Disclaimer: Hetalia, sus personajes o cualquier mención que haga en esta historia le pertenece al ente mágico que todos conocemos por el nombre de Hidekaz Himaruya. Esta historia no fue realizada con el propósito de lucrar con su obra.
Advertencias: Gore, menciones de trastornos alimenticios, Médiums y todas aquellas coas raras que tienen que ver con la magia y lo sobrenatural. Si no es lo que buscas, fuiste atraído(a) por el resumen y no tienes estómago fuerte cambia de historia.
Comentarios: ¿Existe alguien que haya visto la película "After-life"? Buen, pues la historia está basada en esa película. Si hay alguien que no la haya visto y desea le la historia, recomiendo que la vea, aunque no es tan necesario porque tiene diversas modificaciones.
¡Disfruta la tortura! (Lectura, me refería a leer)
Antes de morir
Prólogo de prólogos:
Descansa antes del funeral.
Dejó que el agua impregnase a sus manos y las descansó bajo del grifo durante lo que consideró un par de minutos. Después de eso, cerró la llave y se secó las manos con una toalla que estaba predispuesta para la labor. Sus cabellos rubios le taparon parcialmente la vista durante unos segundos, para después largarse de su rostro por medio de un furibundo resoplido.
Cuando se aseguró de tener desinfectadas las manos, se alejó del área del lavamanos y procedió a caminar en la parte iluminada apenas por un par de focos incandescentes posicionados en puntos clave para iluminar correctamente cada ángulo.
Se aseguró de ponerse los materiales correctos (guantes de látex, gorro, bata que alejase toda la impureza de sus ropas) antes de acercarse a la meseta ubicada en el centro. Después de hacer un sonido desagradable y entretenido al estirar la punta de uno de los guantes observó los materiales que tenía para trabajar el cuerpo. Escarpelo, unas tijeras, pinzas y no nos olvidemos de la aguja e hilo.
Tomó el escarpelo y retiró la manta hasta por encima de los pechos que se alcanzaban a visualizar un poco gracias a las depresiones y sombras que provocaban por gracia de la sábana. La dobló cuidadosamente y apenas rozando la piel con el instrumento se colocó mejor los anteojos para que no se le cayesen a mitad del trabajo y fuesen a molestar a la dama.
Sus ojos y su boca ya se encontraban cosidos inclusive antes de comenzar verdaderamente con la operación, pero afortunadamente la paciente no hizo nada para evitarlo. Simplemente estuvo callada durante todo el proceso, sin hacer quejas y manteniéndose cooperando. Con algo de suerte y la tendría lista para lucirla la próxima semana. Se aseguraría de tenerla lista para el evento, ya que no podía perdérselo siendo la protagonista.
Su familia le había pagado para tenerla arreglada, ¿por qué decepcionarles?
Al finalizar con la operación, le cosió delicadamente con el hilo de color translúcido y de textura parecida a plástico las oberturas realizadas. Dejando un patrón invisible en forma de Y en el pecho de la joven. Con una manga, intentó retirarse el sudor que comenzaba a escurrirse de su frente. Al terminar observó que una de las puntadas tiradas para con el cuerpo de la muchacha se había ido chueca y quizá por eso le había sobrado más hilaza de lo que pensó.
—Fuck! —susurró para sí observando más de cerca el enorme error cometido. Se suponía que no podía cometer aquella clase de errores cuando trabajaba. Y menos si se trataba de tenerla emperifollada para el evento más grande de su vida. ¿Qué dirán las personas que le pagaron por mantener su cuerpo impecable y listo para el funeral? Esto es un error imperdonable, se dijo. Y sintió en su fuero interno que las personas que le pagaron para realizar su trabajo le dirían lo mismo. Bueno, quizá, no todo estará perdido. Aún podré cubrirlo con maquillaje, se aseguró mentalmente, no fuera que la paciente fuese a escucharlo. Además, era el pecho de la chica, tampoco es como si fuese a revisárselo.
La observó. No, ella había estado callada todo el tiempo, ¿por qué habría de reclamarle nada si ella no conocía todos los procesos que tenía que pasar un cuerpo antes de ser asistido en un funeral? Ella definitivamente no había sido instruida para esta clase de eventos. Sus cabellos lacios y rubios le volvieron a hacer cosquillas en la frente después de deshacerse de aquél estúpido y estorboso gorro, ¿necesitaría cortárselo ya, después de hace tres meses? Su padre siempre había mencionado que odiaba el cabello largo en los hombres y lo poco hombre que le hacía verse así. De haber alguna otra razón para tenerlo largo, le hubiese argumentado devuelta al hombre, sin embargo, al no haber encontrado ninguna respuesta, se calló y comenzó a pasar las tijeras de alto filo por su cabello.
Ahora observaba con escepticismo aquél primer mechón que se hubiese cortado en su juventud. Ahora podía apreciar la inexperiencia que poseía al manejar los objetos punzocortantes, y a pesar de que hubiese tenido varias ocasiones en las que había intentado emparejar su cabello, por alguna extraña razón, aquel mechón jamás se acopló al peinado de corte uniforme que siempre manejaba.
—Bueno querida, ahora elegiremos la ropa que portarás el lunes, ¿te parece? —le dijo al cuerpo semejante al de la bella durmiente. Tan pacífico y su respirar era casi nulo. O al menos el de la princesa lo fue—. Tendré que dejarte sola un par de horas, volveré lo más pronto posible.
Caminó por otro extenuante pasillo y cogió su chaqueta, sus llaves y su cartera. Le dio otra ojeada al cuerpo y al recordar que había dejado a la joven semi descubierta regresó a su lado.
—No quiero que atrapes una gripe. —le mencionó tapándola toda. La chica no replicó y los ojos verdes de él se entrecerraron un poco.
Apagó las luces y caminó hacía el frío de la mañana, esperaba que en esas horas del día vendiesen vestidos de color negro, con mangas de encaje, de preferencia.
