó Armin con una leve molestia—sé que de todos nosotros tú has sido el más afectado con la traición de Reiner, Bertholdt y…Annie—expresó arrastrando el último nombre intentando ocultar su afectación—pero lo que si te puedo pedir es que pienses un poco más las cosas antes de hablar; Mikasa y yo estamos muy preocupados por ti, aunque obviamente ella lo demuestra de una forma diferente—puntualizó logrando que el chico de los ojos esmeralda se girara a mirarlo con más atención.
—Ella sí que demuestra su preocupación—murmuró con el vago intento de sonar sarcástico, aunque evidentemente no le fue muy bien.
—Eso no quiere decir que sea malo Eren… ¿alguna vez has notado como es la personalidad de Mikasa?—preguntó el genio con tranquilidad. El otro lo observó como si le hubiera salido una segunda cabeza.
— ¿Bromeas?—no obstante la mirada seria de su amigo lo instó a responder su pregunta—sí, es bastante silenciosa, se podría decir que si no la conocieras bien pensarías que no tiene emociones—explicó desviando la mirada.
El rubio asintió, para después continuar.
—Entonces supongo que también habrás notado que el único momento en el que demuestra algo de emociones es cuando se preocupa por ti—el chico sonrió ante la mirada de sorpresa de su amigo—cuando se trata de ti sufre, llora, se desespera…recuérdalo Eren sólo por ti—guiñó el ojo al terminar su explicación, preguntándose si no había hablado de más. Pero al observar el nuevo semblante de su compañero supo que para bien o mal ya lo había hecho.
Las palabras de Armin fueron un golpe bajo para sus pensamientos, que en estos momentos se encontraban peor que una maraña. Se llevó las manos la cabeza y gruñó.
—Me desquité con ella, por toda la mierda que pasa en mi vida—era evidente su frustración, y aunque el rubio notó que si bien no había entendido del todo lo que le quería decir, lo primordial si lo captó.
—Hey…no te sientas tan mal—consoló dándole unas palmadas suaves en la espalda—somos tus amigos y siempre estaremos ahí para cuando nos necesites—señaló con alegría—y tal vez te ayudaría que pudieras hablar con nosotros de lo que te molesta, al menos Mikasa se sentiría muy bien si te animaras a contarle como ha estado tu día—completó.
El joven castaño lo observó, y para sorpresa de Armin notó un leve sonrojo en las mejillas de su compañero. Sorprendiéndose por eso último, tal vez al final si había servido de algo ésta plática con él. Recordando algo de repente, el rubio busco dentro de su capa, llamando la atención del chico a su lado.
—Casi lo olvido ten—indicó el genio entregándole un pequeño bote al castaño y continúa con la búsqueda de otro artículo, hasta que al parecer consigue encontrarlo y también se lo da, siendo en ésta ocasión una venda limpia. Eren lo observa interrogante, y a pesar de que el rubio se siente contrariado de decirle para que es, sabía que lo mejor era adelantarle la noticia. —Si vas a buscar a Mikasa, creo que deberías ayudarla con su brazo, creo que se lastimó con la caída de hace rato—explicó el chico en voz baja.
Un sentimiento de culpa se encajó ésta vez en el corazón del hombre de ojos verdes y de inmediato guardó los objetos en su chaqueta. Eren se levantó con presteza y le ofreció la mano a su amigo para ayudarlo a levantarse, tan ensimismado estaba el otro que aceptó la ayuda y se incorporó rápidamente.
—En ese caso, iré a disculparme antes de que se me vaya el buen juicio—sonrió con debilidad despidiéndose de su amigo, agradeciéndole su ayuda con una palmada en el hombro. Armin se quedó sonriendo bajo la agradable sombra de aquel árbol. El viento soplaba con ligereza y le hacía cosquillas en el rostro con su cabello. Pero el permaneció sonriente, observando como su mejor amigo se perdía a la distancia, pensando en que por primera vez, Eren daba un paso en la dirección correcta…
La que le llevaría al corazón de Mikasa…
¡Hola!
Para quienes me sigan desde antes ya sea por el fandom de Inuyasha o Dragon Ball o simplemente por alerta de fanfiction cambié mi nombre de Whitemiko5 a Milkyshine, puede que resulte obvio; pero igual lo puntualizo. Sentí que tenía que renovarme en algunos aspectos.
Maldición había estado demasiado tiempo sin hacer nada, ya me ando oxidando en eso de escribir. Debo de confesar que he estado demasiado tiempo alejada del anime, no sé, pensaba que había superado mi trauma pero luego llegó Shingeki no Kyojin y valió madre todo.
Bueno, creo que empezaré por decir que esta historia comenzará con género T y próximamente evolucionará a M; así que estén preparados. Es mi primera incursión dentro del fandom de Shingeki no Kyojin, y puedo notar que es relativamente nuevo; no llevo mucho tiempo leyendo el manga ni viendo el anime, así que no puedo estar enteramente segura de estar llevando bien las personalidades de todos, si notan algo por ahí no duden en comunicármelo.
Se los agradecería mucho.
El género es romance y drama. Quienes me conocen desde antes saben que de eso vivo.
Bueno, ahora hablemos de las parejas. En éste fic será simple la cosa.
Eren x Mikasa
Levi x Hanji
Puede que haga referencia a otras parejas, pero ninguna intervendrá con las anteriores, si acaso alguna mención a Petra x Levi, pero pues por desgracia Petra ya está bien muerta, así que ni cómo shippearla con Levi.
Si leyeron hasta aquí les agradezco muchísimo el leerme, y ojalá puedan regalarme unos reviews para saber qué les parece…
Besos…
