¡Buenas! Este fic nada más surgió porque me inspiré de repente. Es un femslash de nuestras loquillas preferidas: Harley & Ivy. No creo que sean muchos capítulos, lo voy a ver en el camino.
¡Espero que les guste! ¡En los reviews me dirán!
Los personajes de DC no me pertenecen, esto es solo una vil imitación (?
Sin más que decir, ¡les deseo una rica lectura!
Remembranzas
Desatándome
¿Cómo olvidar ese día que la conocí? En serio, ¡cómo olvidarlo! Ella estaba tan desquiciada por él. Quería demostrarle su independencia, su fuerza... Pero, seamos sinceras. "Fuerza" no era un adjetivo que caracterizaba a Harley en aquellos viejos tiempos.
En esa época no era nada sin aquel hombre; ese que la lastimó una y otra vez sin darle tregua alguna. Gracias a él, su increíble y nata inteligencia fue suprimida. Pero eso no impidió que yo no la notase. Comparada a los demás, yo siempre logré ver su extraordinario interior. Sabía que era capaz de hacer lo que quisiese si se lo proponía.
Desde la primera vez que la vi algo en ella llamó mi atención. Me encandiló. Pero mientras más veía ese abuso, ese maldito trato que tenía ese infeliz para con ella, más aquella luz que adoré desaparecía. Dolía; dolía demasiado contemplar aquel panorama.
Es por eso que me juré a mí misma que no me permitiría observar más tal abuso. La detendría; la haría entrar en razón. Soy Poison Ivy, después de todo. No hay nada que no pueda hacer.
Así de rápido como nos hicimos amigas, así de rápido empecé a sentir algo... Un sentimiento que creí olvidado; una emoción que solo había reservado para mis adorados hijos, para mis queridas plantas...
Yo fui despechada y usada por un hombre que nunca me quiso; solo fui un juguete para él. Juré que jamás pasaría de nuevo; no permitiría que me sucediera de nuevo. Y menos permitiría que le pasara a ella.
Y entonces, ahí estaba Harley. Observarla era como ver mi reflejo en un espejo. Observarla... era volver atrás. Me costó mucho tiempo encarrilarla, por no decir impotencia; angustia, paciencia, rabia, amor... Una mezcla de intensas emociones que se vertieron en mí destruyéndome esa fría coraza que había creado, resaltando mi pequeña parte humana.
Casi siempre estábamos juntas, y cuando no, al menos en espíritu nos acompañábamos. Yo pensaba en ella día tras día... y esperaba que ella pensara en mí. No sé si lo hacía, pero realmente quería creer que sí.
No soy una persona posesiva. No me interesaba tenerla solo para mí. Solo quería que fuese feliz, y si es posible, ser yo la razón de su felicidad... ¿Eso era mucho pedir? ¿Estaba contradiciéndome? No lo creo. Después de todo, no me afectaba con quién estuviera mientras no fuera con su querido pudin.
Solo deseaba verla alegre; radiante, torpe... Dulcemente torpe. Iba a ser lo que fuera para conseguir su felicidad.
Y heme aquí, muchos años después, en su departamento y ayudándola nuevamente con temas en los cuales ya no debiera inmiscuirme. Apoyándola... o ella apoyándome a mí, ya no lo sé. Este último tiempo lo único que sé es que me encuentro en demasía confundida.
Finalmente y con mucho esfuerzo de mi parte concluyó su enfermiza historia con el Joker. Me sorprendió que poco tiempo después de aquello se tornara más cariñosa conmigo. Sí, más todavía. No obstante, para mi mala suerte no era solo cariño lo que ahora me estaba ofreciendo; ella parecía más empática, cuidadosa, más... amorosa en todos los sentidos posibles.
No lo soporto.
Me destruye; quiebra todas mis endurecidas emociones, me distrae, me vuelve... demasiado humana. Y eso me irrita, me irrita tanto que no puedo pasar demasiados días a su lado sin sentirme invadida; colapsada. Necesito mi aire, necesito la naturaleza. Es la única que calma a mi corazón.
Ella lo sabe, yo lo sé. Nos queremos en muchos sentidos y ya lo hemos demostrado de miles de formas. Entonces, ¿por qué me siento tan inquieta? Como si fuese a perderla de un momento a otro. Como si todo lo que pasamos juntas se destruyera por una sola e irreversible acción.
No tiene sentido.
Me refugié en el invernadero, recordando... Recordándola, a pesar de no haberle dado esa orden a mi mente. Suspirando, reposé la espalda sobre el tronco de uno de mis hijos mayorcitos y me rocé los labios con el pulgar al sentirlos secos. Ese tacto me drenó de una memoria que jamás voy a olvidar; la primera vez que desaté mis sentimientos en años.
-/-
Para variar, nuestro "amigo" Batman nos perseguía con la única y repetitiva misión de tirar abajo nuestros valiosos planes.
Perdiéndolo de vista, corrimos hacia la salida de la mejor joyería de Gotham City con una gran sonrisa adornándonos. Sí, porque la vida al límite era nuestra pasión. No podríamos vivir sin ella. Y hablando de pasión, lo que sucedió después, antes de que pudiésemos escapar, sí que desató mi pasión contenida.
O mejor dicho, mi ira.
El Joker apareció con esa conocida y macabra mueca impresa en los labios. Su única razón para estar ahí era reclamar a Harley como suya. ¿Por qué? Porque últimamente mi querida lunática había hecho unos impresionantes avances que él no toleró. No quería dejarla en libertad; no porque la amara, siquiera porque le fuera útil. Era por la simple razón de que, como buen psicópata, le encantaba tener a una pobre y enamorada chica a sus pies. Quería destruirla, de eso se alimentaba: de su tristeza.
Pero como si tal visible cosa para mí fuese absolutamente invisible para la arlequina, ahí estaba ella..., delineando una estúpida sonrisa solo por su maldita presencia. Él ascendió una arrogante comisura y habló:
—Harley, querida. Sabes bien que eres mía, no puedes vivir sin mí.
Arrugué la frente, furiosa, y escondí a Harley detrás de mi espalda. Le lancé una asesina mirada al payaso y lo señalé.
—¿Tuya? —repetí, dibujando una sarcástica sonrisa—. No me hagas reír... ¡Oh! Pero qué mal chiste he hecho... —Me cubrí los labios, ahogando una maligna risita.
El Joker elevó una peligrosa ceja, mientras yo sentía como la rubia fruncía los dedos contra mi espalda. Le temía. Sé que le temía tanto como lo deseaba.
—Poison, no deberías tentarme... Sabes bien lo que puedo hacer.
—Oh, sí. —Asentí una y otra vez con una confiada expresión—. Sé bien lo que un enfermo como tú puede hacer, pero no se lo harás a Harley. No más. —Giré el rostro hacia ella y llevé la mano a su mejilla. Mientras detallaba esos ojos inmersos de pavor, la acerqué a mí—. Ella es demasiado mujer para ti. —musité a escasos centímetros de sus carnosos labios.
No quise ser tan descarada, simplemente no sé lo que me pasó. Y menos sabía porqué el semblante que sostenía dudaba... Dudaba de quedarse a mi lado. No lo podía creer. Había avanzado tanto y solo unas palabras de ese maligno ser la hicieron flaquear como si todo mi esfuerzo por encaminarla hubiese sido en vano.
Él intercaló la visión entre nosotras y comenzó a reír en un murmullo.
—¿Así que están jugando a la casita, jovencitas? Tú sabes que no eres así, querida. —Extendió el brazo en una invitación—. Vuelve conmigo.
Su rostro tembló; lo percibí en la palma de mi mano. La duda se estaba dispersando, lo cual no era una buena señal. Apretando las mandíbulas, me incliné a su oído y fruncí los dedos sobre su fría mejilla.
—No es amor, Harley. —susurré, deslizando las yemas por su piel. Estaba húmeda; sus lágrimas eran la prueba del dolor que la recorría.
Tenía que terminar con su tortura, debía hacerla reaccionar de una buena vez. Y si el método para hacerlo tenía que ser drástico, lo haría. Me arriesgaría a pronunciar esas peligrosas palabras que tanto miedo siempre tuve de decir.
—Decide, él o yo.
Abrió los ojos de par en par y por varios segundos así quedaron, paralizados. Yo la contemplaba, firme y sin soltar su mejilla.
Pero... no sé quién me mandó a hacerme la superada. No sé para qué pregunté tal estupidez. Sí, eso era, una estupidez. Porque un lado mío ya conocía la respuesta que Harley temía pronunciar.
Sus párpados cerrándose con resignación confirmaron mi pensamiento.
Lo sabía... Ella ya había elegido hacía mucho.
—Lo siento, roja...
Esas palabras sonaron tan sinceras pero apenadas... Me destruyó por completo. Tenía que dejarla ir, era consciente. ¿Pero como dejarla en las manos de un psicópata? Su destino era fijo; solo sufrimiento habría en su futuro.
Apretando el puño, liberé su rostro con lentitud y me di media vuelta. No quería verla; no podía hacerlo porque estaba a punto de llorar.
Escuché como sus pasos comenzaban a alejarse. Mi alma me decía que la detuviera, pero la mente contradecía esa orden. ¿En qué demonios me había metido?
Observé de reojo la maligna sonrisa que los asquerosos labios del Joker no se privaron de dibujar. Lo sabía, volvería a abusar de ella. A usarla y destruir lo poco que quedaba de su corazón. ¿Iba a dejar que la lastimara? ¿Qué clase de amiga soy si sigo permitiendo esto?
Pero... hice todo lo posible para ayudarla. Ya no puedo... ¿o sí?
Nunca me había sentido tanto al borde del colapso. Mis emociones estaban pendiendo de un hilo, porque mientras más me planteaba la idea de básicamente secuestrarla, más caía en la cuenta de que Harley no era solo una amiga para mí. Era más... Mucho más. Algo que juré que jamás me iba a domar de nuevo; un sentimiento olvidado.
Ah... Yo... realmente...
Un brusco sonido de la ventana siendo atravesada me despabiló. Levanté la cabeza y me encontré con la maravillosa pero exagerada entrada del caballero enmascarado. Antes de que mis labios terminaran de esbozar una triunfante sonrisa, se dirigió a toda velocidad contra su más ferviente enemigo y le estampó un poderoso puñetazo que por poco e hizo girar su cabeza trescientos sesenta grados. Imposible no sentirme complacida al detallar la sangre escapando de su gigantesca boca. Harley no pensaba igual; apenas lo vio en peligro corrió hacia él en un vago intento de evitar una masacre. Por supuesto, yo corrí detrás de ella.
Su amado no tuvo la mejor idea que rodear su cuello con el brazo y acorralarla contra su cuerpo. Mostrándole los dientes a Batman, acercó una peligrosa cuchilla a su garganta. Mi corazón saltó, precipitado.
Era una verdadera basura. La peor de todas, cada día lo confirmaba más.
—¿Qué vas a hacer, Batman? —Clavó la punta en su blanco cuello, generando que una pequeña gota de sangre emanara de la temblante Harley—. Sé que no te atreverías a dejar morir a una "inocente". —Bajó los ojos y la detalló con desdén—. Si es que eso es lo que eres...
—¿S-Señor J...? ¿Es una broma, verdad? —Trató de sonreír... Trató.
El terror y el desgarro en su voz era visible. No era la primera vez que ese hombre la sometía a tal situación donde su seguridad quedaba en segundo plano, por no decir tercero.
Batman acercó unos sigilosos pasos. Noté como su rostro se corría levemente hacia mi dirección, como si estuviera tratando de decirme algo.
—No le harás daño —le dijo con esa misteriosa voz que lo caracterizaba— ¿Acaso no viniste por ella?
Gran error tratar de persuadirlo, mi querido Batman. El Joker sonrió, acertando mi pensamiento.
—Bueno, sí... Verás, los vientos han cambiado.
Las lágrimas se resbalaron de los angustiados ojos de mi amiga. Entrecerré los párpados, conteniendo las mías propias. Ya no podía más. ¡Ya no podía observar como sufría!
Harley... No, no permitiré que vuelvas a llorar.
Lentamente empecé a levantar los brazos y apunté a mi único objetivo. Del suelo comenzaron a nacer unas gruesas raíces detrás de él. Arqueando una traviesa comisura, impulsé los brazos hacia arriba y las raíces hicieron lo mismo. El Joker dejó escapar un sonido de sorpresa, y antes de darse cuenta, su cuerpo ya estaba siendo estrujado sin piedad por mis adorables bebés. Harley cayó de rodillas al suelo, agitada, y volteó el rostro para verlo. Al instante se puso de pie de un salto.
—¡Señor J!
—¡Ni se te ocurra! —Corrí hasta ella y atajé su brazo de golpe. La muy ingrata iba a salvarlo— ¡El maldito quiere sacrificarte con tal de largarse! —Atrapé sus hombros y la sacudí con impotencia— ¡Harley, abre los ojos por favor!
Ella desvió la mirada, mordiéndose el labio.
—Por favor... —Incliné el rostro hacia el suyo—. Ya basta, cariño. Vuelve conmigo. —musité.
Sus ojos se ablandaron al encontrarse con los míos. Su sufrimiento emanaba por doquier, quebrando por la mitad a mi descarrilado corazón. Hizo un sonido que no llegué a descifrar y descendió la cabeza. Derrotada, así se sentía. Absolutamente agotada y derrotada.
—Harley...
Apretó los párpados fuertemente, se cubrió la cara y sus rodillas flaquearon. De inmediato la sostuve en mis brazos, como otras tantas veces hice, y desconcertándola, sujeté su cintura, luego sus piernas y la levanté. Juré notar como un leve rubor aparecía en sus pálidas mejillas.
—Ivy...
—Vámonos. —Sonreí de soslayo y besé su frente—. Ya no hay nada que hacer aquí, dulzura.
Comencé a caminar con cierto sigilo, porque sabía que todavía había alguien dispuesto a detenernos.
—¡Espera! —Una heroica tonada no tardó en llegar. Giré el rostro con una seria expresión; él me mantuvo la mirada, desafiante.
Devolví los ojos a los desolados de Harley, que había enredado los brazos en mi cuello, y regresé la atención a Batman. Le sonreí de lado.
—Hoy no..., por favor. —Mi voz sonó a una suplica. Y sé que lo notó.
Lo notó porque por alguna extraña razón, que quiero llegar a creer que fue comprensión, luego de unos instantes asintió y se dio la vuelta. Sus pies volvieron a dirigirse hacia el Joker, que chocó los colmillos con una visible furia. En especial cuando el caballero empezó a depositarle varios golpes debido a la resistencia que imponía.
Sonreí con agradecimiento. Mañana seríamos enemigos de nuevo, pero solo por hoy... lo dejaría pasar. La razón en mis brazos era mucho más importante que pelear contra mi más ferviente enemigo.
El Joker, ensangrentado, nos miró con furia, abrió los labios y la amplitud de su boca no pasó desapercibida.
—¡HAARLEEY!
La rubia tiritó sobre mí y reforzó el agarre en mi cuello. Hundió el rostro en mi pecho y sollozando comenzó a refregarse contra mi piel. Ese grito tan posesivo, tan siniestro, le invadía los sentidos. La destruía.
Pero yo no iba a permitir que siguiera destruyéndose. Lo había decidido. Pasara lo que pasara, no la iba a dejar ir.
-/-
—Debes comer algo... —susurré, llevando el tenedor a su boca. Desvió el rostro, esquivándome.
Bajé la mirada, suspirando.
Nuestra humilde morada ahora nos protegía. Y con humilde me refería a un pequeño departamento abandonado donde solo la luz de la luna entrando por la ventana nos iluminaba. Al menos teníamos eso para protegernos. ¿Pero cómo podía proteger a su corazón? ¿Cómo hacerla entrar en razón?
—Harley, por favor...
No se dignaba a mirarme, y eso me dolía. Aunque sabía que no podía pedirle mucho en ese momento; su mente no se encontraba en el mejor de los estados.
El silencio invadió el cuarto por largos minutos en los que me dediqué a observarla con pesar.
—¿Por qué...? —preguntó en un entrecortado hilo de voz.
Alcé el semblante, que decayó por la visible tristeza que me embargaba.
—¿Qué?
—¿Por qué haces todo esto por mí? —cuestionó frunciendo los dedos sobre la sábana, aún sin atreverse a mirarme.
Pero qué gran pregunta. Hasta ese día ni yo misma sabía bien el porqué. Sin embargo, hoy..., ahora mismo, lo sé. Finalmente lo comprendí.
Comprendí esa tediosa pregunta que me hice una y otra vez desde que la conocí: la misma que hizo ella.
Sus ojos capturaron los míos al no recibir una respuesta inmediata; yo le sonreí con honestidad, decidiendo que era momento de dejar en libertad mis sentimientos. Porque de otra forma... explotaría.
—Ivy...
—Porque te quiero.
Sí, te quiero demasiado.
Primer capitulo de este experimento que no sé en qué va a terminar (? jaja ¡Espero que les haya gustado!
¡Prontito subo el segundo! ¡Gracias por leer!
¡Saludos!
