Holass

Esta historia fue creada para el BigBang (Comunidad en Lj) ya que estamos tan cerca del final de las movies de HP :(

Es un Harry/Hermione inspirado en el baile que ambos tuvieron en la HP and the Deathly Hollows I.

Tiene algo de lemmon y algo gore (muy ligero). Y está completo.

Espero sea de su agrado. ;D

Gigi

.La comunidad es http : / / hpbigbang-es . livejournal. com /

*EDIT* 19/08/11

Para colocar el es-pec-ta-cu-lar trabajo que hizo slilypotter (Lj) para esta historia. Un fanart muy lindo y original. Pueden verlo aquí: http: / hpbigbang-es. live / 18956 .html


AGUILA DE SANGRE

CAPITULO I: SUPUESTO FINAL FELIZ

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Anden 3/4

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Era más de medio día pero la mañana del primer día de septiembre continuaba clara y dorada. Hermione acababa de despedir a su hijo Hugo que partía en la vieja locomotora hacia Hogwarts y sentía el nudo en el estómago tan igual como cuando partió Rose, su hija mayor, hacía dos años.

Continuó parada en el andén viendo el horizonte por donde la locomotora había desaparecido muchos minutos atrás, más no quería moverse. Intuía que su negativa a marcharse no sólo se debía a la partida del último de sus hijos sino también a la melancolía, desazón y falta de ilusión asentada en su alma en los últimos años. Se enjugó las lágrimas con disimulo.

—No pensarás quedarte allí parada todo el día —la voz detrás de ella interrumpió sus pensamientos—. Vayamos a casa que muero de hambre. Me gustaría que prepararas un rico pastel de carne ahora que no irás al Ministerio. En este momento que no tenemos la dotación de bulla acostumbrada, tendré la casa entera solo para mí y podré disfrutar y escuchar los partidos de Quidditch de la temporada con una cerveza bien fría.

Ron Weasley enredó la mano de Hermione con lentitud y haló de su esposa con cariño. Comprendía que después de la tragedia ocurrida con James, siempre sería algo perturbador despedir a los chicos, pero ya habían pasado casi dos años. Claro que los extrañarían, pero de allí a llorar por la partida era demasiado para él. Recordaba que la partida de Rose, su hija mayor resultó un poco estresante para Hermione y meses después aquella desventura con su sobrino los sumió en un torbellino de emociones que fueron disminuyendo poco a poco con el pasar del tiempo. Tuvieron varias peleas en ese periodo y asumió que eran por aquel trauma familiar y mucho por la ausencia de Rose más que Hugo, que solía actuar casi como un catalizador para su madre. El tiempo cura las heridas y tanto como Hermione y como él mismo habían aceptado lo ocurrido con James y las cosas casi se habían calmado y vuelto a su curso normal; él dedicado a administrar la tiendas de Sortilegios Weasley en el callejón Diagon y Hogsmade y ella a su tirano y pomposo, como él lo llamaba, puesto de Directora de Departamento de Aplicación de la Ley Mágica.

Por momentos, presentía que los problemas podrían aparecer nuevamente ahora que Hugo partía para Hogwarts. Lo conversó livianamente con Harry e incluso con Luna, quien se volvió muy cercana a él ante la ausencia, no física pero si espiritual de Ginny; y a pesar del prolongado y confuso discurso de su vieja y soñadora amiga de Hogwarts y del escueto de Harry, en esa oportunidad llegó a la conclusión que su esposa sólo pasaba por una nueva fase de depresión porque las madres siempre se deprimen cuando los hijos parten del nido. Era sólo eso y no tenía que ver nada con la monotonía, o la comunicación o más cursilerías femeninas que le soltó Luna aquella vez.

Hermione detuvo la mirada en su esposo y le dedicó una sonrisa lánguida. Divisó a Harry, oculto tras uno de los pilares de la estación intentado pasar desapercibido a pesar de que casi no quedaba nadie en el andén ¾. Sin soltar la mano debido al fuerte apretón de Ron, se plantó frente a su mejor amigo, intuyendo el estado emocional que lo embargaba, tal como le sucedía a ella. Él tenía las manos en los bolsillos del ligeramente arrugado pantalón y aún conservaba la mirada perdida en las vías del tren, más no se sobresaltó por la interrupción. Escuchó con atención la invitación de sus amigos. Una media expresión apareció en su rostro cansado y los verdes ojos resplandecieron por unos segundos.

—Me encantaría que fueran, pero dudo que Ginny esté de humor. Ustedes entienden…

—Te lo he repetido hasta el cansancio —interrumpió Ron—. Será mi hermana y comprendo su pena, pero ya es demasiado. Mira que no venir a despedir a la pequeña Lily. ¡Es el colmo!

—¡Ron! —soltó horrorizada Hermione.

—¿Qué? —se defendió Ron en el acto—. Es como si le gustara sentirse miserable y hacer miserable también a su propia familia.

Hermione lo miró con incredulidad, aunque el mismo pensamiento revoloteaba dentro de su mente.

—Quizás la próxima semana pueda convencerla y volvamos a reunirnos como antes —respondió con cierta nostalgia—. Pero ahora que Lily partió, la casa estará aún más solitaria y temo que Ginny se sienta nuevamente indispuesta.

Ron iba a señalar algo pero el codazo que le insertó Hermione lo más disimuladamente posible le hizo callar. Ella casi arrastró a Ron mientras se despedían, prometiendo llamarse la siguiente semana. Harry caminó todavía más, hacia el final de la plataforma por donde la vieja locomotora había desaparecido con la más pequeña de su familia.

Su hija Lily, al igual que Hugo, el hijo de Ron y Hermione, iba a Hogwarts por primera vez. Harry divisó en el horizonte algunas volutas de humo diseminadas de la locomotora y esbozó una sonrisa al imaginar todas las cosas diferentes e inesperadas que observaría su pequeña. Cerró los ojos e intentó recordar la sensación de miedo y felicidad que el mismo experimentó cuando viajó por primera vez y se complació al tener la seguridad que en Hogwarts, Lily sería más feliz de lo que había sido meses atrás en su propio hogar. La tristeza emanada de esta certeza le traspasó el alma y el recuerdo de su hijo James, fallecido en las vacaciones navideñas del mismo año en que Albus fue a Hogwarts, vino a su mente como un rayo. Tristeza y alegría, una dualidad que se había asentado en su alma los últimos meses. Tristeza por su hijo muerto en un accidente de carretera y alegría por ver simplemente crecer a sus otros hijos. La imagen de Lily corriendo por toda la casa gritando como loca porque no encontraba a su sapo, regalo del tío Neville, logró iluminar una parte de su alma y cada vez más desplazar la sensación amarga del vacío que dejó James.

Esbozó nuevamente una sonrisa, que empezaba a asentarse sobre su apagado rostro con más frecuencia, al traer a su memoria el rostro alegre y algo orgulloso de James la primera vez que acudió como pasajero al andén 3/4. Al ser el primogénito del héroe, del elegido y salvador de los oprimidos, como le llamaba El Profeta y la mayoría de la comunidad mágica; se convirtió en noticia nacional el ingreso de James Potter al bastión de la lucha y la resistencia por excelencia: Hogwarts.

El pequeño James al igual que su abuelo, a quien sólo conoció en fotos pero heredó el nombre y la manera de despeinarse el cabello con cierta vanidad; gustaba de los elogios y la atención. La pasó en grande con las miles de fotografías y entrevistas que le hicieron ese día. Su madre, tenía el pañuelo escondido en una mano para secarse las lágrimas, tanto de risa al ver como su hijo inflaba el pecho e intentaba erguirse para salir más alto en las fotos junto a su padre; así como las lágrimas de orgullo al ver a su primogénito partir y empezar a crecer para convertirse en un hombre… Que jamás llegaría a ser.

Por un momento, la fuerza de este recuerdo amenazó con inundarlo nuevamente, más Harry se rebeló ante el sentimiento; sabía que debía luchar para terminar de cerrar el dolor de su corazón. Era consciente que su fase de sentirse miserable o culpable de la muerte de su hijo, de guardarse todo dentro e intentar componer la mueca de una sonrisa para no preocupar a sus hijos y a sus amigos, ignorando el dolor, la tristeza, la rabia y el miedo que sentía, ya había pasado y casi empezaba a disminuir a pasos lentos pero seguros. Agradeció mentalmente a sus amigos, sobre todo a Hermione que siempre estuvo a su lado con una palabra de aliento o simplemente con el hombro dispuesto, por ayudarlo a recorrer esa parte del camino que uno debe transitar cuando se muere un ser querido.

"Ya es demasiado"

Las palabras de Ron resonaron dentro de su cabeza y el corazón súbitamente volvió a encogerse. Cerró los ojos para no recordar su hogar.

Ginny dentro de la habitación, que no ya era la matrimonial pues ahora dormía en la habitación de James, como una especie de penitencia. Harry entrando como siempre en medio de la pesada oscuridad de las permanentemente cerradas cortinas granate. El olor a letargo, a sábanas usadas, a sudor, a perfume y a pociones saturaba el ambiente. Harry tropezando con prendas de ropa desparramadas sobre la alfombra dorada.

A veces, Al y Lily corrían a despertar a mamá, rogando que ese fuera el "día bueno" de mami. Donde ella se levantaba animosa, se duchaba y ponía el vestido que le escogía Lily. Ambas se cepillaban el cabello, ensayando diferentes peinados ante los gritos destemplados de Harry y Albus que esperaban divertidos en el piso de abajo.

Salían hacia el callejón Diagon con destino exacto: la nueva heladería de Florean & Fortescue. Ginny caminando de la mano con Harry y los dos chicos mirando hacia atrás cada que tanto, esperando que el día no acabase y Harry con la percepción fugaz del amor que se le escapaba de las manos sin saber a quién culpar. Pero aquellos días iban distanciándose cada vez más.

Irremediablemente volvían los días malos de Ginny y Harry debía de ir a despertar a su esposa. Corría las cortinas y se sentaba junto a ella, llamándola suavemente mientras apretaba su mano esperanzando en transmitirle su calor. Se quedaba observando muchas veces el bulto inmóvil y cubierto por los cobertores. Las bandejas intactas de comida y la botella de poción de pasiflora, valeriana junto al frasco abierto de Prozac.

—Levántate Ginny, hoy es el gran día de Lily.

La silueta de la mujer bajo los cobertores se movió ligeramente y emitió un quejido. Segundos después la puerta se abrió y dejó pasar un vendaval pelirrojo y se escuchó los pasos amortiguados de un muchacho.

—¡Mami, date prisa que van a dar las once!

Otro protesta y el movimiento lento bajo las sábanas logró que el corazón de Harry se expandiera esperanzado. El rostro delgado, pálido y congestionado, el cabello rojo enmarañado, los ojos enrojecidos de su esposa aparecieron hacia la claridad de la mañana que entraba a raudales por las descorridas cortinas gracias a su hijo Albus, que esperaba expectante.

—¿Es hoy, verdad…? —musitó Ginny—. Mi pequeña irá hoy a Hogwarts.

Harry rogaba mentalmente. Albus y Lily miraban con tensión y con esperanza los movimientos de su madre.

Ella se incorporó sobre la pequeña cama y miró a los tres Potter aguardando una respuesta. Harry pudo observar su mirada deslizarse por los cuadros colgados en las paredes, el enorme cartel del equipo de Quidditch de Hogwarts con James como buscador saludando con la túnica escarlata y otra con la túnica puesta, sonriendo y parado con toda la familia el primer día de escuela. Ginny giró la cabeza hacia la ventana y entrecerró los párpados.

—No olvides llevar tu lechuza, Lily —bostezó al hablar—. James siempre la olvidaba.

—Yo no tengo lechuza, mamá. Es Faster, mi sapo.

—Me duele la cabeza.

—¿Irás con nosotros, mami…?

Harry se movió incómodo, mientras intentaba apretar aún más la mano de Ginny para que reaccionara.

—Por supuesto que no irá —intervino Albus, con la voz grave, recién estrenada ese verano—. No escuchaste que le duele la cabeza.

Albus —Harry se dirigió a su hijo con determinación.

—¿Puedo traerte poción de Murtlap, mamita?

—Esa poción es para curar heridas, so tonta —se burló Al.

—Es suficiente, Al. Sube tus cosas al auto y espéranos. Iremos en seguida.

—¿No vendrá con nosotros, papá? —Lily miró a Harry que sentía que su corazón se astillaba nuevamente.

Movió la cabeza mientras tomaba a su hija de la mano.

—Ella esta indispuesta. Ya sabes Lily, la migraña.

Mintió y se sintió miserable una vez más.

—Por favor cierren la puerta al salir —Ginny se hundió en las sábanas entre bostezos—. Que tengas un excelente viaje, hijita. Pensaré en ti todo el día.

Harry escuchó risas a lo lejos que hicieron que regresara a la realidad. Un padre abrazaba a su esposa mientras sus pequeños, sin edad necesaria para ir a Hogwarts, caminaban hacia el muro de la entrada al andén jugando y riendo, tras despedir, seguramente a un hermano o hermana.

Así fue su vida dos años antes. Tenía la felicidad que soñaba y creía que sin Voldemort y sin la cicatriz doliéndole por diecinueve años su vida continuaría perfecta. Ahora se encontraba parado en un andén casi vacío envidiando sin poder evitarlo a aquella desconocida pareja que cruzaba la columna de entrada, feliz y orgullosa.

Tarde o temprano ella deberá superarlo. Perder a James casi me hace perder la cabeza también a mí. Pero después de todos estos meses… ¡Maldición! Está arrastrando a Al y a Lily al agujero… ¡Y juro que no me quedaré viendo sin hacer nada!

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Sortilegios Weasley

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Unas semanas después de su encuentro en King Cross, Harry escuchaba, no sin cierto dejo de culpabilidad, la diatriba de Ron. Sentado sobre uno de los bancos altos de la trastienda, lo observaba cargando un par de cajas, no sin algo de dificultad debido a su algo pronunciado estómago, para apilarlas cerca de la puerta de salida, hasta esperar que llegara el señor Dewar y las llevara a la oficina de trasladores internacionales.

—Esa necesidad de tener toda nuestra vida programada y los minutos contados, transforma nuestra intimidad en un trámite más dentro de su sobrecargada lista de tareas cotidianas —musitaba Ron con resquemor—. Me ha adjudicado un día a la semana. Te imaginas, Harry. ¡Un día!

Podía usar la varita y ayudar a su amigo, más sabía que lo hacía tanto para descargar tensiones como por el ejercicio físico. En la última reunión de ex alumnos, Seamus y Dean no dejaron de burlarse de Ron, de su incipiente calvicie, que ni siquiera él había notado y de su abultada barriga. Seamus era el director de las nuevas empresas magiléctricas, junto a Dean su co-fundador, que combinaban electricidad con magia y que había sido un éxito comercial y monetario. Seamus, quien lucía el rostro sospechosamente liso, llegó en un Audi Plateado, para la comidilla de muchos que añoraban los días primigenios donde la magia no se mezclaba con los artefactos muggles; junto a una escultural joven de la mitad de su edad.

La cerveza fría que tenía entre sus manos aún permanecía intacta, mientras que Ron llevaba dos botellas y continuaba con el monólogo ya que Harry se negaba a tomar partido por alguno de los dos. Hermione solía contarle muy poco sobre su matrimonio, aunque no era necesario pues Harry había llegado a conocer tan bien a Hermione que no necesitaba que dijera mucho para adivinar que tenían una crisis. La última vez que se vieron fue en andén ¾ cuando despidieron a Hugo y Lily, más eso no impedía que hablaran casi a diario por teléfono, fuera por temas de trabajo como por trivialidades.

La cortina de la trastienda se abrió y una joven de rizados cabellos negros que contrastaban con los brillantes ojos color del cielo de mediodía, hoyuelos en las mejillas y labios delgados mostrando una sonrisa, ingresó dando los buenos días, dejando tanto a Harry como a Ron momentáneamente sin habla.

Era Ethell la hija del señor Dewar, de vacaciones universitarias y ayudando a su padre en el negocio. Harry logró desviar la cara para no parecer un depravado pues la chica tendría unos veinte años, reflejados en sus finos rasgos, aunque su proporcionado cuerpo, de pechos redondos, cintura pequeña y caderas sinuosas aparentara más. Bebió un sorbo de la cerveza y esperó paciente a que Ron terminara de despachar los paquetes.

Imaginó una vez más la manera de sacar el tema a colación. No sabía exactamente qué decir, pues como iban las cosas, el contarle a Ron sobre el nuevo trabajo extra de Hermione provocaría una de sus famosas explosiones. Esa fue la condición de Hermione para aceptar el trabajo, pues decía que estaba cansada de los reproches de Ron en ese aspecto y que si el ministerio necesitaba aún más ayuda, debía encargarse él personalmente de hablar con su esposo. Más con las quejas expresadas, percibía que quizás debía dejar para después el confesarle que su esposa se ausentaría aún más de casa.

Bebió un trago más y observó sutilmente el cambio en Ron en ese instante. Casi recordaba su desmañado comportamiento ante las mujeres guapas. Aún actuaba raro delante de Fleur y eso que ella ya era madre de 3 niños. Hizo una mueca, tal vez eso era lo que necesitaba, un poco de distracción para decirle a Ron sobre los asesinatos en los que su esposa se vería involucrada.

Unas horas después, Harry regresó a su casa, aún con las mejillas encendidas y con un sabor amargo en la boca. Sabía que Ron no lo tomaría a bien, pero jamás imaginó que se pelearían tan drásticamente. Dijo que no quería verlo pues arruinaba su matrimonio alejando a su esposa de su hogar y de su lado. Harry tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no gritarle que él único que alejaba a Hermione era el mismo.

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Runas

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Al inicio, cuando descubrieron el primer cadáver y la maldición se destapó sin control sobre los traductores, Harry rechazó la petición de involucrar a Hermione. Ella no tenía estudios ni preparación como auror y tampoco se había asimilado al departamento de seguridad mágica como traductora de dialectos antiguos o como analista criminal. Se le había solicitado algunas veces ayuda en tópicos menores, pues era muy conocida en el Ministerio la inteligencia y agudeza que poseía, más también se sabía que solía ponerse demasiado nerviosa cuando veía sangre o cualquier hecho delictivo.

La crudeza del asesinato fue el motivo inicial para no querer involucrarla. Podría tratarse de algo más que un simple crimen pasional como sospechaban, por la crueldad extrema aplicada sobre el cuerpo. La víctima era una joven caucásica de cuerpo regordete y extremidades cortas, encontrada una mañana en el vertedero de la Isla de Sheepey. Llevaba aproximadamente cinco días en descomposición y fue necesaria la presencia de tres cuartas partes del Cuartel General de Desmemorizadores, pues cuando la noticia de que era un bruja la asesinada, la policía y la prensa muggle le llevaba medio día de ventaja.

Llevaban dos meses en el caso y aún Harry no podía borrar de su mente el recuerdo de aquella joven. Cuando lograba hacerlo al final del día, debía cada mañana iniciar la rutina y volver a examinar las fotos y pruebas para tratar de hallar algo que lo llevara a encontrar al asesino. La imagen del cuerpo a escasos metros del agua fétida, la túnica, levantada sobre los muslos, exponía los diferentes rasguños y heridas sobre las blancas piernas y las sangrantes rodillas, señal de que logró arrastrarse para huir de su enemigo. Llevaba muchos anillos y pulseras en brazos y manos. En una conservaba la varita aún apretada por el rictus mortal. Había luchado, o al menos lo intentó. Lo sabían por la posición en que la encontraron pues su rostro no podía revelar nada, pues estaba desfigurada. Lo que más recordaba Harry era la imagen de la espalda lacerada y abierta a grandes tajos, con las costillas levantadas. Los pulmones a su lado como alas sanguinolentas completaban el cuadro: El famoso ritual nórdico del águila de sangre.

Tenía el tatuaje de un sol y luna enlazados sobre la pantorrilla pero los aurores no conocían los otros tatuajes que llenaban su piel. Unos caracteres y símbolos desconocidos para todos, salvo para Harry que reconoció algunos de ellos sobre el cuerpo tieso. Runas, se dijo.

Al inicio ni siquiera se le pasó por la mente llamar a Hermione para pedirle ayuda con las Runas, después de todo el Departamento de Cooperación Mágica tenía convenio con traductores de diferentes países. Vinieron un grupo tres personas la primera vez, dos irlandeses y una mujer finlandesa de aspecto cansado, para ayudar con el caso "Águila de Sangre". Harry tuvo que prepararlos antes de que ingresaran a la sala de autopsias del ministerio ubicada en la novena planta junto al Departamento de Misterios, pero ni eso evitó que la finlandesa huyera negándose a colaborar después de devolver el desayuno a los pies de Harry.

Trabajaron una semana y consiguieron descifrar apenas una línea de palabras inconexas y sin sentido. Empezaron por el brazo derecho, luego el izquierdo y nada, pasaron a la pierna derecha y finalmente en la izquierda lograron descifrar unas cuantas palabras sueltas. Después de una semana otras dos palabras más. Pero luego ya no pudieron avanzar más. El cuerpo a pesar de la cantidad mágica de pociones y mezclas que se le aplicaron continuaba su descomposición a ritmo acelerado. Las marcas tatuadas por toda la piel se desintegraban y caían con la carne podrida. Kingsley, el Ministro de Magia, ordenó traer a otros tres traductores de Alemania. Esta vez a los jóvenes alemanes además de las fotografías milimétricas de cada línea sobre la piel se les ocurrió escanear el cuerpo con un tomógrafo híbrido para estudiar que tan profundas eran las marcas.

Allí ocurrió la primera tragedia.

Los primeros traductores eran jóvenes hábiles en el idioma rúnico, después de todo su país era cuna de la lengua germánica desde la edad media. Se encerraron tres noches recogiendo con precisión milimétrica miles de tomas de cada grabado rúnico sobre la joven. Si ponías a la joven sobre la espalda y juntabas brazos y piernas se podría jurar que la utilizaron de tabla para escribir sobre ella.

Ellos empezaron a descifrar los símbolos de las fotos y tomografías y consiguieron más palabras… y también la muerte.

No fue inmediato. Tenían el borrador de su primer trabajo y se lo alcanzaron a Harry al terminar la tercera semana de encontrar el cadáver, que ahora sólo constaba de algunos colgajos de piel y músculo sobre huesos. Lo dejó sobre el escritorio antes de leerlo, pues deseaba descansar unos instantes. Regresaba con su guardia de aurores de una búsqueda: la cabeza de la joven. Infructuosa.

Y luego las alarmas de la oficina de aurores ulularon frenéticas. Diferentes aurores enviaban noticias desde diferentes puntos de la ciudad. Para cuando Harry llegó con su unidad y la patrulla diecinueve era demasiado tarde. Los cuerpos de los cinco traductores hallados en sus habitaciones de hotel e incluso uno en un parque estaban calcinados. El sexto traductor alemán no se encontraba en Londres debido a una llamada de emergencia: Su esposa entró en labor de parto. Hicieron las coordinaciones, llamadas infructuosas e incluso un viaje apresurado en un traslador a Augsburg, más llegaron tarde. Encontraron a la mujer histérica abrazando a un bebé junto a las cenizas de su esposo.

Pero lo peor llegaría horas después. Encontraron un segundo cadáver. El asesino del águila de sangre atacó otra vez.

El segundo asesinato ocurrió en pleno centro de la ciudad danesa de Copenhague. Descubrieron el cadáver dentro de un complejo de apartamentos. La madre de la joven acudió al cuerpo de aurores danés para que encontrara a su hija perdida hacía una semana. La joven de 30 años era camarera en un bar cercano y según los amigos no tenía problemas con nadie. Ellos se encargaron de buscarla y la encontraron en la casa de una amiga que estaba de viaje. Igual que el asesinato anterior, la mujer estaba desfigurada, esta vez le habían cortado las orejas y cercenado un pecho pero lo que impactaba a todos era el espectáculo de los pulmones ensangrentados sacados por entre las costillas arrancadas con cortes limpios. Un águila de sangre perfecta.

Y los grabados en el cuerpo. Aquellos desconocidos símbolos rúnicos. Iguales a los encontrados en la primera mujer.

Después de este asesinato, el mismo ministro de magia encargó a Harry la tarea de buscar a más traductores. Pero la voz se corrió en el gremio y ninguno quiso asumir el trabajo. Kingsley obligó a Harry a buscar la ayuda de Hermione, pues era la única disponible. Después de hablar con Ron, a pedido de Hermione, y de la pelea fenomenal entre ellos (pues Ron le exigió que dedicara más tiempo a él y a su casa, más que al ministerio, ahora que sus hijos ya no estaban) y tras una semana de mutismo entre ellos hasta que éste aceptara, pues no tenía otra opción; Harry se enfrascó junto a Hermione, en la enorme tarea de buscar pistas y desentrañar el misterio del asesino del Águila de Sangre.


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Gigi