I.Devils Got You Beat

El desierto, una tierra tan extraordinaria como lo son sus leyendas y más duras que el infierno. Los personajes que lo habitan son los más tenaces, héroes, renegados, forajidos y …

- ¡Con un demonio paren ya! ¡Clint mueve tu trasero y para esto! – Grito una bella pelirroja con acento particular desde el otro de la barra ocultándose de la lluvia de sillas, botellas y vasos que volaban por la cantina.

- ¡Lo haría con todo gusto mujer, pero…! - El rubio bajo la cabeza cuando vio que una botella de whiskey barato iba directo hacia el – ¡pero como ves estoy ocupado tratando de evitar que me maten! Como cierta persona dijo que no iba a necesitar arco y flechas en un trabajo de barman ¿Qué crees? ¡Las deje en casa!

Borrachos, muchos borrachos…

La pelirroja puso los ojos en blanco y movió su cabeza en forma negativa, buscando su rifle bajo la barra y verificando que estuviera cargado, no lo pensó más y se levantó de su escondite dando un disparo hacia el techo.

- ¡Señoritas a callar! ¡Esta es una cantina respetable, no un bar de mala muerte! ¡Si quieren pelear que sea afuera!

En el instante en el que la joven pelirroja había detonado el disparo quienes peleaban quedaron congelados por el estruendo, algunos se miraban los unos a los otros esperando a que alguien fuese a decir o hacer algo; nadie en el pueblo quería meterse con la extravagante extranjera Natasha Romanoff, muy mujer, muy coqueta, muy todo lo que quisieran, pero sabían que, si alguien se metía con ella, no quedaría bien parado.

- ¡Ah por favor! ¡¿Qué es esto un… un convento o escuela para señ…señoritas?! ~hic~ ¡Oe guapa! ¿qué tal si me sirves más de ese whiskey? ¡ya se me acabó! – Alzó un vaso cierto moreno con cabello alborotado, ojo morado y labio partido en un extremo de la cantina mientras que con su otra mano sostenía la chaqueta de algún otro borracho que había noqueado de un golpe.

La cabaretera ardía en coraje, primera vez en mucho tiempo que algún hombre se atrevía a responderle. Sin embargo, calmo su ira en cuanto noto algo particular, a ese chico no lo había visto nunca antes en el pueblo y era bastante buena reconociendo rostros.

- Forastero, veo que apenas llegaste al pueblo así que te lo voy a decir solo una vez; en este lugar no hay lugar para las peleas, y mucho menos las estúpidas como la que acabas de provocar. Así que tienes dos opciones, querido: o te comportas o me veré obligada a llamar al sheriff, tú eliges cielo.

Los presentes contuvieron la respiración un instante, si nadie quería meterse con la cabaretera mucho menos querían tener problemas con el mismo sheriff del pueblo. Todos observaron atentos esperando la reacción del recién llegado.

- Eso no será necesario Nat, - contestó un rubio entrando apenas a la cantina, alzo la vista acomodándose el sobrero al tiempo que miraba a su alrededor; parecía que una tormenta de arena había arrasado el lugar. - Pasaba por aquí camino a atender un asunto, pero supongo que no podré llegar a mi cita a tiempo. ¿Qué tenemos aquí? ¿un buscapleitos? – Casi en sincronía los presentes y aquellos que participaron en la pelea dirigieron su mirada hacia el forajido que ni se había percatado de la presencia de quien parecía ser el sheriff del pueblo; el primero por su parte buscaba en sus bolsillos una cantimplora de licor, ya que la cabaretera le había hecho caso omiso a su pedido.

El joven sheriff cruzo la estancia hasta donde estaba aquel hombre, cada pisada que daba sentía que pisaba algún pedazo de vidrio y madera dispersa en el suelo. Llegó hasta el moreno que se encontraba sentado con los brazos apoyado sobre la mesa mirando con desinterés el pequeño objeto de metal. El sheriff al ver que el forastero no era más que un pobre sujeto; aunque de pobre en si no tenía nada dada la calidad y finesa de su ropa, se daba a entender que era un sujeto de clase alta que había bebido de más. Le apartó lentamente la licorera de la mano y dijo: – Buenas, ¿no es muy temprano para beber y armar alboroto?

El moreno parecía mantequilla derretida sobre el banco y la mesa, bufó cuando vio que alguien se había atrevido a quitarle el licor. Maldijo en voz alta, pero este fue callado con "Cuida tu lenguaje" que le hizo alzar la vista ya fastidiado hacia aquel quien le había alejado de su preciada bebida y ahora se atrevía darle una clase de modales.

– Nunca es demasiado temprano para la fiesta conmigo. – Sonrió con cinismo al sheriff, sentándose recto lo mejor que podía, disimilando su estado de ebriedad.

- ¿Llamas a eso una fiesta? – Señaló Natasha con notorio tono de enfado. – La cantina está hecha un desastre ¿cómo piensas pagar los daños?

- Blah ¿acaso no sabes quién soy?, además, -continuo el recién llegado quitándole la cantimplora al sheriff de sus manos y dándole un sorbo al contenido de esta - podría serlo si nos sirves a todos una ronda, muñeca.

Si no hubiera sido por que Clint ahora era quien tomaba ahora el rifle probablemente Natasha le hubiera hecho un nuevo orificio a aquel sujeto.

- Tranquilos todos, - Interrumpió el sheriff ya con cierto fastidio, a este paso definitivamente no llegaría a su cita. Este solo era un típico caso de peleas entre borrachos, pero sabía que si dejaba al forastero en manos de Clint o, mejor dicho, de Natasha, era probable que aquel joven no viera un mañana o tal vez sí, pero después de varios días en el hospital del doctor Banner. – Tú vendrás conmigo por daños a la propiedad privaba y perturbación de la paz. – Lo tomo del brazo para levantarlo y llevarlo a la comisaria, pero este se reusó poniéndose de pie frente al sheriff sin intimidarse por la diferencia de estaturas.

- Que que que, ¿qué te traes tu ~hic~ nada más porque tienes una linda plaquita toda brillante que seguramente la robaste de algún lado – afilo la mirada para poder ver con claridad el nombre que rezaba la placa- ¡Rogers! ¿ya te sientes con poder para decir y hacer lo que te da tu jodida gana? ¿Quieres encerrarme? ¡Primero pelea conmigo, rubia! – le amenazó con un débil dedo que se balanceaba al igual que él.

El sheriff por su parte contuvo la risa, pasando las manos por el cinturón dejándolas apoyadas ahí sin inmutarse a la amenaza del otro.

- Estas equivocado si piensas que voy a golpear a un enano borracho. - En cuanto respondió el castaño le había tomado de la ropa para sostenerlo y darle un puñetazo en sus perfectos dientes, Rogers se movió hacia un lado pasando el brazo alrededor de su codo por debajo de su axila haciendo que este se inclinara contra la mesa quedando inmovilizado por la torsión en su brazo sin mucho esfuerzo.

- … ¡Está bien!, ¡tú ganas! Tú ganas, te dejo ganar esta vez Rogers.

El percance había terminado, y el problemático forastero pasaría la noche en la comisaria, después arreglarían las cuentas que tendría que pagar por los daños ocasionados en la cantina. Rogers, o Cap como amigablemente le llamaba Natasha al sheriff, agradeció que hubiera llegado a tiempo sin ser llamado siquiera. Al salir de la cantina lo estaba esperando su mejor amigo y aliado a la hora de patrullar el pueblo a caballo.

- ¡Hey, Cap! Si que te tardaste allá dentro, ¿te estás haciendo, viejo amigo? -Rogers solo se sonrió y continúo guiando a forajido esposado hasta la comisaria a pie.

- Tengo que llevar a este chico a la comisaria, pasara la noche allá, ¿podrías hacerme el favor de acudir a la cita sin mí, Buck? Se está haciendo tarde y me parece que era importante.

Bucky había afirmado con la cabeza y se disponía a irse cuando noto que el castaño se le quedaba mirando de mala manera. Bucky frunció el ceño y acomodó su sobrero antes de hablar.

- ¿Se te perdió algo, ratón de ciudad? – Asumía que era de ciudad por sus ropas y aire de superioridad.

- De hecho, ahora que lo dices, me preguntaba: ¿qué hace un mapache con barba de tres días montando un caballo?

El sheriff Rogers aceleró el paso hacia la comisaria llevándose casi arrastrando al muchacho que apenas había llegado al pueblo y ya provocado la ira de varios. Era obvio que no tenía interés en quedarse en el pueblo por mucho tiempo si no pensaba respetar las reglas o mantener la paz en el pueblo. Sin lugar a dudas, su estadía en el pueblo se convertiría en un dolor de cabeza para el sheriff.