Disclaimer: Betty no me pertenece, todo es de Fernando Gaitan.

Beatriz se encontraba sentada mirando hacia el mar, respirando el aire caliente y salado que la brisa le brindaba. Había dejado por unos momentos la oficina del restaurante para venir a disfrutar del mar un momento, llenándose con el sol de la tarde.

Michel se encontraba arreglando los últimos detalles de la fiesta que se iba a tener, unos empresarios de la capital habían reservado el restaurante para la inauguración una marca de la que ella se mostraba ignorante, el francés había sido bastante precavido con los detalles de esa fiesta.

Y Beatriz tenía una intuición acerca de la discreción con la cual habían manejado el evento.

Por curiosidad había espiado los detalles, y percibió el nombre de él.

Había salido a tranquilizarse, ella iba a estar en esa fiesta por ser una de las accionistas de la cadena de restaurante que manejaban, y no estaba preparada para que después de un año verlo y comportarse con absoluta normalidad, simplemente no podría.

Y Michel sabia eso perfectamente, por eso mismo le había ocultado los detalles de quienes iban a estar presentes, de que era la fiesta, inclusive le dio una excusa para faltar. Pero Beatriz no quería faltar, quería verlo. Porque a pesar de todo lo que vivió con él y que en repetidas ocasiones vez Don Armando profano lo que era sagrado para ella, su corazón idiota seguía latiendo aceleradamente cuando pensaba en él.

Armando quería mentir, quería decir que la había olvidado y que no sentía nada por ella. Que su corazón no seguía llamándola inconscientemente, que no la extrañaba. Pero él si lo hacía.

Ella decidió irse después de lo que había sucedido en el bar, había escuchado que ella estuvo trabajando esa misma noche junto a Nicolás para generar un plan en el que ella pudiera estar lejos de allí sin necesidad que la empresa quedara mal con los bancos. El Economista quedaría como garantía durante un tiempo, hasta que la empresa pudiera progresar por si sola y no necesitaran a Terramoda para que los bancos confiaran en ellos.

Fue un plan brillante, si Armando quiere admitir.

Tiempo después la empresa volvió a las manos de Don Armando y este siguió el mismo plan junto con las formulas que Beatriz había dejado, la empresa se levantaba por sí sola.

Pero él se estaba muriendo por dentro.

¿Cómo no morirse? Si había probado el amor, le había sabido lo más dulce posible y tuvo que renunciar a él por las decisiones idiotas que había tomado en el pasado, porque sabía que aunque pasaran cien años, Beatriz nunca lo perdonaría, y eso lo mataba.

Ahora, se encontraba en un hotel de la playa de Cartagena. Listo para el lanzamiento de la colección de verano en la que tanto se había trabajado. Esta era la prueba que Don Armando necesitaba para demostrarle a su familia que había cambiado, que había tomado decisiones sabias a lo largo del tiempo y que todo el conocimiento adquirido en la universidad no era en vano.

*

La noche era hermosa y el sonido del mar calmaba todo, la música reggae que había seleccionado Michel para ambientar el restaurante hacia que todas las personas presentes se encontraban en un estado de relajación impresionante, debía admitir que los asesores del francés tenían buen tacto en relación al cliente.

Beatriz estaba con un vestido azul oscuro con falda acampanada que le llegaba poco después de las rodillas, se encontraba ultimando detalles con los meseros, los chefs y el staff de protocolo. Les indicaba como iban a conducir a los invitados a su mesa, y en qué momento se les iba a anexar el programa de mano que la empresa les brindaba. Ya intuyendo para quien era toda la organización, procuro que se colocará como en los viejos tiempos, cuando ella era la mano derecha de un gruñón empresario.

Mientras se movilizaba Michel la vio a lo lejos, y decidió acercarse a ella.

"Betty..."

"Yo sé, Michel, que lo hiciste para protegerme." Beatriz se acomodó sus gafas, mientras miraba hacia arriba cerciorándose que los de luces no colocaran una de ellas en mal posición y le diera mal ambiente al escenario. "Pero me siento mas cómoda ultimando todos los detalles, que quedarme sentada huyendo del pasado..."

"Comprendo perfectamente. Solo quiero que sepas que si te llegases a sentir incomoda..." la mano del francés se colocó en los hombros de Beatriz, este se encontraba vestido con una camisa azul celeste, y unos pantalones caqui dándole un aire relajado pero formal.

"No te preocupes, creo que en el último año he aprendido a defenderme" le dio un golpe cariñoso al rubio y se rió absurdamente como siempre lo hacía, Michel solo rodó los ojos y se fue caminando. Beatriz se había convertido en su amiga, una de las mejores. Si bien su relación amorosa no había podido progresar, él ahora la veía como una hermana, o eso quería intentar convencerse.

Al cabo de un rato los invitados empezaron a llegar, Beatriz se sentía nerviosa, pero al mismo tiempo un una fuerte corazonada, la valentía la había invadido y no quería perder ese poco de coraje que había llegado a su organismo. Se preocupaba por su apariencia, si alguien la reconocería, puesto que su cabello había reducido su tamaño, hasta tenerlo en el cuello y había decidido no alisarlo más, por lo que tenía unas ondas suaves que con mucho esfuerzo había cuidado.

Betty escuchó una voz que hablaba con Michel, buscándolo con la mirada lo encontró. Estaba hablando con Catalina, con una sonrisa en su rostro se dirigió hacia ellos, abriéndose paso entre los meseros y los colegas que estaban preparando todo para la llegada de los invitados.

"Que hubo Betty, ¿cómo está?" Catalina la abrazó y le dio un beso en la mejilla, la chica con risa extraña le correspondió los gestos que había tenido con ella.

"Muy bien doña Catalina ¿Qué le ha parecido todo?" esta observaba todo el lugar con genuina admiración, los gustos de Betty habían mejorado con el paso del tiempo.

"Esta todo divino, si me permite decirle..." ella le acarició el brazo a la Economista mientras admiraba su vestido, no había duda que había florecido completamente. "Espero que las modelos ya estén listas, y que Hugo no haga un drama nuevamente..."

"Eso es pedir demasiado, ¿no cree doña Catalina? no todo puede ser color de rosas."

Entre risas, y conversaciones en las que Catalina puso al día a Beatriz los invitados fueron llegando. fue imposible para los inversionistas de Ecomoda ignorar que la antigua presidente de la empresa se encontraba allí, junto al dueño de las cadenas de restaurantes que habían tenido un gran éxito en la zona costera de Colombia, no solo en Cartagena.

Fue imposible para Armando no percatarse que ella estaba allí, hermosa como siempre. Como nunca, con una sonrisa que había perdido al momento que todo el drama en la capital sucedió.

Y se propuso que esa noche, aunque sea cinco minutos, volvería hablar con ella. Volvería a intentarlo... aunque se le desgarrara el alma por dentro. Porque aunque había renunciado a ella, la seguía pensando todos los días.

Nota del Autor:

Hola, esta fue una idea que se gestó hace más de un año, durante todo el 2018 escribí esta historia y me parece risible que ya estemos a 2019. He decidido subirla a esta plataforma, aunque ya la tengo en otra. (Es sorprendente como a pesar de yo jurar que ya tenía todas las correcciones, sigo encontrando cosas que pulir aún) Son tres capítulos, espero que les gusten.