Notas de Mayumi: Hola a todos ^^
Vuelvo a la carga con este fic, que lo tenía ya publicado en otra página pero que por motivos varios quedó abandonado y fue eliminado. Ahora por fin me he animado a irlo subiendo otra vez y releyendo, y espero continuarlo cuando llegué a donde lo dejé.
Si alguien lo leyó antes, por favor que no comente nada de los capis que aún no estén publicados para no hacer spoilers a quienes se animen a hacerlo ahora.
Gracias por darle una oportunidad.
Advertencia: este fic trata principalmente sobre una relación yaoi (entre dos chicos) e incluirá escenas con lemon.
Basado en Naruto
Naruto y todos sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto
oOoOoOoOoOoOoOoOoOo
En busca de un recuerdo
Contempló con atención el reflejo que le devolvía la ventana del avión. Podía apreciar su rostro nítidamente en el grueso cristal: sus enormes ojos azules, sus cabellos rubios revueltos graciosamente, la pequeña nariz… Pasó largo rato contemplando las marcas de sus mejillas, tres en cada una… Y pensar que al principio de tenerlas las odiaba… pero hacía muchos años ya que les había cogido un cariño especial. Recordar aquel cambio le hizo pensar también en su promesa a aquel misterioso chico que conoció durante su infancia. Sólo fueron unos días, pero le marcó profundamente. Llevó las puntas de sus dedos a sus cicatrices, buscándolas a través del cristal, y las resiguió con mimo, mientras intentaba sin éxito enfocar la vaga imagen de aquel niño. ¿Habría realmente ingresado en la Academia de Artes de Konoha? Si se hallaba allí… ¿Sería capaz de encontrarlo? ¿Se acordaría de él?
La azafata le sobresaltó preguntándole con educación si deseaba tomar alguna cosa. Naruto pidió un poco de agua y mientras la bebía volvió a perderse en sus pensamientos. Recordó como había dado su palabra, a un chico de aproximadamente su misma edad, de que volverían a encontrarse en la Academia de Artes de Konoha, sin duda la mejor del país. Por ello se había estado esforzando los últimos años en destacar en alguna de las carreras que se impartían allí. Finalmente había descubierto, gracias a su profesor Iruka, que tenía un talento especial para escribir, para transmitir a otros sentimientos a través de las palabras. También había sido Iruka quien le había apoyado cuando sus padres se negaron a ello.
Proveniente de una de las más acaudaladas familias de Suna, los padres de Naruto esperaban que continuase con el negocio familiar, en lugar de dedicarse a "caprichos que no iban a aportarle nada". Así que cuando cumplió los dieciocho años y se quiso matricular en la famosa universidad, sus padres se negaron a costearlo los gastos de "semejante ridiculez que no le iba a aportar beneficios", esperando con ello hacerle recapacitar. Iruka le había ayudado a encontrar un trabajo para que pudiese pagar sus estudios, aunque el primer año no contó con los suficientes ahorros para costear su estancia en Konoha, y tuvo que conformarse con estudiar en la Academia de Artes de Suna, su ciudad natal. Pero ahora por fin se encontraba en camino hacia el que había sido su objetivo desde la niñez. ¿Qué le diría aquel chico misterioso si se enteraba de que había pasado tanto por un intento de encontrarle? Posiblemente se reiría en su cara, ni siquiera él mismo sabía porque se tomaba tantas molestias. Pero había algo que tenía claro: Uzumaki Naruto era una persona de palabra, y aunque a penas recordara a aquella fugaz y curiosa amistad que tuvo durante su infancia, estaba dispuesto a encontrarle.
oOoOoOoOoOoOoOoOoOo
El despertador empezó a sonar insistentemente por tercera vez aquella mañana. Lo había apagado ya dos veces, y se disponía a hacerlo de nuevo cuando recordó el motivo por el que madrugaba.
-¡Naruto!!- exclamó, saltando de la cama, corriendo a revolver la ropa de su armario con impaciencia y haciendo que varias prendas cayeran revueltas sobre el suelo.
Se había puesto el despertador con el tiempo bien justo y encima se había dormido. Se aseó rápidamente en el baño, se vistió y bajó corriendo las escaleras de la enorme casa, casi tropezando en el proceso. Entró en la cocina como una exhalación, revolviendo los armarios en busca de algo que pudiese desayunar por el camino. Al poner su atención en la mesa se dio cuenta de que Neji la estaba mirando fijamente.
-Ne… Neji-nii-san… Buenos días- tartamudeó torpemente, con aquella timidez que la había caracterizado desde niña. Seguro que ahora le soltaba algún sermón sobre comportarse como una señorita y no como una cría de cinco años a la que le han prometido ir al parque de atracciones.
Sin embargo Neji no hizo nada, se limitó a recorrerla con su mirada de arriba abajo, deteniéndose en lo corta que era la minifalda.
Hinata se sonrojó violentamente, se ponía muy nerviosa cuando el mayor la analizaba de aquella manera. Siempre le encontraba alguna pega, sin importar cuanto ella se esforzara.
-¿No pensarás salir a la calle así de desvestida?- inquirió el chico, ante lo cual Hinata hizo un leve asentimiento, cohibida por su frío tono. Él resopló con visible enfado, pero se limitó a dar un nuevo mordisco a su tostada y a continuar escribiendo algo en un papel que tenía junto a su plato.
-Neji… podrías… eh… ¿Me prestas tu coche?- pidió, armándose de valor y logrando decir la frase de un tirón.
La intensidad de los ojos blancos de su hermano volvieron a ponerla nerviosa. Estiró un poco de su falda, intentando acomodarla de manera que le tapase un poco más. Cosa que no consiguió.
-No me gusta que conduzcas- respondió Neji de forma escueta- Ve en metro.
-¡Pero voy a llegar tarde! Si no quieres que conduzca, llévame tú- sugirió tímidamente, con a penas un hilito de voz- No… no quiero hacer esperar a Naruto.
Hinata observó como su hermano fruncía el ceño al escuchar el nombre del rubio, con marcado desagrado. No le apetecía tener a aquel muchacho revoltoso y acelerado absorbiendo de nuevo parte del tiempo de la chica. Sólo eran amigos, o en eso insistía Hinata cada vez que él intentaba sacar el tema a la luz, pero igualmente le molestaba. Por él, el rubio se podría haber quedado para siempre en Suna.
-Yo tengo cosas importantes que hacer- remarcó de manera desagradable-, y Naruto no se va a morir por esperar un poco- aseguró, con un tono de lo más desagradable.
La chica juntó sus deditos con nerviosismo, sin saber como reaccionar ante aquella actitud tan extremada del mayor. Finalmente optó por la táctica desperada de hacerse la víctima.
-Está bien Neji… no te preocupes, Naruto y yo cargaremos con todas las maletas por el transporte público…- desvió estratégicamente la mirada, jugueteando con el borde inferior de su holgada camiseta- Entonces no me esperes para comer, porque seguro que se nos hace tarde…
Neji resopló fuertemente. Sabía que Hinata le estaba enredando, y lo peor de todo es que igualmente le hacía sentir mala persona. Volvió a mirar con desagrado el reducido tamaño de la falda de la chica. Quizás no fuese la ropa más indicada para que viajara sola hasta el aeropuerto en transporte público.
-Las llaves están en el segundo cajón de la entrada- accedió finalmente, a regañadientes.
Hinata le dedicó una sonrisa sincera y llena de ternura, al tiempo que se arrojaba sobre su cuello para darle un efusivo abrazo. Neji se quedó completamente rígido mientras ella le besaba en la mejilla con inocencia, y es que eran tan extrañas las ocasiones en las que la timidez de Hinata le permitía mostrar su afecto que no se esperaba para nada el gesto de cariño. Para cuando quiso reaccionar, la chica ya había salido disparada en dirección al garaje, no sin antes robarle la tostada que se estaba comiendo. Neji contempló como se alejaba con el corazón bombeando con violencia en su pecho. Tuvo que recordarse varias veces que Hinata era su hermana menor para lograr apaciguarlo un poco. Aún y así, una vocecita con muy mala idea insistía en recordarle que realmente tan solo eran primos. Sacudiendo la cabeza para alejar algunas imágenes indecorosas con Hinata como protagonista, se puso en pie y se preparó otra tostada.
oOoOoOoOoOoOoOoOoOo
Naruto salió de la terminal nacional del aeropuerto cargando un montón de maletas. Rebuscó entre la multitud que había esperando a la salida y no tardó en verla. Hinata se había puesto de puntillas, en un intento de poder atisbar algo más allá del montón de cabezas que aguardaban por un conocido. Agitó la mano para saludarle en cuanto lo divisó, y Naruto corrió hasta ella y, dejando las maletas tiradas sin ningún miramiento, alzó a la chica en brazos y le dio un par de vueltas, ante las miradas reprobatorias de los presentes. En ese instante Hinata se alegró como nunca de que Neji no la hubiese acompañado.
-¡Al final has podido venir!- exclamó la chica, en cuanto el rubio la depositó en el suelo, pasando una de sus manos por su larga y oscura melena, de un tono casi violáceo, en un intento de volver a ordenarla un poco.
-Sí, estuve trabajando todo el año pasado para poder alquilar un pequeño piso- respondió Naruto, recogiendo de nuevo las maletas y siguiendo a Hinata hacia el exterior del aeropuerto- No es gran cosa, pero al menos estoy aquí.
La chica rió divertida. Naruto y ella eran amigos desde la escuela primaria, y le agradaba poder tenerlo de nuevo a su lado. Era el único a quien se atrevía a confiar sus problemas. Últimamente había encontrado otra persona en la que apoyarse, cada vez más, pero no era lo mismo.
-Hay que ver lo que haces por tu príncipe azul- dijo soñadora.
-¡No es mi príncipe azul!- replicó Naruto con un gesto enfurruñado de lo más gracioso, y tuvo que hacer equilibrios para no caerse por culpa del peso de las maletas- Es arrogante y desagradable… creo- dijo finalmente el chico, con aspecto abatido.
-Naruto… nadie a los seis años puede ser arrogante y desagradable…
Su amigo le dedicó una mueca de escepticismo. Estaba claro que ella no había conocido al muchacho.
-Sea como sea, no quiero que le llames mi príncipe azul. Eso suena…
-Romántico- colaboró la chica, al ver que Naruto fruncía el ceño en un intento de encontrar la palabra adecuada.
-Eso mismo, romántico, y yo sólo quiero cumplir la promesa que hice. Y nada más- se apresuró a añadir, sabiendo como le gustaban a su amiga los cuentos de hadas.
-Sea como sea, estás aquí- señaló, mientras peleaba con él por quitarle una maleta para que no fuera tan cargado. Ya tendría tiempo más delante de retomar aquel conflictivo tema- En el último momento, como siempre, pero estás aquí- añadió, logrando por fin hacerse con la carga.
Naruto asintió con la cabeza. Efectivamente, no contaba con demasiado tiempo para acomodarse en la nueva ciudad. Estaban a sábado, y el próximo lunes se iniciaban las clases. Aquella tarde tenía la reunión de principio de curso de la escuela, donde se presentaban a los nuevos alumnos y se daba una explicación general de las asignaturas del curso, seguida de una pequeña cena para que los alumnos de las diferentes facultades se conocieran un poco. Así que ya no dispondría de tiempo libre ese día, pero además el día siguiente tenía concertada una entrevista con su nuevo jefe. Hinata tenía razón, siempre lo dejaba todo para última hora, incluso algo tan importante como el trabajo.
Había estado trabajando durante un año escribiendo quincenalmente un relato para una importante revista juvenil. Sonrió de manera inconsciente. Si Iruka hubiese sabido la clase de historias que le harían escribir no le hubiese recomendado para ese trabajo, pero cuando su antiguo profesor del instituto se enteró de la temática, Naruto ya había publicado, bajo el seudónimo de Chibi Kitsune, el primero de sus relatos, que se había convertido en todo un éxito al momento. Recordó la advertencia que le había dado Jiraiya, su antiguo editor. Le había avisado que su nuevo jefe era un tanto especial y que debería ser paciente antes de ganarse su confianza. A Naruto le parecía difícil que fuese un personaje más extravagante que el pervertido de Jiraiya, pero nunca se sabía.
-Naruto, espérame aquí, por favor- le pidió Hinata al pasar por delante del quiosco- Voy a comprar la "Sábado joven"- informó, dejando en el suelo la pesada maleta de su amigo.
-¿Lees esa revista?- preguntó Naruto, con un tono que su amiga no supo identificar.
-Claro, soy adicta a muchas de sus secciones, pero especialmente a los relatos de Chibi Kitsune, como la mayoría de gente de nuestra edad- respondió con una dulce sonrisa.
-¡Hinata! Tú… ¿tú también lees esas cosas?- preguntó nervioso el rubio.
-Una ha de estar informada para cuando llegue la ocasión, ¿no te parece?- preguntó con una expresión tan inocente que a Naruto le pareció de lo más contradictoria con lo que estaba diciendo.
-Está bien, ve a comprarla- dijo Naruto, mientras se decía que si Hinata leía sus relatos, la cosa iba a ser más complicada de mantener en secreto. Tendría que asegurarse de que no le descubriera- Pero cuando vuelvas me explicas como están las cosas con Neji- pidió con picardía.
Ahora que vivían los dos solos en la casa que sus padres les habían comprado en Konoha para que se alojaran mientras duraran sus estudios, confiaba en que su amiga hubiese logrado algún que otro progreso. Pero su mirada de decepción le dejó muy claro que no era eso precisamente lo que ocurría.
oOoOoOoOoOoOoOoOoOo
-¡Narutoooo!
El rubio abrió los ojos sobresaltado, para encontrarse cara a cara con Kiba, que le miraba recostado sobre el lomo de Akamaru.
-Te has dormido durante la explicación, idiota- le regañó.
-Yo también me alegro de verte- refunfuñó el rubio, y movió los músculos del cuello de un lado a otro intentando que se le pasase el dolor por haberse quedado dormido en una silla- ¿Te dejan tener a ese perro pulgoso en clase?- se sorprendió.
Kiba negó con la cabeza, sin ofenderse por el insulto. También había estudiado en Suna junto a Naruto y desde pequeños se habían estado insultando amistosamente el uno al otro.
-No, pero me lo dejan traer a las excursiones y en algunas ocasiones especiales. Akamaru es tan obediente y tan listo que los de dibujo lo utilizaron de modelo en varias ocasiones durante el año pasado- explicó con orgullo- Me alegro de que hayas podido venir a estudiar a Konoha. De aquí salen los mejores escritores del país.
Naruto asintió un poco ausente. No había venido allí precisamente buscando destacar, aunque claro, aquello también era un punto a tener en cuenta. Siguió a Kiba hacia el comedor, mientras este le iba poniendo al día de algunos asuntos de su nueva escuela, ya que a penas había escuchado la exposición de su tutora. El Inuzuka se ofreció a presentarle a algunos de los otros escritores, pero Naruto rechazó educadamente la oferta.
-Dentro de un rato, si no te importa- se excusó-. Prometí a Hinata que la buscaría tan pronto como saliera de la reunión- añadió, mientras ponía una mueca de desagrado. Su amiga estaba impaciente por empezar a buscar al chico al cual le había hecho la promesa. Y luego decía que era él quien tenía una actitud infantil…
La chica lo divisó y corrió hasta él, con un par de bebidas en la mano y su larga melena ondeando grácilmente tras ella. Le ofreció uno de los refrescos en cuanto llegó a su lado y le miró con expectación.
-¿Y bien?- preguntó emocionada.
-¿Y bien?- repitió Naruto, haciendo que ella pusiera un puchero de desilusión- Ya te lo he dicho, Hinata, no recuerdo nada de él... va a tener que encontrarme él a mí, si es que se acuerda de algo- dijo con marcada de decepción.
-Venga Naruto, no creo que lo hayas olvidado por completo. Tenías seis años, algo debes recordar, aunque sólo sea su nombre.
-Sabes que no me lo quiso decir… Ese baka… no se como pude ir a verle durante toda una semana- protestó con un puchero enfurruñado.
-Pero al menos recordarás el aspecto físico de tu principito.
Naruto pataleó en el suelo como un crío de cinco años.
-¡Deja de llamarlo así! A ver…- cerró los ojos, mientras hacía un esfuerzo por recordar algo, por pequeño que fuera- Tenía los ojos muy oscuros- dijo al fin.
Hinata le observó con una gota resbalando por su frente. Pues vaya pista, la mitad de los chicos del instituto tenían los ojos marrón oscuro o negro. Tal vez más de la mitad. Suspiró con paciencia. No se iba a rendir por eso, ayudaría a Naruto en todo cuanto estuviese en su mano porque él siempre hacía lo mismo por ella.
-Esperemos que tu príncipe tenga mejor memoria que tú- deseó, mientras se encaminaba a una enorme mesa repleta de bocadillos y otras cosas para picar.
-¡Hinataaa!!!- gruñó Naruto al escuchar de nuevo aquella denominación.
-A mí no me engañas. Nadie se esfuerza tanto por encontrar a alguien que sólo es un amigo. Así que, hasta que me des un nombre mejor, va a ser el príncipe, y no me lo discutas- le reprendió, al tiempo que le metía un enorme dulce en la boca para acallar su protesta- No te preocupes, si está aquí daremos con él- le animó la chica- Sólo necesitamos tiempo, organización, e ir asaltando uno por uno a todos los chicos de ojos oscuros del la universidad- rió Hinata, al parecer más emocionada que el propio rubio por dar con aquel misterioso amigo de la infancia.
-Todos no, sólo los que estudien dibujo- aclaró el rubio.
Hinata asintió, recordando la historia que tantas veces le había explicado Naruto de cómo se conocieron. Aquello reducía considerablemente la búsqueda, pero la Academia seguía siendo un lugar demasiado grande como para dar con él en poco tiempo. Eso siempre y cuando se encontrase allí. Volvió a suspirar. Preocuparse no tenía ningún sentido. Harían lo que estuviese en su mano, y el resto, como solía decir su hermano Neji, estaba en manos de destino.
-Bueno Naruto, y mientras… ¿Por qué no me cuentas en que consiste ese trabajito que te has conseguido? Debe ser algo importante si te han podido trasladar a Konoha conservándolo- se entusiasmó Hinata.
Ante la inesperada pregunta, Naruto simplemente acertó a atragantarse de manera escandalosa con la comida.
