Hola chicas este fic lo dedico a todas las Albertfans y a las que crecimos con otro súper héroe Batman.
Albert y Gatúbela
en
El robo de las joyas
Por Coqui Andrew
En la Ciudad de Chicago, vivía William Albert Andrew, el empresario multimillonario, filántropo y dueño de las empresas Andrew, un hombre con el que toda mujer desearía tener a su lado, caballeroso alto, rubio, hermoso rostro y unos impresionantes ojos azules. Con él vivían su Tía Elroy, su sobrino Archie y su fiel asistente George.
En una noche de tantas, Albert, vestido con un traje corte italiano color negro, camisa azul y en los puños unas mancuernillas de oro con unas incrustaciones de zafiro, corbata a juego se encontraba en un evento de una reconocida joyería para el lanzamiento de un collar y un brazalete.
Ahí se encontraba su Tía Elroy, su sobrino Archie, su fiel asistente George y su primo Alistear con su esposa Paty, quienes eran científicos, fueron invitados por el dueño de la joyería por ser importantes en la sociedad de Chicago; Stear, como todos le llamaban, iba acompañado también de su asistente la señorita Candy White, iba vestida con un vestido verde, sencillo pero elegante y usaba gafas, era una mujer muy insegura, a pesar de haber sufrido un accidente en el laboratorio, su jefe le había exigido ir al evento.
Se encontraba en el bar tomando una copa, cuando sintió una mirada atrás de ella, se giro para ver y se encontró con los ojos azules más bellos que hubiera visto, le sonrió, Albert se acercó -.
- ¿Puedo invitarle otra copa, señorita Candice White? –
- ¿Sabe usted mi nombre? – preguntó sorprendida
- Soy primo de Alistear y si conozco su nombre, porque él la menciona mucho en sus pláticas cuando nos reunimos en mi casa y por la descripción que nos hizo que creo que se quedo corto. – Dijo con una hermosa sonrisa.
- Es usted una mujer hermosa – Candy se sonrojo –
- Gracias, señor Andrew, es usted muy amable.
-Albert, puedes llamarme y tutearme, por favor. –
-Esta bien, si usted así lo desea, entonces yo le pido que me llame Candy, así me llaman mis amigos.
- Gracias, Candy, entonces le ¿puedo invitar otra copa o prefiere bailar?
Candy se quedo pensando, ese hombre la ponía nerviosa, - Todos se nos quedarán viendo y a mí no me gusta, me incomoda- pensaba
- ¿Candy? - Albert esperaba una respuesta
- ¿Eh?, Este… Si vamos a bailar
Albert tomo de la mano a Candy y se dirigieron a la pista de baile, mientras bailaban, el sintió su cuerpo tenso - ¿No te gusta bailar conmigo, Candy? – Pregunto viéndola a los ojos.
-Si me gusta bailar contigo, pero siento que todos se nos quedan viendo- Cosa que era cierto, pues Albert no le gustaba bailar en los eventos, siempre evadía hacerlo, porque sabía que algunas mujeres solo lo hacían para que les tomarán fotos e inventar chismes de que eran pareja.
- ¿Te importa? – Pregunto
- Pues no, pero si me incomoda. -
Terminaron de bailar y un empresario se acercó a Albert y le pidió si le podía acompañar con otros para hablar sobre negocios, él disgustado acepto, ofreció disculpas a Candy, pero le aseguró que no se tardaría.
Al quedarse sola, se acerco Isabella, quien era hija de uno de los socios de Albert y quien estaba tras él.
-Eres una arribista, ¿sabes?, él nunca se fijaría en una mujer tan simple como tú, no se que haces aquí, deberías irte, ahora mismo le voy a decir a Stear, que le andas coqueteando a su primo. - se dio media y se fue, dejando a Candy al borde de las lágrimas, se fue directo al baño.
Ahí se refresco y al salir se encontró con Albert.
-Preciosa, te estaba esperando para continuar bailando, ¿Aceptas? –
Candy se le quedo viendo, después de un rato le dijo que si, se dirigieron a la pista nuevamente, pero a la mitad de la melodía se suspendió.
El anfitrión se dirigió a sus invitados anunciando la presentación de las joyas exclusivas, salieron una bella modelo con la gargantilla en oro con incrustaciones de diamantes que en el centro formaba un corazón. Después salió otra con un hermoso brazalete con esmeraldas.
Cuando Candy vio las joyas, sus ojos de un hermoso tono verde, brillaron. Albert lo noto.
-Sabes Albert, me tengo que ir, me siento mal – Sin más se fue dejándolo parado en medio de la pista.
En eso se escucharon pequeñas explosiones y entraron los secuaces de un terrible enemigo de la ciudad de Chicago, El Watson.
Acorralaron a todos en un lado del salón la entrada del jefe fue espectacular, con un impecable maquillaje, traje blanco con una camisa naranja, corbatín negro, zapatos de charol negro; en su mano llevaba un bastón, el cuál era realmente una pistola. Entró bailando y dándole besos a cuánta mujer se interponía en su camino; cuando llegó al estrado, tomó el micrófono y dijo:
-Buenas noches, mis queridos ciudadanos, espero que estén disfrutando de esta maravillosa velada, no, no es cierto, estaban muy aburridos y yo vengo a darles diversión y tomar estas bellezas – dijo volteando a donde estaban las modelos, que estaban con cara de sorpresa – pero, creyeron que me refería a ustedes – soltando una carcajada – no, señoritas, yo me refiero a las joyas - dio una señal a sus secuaces que tenían a las modelos y les quitaron la joyas, cuando estaban a punto de dárselas a su jefe, una sombra iba bajando del techo y con una de sus bellas manos enguantadas, tomo tan hermosas alhajas, se escucho un ronroneo.
Una mujer vestía un traje negro en piel pegado a su cuerpo, hermoso y escultural, su rostro estaba oculto con un antifaz, pero se notaban unos impresionantes ojos verdes.
- ¡Oh! Gracias mi querido, amigo Watson, pero estas beldades se verán mejor en mí. – Dijo la hermosa Gatúbela con una voz muy sensual, El Watson se quedo impresionado al igual que la mayoría de la gente ahí reunida.
Gatúbela sin más desapareció por el techo, al salir por el tragaluz, volteo para ver si alguien la seguía, cuando se tropezó con un amplio pecho, al separarse se encontró un hombre de 1.90 de altura con un traje obscuro y antifaz tras él un joven vestido muy elegante.
-Hermosa, felina, ¿a dónde va tan de prisa? – Pregunto el misterioso hombre -
- ¡Miau! – se escuchó – Caballero, se interpone en mi huida – dijo mirándolo a los ojos, - ya no tardan en venir por mis los secuaces del Watson – se acerco a él y sensualmente lo lamió en la mejilla, este gesto dejo perplejo al misterioso hombre, de pronto se escucharon correr por el techo a los enemigos; mientras tanto en el salón después del shock sufrido por tan hermosa mujer, El Watson se puso a dar órdenes a sus seguidores. Cuando se fueron, él se salió por la puerta principal y se dirigió a la azotea a enfrentar a la mujer que se atrevió a robarle las joyas.
- ¡Tú! - grito El Watson – ¡Devuélveme las alhajas ahora! -
- ¡Miau! – No puedo devolverlas, son mías, solo que tú me facilitaste quitárselas a esas mujeres tan desagradables, que no saben como portar tan bellas piedras, mejor me las llevo, ¡miau!, - el Caballero misterioso se interpuso entre Gatúbela y el Watson con ese movimiento le dio oportunidad a escapar a la felina.
Cuando sus miradas se cruzaron, ella se lamió los labios y sonrió a ese hombre tan guapo.
El misterioso hombre y su acompañante se giraron para pelear con el Watson y sus secuaces.
Continuará…
Gracias por leer, saludos y bendiciones.
Notas: Esta basado en el personaje de Batman, pero no lo disfrazaré como tal.
Se aceptan ideas para el nombre y su logotipo.
