Disclaimer: Shingeki no Kyojin no me pertenece, todo es de la Llamita Asesina (Hajime Isayama).En ocasiones, Hange se perdía mirando el horizonte cuando este se ponía de un color naranja. Le causaba una sensación extraña en su piel.

Una sensación que estaba relacionada con los sueños que tenía últimamente.

Al ser profesora de biología de un instituto y de una universidad, los ratos libres eran pocos, y la facilidad de apreciar la naturaleza que se le presentaba, a pesar de estudiarla constantemente eran nulos. Pero ella amaba los atardeceres, el cielo, las estrellas. La sensación que le daban de estar en un mundo más basto del que podían percibir, se sentía diminuta a comparación de ellos.

Se encontraba en una tienda de Té que habian inaugurado en la universidad semanas atras, gracias a movimientos estudiantiles que rogaron a la junta directiva la instalación de lugares de comida dentro del campus. Se rumoraba que precisamente esa tienda estaba bajo la dirección de un loco maniático del té que servía los mejores del país.

Pero todo eso aumentaba la sensación de ausencia en el pecho.

La luz cálida atravesando por el vidral hacia que sus ojos escocieran, pero no por las razones obvias de la luz entrando en sus pupilas, sino mas bien, por el recuerdo amargo de algo que, irónicamente no podía recordar.

*

"Hange..." se encontraba en el suelo, se sentían una cantidad continua de pequeños retumbó que incrementaban su intensidad en el suelo que por obvias razones eran Titanes. Su espalda estaba fracturada, de eso no tenía duda. Y creía que le faltaba la mitad de la pierna.

"Le..." su garganta escocia. No podía hablar, no podía. Aunque intentará. Lamentó no poderle decir el sentimiento que había nacido en los últimos meses, lamento haberse concentrado tantos años en entender a seres irracionales y no dedicarle tiempo a las pequeñas cosas de la vida. "... Vi... Tienes que irte..."

"Cállate cuatro ojos de mierda..." pero de alguna forma sus palabras no concordaban con su expresión llorosa, anormal en su facia siempre fría e incorruptible, intentando detener una hemorragia indetenible. Intentando rescatar lo irrrescatable. Intentando salvar lo insalvable. "Tenemos que levantarnos e irnos..."

Hange sonrió y tocó su mejilla.

"Tengo mi espalda fracturada... Y la mitad de mi pierna no está..." Hange Río, la visión se estaba nublando de a poco, reconocía ese sentimiento, lo había leído infinidad de veces en la literatura. Cuando tu sistema nervioso se está apagando. "He perdido demasiada sangre... Y tú tienes que encontrar a Eren y... Eres la esperanza de la Humanidad, de los Eldianos"

"No, tu vienes conmigo. Vamos a terminar esta mierda y viviremos fuera de las murallas..." Esperanza, inexistente. La comandante en ese momento sonrió, así que él no la había estado ignorando después de todo. "Y tendremos la cantidad de mocosos que quieras..."

"Creo en otras vidas, Levi, sé que nos vamos a encontrar. Tarde o temprano..." Hange tomó su mano y la beso. Después de eso, sus ojos se cerraron, y su audición comenzó a disminuir, escuchando los gritos masculinos del soldado que la acompañaba.

Nos volveremos a ver Levi, te lo prometo.

Se levantó abruptamente.

Se había quedado dormida, otra vez.

Levantando la cabeza del escritorio de su oficina, limpiando la baba que se filtró de su boca y arreglando su vestimenta, lo que se podía pues presentaba infinidad de arrugas, se levantó para irse.

Era muy extraño, pero ese mismo sueño, esas mismas sensaciones le había causado cuando conoció a Erwin en el instituto siendo ambos adolecentes, ahora convertido en un docente de la Facultad de Ciencias Políticas, abogado y asesor del gobierno por excelencia. Conocido por sus estrategias de éxito mundial.

Y cuando conoció a Armin, Mikasa y Eren, tres alumnos que ingresaron al instituto este año. El más inteligente de los tres, pudo percibir lo que ella sintió al momento de conocerlos, y desde entonces se había convertido en uno de sus mayores condicipulos. Y cuando conoció al resto de los compañeros que estos poseían, Jean, Sasha, Connie, Ymir e Historia, su corazón se sentía de una manera más completa. Inclusive, ella que nunca escatimaba en recordar los nombres de sus alumnos, ellos se habían colado en su mente, como si siempre estuvieran allí, como si ya lo supiera.

Y cuando su asistente Moblit, llegó a su oficina con un currículo brillante. Y pudo decir que él sintió la misma sensación que ella, un alivio, una paz, de encontrar lo que por tanto tiempo les hacía falta. Paz que al momento de trabajar con ella se eliminó, puesto que el riesgo que tomaba la bióloga eran demasiados para el pobre de Moblit.

Pero algo le faltaba. Ella lo sabía, y sabía que era esa persona que había visto en su sueño.

Pero no lo encontraba.

Caminó hasta la salida de su facultad, quería ir de nuevo a ese lugar de Té, no solo el té que allí vendían, el café que les brindaba contenía la dosis necesaria de cafeína para no dormir en toda la noche y preparar la clase del instituto ¡Los niños amarán la evolución de ciertas especies en otras para su protección!

Y de pronto chocó con alguien.

Y supo que su corazón estaba de alguna forma completo.

"Fijate por donde caminas, cuatro ojos de mierda..." pequeño de estatura, ojos intensos... Pero nada similares a los de su sueño. Estos bajo una máscara de indiferencia brillaban, brillaban al verla. ¿Será que...?

Te encontré, Levi. Como te lo prometí.

"Perdona... Yo..." No, tal vez estaba loca. Era un sueño, quizá había logrado ver su rostro durante el abordaje del tren que tomaba todas las mañanas y su subconsciente lo había tomado, nada extraño. Una risa avergonzada lleno sus labios, mientras rascaba su cabeza en señal de disculpa. "Estoy distraída..."

¿Por qué te alejas?

¡Lo hemos encontrado al fin...!

¡Regresa... Hange...!

Hange se alejó del desconocido y caminó en dirección a la tienda de Té, la sensación en su pecho aumentaba gradualemente. Su voz interior le pedía que regresara, que allí estaba él. Pero se convenció que era locura, que la falta de sueño, el cansancio de la semana provocaban esas ideas aún más disparatadas que aquellas que suele tener.

Con paso ya más decidido ingresó en el establecimiento, tomando su mesa habitual, y pidiéndole a la cajera su típico Café Americano, el sonido de la campana la hizo retornar su rostro. Allí estaba el pequeño hombrecillo de rostro angulado y mirada penetrante. El hombrecillo que le traía una calma rara que nunca había sentido en su vida.

Se fijo en su uniforme, correspondiente al establecimiento en el que se encontraba.

Ya tendría tiempo de acercarse a él. Ahora, me confirmaré con haberte encontrado, Leví Ackerman.

Nota:Pues ya, esta es una pequeña idea que vino a mi mente. De verdad, con todo el angst que tiene el anime y el manga de vez en cuando es bonito leer cosas cursis y pastelosas.

Me encanta la dinámica que hay entre Hanji y Levi, tanto de amistad como relación platonica, y además es uno de mis ships favoritos. Así que, mientras practico mi cutre escritura, me divierto con ellos un rato.

Espero les guste.