La chica del País Lejano
La chica de los ojos azules
En una isla perdida en el mar, que más apariencia de continente poseía, una chica con largos cabellos negros y ojos cual lapislázulis, aterrizó suavemente acomodándose su boina.
–Vaya, ese viaje fue realmente duro. Si tan sólo no nos hubiera perseguido ese monstruo de siempre. –Se quejaba la joven de cabellos azabaches.
–Me hubiese encantado protegerla, ama. Debió permitirme salir a hacerle frente a la criatura. –Saliendo de una Pokéball transparente cómo lo es comúnmente, un Lucario estiraba sus extremidades mientras se inclinaba ante la chica.
–Ya te he dicho muchas veces que no me llames así… Me recuerdas a ese otro Pokémon de la otra dimensión –Bufaba la lapislázuli, mirándole fijamente a los ojos. –Y levántate querido Ruxio. Hoy hay muchas cosas que hacer.
Con paso firme, decidió dirigirse al centro Pokémon más cercano. Ella era muy precavida, pero a su pesar, la falta de memoria era una de sus más extrañas virtudes, por esa misma razón se percató de que se dejó el mapa de la región en su antiguo hogar antes de iniciar el viaje. No le quedaba otra que ir a pedir uno nuevo con la enfermera Joy.
Entró por las puertas con gran elegancia y de manera gentil pidió amablemente que le obsequiaran un mapa, junto con uno extra de la región Kanto.
–Lo lamento, pero no poseemos mapas de la región Kanto, o al menos no se los podemos entregar al público común. –Se disculpaba una muy apenada enfermera.
–Muchísimas gracias de todos modos, ya es mucho que me hicieran el favor de obsequiarme el mapa. Son muy amables con los turistas aquí. –Agradecía la azabache, haciendo una pequeña reverencia.
Al despedirse, salió del Centro Pokémon y desplegó el mapa con mucho cuidado. Fijó la vista en un diminuto punto del papel y acercando su ojo, se lo apartó cerrándolo en seco.
–Pésima memoria la mía, con que hacia allí era que quedaba el Ferri hacia Kanto. Sé muy bien que sería mejor transportarme por mis propios medios, pero me siento tan débil. –Nuevamente un Lucario con una expresión llena de preocupación apareció en escena.
–¿Cómo se siente? –Preguntó a la chica que por poco se desvanece en el suelo sosteniéndola con ambos brazos. –Ama, le ruego que no sea tan orgullosa y mejor llame al pariente que tiene en esta región. No puede viajar en estas condiciones.
–Ruxio, te lo repito por enésima vez. –Exclamó un poco enojada. –No me digas "Ama", Y si lo deseara no podría hacerlo… Aún no tiene los recuerdos implantados, no me queda suficiente poder cómo para manipular su mente.
Con ayuda del fiel Pokémon, la azabache se incorporó suavemente. No debían de perder mucho tiempo, pues iban tarde hacia su destino y debían descansar, que era lo más primordial.
La joven se puso en marcha con un paso firme pero lento, seguida de cerca por aquel Lucario peculiar. Atravesaron par rutas en el menor tiempo que pensaron que tardarían y se dirigieron al pequeño puerto del Ferri de Kanto. A su encuentro, un gran robusto, pero anciano hombre, les invitó a llevarles a su bote por un menor precio, ya que cruzaría cerca de uno de los puertos de Kanto en un viaje importante que debía hacer. La chica aceptando, subió en aquel botecito junto con un Pokémon que tenía dibujada una mueca llena de desconfianza. De ese modo, iniciaron su travesía rumbo a la región que prácticamente, vio nacer al mundo Pokémon.
–Muchas gracias, por prestarle un sitio para dormir. –Miraba de soslayo aquel Lucario al anciano que se encontraba maniobrando el timón.
–No debes agradecer, amargado. Noté en sus ojos el cansancio que tenía la pobre, no podía dejarla así. Además, creo que ya es costumbre mía el ayudar a nenitos que se alejan de sus madres. –Respondió en tono burlón el veterano.
–No me hable con tanta confianza. A pesar de que me he dado cuenta que no es una persona que destila energías negativas, no se ha ganado un motivo para que me deje fiar de usted. –Ese comentario del viejo, le hizo subir la sangre a la cabeza al desconfiado Lucario.
Las horas pasaron, el bote se mecía suavemente con el ir y venir del oleaje. La joven, continuaba descansando plácidamente en el camarote del octogenario, mientras era cuidada atentamente por su fiel acompañante.
Finalmente, una pequeña ancla cayó al agua haciendo que el chapoteo, alcanzara las rosadas mejillas de la chica.
Suavemente, llevó sus manos hacia su rostro para limpiar aquellos rastros de sal de mar, se levantó estirando su cuerpo librándolo del sueño y abrió sus ojos para encontrarse con un Lucario acurrucado en el suelo tiernamente dormido.
–Ruxio, gracias… –Enternecida, sacó su Pokéball y llamó al Pokémon dentro de ella. –Descansa muy bien, querido Ruxio.
–Ese es uno de los Pokémon más fieles que haya visto en todos estos años cómo marinero. –Musitó una voz ya conocida entrando en la pequeña recámara. –Debería estar orgullosa, aunque no he venido precisamente a hablar sobre ello, pues ya hemos llegado a Ciudad Carmín.
–Señor, en serio le agradezco que nos haya hecho este favor a mí y a Ruxio. –Exclamó alegremente la lapislázuli, haciendo una reverencia.
–No hay por qué dar las gracias, de todos modos tenía que hacer algo en esta región. Y jovencita, me puedes llamar por mi nombre: Arenque. Capitán Arenque. –Respondió el veterano con una brillante sonrisa.
–¡Si, Señor Arenque! Oh, usted también puede llamarme por mi nombre: Lapislázuli Star Johanson. Aunque, todos me llaman Razuri, pues es más corto. –Finalizó la azabache, regresando la misma sonrisa que le regalaron.
Con las energías renovadas, Razuri salió corriendo del bote sumamente feliz. Por fin consiguió llegar a Kanto de manera tradicional sin usar sus poderes. Se sentía completamente realizada, que ya nada podría pararla pues iba cómo una máquina a toda potencia, pero…
–¡Ah! –Todos los descuidos tienen un desliz, y esta joven lo comprendió al tropezarse con una de las sogas que yacían tiradas a lo largo del puerto. Pero no crean que fue un accidente lamentable, ya que por fortuna una persona logró atraparle antes de caer. –"¿Qué pasó? Estoy segura de que… ¿Uh…?" –Abrió suavemente sus ojos y notó que estaba contra el pecho de lo que parecía ser un chico. –"Alguien me ha atrapado…" -Levantó delicadamente su mirada azul, la cual se encontró con una verde.
–¿Estás Bien…? –Le cuestionó un chico alto y de cabellos castaños.
–Si… Gracias. –La chica de ojos azules cual lapislázulis, encontró justo a quien venía a buscar sin saberlo.
Continuará.
