Disclaimer: Los personajes y las situaciones que les recuerden a Twilight no me pertenece, esta inspirado bajo la obra de Stephenie Meyer.

N.A: Antes de comenzar, quiero hacerles saber que este fanfic ya estaba publicado antes, con la cuenta de mi amiga Cinthia Swan, ella hacia el favor de subirme los capítulos por que yo no tenia tiempo y/o practica para estos sitios, pero después de miles de cosas que me han pasado he decidido volver a escribir y aquí estoy con cuenta propia y con esta historia que tantos les gustaba.

Esta basada en el libro "Te lo dije" de Megan Maxwell.


Resumen: Amm si, me llamo Isabella Swan, estoy empapada, sucia, enojada y tengo un vibrador de treinta centímetros en la mano. Necesito una habitación, un baño caliente y hablar con el señor Cullen.

Isabella Swan es una grandiosa doctora que vive en el calor de Miami, está comprometida con Michael Newton famoso abogado y vive una vida llena de lujos, departamento enorme, zapatos Prada, bolso Gucci, auto Mercedes. ¿Qué más puede pedir?

Cuando con el corazón roto y un tanto humillado vuelve a Forks para salvar la casa de su padre, no espera encontrarse con un hombre totalmente diferente pero al mismo tiempo igual que ella. Frustrada por la lluvia, su cabello que se enchina con la humedad y su loca y para nada refinada hermana Alice, tiene además que lidiar con el prepotente, idiota, terco y muy atractivo asistente del señor Cullen, que sabe como tratar con una chica quejosa como ella.

Prologo

— ¿En qué momento comienza lo divertido? —esa era Alice, mi hermana, parada en la carísima mesa de centro de la señora Newton mientras tomábamos un poco de té y conversábamos.

Está bien, quizás no era la despedida de soltera mas divertida del mundo, al menos no de mi mundo actual, pero para la alta sociedad una reunión entre amigas y tomar un poco de café o té es divertido.

Está bien, quizás estas mujeres no eran mis amigas, apenas reconocía a la señora Newton que se había hecho otra "estiradita" en la cara, pero es la gente con la que me había involucrado en los últimos cinco años, y con los que pasaría el resto de mi vida.

—Querida si no te estás divirtiendo te invito que empieces a buscar diversión bajándote de mi mesa —la sonrisa de Adrienne, la madre de Mike era mas falsa que sus senos de quinceañera recién comprados.

—Bueno por lo menos puedes abrir los regalos —Alice se bajó de la mesa y me tomó de la mano arrastrándome hasta la mesa de regalos.

— ¿Qué demonios te pasa? —Le susurré— te invité por que creí que puedes comportarte.

—Me estoy comportando lo más educada que puedo, pero los murmullos sobre el último viaje a las Islas Canarias de la abuela de Tutankamon no me interesan.

—No hables así de mi suegra.

— ¿En algún momento habrá juegos?

— ¿Qué tipo de juegos?

—No lo se, tratar de adivinar cuanto le mide a Mike, el juego de pásame el pepino, el de las posiciones sexuales, el de revienta el globito, ya sabes inflamos condones y la primera que lo reviente…

—Ya no sigas —era mi culpa, por preguntar— yo no hago ninguna de esas cosas vulgares, así que compórtate y siéntate.

—Pero esto es aburrido, ni invitación mandaron y hay cuatro mujeres estiradas que no saben divertirse, ya no reniegues y abre los regalos —me puso sobre las manos una caja adornada con papel rojo y moño blanco, las miradas de las cinco presentes estaban sobre mi.

—Ese es mío amiga —Jessica levantó la mano llamando mi atención, le sonreí y comencé a romper el papel. Al abrir la caja me encontré con un conjunto de camisón y bata color verde perico, forcé una sonrisa y le agradecí el gesto.

—Con esas amigas, para que necesitas enemigas —se burló Alice pasándome los siguientes regalos, recibí una plancha futurista que tenia como mil botones, un bolso Louis Vuitton, un paquete de cremas, jabones y champú de spa y finalmente vino el de mi hermana.

—Espero de todo corazón que lo disfrutes —sus ojos brillaban como cuando era pequeña y cometía una travesura y no me equivoqué.

El papel para envolver tenia dibujados pequeños penes, rodé los ojos pensando que no podía ser peor, pero con Alice, claro que podía ser peor, al abrir la caja me encontré con un enorme vibrador color carne que según la caja media treinta centímetros.

Sentí que mi cara ardía y se ponía de todos los tonos de rojo posible cuando levanté el vibrador y quedó a la vista de la abuela de Mike, su madre, su tía y Jessica.

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La despedida de soltera había sido un desastre total, Adrienne casi corre a Alice de su casa y Alice que para nada se deja, pues terminó por decirle que el vibrador debió regalárselo a ella para que se le quitara lo amargada. Morí de la vergüenza y tuve que sacar a Alice a empujones y disculpándome con mi suegra unas doscientas veces.

Ahora sentada en mi Mercedes, rumbo a casa de Mike intentaba no explotar y decirle a Alice lo que pensaba. Pero los Swan éramos explosivos así que no me pude contener.

— ¿Un vibrador? ¿Cómo se te ocurre? Y delante de mi suegra, y lo peor decirle que debería usarlo ella, mañana en la boda te quiero callada o no vayas.

—Tú no me vas a decir que debo hacer, la abuela de Tutankamon me dijo corriente y vulgar por un simple pene de plástico, no quiero imaginar lo que hubiera pasado si Emmett hubiera aceptado desnudarse en tu despedida.

— ¿Emmett desnudo? —Emmett era el vecino de Alice, un chico demasiado atractivo con un cuerpo pecaminoso.

—Si, solo que tenia que trabajar hasta tarde, si no le hubiera pagado hasta por que le echara un polvo a tu suegra como regalo por su centenario.

—Dios Alice, debes dejar de ser tan perversamente grosera, el que Adrienne y yo no compartamos tus gustos por los falos plastificados…

—No es eso Isabella, es que no soporto el mundo de gente refinada en donde te has metido, has dejado de ser tu ¿dónde está esa chica pueblerina que vio conmigo una película pornográfica a los doce años? ¿O la que me compró mi primer preservativo cuando lo hice con Brian por primera vez?

—Éramos adolescentes Alice, hemos madurado, bueno yo lo he hecho.

—No es solo eso, estás amargada, vives para trabajar, no sales con tus amigas, en realidad no tienes mas que la mosca de Jessica y cuando salen van tomar el café, preparaste un funeral para mis papás lujoso y lleno de ostentosidad, cuando ellos siempre fueron discretos y humildes, sólo querían irse a Forks y que ahí esparciéramos su cenizas, y los enterraste en una maldita cripta que cuesta mas que una casa en Hawái.

— ¿Ya has terminado? —puse los ojos en blanco, odiaba cuando se ponía en ese plan de "has cambiado".

—No, aun no, te vistes con ropa que vale lo suficiente para darle de comer a una comunidad africana, cuando te conformabas con jeans y tenis deportivos, tienes un novio odioso que se cree la octava maravilla del mundo por que es rubio y eres superficial, no disfrutas la vida.

Me estacioné frente al edificio de Mike, literalmente. Era dueño de todo el edificio, y vivía en el pent-house.

—Iré a recoger unas cosas que he dejado con Mike, no tardo.

—Ah no, a mi no me ignoras y luego me dejas aquí abajo, voy contigo para asegurarme que no pasas la noche previa a tu boda con el insignificante novio.

Suspiré pesadamente y entré al edificio seguida de Alice, llegamos al elevador y pulsé el botón del último piso.

Mientras subíamos, pensé en las cosas que Alice me había dicho y tenia razón, yo había cambiado, pero para bien.

Me había superado, de haber sido una chica de pueblo, había pasado a ser una doctora que trabaja en el mejor hospital del Miami, y claro tenia poco tiempo libre, por eso le he dejado los preparativos de mi boda a Adrienne y Jessica, apenas sé que mañana podré presentarme a la boda, pero no tendremos luna de miel por que necesito hacer una cirugía importantísima el lunes. Tal vez no es de vida o muerte. Verán, soy cirujana plástica, así que le aumentaré el busto a una famosa actriz y después tengo una rinoplastia esa misma tarde. En fin llevo una vida que me agrada, si bien algo estresante, pero ¿Quién no se estresa en este siglo XXI?

Ahora, si gano suficiente dinero para permitirme una buena vida, no es precisamente malo. Salí de Forks, un pueblo en la costa oeste del país y como dice Alice, andaba de jeans y tenis deportivos, ahora calzo Prada ¿Qué tiene de malo? Yo no tengo la culpa del hambre en el mundo y por gastar menos no la voy a solucionar. Tengo un novio que es el mejor abogado del país. No me dedica mucho tiempo, se la pasa dieciséis horas en su trabajo y solo nos vemos por las noches, no platicamos de nada, solo nos acostamos y tenemos sexo, no muy bueno pero ¿quien puede tener energías para el sexo después de trabajar dieciséis horas o tener una cirugía que duro ocho? Estoy segura que ahora que estemos casados el sexo mejorará, somos el uno para el otro.

En cambio mi hermana sigue siendo aspirante a diseñadora de modas, a decoradora de interiores, a estilista, a asesora de imagen, a arquitecta, y en realidad no hace nada, trabaja de mesera en una cafetería de cuarta y está tan sola como un cactus en el desierto.

Así que, ¿Quién es para criticarme?

Llegamos al último piso y saqué orgullosa la llave del pent-house de mi novio, Alice puso los ojos en blanco y abrí la puerta. Las luces estaban apagadas, y claro era aun muy temprano para que Mike estuviera en casa.

—Espérame aquí, voy a la recamara a recoger unos papeles y nos vamos.

—Si, como sea —mi hermana se sentó en el sofá y subió los pies a la mesa de centro, iba a discutirle su comportamiento cuando un extraño grito en la planta de arriba nos sobresaltó.

Después del grito vinieron una serie de extraños gruñidos y gemidos, gemidos que solo se asocian con el sexo.

Alice fue más rápida que yo, corriendo, pero apenas tocando el suelo subió las escaleras y yo subí detrás de ella, con el corazón latiéndome tan fuerte que temí que se saliera de mi pecho, pero no fue así. Más bien se detuvo cuando Alice abrió la puerta del dormitorio y vi a Mike y a Jessica en una posición que le causaría lesiones al más hábil contorsionista.