Después de que toda la guerra acabara, la vida de Draco Malfoy dio un giro completo, su familia quedo libre de todo cargo legal y de Azkaban gracias a los últimos acontecimientos durante la guerra donde ellos participaron desde otro ángulo ,pero el pasado no era tan lejano, era un hecho la familia Malfoy apoyó a Lord Voldemort, y eso el mundo mágico no olvidaría fácilmente.
Draco Malfoy decidió entrar a su oficialmente último año de Hogwarts, en el cual paso como si no conociera a nadie, cumpliendo una rutina de excelencia academia, que se basaba en estudiar, comer, dormir, y doblemente estudiar, aunque a veces ni comía porque no se sentía cómodo en el Gran Comedor ni en sus alrededores. En todo ese año no vio a ninguna persona directo a los ojos, además que decir que hablo más de 1000 palabras durante ese año de estudio era exageración.
Draco Malfoy tuvo muchos cambios, paso de ser un arrogante niño de Slytherin a ser un adolescente inmaduro y consentido que tenía todo a sus pies sin el mayor esfuerzo, a un chico con miedo hasta del aire cargando el gran peso de proteger a su familia, actuando en contra de su voluntad, a finalmente un fantasma con buenas notas.
Al salir del colegio, no soportó ni una semana junto a sus padres, ellos vivían como si nada hubiera pasado, como si la mansión no escondiera entre las paredes historias y secretos de cuando se uso de escondite para el bando de los malos, los Malfoy querían seguir una vida completamente "normal". Lucius Malfoy, consiguió un puesto en su gran querido Ministerio de Magia, no era un cargo importante , tenía que encargarse del orden y buena administración del departamento principal, una noche el mayor de los Malfoy estaba feliz contando que el mismo ministro lo felicitó por su idea de como mandar correspondencia internamente entre los departamentos, pero Draco sabía la verdad de todo eso, ese puesto era la farsa más grande del mundo, la forma perfecta para tener vigilado a Lucius Malfoy y sus gustos demostrados a la magia oscura. Narcissa Malfoy tan entregada como siempre, dedicada a ser esposa y madre, asintiendo feliz las cosas que su esposo decía. Una vida nueva, pero que Draco no podía seguirla, olvidar era difícil estando con sus padres, en su cuarto, en la mansión Malfoy.
Ninguno de los dos se opuso cuando Draco bajó con solo una mochila llena de las cosas necesarias. Entendían la decisión aunque no de buena manera.
-Apenas tenga un lugar fijo les mando una carta para seguir en contacto.- se paró frente a sus progenitores. -No se preocupen por el dinero, tengo ahorrado de lo que me dieron durante toda mi vida y trabajare para conseguir el mío propio también.
-Draco, hijo mío tienes que cuidar de ti y mucho. - Narcissa le dio un beso y le arregló la camisa como siempre lo hacia, con una gran pena de saber que quien sabe en cuanto tiempo volvería a tener ese gesto con su único hijo.
-Hijo recuerda que eres un Malfoy, esta casa siempre será tu casa. - suspiro Lucius, estaba dejando ir a su bien más preciado. -Espero y anhelo que las siguientes generaciones vivan también aquí. - Lucius no pudo omitir la tradición y costumbres familiares - Se que desprecias tu apellido, y que no quieres vivir como lo estamos haciendo pero quiero que sepas que estaremos esperando a tu regreso, las puertas están abiertas en esta familia.
-Lo sé.- fue lo ultimo que dijo el rubio junto con una sonrisa de despedida, para desaparecerse frente a los ojos de sus padres.
-Entonces estamos de acuerdo, mejor seguir solo como amigos? Sin ningún problema ni resentimiento ni nada.- el pelirrojo necesitaba entender bien como quedaban las cosas entre él y Hermione, no quería perderla en su vida por que siempre la había querido, y fue un error pensar que al estar juntos estaría todo más que perfecto, pero no fue así. Ambos descubrieron que funcionaban mejor como amigos, sin complicaciones ni discusiones innecesarias.
-Ron no lo pienses tanto, nuestra relación no fue ni de un año y fue a distancia, yo en el colegio tu trabajando, como si nunca existió. - Hermione recordó las vacaciones de Navidad pasó en la madriguera, era tal cual lo fue eso comenzó analizar bien lo que era Ron para ella, y poco a poco se dio cuenta que lo que sentía por Ron era solo una gran amistad, la misma que tenia con Harry.
Con Ron estaban confundiendo las cosas y si continuaban con esa relación al final no terminaría bien. Una de las cosas que hizo notar a Hermione que las cosas como enamorados no funcionaba, era cuando escribía las respectivas cartas, si se equivocaba con los sobre y Harry leía la carta que era para Ron, no habría ningún problema y seria como si fuera para él, ya que no se encontraría con ningún comentario lindo, ni un sentimiento plasmado de enamorados, ni "te extraño" ni un "te quisiera ver" " ya quiero poder estar a tu lado", ninguna de esas frases que para Hermione hubieran sido claves para descifrar sus sentimientos, nada que demuestre que estaba enamorada del pelirrojo.
-Ron este año fue como siempre con la única diferencia que nos besamos unas cuantas veces. - dijo acordándose de esos besos, que fueron pocos, y que Hermione sentía como si besara a su hermano. - En serio no te preocupes, nosotros no somos material de pareja. - se rieron juntos
-Si tienes razón, no me preocupare más - sonrió el pelirrojo y abrazó a su mejor amiga. - Y estoy tranquilo sabiendo que los dos sentimos lo mismo.
-Tu mama será la única que se pondrá triste por lo de nosotros. Ayer me dijo que ya quería vernos casados y con hijos. - continuaron riéndose ahora por las ocurrencias de Molly Weasley. - Crees que se enoje mucho al saber que terminamos?
-Molly Weasley se enojara al saber que te vas a Edimburgo a vivir.- aseguró Ron, conocía muy bien a su madre para saber que la noticia que Hermione Granger se iría a estudiar las raíces de los elfos domésticos, era la que más le dolería de los nuevos acontecimientos - Siempre serás para ella una hija más, ya eres parte de mi familia aunque no tengas hijos pelirrojos y Weasley de apellido.
Las tardes en Edimburgo pasaban de lo mejor, ya tenía cuatro semanas viviendo en la tierra escocesa y a Hermione le encantaba, comenzando que su investigación sobre los elfos domésticos cubría lo que su departamento pedía para la primera entrega que era a los 2 primeros meses de su estadía, un tiempo limite que a Hermione no le importó, y se dedicó a lleno al trabajo, día y noche pensando en los elfos domésticos. Pero ahora que la primera parte estaba terminada antes de tiempo significaba que tenía un mes libre para conocer todo lo que quisiera, sin tener que madrugar para ir a visitar castillos donde entrevistaba elfos, y quedarse hasta tan tarde leyendo en bibliotecas. Ahora era libre, y lo que más deseaba Hermione era conocer de una vez por todas la ciudad en la que vivía.
Recorrió las calles como una completa turista con mapa en mano, y antes de las tres de la tarde ya estaba agotada y con hambre, pero satisfecha de ya poder decir que conocía todo el castillo de Edimburgo, uno de los lugares mas emblemáticos de la ciudad, hasta la parte que solo los magos podían entrar pudo recorrer.
La ciudad tenia dos partes , la primera era antigua pero muy linda todo con un estilo gótico, piedras en paredes y en el suelo, con una gran cantidad de muggles turísticos. La parte nueva como su nombre lo decía era la parte moderna, se podía notar la gran diferencia de un lado con el otro, siendo la misma ciudad con todo ese espíritu alegre escocés.
Lo que más extrañaba de vivir en Londres, eran a sus amigos, lamentablemente en su estadía en Escocia, la única persona con la que hablaba era el señor muggle de 80 años que vivía en su edificio, y no porque Hermione no quisiera compartir con personas aun no tenia la oportunidad de conocer alguna.
El gruñido de su barriga le hizo recordar el hambre que tenia, era hora de buscar un lugar antes de continuar con su lista de museos.
La decisión de irse de su casa fue la mas acertada de todas pero no tenía organizado como seria lo siguiente, por eso el subirse a ese tren amarillo en King Cross y bajarse en la estación muggle que más le sonaba interesante fue una idea infantil. Primero porque no tenia criterios para decidir si el nombre era o no interesante, segundo porque podía decidir erróneamente. No podía ni imaginarse viviendo en un pueblo de muggles dedicados a cuidar animales y tener plantas a su cuidado para producir frutas, cranjeros, le parece que leyó alguna vez en el periódico. En la clases de herbología era el peor en práctica y odiaba a los animales mágicos, domésticos, para el rubio todos eran lo mismo. Así que solo pensar en la idea de bajar en tierra de cranjeros le aterraba.
Pero después de viajar como 3 horas, en un tren que paraba a cada rato a dejar y recoger muggles, escucho la palabra que estaba esperando.
"Siguiente estación Edimburgo"
Edimburgo, sonaba interesante, era una palabra nueva y extraña, una combinación rara de letras, presentía que esa ciudad era perfecta para él, su comienzo, un lugar nuevo donde sería solo Draco Malfoy, y nadie sabría su historia con Voldemort, no tendría que soportar miradas de más, ni sentirse vigilado, ni escuchar susurros sobre su familia al pasar en medio de magos. Ahí en ese lugar podría ser simplemente Draco sin todo ese protocolo Malfoy de orden, responsabilidad, honor a la familia, pureza a la sangre, todo lo que lo hicieron creer y que lo llevo a vivir los peores años de su vida.
Edimburgo le iba a dar todo con lo que soñaba en estos últimos días, Libertad.
-Draco! Cariño llegas tarde! - una señora de unos 50 años con demasiadas arrugas y poco maquillaje se acerco a su empleado recién llegado. - Tenias que estar aquí a las dos de la tarde, y ya son mas de las tres. - le estiro el delantal que tenia como uniforme.
-Sally Lo se, lo se- se disculpó por el atraso con una sonrisa - Anoche doble turno en la guía nocturna.- se excusó mientras se ponía el delantal amarillo -En esta época del año lo que más hay son turistas arriesgados que quieren conocer la ciudad a oscuras, más las actividades de diversión nocturna que ofrece esta ciudad. - le guiño el ojo mientras sonreía.
Draco Malfoy había aprendido a sonreír en esos tres meses viviendo en Edimburgo, había aprendido aceptar a los muggles, hasta estaba viviendo como uno, ya que prefería eso que ser un ex mortifago. Ademas que se sentía mejor que nunca.
-Claro y tu aprovechas a tomar algo de whisky y cerveza gratis- se rió la mujer cincuentona, Sally no podía enojarse con Draco, y era consiente que esa era primera vez que llegaba tarde -Anda muchacho atender las mesas- le sonrió, Sally MacCallister, esa mujer con ya bastantes canas y ojos verde agua. Desde la primera vez que vio al joven rubio entrar a su restaurante, quedo impactada por la seriedad y la tristeza que se le notaba, le recordaba a su hijo Rick, que aunque murió en un accidente cuando era niño, tendría una edad parecida a la de ese muchacho. Ese día ella personalmente lo atendió y cuando noto que leía los clasificados para buscar empleo, no dudo en ofrecerle trabajo en su restaurante, no solo por la pena o el cariño que le había provocado, si no por que en realidad si necesitaba ayuda por las tardes. - Aunque para tu suerte los turistas arriesgados no han pasado por aquí y de tu lado solo una mesa ocupada- dijo pasándole la libreta de pedidos y el menú del restaurante. -Oh y cierto mi querido quiero verte doblando turno también aquí. -termino la mujer entrando a la cocina.
El restaurante de Sally fue el primer lugar que visitó Draco a su llegada a la ciudad, y como cosa divina la señora arrugada, como el rubio pensó la primera vez que la vio, le ofreció trabajo. Esa señora muggle en solo tres meses se había ganado el cariño y afecto de Draco. Para él, era la primera persona que se portaba bien sin compromiso por ser un Malfoy, lo trataba como si fuera un verdadero ser humano .Y lo mejor de todo es que Sally McCallister no solo le ofreció trabajo, también lo ayudo a establecerse en una ciudad nueva y desconocida, pero la mejor parte era que lo hacia sin hacer preguntas sobre su pasado.
-Buenas tardes bienvenido a McCallister, en que podemos ayudar? -se acerco a la mesa 4, sin fijarse aun a quien atendía.
-Draco Malfoy?
No camino mucho para encontrar ese restaurante que se notaba muy típico del lugar, y eso era justo lo que necesitaba un buen plato típico de Edimburgo para completar su día como turista.
Entro con el sonido de las campanillas de la puerta, la que parecía dueña del lugar la saludo y la acompaño a su mesa justo cuando sonaron de nuevo las campanillas. Ambas mujeres vieron hacia la puerta, pero Hermione no podía creer lo que veía, y tampoco escucho cuando la mujer canosa se disculpo con ella para acercarse al recién llegado.
Draco Malfoy, era el chico que entró al restaurante, ese mismo color rubio platinado que vio durante todos su años de colegio y el color gris de sus ojos, era imposible no reconocerlo. Aunque había algo diferente en él, lo vio sonreír y se quiso caer para atrás de la sorpresa, era una sonrisa muy diferente a la arrogante de " soy mejor que ustedes porque soy un Malfoy", lo más extraño de todo es que la sonrisa había sido dedicada a una muggle.
Recordó como el señor Weasley la noche que fue a cenar a la Madriguera una semana después de su llegada de Hogwarts contó que Lucius Malfoy estaba deprimido en el trabajo ya que al parecer el hijo se había ido de casa para independizares , y con ese comentario real recordó también todos los inventos de la gente, como que Lucius Malfoy escondió a su propio hijo por vergüenza de haber defraudado al señor tenebroso, o que Draco Malfoy quería ser el nuevo señor tenebroso, ese era el chisme más absurdo para Hermione, ya que ella mismo fue testigo de como Draco vivió ese último año en Hogwarts y si quería ser el "nuevo señor tenebroso" lo lógico era tener discípulos y el rubio no tenía a nadie a su lado, y la última mentira que se escuchaba era que se había suicidado.
Pero en esa cena todos creían lo que Lucius decía sobre la mudanza de su hijo ,y opinaron sobre como debía ser difícil vivir con la sombra de Voldemort en su hogar, hasta Ron Weasley dijo que en el lugar de Malfoy también se habría ido a vivir a otro lado.
Pero nunca se habrían imaginado, que Draco estaba trabajando en un lugar muggle, y lo mas sorprendente para Hermione era ver como el Slytherin hablaba con la muggle dueña del lugar sin muecas y sin señales de asco, además que la mujer se había referido a el como "cariño" . Esa tarde estaba llena de sorpresas.
-Buenas tardes bienvenido a McCallister, en que podemos ayudar?- el rubio pronunció amablemente sin todavía verla.
-Draco Malfoy?- ahora si lo había visto todo, ya de cerca. Draco Malfoy con un delantal amarillo estaba atendiendo su mesa en un restaurante muggle en Edimburgo.
Ahora Draco no sabía que hacer, vio hacia atrás nervioso por Sally, pero ella estaba aún en la cocina, se relajó un poco al darse cuenta que no vio la cara de sorpresa de Hermione Granger.
Su vida era otra ya, él era otro y este era su trabajo y la mejor amiga de Harry Potter estaba sentada en una de sus mesas, tenía que atenderla y ser amable al fin con ella. Porque desde siempre una de las cosas que le no le gustaba hacer era tratar mal a las personas por ser tener padres muggles, pero su padre y la ideología que este mismo le enseño trataba de no mirar a sangre sucias, no hablarles, y si tocaba por las circunstancias tenia que ser con desprecio porque eran seres inferiores a ellos.
A los seis años jugo con una niña en un parque mágico, y su padre apenas lo vio lo saco de ahí y se lo llevo a la casa, donde lo castigo y golpeo hasta hacerlo llorar. Ese día fue la primera vez que Draco escucho la palabra "sangre sucia".
Asi como la primera vez que vio a Hermione Granger, fue en la estación de King Cross mientras esperaba la llegada del andén, en ese momento pensó que era la niña más bonita del mundo, tenía el cabello suelto y alborotado lo que le daba algo de ternura, cuando sus miradas se chocaron noto esos ojos cafés, siempre le había gustado el chocolate y sus ojos lo hacia sentir como si estuviera comiendo el chocolate mas rico de todos, pero eso se acabó al escuchar a su padre decir. "Hogwarts cada vez está peor, mira Que asco una sangre sucia de primer año con esos padres Narcissa, por Merlin que si no existiera SLytherin mi hijo no entraría nunca a ese castillo".
Y hoy, ese sentimiento regresó, así como cuando era niño y la vio por primera vez antes de saber que era hija de muggles, o cuando la veía caminar por los pasillos del castillo, o entre los estantes de la biblioteca, era prohibido para él pero siempre en secreto veía a esa sangre sucia, y al pasar el tiempo en el colegio ya no solo se fijaba en cabello y sus ojos, ya había encontrado nuevas cosas que le gustaba como su sonrisa y esa nariz tan pequeña, además que el cuerpo de la Gryffindor era tal cual como a él le gustaba, todo lo de ella era perfecto. El único problema, y citando a su padre mentalmente cada vez que la observaba un poco más de lo debido, " no podía verla, no podía hablarle y si lo hacia tenía que ser con desprecio".
Y así lo hizo siempre, aunque muy dentro de él estaba seguro que le gustaba Hermione Granger. Por eso en cuarto año se moría de los celos a verla junto a Viktor, y para su mala suerte fue testigo de un beso entre ellos, luego en sexto las cosas con la comadreja Weasley se notaron más, pero él tampoco podía hacer nada porque tenía una misión que cumplir, matar a Dumbledore o su familia moriría.
Pero ya no vivía con sus padres, ya no tenía que ser ese Malfoy, este nuevo Draco Malfoy, compartía con los muggles, cada Lunes cenaba con los McCallister, este Draco Malfoy ya no tenia que hacer lo que su padre decía, el haría lo que el quería, y ese día el seria al fin amable con la chica que le gustaba a escondidas.
-Si..- dijo con seriedad - Y no lo repitas tanto que se gasta.- Ahí estaba de nuevo, con su arrogancia y prepotencia, podía ser amable al fin pero no sabia como serlo con ella.
-Lo siento - se disculpó la chica mirando hacia la mesa. - Déjame el menú para decidir y ven en unos diez minutos para no tener que llamarte de nuevo.
-Me retaría Sally si te dejo tanto tiempo sin atender. - contesto rápidamente ya seguro de que mejoraría el trato con ella, no podía perder la oportunidad de hacer que ella lo conozca tal como en realidad era. - La política de este lugar es quedarse con el cliente hasta que decida, por si acaso quieras preguntar algo sobre el menú, además puedo recomendarte cosas, por ejemplo todo lo que servimos aquí es delicioso, pero lo que es fuera de serie son las papitas de acompañantes- dijo señalando una foto en el menú de unas papitas fritas gruesas -Si tu creías que las del colegio eran lo mejor - se refirió a Hogwarts como solo el colegio, Sally podría ya estar fuera de la cocina. - Al momento de probar las de McCallister te enamoraras sin duda.- todo este tiempo mientras hablaba, el rubio no pudo evitar ver cada detalle del rostro de Hermione, su nariz era más linda de cerca, y le fascino ver como se movían las cejas castañas pensando en el, porque era lógico saber en que pensaba Hermione Granger, ya que la situación que estaban viviendo era extraña, primera vez que le hablaba tanto y de seguro la chica tenia muchas preguntas en la cabeza, pero lo que más le gustó a Draco de ese momento era poder verse a través de esos ojos café chocolate que le encantaban.
- Entonces quiero una hamburguesa con las papitas que me dijiste. - dijo la chica mientras le sonreía, y el rubio no lo podía creer, Hermione Granger le sonrió a él, a la serpiente Draco Malfoy, al tipo que siempre la insulto y molesto, al que la trato como lo peor. Obviamente que era por el comentario de las papitas, pero una sonrisa era un avance para este nuevo Draco.
-Listo.- dijo mientras trataba de escribir en la libreta, pero no logro plasmar nada en el papel por la emoción. - Enseguida sale tu hamburguesa. - camino hacia el mostrador donde Sally lo esperaba con una sonrisa de par en par.
-"la política de este lugar" - imito su tono de voz serio y tranquilo. - Que yo sepa siendo la dueña nunca he dicho tal cosa. - se burló del muchacho. - Es muy bonita Draco, se nota por que te gusta.
-Gustar?- trato de negarlo - Sally no inventes cosas, es solo una conocida del colegio. - dijo pasando el pedido al fin escrito por la ventanilla que conectaba con la cocina.
Draco aunque no lo creas te conozco y en este poco tiempo te he llegado a querer como si fueras mi hijo, y en tus ojos se nota que esa chica para ti es más que una simple conocida- dijo la mujer muy tranquila. - Y tengo que decirte también que con todos mis años de experiencia trabajando en este restaurante, se cuándo las personas se gustan- lo despeino de forma cariñosa - No te imaginas cuantas parejas he visto formarse aquí en estos treinta años. Y si te arriesgas podrías ingresar a esa lista, porque estoy segura que esa amiga tuya también te ve con ojitos tiernos.
Draco Malfoy estaba diferente, y de eso no tenía duda. Había algo en él que le llamaba la atención un poco más que antes, porque era de saberse que Draco Malfoy en la época del colegio estaba en el top 10 de lo más guapos de Hogwarts, y Hermione al igual que las que crearon esa lista, también consideraba que el rubio de Slytherin tenia lo suyo. Pero ahora el rubio escalaba posiciones en su propia lista, porque además de poder escucharlo hablar como una persona normal y verlo sonreír ya varias veces, cosas que de por si ya le daba muchos puntos por la sonrisa encantadora, físicamente también era otro, comenzando desde el cabello, ya no estaba con el mismo peinado hacia atrás de siempre, ahora lo llevaba desordenado y corto, un alivio para las chicas si lo vieran porque una de las cosas que siempre hablaban es que no querían a Draco con el cabello largo como Lucius. Y otro punto a favor era que no se había rasurado en unos cuantos días, y eso por algún motivo le gustaba a Hermione, y la ropa muggle le daba un toque diferente, jeans y una camiseta negra, sencillo pero completamente atractivo con o sin delantal amarillo.
-Listo.- se acercó el rubio trayéndole de regreso del mundo de sus pensamientos. - Disfruta tu hamburguesa.- puso el plato en la mesa, pero una voz desde el mostrador lo detuvo en el momento que se iba.
-Draco tienes permiso para acompañar a tu amiga. - amiga? El le había dicho a la señora dueña del lugar que eran amigos. - No esta bien que coma sola.- termino de decir ahora viéndola a ella con una gran sonrisa, realmente era muy agradable la escocesa. Draco hizo caso enseguida y se sentó en la silla frente a ella.
-Así tendrán tiempo para hablar y actualizarse.- esa mujer en realidad creía que eran amigos, muy buenos amigos, de los que necesitan actualizarse en sus vidas.
Y ahora estaba compartiendo mesa con Draco Malfoy, a punto de actualizarse, que podrían hablar? O el querría hablar con ella una sangre sucia como siempre le dijo en el colegio?.
-Qué haces aquí Malfoy?- fue lo primero que se le pasó por la mente al ya tener mas de 10 segundos solo viéndose y sin hablar.
-Hacerle caso a mi jefa y acompañarte mientras comes tu hamburguesa Hermione. - No se demoró en contestar y uso el nombre de ella por primera vez en su vida, cosa que a Hermione le gusto pero al mismo tiempo la hizo sentir mal porque ella le había dicho Malfoy. Aunque también unos nervios la invadieron al darse cuenta las mariposas que estaba sintiendo al estar con Draco, las mismas mariposas que alguna vez salieron por Viktor, en esa ilusión de adolescente, y las mismas que trato de sentir con Ron pero que brillaban por la ausencia. - No está bien que comas sola.- terminó de contestar Draco citando a la señora McCallister.
Hermione se dio cuenta que pregunto mal, pero no podía jugar con la astucia del Slytherin, sin duda él era consiente que contestó lo que ella ya sabia siendo lógica y que eso le fastidiaría.
- Que haces aquí en Edimburgo? - formulo otra vez su pregunta esperando esta vez tener la respuesta.
- Eso no es justo. - dijo el Rubio con una sonrisa, se notaba que disfrutaba el momento - Yo ya contesté la primera pregunta ahora es mi turno de preguntar. - se quedó en silencio y la miro como esperando escuchar algún reclamo, pero Hermione no tenía nada que discutir. - Hermione Que haces en Edimburgo? - formuló el Rubio la misma pregunta.
- Trabajo en el ministerio, en el cuidado de criaturas mágicas- lo susurro para evitar cualquier problema - Estoy encargada de una investigación sobre las raíces de los Dobby, quiero hacer una reforma de protección para ellos, y para eso tengo que averiguar sus origines y porque comenzaron a ser esclavos en vez de empleados, y todo señalaba que los cambios fueron dictados en Escocia, y por eso estaré 1 año aproximadamente aquí en Edimburgo.
- Weasley te dejo venir por un año a vivir acá? - la voz del Rubio era una mezcla de sorpresa con algo más. - Lo siento, primero contesto tu pregunta que supongo que no ha cambiado. - sonrió maliciosamente, estaba disfrutando el momento, mientras que Hermione no descifraba lo que sentía cada vez que Malfoy sonreía -Estoy aquí en Edimburgo porque las cosas en Londres no eran lo mejor para mi, quería vivir lejos de la presión del pasado, pase por mucho y ya no podía seguir así, no podía vivir una mentira.- contestó con toda la sinceridad que podía existir en sus palabras. -Decidí vivir mi vida, hacer algunos o muchos cambios en ella, ser yo mismo.- terminó diciendo lo que sentía. - Ah olvidada lo más importante me encanta Edimburgo.
Draco No entendía en que cabeza había hablado tanto, lo soltó todo sin miedo, como si Hermione Granger fuera su amiga y confidente de siempre, pero lo aún más extraño era como ella había sido capaz de escucharlo con tanta atención después de todo el mal que le hizo indirecta y directamente.
- En realidad Draco no esta nada mal tu decisión.- por primera vez escuchó su nombre salir de los labios de ella - Muchas veces los cambios son buenos y pueden traer cosas que ni se esperaban. - se comió una papita al fin de su plato y dos más seguidas de una forma desesperante que le encantó a Draco. La chica se moría del hambre y apenas había tocado esas papitas por estar conversando, ni hablar de la hamburguesa que seguía completa - Tenias toda la razón, están excelentes. - se refirió a las papitas.
- Te lo dije, son las mejores del mundo. - se paró y sintió la mirada de Sally clavada en él, como diciendo " No te muevas de ahí o te mato". Solo le contestó con la mirada diciendo en el gesto que no se preocupe que las cosas estaban bien, y en realidad lo estaban. Prácticamente corrió a la nevera y tomo un litro de helado de chocolate para regresar a su puesto frente a Ella, por obvias razones se moría de ganas de chocolate. -Ahora ya no comerás sola Hermione Granger.- y ella sonrió de nuevo para él.
- Gracias.- por fin le estaba dando una mordida a la hamburguesa. -Contestando a tu otra pregunta, Ya no estoy con Ron.- Y el corazón de Draco dio un salto, sí que le encantaba Edimburgo.
