Habían pasado ya casi cuatro meses, de la captura de Kenzaburo y su encierro prolongado en el Templo "Shé he Lăohú".
En todos los medios gráficos locales y regionales -de Los Ángeles y California-, no se veían reportes extraños relacionados con Gatos Samurais, o vestidos como monjes Shaolin, o con Perros Ninjas y Zorros ataviados con armaduras japonesas. En Oklahoma, Nueva York y otros lugares del mundo, la situación era casi igual que cuando el Kitsune Kenzaburo ordenaba a sus Inus "Ve y mata".
Sin embargo, Tsé-Kiang y los Japanese Bobtails del Templo mantenían contacto diario con sus respectivos conocidos en Japón y China.
Y como se dijo, existía ahora en Los Ángeles una calma especial… Necesaria tras los incidentes que habían durado cinco semanas.
A quienes habían traído la normalidad, muy pocos podían verlos o saber dónde encontrarlos, pues pasaban la mayor parte del día en la Casa de Huéspedes y sólo paseaban -en familia, generalmente-, por el Barrio Chino.
Pero ni a Mittens ni a Bolt les importaba que el mundo se hubiera olvidado de ellos; sabían cuánto eran apreciados allí donde estaban.
Todos en esa casa y en el Barrio los saludaban al verlos pasar o los invitaban con algo para comer a cada rato. A la Gata le rogaban que posara para dibujos con inscripciones en Chino; al Perro, ahora incluso los "Siete Grandes Guerreros" habían vuelto a tratarlo respetuosamente.
Para muchos -incluyendo a Rhino-, de nuevo era un héroe. En todo Chinatown lo llamaban "El Protector de Los Ángeles"… Pero en el pequeño mundo de su grupo familiar era un padre feliz, dedicado tanto a su esposa como a los hijos de ambos.
Snowy, Gino y Dusky recibían tal vez más regalos y atenciones que sus padres. Pero por supuesto, el primer lugar lo tenían los dos casi recién nacidos de Mittens y Bolt. Sus juguetes ya apenas si entraban en la caja donde había venido un lavarropas.
De los tres mayores, Gino era hasta ese momento el único que pensaba empezar algún estilo de lucha, cuando tuviera ocasión. Bolt llamó al Templo mientras Mittens atendía a los dos nuevos cachorritos y recibió del Birmano Shu una respuesta tan inesperada como buena, relacionada con el desarrollo de su hijo.
"En realidad, Bolt, cuanto antes se empieza en esto, mejor. Gino sólo tiene que elegir uno de nuestros estilos y ver qué día quiere empezar".
"Perfecto… Apenas vuelva de jugar, se lo diré".
"¿Y qué hay de ustedes? ¿Decidieron cuándo van a volver? …No es conveniente, dejar pasar muchos meses sin entrenamiento".
"No… No hablamos mucho de eso. Pero supongo… En cuanto nuestros dos hijitos menores crezcan un poco más…"
"Bueno, estaremos esperándolos".
"Lo hablaré pronto, también, con ella, Maestro Shu".
"Hasta pronto, Bolt. Saludos a tu esposa".
Bolt colgó y fue a echarse junto a Mittens, quien daba su leche a "Pequeña Serpiente Hermosa" y a "Pequeño Tigre Guerrero"; de momento, sólo quería sentir el calor del cuerpo de su amada Mittens y brindarle a su vez el suyo.
La simple mención de sus dos hijos menores hizo a Bolt recordar ese primer día con Mittens en la Casa de Huéspedes "El Loto Amarillo", en el cual estuvieron de acuerdo con sus respectivos corazones en volver a ser padres; y por algún motivo, esa vez le pareció más perfecta y hermosa que las dos anteriores.
"Ella y yo -pensaba sonriente el Perro- nos enamoramos hace dos años… Y lo único que nos hizo aún más felices de estar juntos desde ese día, fue haber podido tener hijitos. Ahora que logramos en gran parte vencer a Kenzaburo cada uno por su lado, es como si yo hubiera ganado a la mejor Gata de algún Clan felino, y ella hubiera ganado igualmente mi amor luego de luchar contra una pandilla de Perros callejeros".
Mittens entretanto, semidormida y amamantando a los dos pequeños, sólo podía sentirse transportada en feliz ensoñación al mejor lugar posible de su propio interior.
La gran pérdida de ambos, entonces -a manos del Kitsune-, era ahora para ellos algo cada vez menos causante de tristeza; el dolor por Moon, Queen y Star, más pequeño y lejano, iba convirtiéndose al paso del tiempo en amorosos recuerdos.
En una casa bastante grande, a 230 metros de la Christopher Columbus Transcontinental, una madre y su hija terminaban de acomodar las últimas cosas que habían traído en la reciente mudanza. La niña se quedó mirando tristemente una foto que la mostraba en compañía de una Gata, un Hamster y un Perro.
"Sí, Penny, ya sé cuánto los extrañas; pero yo también me acuerdo de lo que pasó esa noche, y… Ellos tuvieron mucho que ver con la aparición de ese Zorro. Por eso no quise que Bolt regresara".
"Y… ¿También nos mudamos por la pelea que vimos en el living?"
"Sí, ya te lo dije en la otra casa: no quiero ver entrar más a un Zorro, sea normal o un disfrazado que además viene con armas y amenazando a todos, como hizo ese chiflado".
Penny, en el sofá, volvió a sentir la tristeza provocada por un incidente que tampoco llegaba a entender del todo.
"El Gato al menos parecía estar para defendernos…"
"Pero yo tampoco me olvido de lo que había a la entrada de ese pasillo; y aunque no creo poder lograrlo jamás, Penny, prefiero que no sigamos sacando aquí ese tema".
"Está bien, mamá…" -Suspiró la hija, haciendo que la madre fuera a consolarla un poco.
"Oh, bueno… Por supuesto, te entiendo -la abrazó mientras ella lagrimeaba. -Bolt era irreemplazable, dentro y fuera del set. Pero déjame ver… Si me va mejor este año en el trabajo, empezaré a juntar para que puedas tener un día una Agencia de Animales Actores, si quieres… ¿Qué te parece?"
"Muy… Bien, me encantaría…" -Sonrió ella detrás de las últimas lágrimas.En el tercer subsuelo del Templo "Shé he Lăohú", un Dragón chino verde y amarillo seguía vigilando a un Kitsune paralizado cuatro meses antes por el golpe especial de Musashi. Kenzaburo no podía escapar voluntariamente, pero el gran Dragón -además de impedir que muriera- debía mantenerlo en ese estado hasta que al propio Kitsune le llegara la muerte.
Inmóvil pero consciente de todo, atrapado en una de las peores prisiones imaginables, Kenzaburo ya no esperaba que supieran al menos, en el mundo exterior, de su existencia.
El segundo subsuelo era el dominio de la Serpiente Suprema, una Constrictora muy larga, con sus buenos once metros; era quien decidía entre la vida y la muerte de los traídos ante ella, pues si los llevaban ante el Gran Dragón, sólo existía la segunda posibilidad.
El primero pertenecía al Tigre Supremo; él a veces podía matar a quienes hubieran sido capturados por los Birmanos por algún crimen, pero casi siempre castigaba esos actos con un gran zarpazo en la cabeza que les dejaba para siempre tres marcas largas y dolorosas.
En la parte superior del Templo, por último, los Birmanos dirigidos por Tsé-Kiang seguían manteniendo cierta vigilancia desde adentro, mientras los Siete Guerreros -por primera vez de incógnito- investigaban en toda la ciudad posibles actividades de Inus o Kitsunes. Sin embargo, y a pesar de su dedicación, sólo alcanzaron a verificar la aparición de varios Inus, lo cual por supuesto no tardaron en informar a Tsé-Kiang.Casi dos meses antes, en la casa donde regía Kenzaburo, otro Kitsune aguardaba su oportunidad. Había llegado una noche desde Oklahoma, y uno de los pocos Inus sobrevivientes lo guió hasta su escondite actual.
La casa tenía un cartel que decía "En venta", pero ninguna llamada era atendida.
El Kitsune Uragano, después de tomar bajo su mando a los escasos cuatro Akita Inus que habían quedado de los días de Kenzaburo, hizo venir de Oklahoma a sus propios Perros Ninjas. Llegaron en grupos pequeños, cada dos o tres días, hasta que los diecinueve Inus estuvieron instalados en la casa azul de Alameda Sur y la Novena.
Uragano hizo su entrada en el living para decir una especie de discurso frente a los Inus. Llevaba puesta su armadura negra azul y blanca, así como todas sus armas aunque casi no usaba otra que la Manrikigusari… Sobre la cual tenía un dominio absoluto y letal para sus enemigos.
"Muy bien, Perros de mi Clan. Como sabrán, vine a Los Ángeles a causa de los sucesos que tuvieron lugar uno o dos meses atrás, contrarios al objetivo original de eliminación y dominio.
Algunos de ustedes me dijeron dónde tienen ahora a Kenzaburo. Para ese asunto tengo un plan, donde ustedes -es decir, todos los Inus actualmente bajo mis órdenes- tendrán una participación importante.
En cuanto a cierto Perro, de quien según me contaron estos días ayudó junto a una Gata a que los Birmanos capturaran al Kitsune, pues… Creo tener el castigo adecuado para él apenas haya vuelto a ese Templo. Pero todavía no descubrieron dónde vive, ¿O tal vez sí?"
"No, Señor Uragano… Aunque nosotros, los que trabajábamos para Kenzaburo, suponemos que está en el Barrio Chino".
"¿Y qué tal si está todo el tiempo en el Templo donde fue con esa Gata… Su esposa? -Terminó de preguntar mostrando su completo desagrado. -¿Pensaron en eso?"
"Sí, Señor, por supuesto. Pero estuvimos vigilando las calles cercanas al Templo, y no vimos pasar a ninguno de los dos…" -Respondió uno de los Inus, sin poder ocultar su miedo ante la posible reacción del Kitsune.
"Bueno, se me ocurre -concluyó, mirando a todos los Perros- que no debe estar muy lejos del Templo 'Shé he Lăohú', pero en otro momento nos ocuparemos del Perrito. Lo que más importa ahora es el plan concerniente al prisionero".
Un poco más de media hora después, entre todos armaron su plan de ataque, aunque siguiendo la idea del Kitsune.Lejos de semejante conspiración y nuevamente dos meses después (tiempo actual)…
Charlotte y Edward, como se sabe, se habían quedado a vivir desde esa noche trágica en otro sector del patio que había detrás del Templo.
Maybelline, la Cornish Rex que vivía con el Pomerania Jumper en Spring Norte, cerca de la Santa Ana y Harbour, había quedado embarazada una semana después de que Mittens y Bolt comenzaran a vivir en su nuevo hogar, estando por lo tanto a punto de tener dos hijos del Pomerania. Y siendo los primeros que tendrían, ambos los esperaban con igual ansiedad.
Exactamente lo mismo ocurría ahora con la Persian Jessica, quien en unos días tendría tres juguetones y gorditos Beagles, igualitos exteriormente a su padre Olliver. Los dos vivían por su parte en Main Street Norte, no lejos de la Santa Ana.
El Scottish Terrier Chomp, habiendo fijado su nueva residencia en Alameda Norte y Alpine Street, seguía yendo regularmente al Templo, para brindar su ayuda en lo que fuera necesario. Allí hablaba en ocasiones con Nancy y con el Hamster, quienes tenían planes de permanecer en el patio del Templo por un largo tiempo.
De sus cinco hijos, tal vez Lucy y Cappucino buscarían una forma de entrenamiento apropiada para ellos.Esa tarde, mientras Bolt hablaba con su Maestro de Hú Quan, la Paloma y el Hamster conversaban en un Almendro de sus posibilidades para el futuro entre otras cosas.
"En realidad, Palomita, me gustaría pasar toda la vida contigo en el Templo -en este árbol, incluso-; claro que, si tú quisieras, iríamos a vivir hasta en Júpiter".
Ella le sonrió al preguntar: "¿Pero qué te gustaría a ti, peluchón?"
"¿Además de permanecer aquí, contigo?, pues… -empezó a enumerar las distintas opciones. -Trabajar junto a ti en nuestra propia serie de súper-acción, ayudar a Bolt contra los malvados Inus y Kitsunes… Hacer contigo misiones importantes ultra-secretas, ver a nuestros hijitos crecer felices y fuertes… Enseñar a tu lado Artes Marciales especiales para Palomas y Hamsters…"
Ella apoyó la punta de un ala en la boca de Rhino.
"¿Y no te gustaría ver crecer así a más, de nuestros hijitos?"
"Ah, eh… Palomita, no mencioné eso porque no sabía que estuvieras deseándolo -se disculpó abrazándola. -Pero por supuesto que quiero, mi angelito de amor. Apenas Mittens y Bolt quieran volver a tener hijos, te prometo que lo haremos".
"Gracias, mi pancito de canela… Porque quiero que tengamos pronto otra vez, la felicidad de ser padres".En el pequeño comedor de la casa de huéspedes, sentados uno al lado del otro, Mittens y Bolt conversaban sobre varios asuntos mientras cenaban; por esta vez solos.
"Entonces, princesita, sería bueno empezar juntos otra vez lo antes posible, nuestra nueva etapa de entrenamiento".
"Lo sé, Bolty… Y en realidad me gustaría hacerlo esta misma semana. Pero como aún debo atender a nuestros dos recién nacidos… ¿Qué te parece volver allá tú primero?"
"Pues no, prefiero esperar a que estés en condiciones de reiniciar junto a mí el entrenamiento".
"Mi amado Bolt… Siempre pensando en mí. Pero no tengo problema, en que vayas unos días por tu lado".
"También sé que no, mi dulce Cobrita, pero… La promesa que te hice ese día frente a los Birmanos, de destruir esa organización criminal, incluye tenerte cerca en el Templo mientras aprendo nuevas técnicas o junto a mí como ahora, para cuidarte… Y abrazarte mejor".
Diciendo esto la rodeó con sus brazos, cosa que Mittens agradeció dándole a través de los ojos verdes su más acariciante sonrisa.
"Hay algo que no sé si te dije alguna vez, mi amor… Fue cuando aún viajábamos cruzando Estados Unidos y estábamos llegando a Nevada. Tú ibas mirando hacia delante, pero con los ojos cerrados y expresión muy feliz. Yo entonces te miré como nunca antes lo había hecho; y aunque duró unos instantes, cuando me dispuse a dormir mi corazón sólo siguió pensando en ti…"
El Perro, sin poder encontrar palabras adecuadas para agradecerle o al menos responderle, besó los labios de ella y ambos permanecieron así largos segundos, cerrando los ojos para disfrutar el momento con todos los otros sentidos.
"Gracias, Bolty… Otra vez me hiciste sentir muy bien".
"No, gracias a ti, Mitty… Porque hiciste mucho más por mí que yo mismo".
"Pero tú te arriesgaste entrando a ese refugio, sólo para sacarme de la celda. Eso significó para mí mucho más que nuestros malos momentos iniciales".
"…Que daría cualquier cosa por poder olvidar. Sólo pude empezar a sentirme mejor conmigo mismo el día en que tuviste a Snowy, Dusky y Gino".
"Pero ya no te aflijas, por eso. Piensa, como hiciste recién, en todo lo que conseguimos estando juntos. Y… Por cierto, te propongo algo: ir conmigo a donde dejé a "Pequeña Serpiente Hermosa" y a "Pequeño Tigre Guerrero", que están en su cuartito esperando su desayuno de mi parte".
"Sí, mejor vamos… Pues me parece que hasta estoy oyéndolos llamándote: '¡Mami! ¡Mami, tenemos hambre!'"
"Tal vez, pero ellos están en el cuarto piso, y esta es la planta baja".
"Bueno, deben ser mis… Súper-poderes de padre".
"Entonces sí te creo, mi cielo". -Le sonrió otra vez ella mientras dejaban el comedor.Gino, como invitado en otra mesa, conversaba con una familia de Birmanos compuesta por Kutkai, su esposa Liang, un hijo mayor y dos hijas menores (Ken Pai, Meixiu y Yuan Li). Los cinco hablaban un poco de inglés mientras el Perrito aprendía algunas nuevas palabras en Chino.
"Gracias… -dijo en ese idioma. -…Por la invitación".
Pero había algo que quería poder decir lo antes posible frente a toda la familia, y era si le permitían visitar a Yuan Li, o al menos estar con ella cuando el resto de la familia también la acompañaba en viajes o paseos, o en sus compras. Sólo que había conocido al grupo familiar menos de tres semanas antes, no pudiendo entonces sino esperar que el tiempo fuera más rápido para algunas cosas, y más lento en otras. Algún día después de todo eso, por fin, podría decirle a la Siamesa las únicas palabras en Chino que deseaba hacerle oír en un susurro al oído.Esa misma noche, después de la cena, Bolt habló con Gino sobre qué quería hacer en el Templo.
"¿Entonces, hijo? ¿Qué estilo vas a elegir?"
"Eh… Todavía no pude decidirme entre el Combate del Dragón y el que te enseñó el Maestro Shu".
"Ah, entonces… Me parece que iremos pronto allí, a pedir consejo de los expertos".
"Sí, pues en realidad lo tengo mucho más difícil. El otro día vi una exhibición de Long Quan y tuve ganas de empezar enseguida ese estilo; después pienso casi todo el día en la fuerza que te permitió vencer a Kenzaburrito (lo llamaban así desde su llegada a la nueva casa), y también me gustaría tenerla, aunque… Eso me hace acordar a algo que mencioné varias veces".
"¿Y qué cosa es?" -Acercó Bolt sus ojos a los de Gino, sabiendo en realidad a qué se refería él.
"Pues… Que con esa fuerza y todo, no eres tan rápido como mamá…" -Respondió su hijo, manteniendo la mirada aunque poniéndose ligeramente colorado.
"Pues bien, mañana volveremos a correr para dejar en claro quién es el más rápido de los dos, ¿eh, hijo?"
"Trato hecho, papá".
Y volvieron a su habitación, donde nuevamente pasarían con el resto de la familia una noche de dulces sueños en un largo abrazo mutuo.Transcurrieron casi dos meses más; en el Hemisferio Norte estaba a punto de llegar el verano.
Maybelline y Jumper pasaban la mayor parte del día en su casa de Spring North Street, ocupados pero muy felices, de sus dos hijitos Dalia y Summer.
Otro tanto ocurría por supuesto en Main Street Norte con Jessica, Olliver y los tres Beagles de cinco semanas (Jasmine, Woody y Rocky) que los casi embobados padres veían dormir formando una montañita o arrastrarse llamando a la Persian en busca de leche.
Nancy y Rhino solían ir por esos días a la casa de Chomp; a veces, también se sumaban Charlotte y Edward, cuyos hijos tenían aproximadamente tres años y pronto elegirían en cada caso un destino para su vida.
En el Templo entretanto, los Birmanos hacían cada mes ceremonias en memoria de Tai, así como los Guerreros con respecto a Hideyoshi. Shu y Li-Kuei seguían esperando a Bolt y a la Gata mientras organizaban la nueva etapa de entrenamiento.Y Kenzaburo, visiblemente debilitado en todo sentido pero sin posibilidad de recostarse, sólo deseaba que el fin le llegara de una vez.
En "El Loto Amarillo", Mittens por fin se sentía lista para recomenzar con Bolt el entrenamiento. "Pequeña Serpiente Hermosa" y su hermanito habían empezado a hablar; un poco en Inglés y otro en Chino, por juntarse diariamente con los Birmanos de entre seis y quince meses que vivían allí. En cuanto a sus juguetes, llenaban ahora una segunda caja tan grande como la del lavarropas.
Así que la Gata y el Perro los dejaron desde entonces al cuidado de Snowy y Gino. Por la tarde arreglaron todo con Li-Kuei, quien avisó luego a Shu y a Tsé-Kiang. Al día siguiente, ella y él regresarían al Templo "Shé he Lăohú".
