¡Primera vez que escribo del fandom! No es shonen-ai, pero con MUCHA imaginación puede ser KagaKuro. Tenía tiempo quería escribir del fandom y bue~
Palabras: 527
Predominantemente azul
Kagami Taiga está acostumbrado a los tonos, aquellos en los que no sabes dónde empieza uno y termina otro, la culpa la tiene el que haya vivido tanto en Estados Unidos como Japón. Es por eso que cuando regresa a su tierra natal ya no distingue los tonos y éstos se convierten en matices grises que amenazan con quedarse para siempre, pues no conoce a nadie.
El tener que asistir a una escuela no le llena de emoción, pero le atrae la idea de buscar el club de básquet aunque sea para pasar el rato, porque a su criterio el básquet japonés no es bueno como el americano.
Todos allí son de un gris pálido, carecen de olor y eso sólo significa que no merecen la pena. No es hasta que le reta que nota a un tal Kuroko Tetsuya, que a su criterio carece de todo. Es insípido. Su partido uno a uno es un chiste; una mala broma. Y el pálido gris que toma por un instante regresa a su transparencia.
No es sino hasta el partido de novatos que vuelve a adquirir una ligera tonalidad, son sus pases los que les dan la victoria, y es entonces cuando repara en que su cabello es azul.
Cansado, decide irse a comer hamburguesas y cuando se sienta se lo encuentra; ciertamente no tiene presencia. Regresan juntos y hablan de la famosa Generación de los Milagros, es allí cuando habla de más y le sorprende.
Yo soy una sombra. Pero entre más fuerte sea la luz más oscura será la sombra y más acentuará el brillo de la luz. Yo seré la sombra de tu luz y te haré el mejor jugador de Japón.
Y es ahí, mientras declara su promesa que se fija en que sus ojos también son azules.
Son sus encuentros casuales debido a su insipidez que lo vuelven una constante en su vida, y poco a poco comienza a adquirir permanentemente un ligero tono que aún no sabe qué color es.
Y al final, sin saber cómo ni cuándo su mundo se vuelve a llenar tonos. No lo recuerda, pero seguramente fue tras chocar sus puños por primera vez, también, con toda certeza fue después de aquella ocasión cuando se fijó que en realidad su cabello no era azul, sino celeste y sus ojos también.
Ahora, en plena primavera y esperando al más bajo para ir al festival es que se da cuenta que su mundo es colorido, que ahora cada cosa tiene su color y que puede distinguirlos. La fría brisa lo acaricia.
—Siento la tardanza, Kagami-kun.
Sonríe. No perderá la oportunidad de decirle dos o tres verdades al más bajo.
—Pido disculpas —dice con la mirada inexpresiva de siempre—,Dos no estaba listo aún— finaliza alzando al perro, a lo que el pelirrojo retrocede asustado.
—¡Pues lo hubieras dejado!
—Imposible.
Kagami chasquea la lengua con fastidio.
—Vamos, andando. Llegaremos tarde —dice con recelo.
Kuroko asiente y deja al cachorro caminar a su lado.
Y es allí, cuando Dos corre alrededor de ellos y Kuroko camina a su lado que Taiga repara en algo: su vida no es colorida, sino predominantemente azul.
¡Gracias por leer!
