-Buenos días señor Anderson, está usted bien –pregunto amablemente un doctor vestido con una bata blanca que le llegaba hasta las rodillas.
-¿Dónde estoy? –pregunto Kurt desorientado sin saber dónde estaba mientras miraba ansiosamente por todas partes
-Tranquilo señor Anderson, su familia viene de camino, está en el hospital Memorial Hospital de Vancouver Canadá.
-Soy su doctor Sam Evans –dijo un doctor rubio de ojos azules y muy blanco de piel.
-¿En Canadá? –pregunto extrañado mientras contemplaba la habitación, no sabía muy bien que hacía en Canadá aunque más bien mirado no recordaba nada de nada.
-Sí, acaba de despertar de un coma, ha sido casi un milagro –dijo el doctor mientras me mostraba unas radiografías e miles de papeles que Kurt no entendía.
-He estado mucho tiempo aquí, quiero decir ¿sin despertar? –pregunto Kurt
-Mucho tiempo, demasiado, íbamos a desconectarlo pero justo has reaccionado a tiempo, ha sido casi un milagro, cuando entraste en este hospital estabas tan mal que pensábamos que te perdíamos, pero entraste en coma y ahora estas despierto –comento el doctor mientras iba haciéndole algunas pruebas.
-Y mi… -pero Kurt no pudo acabar su frase porque el doctor le puso una pequeña lámpara entre los ojos.
-Siga la luz, de arriba abajo, a ambos lados –dijo el doctor mientras Kurt seguía la luz de la lámpara.
-Parece que todo está en orden señor Kurt.
-Y mi familia como esta –dijo Kurt ahora por fin pudiendo acabar la frase le extrañaba no ver a nadie en la habitación aunque tampoco iba a recordar nada.
-Siempre han estado cerca de usted –dijo el doctor mientras se sentaba junto a él.
-Se me olvidaba de hacerle unas preguntas rutinarias –comento el doctor mientras tomaba asiento en una silla al lado de la cama.
-Nombre y apellido –pregunto el doctor
-Kurt Kummel –dijo Kurt de repente había sido un instante quizás un deja va pero era lo que le había salido de la boca sin ni siquiera saber cuál era su nombre o apellido.
-Casi, su apellido es Anderson, pero es un avance –dijo el doctor mientras apuntaba algo en una hoja de papel.
-¿Ciudad de nacimiento? –pregunto el doctor mientras seguía apuntando cosas en la hoja.
-No la recuerdo –dijo Kurt intentaba recordar su ciudad pero nada era como una pizarra en blanco nada le venía a la mente.
-¿Edad? –pregunto el doctor mientras seguía apuntando cosas en aquella hoja.
-No la recuerdo, ¿Qué está apuntando todo el rato? –pregunto Kurt mientras acababa de responder la pregunta.
-Sus respuestas, dependiendo de ellas sabremos en qué estado está usted, su memoria para ser más exactos muchos pacientes sufren pérdidas de memoria después de un coma tan largo –respondió el doctor sin dejar verle que estaba apuntando en esa hoja por lo que Kurt decidió creerle al fin y al cabo él era el doctor.
-¿Nombre de su esposo? –pregunto el doctor de repente como quien va a comprar el pan cada día.
-Mi esposo? –pregunto extrañado Kurt, no recordaba haberse casado, y menos con un hombre.
-Sí, su esposo no recuerda alguna cosa de el –pregunto el doctor mientras apuntaba cosas en la hoja.
-No, lo siento no recuerdo haberme casado nunca.
-No pasa nada, no se disculpe señor Anderson –dijo el doctor pero fue interrumpido por la voz de Kurt.
-Si no le importa de aquí en adelante llámeme Kurt –pidió al doctor quien no mostro ninguna objeción a tal petición.
-Como quiera Kurt –dijo el doctor mientras apuntaba una última cosa en la hoja y se levantaba.
-¿A dónde va? –pregunto Kurt viendo como el doctor recogía unas cosas y se iba de la habitación.
-Volveré muy pronto, en una hora, tengo otros pacientes que atender, descanse Kurt ha sido un golpe muy fuerte, es un milagro que este despierto, intente recordar algo, empieza por cosas simples, pero si no puede no se fuerce no es conveniente en estos momentos tan críticos.
-Adiós Sam Evans –se despidió Kurt al ver como desaparecía tras la puerta.
-Veo que recuerda mi nombre eso es buena señal, muy buena señal –dijo el doctor para finalmente desaparecer por la puerta.
Kurt no entendía exactamente qué había pasado, quien era, o porque estaba en Canadá, se encontraba como una pizarra en blanco en búsqueda de respuestas. Miles de preguntas se le acoplaban a la mente pero no obtenía ninguna respuesta, intentaba recordar porque estaba aquí, que paso, pero era totalmente imposible por más que intentara forzar recordar, no lograba ninguna imagen o palabra.
-Casado, pero cuando –se preguntaba Kurt temeroso de quien iba a ser su marido no recordaba nada pero eso era lo que más le asustaba, convivir con una persona extraña totalmente ajena a el que no podía recordar.
De repente el miedo se abrió paso ante su mente llena de preguntas sin respuestas. Donde vivirían que clase de vida llevarían juntos, serian felices, sería buena persona, sería un loco.
No sabía nada, y tendría que esperar en esta cama de hospital a esperar a que alguien viniera y le contestara algunas preguntas.
-Kurt, tienes a alguien que quiere verte –dijo el doctor Evans mientras alguien le seguía de cerca era más bajo que el doctor por lo que no podía verlo correctamente.
-¿Quién? –pregunto Kurt mientras veía al hombre que estaba detrás del doctor Evans.
-Hola, soy Blaine Anderson tu marido, me recuerdas Kurt, ¿Me recuerdas? –preguntaba un hombre mientras le agarraba la mano a lo que Kurt le retiro la mano apartándola de un busco movimiento.
El hombre era más bajo de estatura debería medir un metro sesenta, unos ojos verdes brillantes y vivos, un cabello negro engominado hacia atrás, la piel de un color caramelo tostado hacia contaste con su pequeño pero atlético cuerpo quien detrás de la ropa se apreciaba un cuerpo musculado.
-No le recuerdo lo siento –respondió Kurt mientras le miraba directamente a los ojos en un intento vano de intentar recordarlo.
Blaine parecía afectado por sus palabras, en cuanto salieron disparadas de la boca de Kurt, la cara de decepción de Blaine asomo haciendo de la imagen de Blaine un hombre miserable.
-No hay razón para presionar a Kurt, señor Anderson –dijo el doctor Evans mientras le ponía una mano al hombro.
-¿Qué quiere usted decir con eso? –pregunto Blaine mientras lo miraba extrañado con una ceja al aire.
-Kurt acaba de despertar de un coma muy largo, es normal que la memoria se vea afectada, y en situaciones como esta, probablemente nunca logre recordarlo todo únicamente recordara partes de su vida pasada pero nunca recuperara el 100% de la memoria –explicaba el doctor Evans.
-¿Nunca me recordara? –pregunto Blaine mientras miraba a Kurt quien lo miraba con una cara de póker.
-Quizás si, quizás no, simplemente no le presione para que le recuerde, estoy seguro que cuando vayan a casa juntos podrá empezar a recordar las cosas más fácilmente –explico el doctor Evans.
-¿Cómo que a casa juntos, que quiere usted decir con eso doctor? –pregunto Kurt gritando mientras su corazón bombeaba con más fuerza que nunca, iba a vivir con un desconocido el mismo día que acababa de despertar del coma.
-En una semana le daremos de alta, Kurt, cuando vaya con su marido en su casa, nosotros seguiremos haciéndole análisis, ira viniendo cada semana, le daremos hora a un psicólogo de nuestra sugerencia.
-Un psicólogo –repitió Kurt mecánicamente.
-Cree que es necesario –pregunto Blaine mientras miraba como Kurt estaba absorto en otro mundo.
-Es conveniente en estos casos, señor Anderson, estos traumas los llevan mejor con psicólogos, que también podrán analizar la mente de Kurt y psicoanalizar nos ahorrara mucho trabajo, yo personalmente también iré haciéndole chequeos rutinarios.
-Sí, es lo mejor para Kurt, no dude en llamar al psicólogo, yo doy el permiso.
-Un momento –grito Kurt haciendo que ambos hombres se giraran asustados por el grito de Kurt.
-Como que yo doy el permiso, acaso nadie va a preguntar qué es lo que yo creo conveniente –dijo Kurt
-Por supuesto que contaremos con su opinión Kurt, pero entiende que acabas de despertar de un coma muy largo es normal que ahora te sientas rabioso, angustiado con lleno de duda, e incluso asustado pero créeme que es conveniente que un especialista te analiza, puede parecerte una locura pero es de lo más normal en casos como el tuyo –respondió el doctor Evans con una voz monótona y calmada haciendo que la rabia de Kurt fuera desapareciendo.
-Es lo mejor cariño –dijo Blaine mientras volvía a agarrarle la mano, cosa que Kurt puso resistencia y no dudo en rechazar la mano con un golpe seco haciendo que Blaine perdiera la sonrisa de su rostro.
-Ok, si no tengo otro remedio –dijo Kurt dándose por vencido esta situación le estaba superando no sabía quién era y no podía ir en contra el doctor eso solo lo iba a perjudicar.
-Ya vera como todo se arreglará Kurt, no se preocupe está en muy buenas manos –contesto el señor Evans.
Kurt miraba ambos hombres, pero seguía sin estar plenamente convencido de lo que era conveniente para el en esta situación, pero tampoco podía negarse era como un laberinto sin salida que estaba consumiente su mente sin poder salir.
Estaba encerrado en esta situación hasta que los recuerdos no salieran y empezara a descubrir quién era Blaine Anderson, o quien era el mismo.
-Podéis dejarme un rato a solas –pregunto Kurt mientras miraba por la ventana.
-Por supuesto –dijeron ambos al instante y se retiraron de su habitación.
Y fue entonces cuando Kurt en soledad, pudo apreciar donde estaba, a través de un mapa colocado en su escritorio, Kitsilano, el hospital estaba situado a primera linea de mar, por lo que Kurt podia ver el Oceano Pacifico desde su habitacion, parecia una bonita zona donde vivir, viendo el oceano ancho, tan azul con tanta tranquilidad.
A Kurt le encantaba esta sensacion de amplitud y de libertad, que contrataba tanto de su situacion actual, ver las paredes blancas del hospital le recordaba a su mente tambien en blanco vacia sin ningun recuerdo con que llenarla.
En Cambio el mar le producia muchas emociones, de libertad de huir a otro lado donde los tiempos fueran mejores, le daba paz y tranquilidad aquella que tanto necesitaba en estos momentos en los cuales su vida, nisiquiera era su vida, era la vida de alguien sin recuerdos, alguien sin vida, rodeado de personas que si le recordaban como Blaine, pero que el era incapaz de recordar.
Era tan importante recordar las cosas pasadas para poder vivir en el presente y construir el futuro. Cuanta gente pagaria lo que fuese por olvidar hechos, pecados en sus vidas que les estaba destrozando, y cuanto daria el por tener al menos el recuerdo de cual era su marido sin necesidad de que un doctor tuviera que leerle el apellido y presentarle a una persona extraña quien afirmaba amarlo incondicionalmente y moria por el minimo echo de que el lo recordara.
-Ojala pudiera recordar algo –eso pedia al cielo Kurt mientras miraba por la ventana el inmenso oceano y deseaba perderse en el para no volver jamas.
Deseaba escapar de esta vida de sin sentido, nada mas llevaba despierto 3 horas sin embargo lo que estaba viendo le angustiaba y le desesperaba.
Fueron pasando los días en ese hospital, y cuando ya estaba a punto de acostumbrarse a su nueva vida dentro de esas gélidas paredes blancas, entonces el doctor soltó las palabras que Kurt más temía.
-Kurt, creo que ya estás listo para irte a vivir a tu casa con Blaine –dijo el doctor Evans mientras sonreía con su sonrisa habitual mañanera.
-Es necesario –susurro Kurt mientras negaba a mirar a la cara del doctor.
-Ya sé que pensaras que es una locura, pero es lo mejor Kurt, os ira bien a los dos, tu quizás podrás ir recodando cosas que en este hospital te será imposible, muchos pacientes han logrado a través de ver o tocar sus objetos personales recordar recuerdos –comento el doctor Evans mientras consolaba a Kurt con palabras como que todo iría bien.
-Si usted lo dice –dijo Kurt dándose por vencido, sabía desde el primer momento en que había despertado en el hospital que algo sombrío pasaba, no sabía qué pero no entendía porque Sam Evans tenía tanta prisa por echarlo del hospital.
Parecía como si quisiera que se fuera del hospital obligatoriamente, pero tampoco tenía ganas de rebelarse contra el doctor, nada podía hacer y si se rebelaba sería peor podría cambiarle las visitas y estar obligado a no moverse de la casa de su marido.
Aun no estaba acostumbrado a mencionar aunque fuera en sus pensamientos su marido, parecía demasiado irreal para que esto le estuviera pasando a él, parecía como si fuera una persona totalmente diferente ocupando un cuerpo que no era el suyo.
Y todavía no sabía si nunca llegaría a volver a serlo, no se reconocía en el espejo, esos ojos azul cielo que eran los suyos pero que se veían tan vacíos sin emoción o sin brillo, a diferencia del color azul del mar, tampoco recordaba su pelo marrón claro que le recordaba al otoño, la época en la que nació o almenos eso decía Blaine.
No era el, ni esa era su vida, pero nada podía hacer salvo aguantarse y aceptar que esta era su nueva realidad, e intentar adaptarse lo mejor posible, sin resistirse.
-Todo irá bien –dijo el doctor Evans mientras se retiraba de la habitación, sabía que ahora tendría que hacer miles de papeles con el alta de Kurt pues se puso en faena.
-Eso espero, doctor –dijo Kurt deseando que de verdad todo fuera bien por su bien deseo a dios que lo fuera.
La puerta que tanto chirriaba si se dejaba abierta, por fin se cerró con el doctor detrás de ella. Otra vez la soledad de las cuatro paredes, a veces Kurt pensaba que estaba en un manicomio, todo blanco sin un ápice de color salvo la pantalla negra grande de plasma que se abría paso ante las paredes blancas y daban un toque de color y de las dos puertas marrones, la de la derecha la del baño completamente equipado para las largas duración de los pacientes con ducha, aseo, espejo, y un suelo de mármol también blanco.
Agradecía las rosas rojas que estaban colocadas sobre los jarrones grises de las mesas, entonces Kurt vio una nota escondida entre las rosas, alargo la mano y saco el papel.
Era un rozo pequeño de papel, arrugado que decía las siguientes palabras, palabras que sorprendieron y dejaron a Kurt todavía más desorientado de lo que ya estaba.
``OHIO´´
-Ohio –repitió Kurt en su mente, con el paso de los días había logrado recordar todo lo aprendido en el colegio, y algunos recuerdos aún demasiado borrosos para poner algún tipo de conexión en ellos.
Recordó haber estudiado los estados de los estados unidos y que Ohio estaba en el medio Oeste muy cerca de Illinois. Pero porque alguien escondería un papel con ese nombre entre las hojas, parecía como si quisiera que solo él lo leyera.
Entonces una pregunta en la mente de Kurt ocupo toda su atención.
-¿Y si alguien intentaba mandarle un mensaje en clave? –se preguntaba en su mente, pero porque Ohio, si él vivía en Vancouver, en Canadá ni siquiera era el mismo país no tenía sentido nada de ese mensaje tenía sentido. Quizás no era para él las flores y por eso se habían equivocado.
Aunque el papel parecía arrugado, también estaba cortado parecía como si alguien hubiera arrancado media hoja de papel y solo hubiera sobrevivido esa palabra de todo el mensaje, no atendía porque alguien escondería un papel entre las rosas.
Decidió entonces buscar respuestas más tarde, y guardo el papel en el bolsillo con cremallera de su pantalón. Ahora necesitaba descansar tener la mente fresca para enfrentarse a la nueva vida con su marido.
La puerta se abrió y allí estaba, Blaine Anderson plantado frente la puerta, indeciso si entrar a saludar o por prudencia quedarse allí.
-Blaine, acércate si quieres –sentencio Kurt al ver pasar minutos y ver a Blaine inmóvil mirándolo desde la distancia.
-Hola Kurt, como te encuentras hoy –pregunto Blaine una pregunta simple para romper el hielo.
-Bien, pronto me darán el alta –dijo Kurt intentando encontrar algún tema de conversación, sin tener ninguno.
-Eso es estupendo Kurt, ya verás todo volverá a ser como antes, estaremos juntos –dijo Blaine con un brillo en los ojos que Kurt no pudo acabar de descifrar.
-Eso espero, eso espero Blaine –dijo Kurt mientras miraba las flores rojas que Blaine le había traído y las olía.
-Muy bonitas –dijo Kurt mirando si había algún papel entre las rosas.
-Te gustan, me alegro, pero que miras buscas algo entre las rosas –dijo Blaine extrañado de ver a Kurt mirando tan detenidamente las rosas.
-No nada, me gusta ver las flores –dijo Kurt fingiendo que no buscaba nada y solo tocaba las flores.
-¿Recuerdas las rosas rojas?, son tus favoritas lo sabias –dijo Blaine mientras las dejaba en un jarrón con agua.
Kurt únicamente sonrió ante la afirmación, fingió que si lo sabía, aunque no tenía ni idea, era difícil respirar el aire que tan pesado se había vuelto de repente, como si la mera presencia de Blaine hiciera que no pudiera respirar con normalidad.
Su presencia le ponía nervioso, el hacia todo lo que podía para ser amable pero no era suficiente, Kurt veía sus intentos de amabilidad, de intentar conectar con él, pero él se encontraba a otra dimensión paralela a Blaine.
Él no lo recordaba y quizás nunca más lo haría, podía hacer maravillas pero él lo seguiría viendo como un simple extraño, sin ningún otro sentimiento. Sus miradas se cruzaban él podía ver el brillo en los ojos de Blaine brillantes cada vez que lo miraba o le hablaba pero aun así no podía evitar sentir repulsión hacia él.
-Te encantara nuestra casa, es tan grande y tiene vistas al océano y piscina –comentaba Blaine mientras le mostraba alguna foto aunque Kurt no estaba por la labor.
Por muy bonita que fuera la casa, no sería nada más que una cárcel, algo que no le pertenecía.
-Seguro que si Blaine –seguía la corriente Kurt.
-Y el jardín lo hiciste tú mismo, hay miles de flores, rosas, amapolas, violetas, muchos árboles e incluso un manzano –decía Blaine mientras se sentaba al lado de Kurt.
-Debe de ser precioso y más en esta época toda florida –decía Kurt sabiendo que estaban en abril y las flores ya habrían florecido hacia días.
-Muy pronto lo veras por ti mismo –dijo Blaine mientras que para Kurt esas palabras tenían otro significado, para Blaine era una alegría poder disfrutar por fin de su compañía, pero a Kurt le aterraba significaba el paso definitivo.
Pero únicamente podía poner otra vez una sonrisa falsa, para no levantar sospechas de su enorme desdicha, y entonces la pregunta que más misterio tenía en su cabeza apareció.
-Y Blaine, exactamente que paso para que acabara en coma –pregunto Kurt mientras pudo ver como la cara de Blaine cambiaba sus músculos se tensaban pero intentaba disimular.
-Te golpeaste la cabeza con una barra de madera y quedaste gravemente herido por el golpe casi mueres aplastado por esa barra –dijo Blaine con aspecto preocupado
-Oh –fue lo único que pudo decir Kurt aunque miraba a los ojos de Blaine y el intentaba apartarlos, pero por un segundo Kurt pudo ver claramente en la mirada de Blaine que mentía o que no era toda la verdad pero decidió buscar las respuestas más tarde.
-Me tenías muy preocupado Kurt, no sabes que mal lo pase cuando me dijeron que si no despertabas te desconectarían, parecía que mi mundo se iba a derrumbar, rece a dios para que te despertara, fui a todas las iglesias de la ciudad encendiendo velas para que lo lograras, y has cumplido, mi deseo se ha cumplido, te echaba tanto de menos Kurt –dijo Blaine abrazándolo fuertemente a lo que Kurt solo pudo colocar su cabeza entre el hueco de Blaine mientras el fuerte abrazo parecía que iba a romperle los huesos.
-Blaine –dijo Kurt después de un poco tiempo ya que el abrazo le estaba haciendo daño.
-Oh lo siento te he hecho daño, lo siento mucho Kurt yo... –dijo Blaine disculpándose de mil maneras diferentes.
-No te preocupes, es normal, estoy bien tranquilo –dijo Kurt tranquilizando al histérico y preocupado de Blaine.
-Todo irá bien –dijo Blaine mientras le agarraba la mano y Kurt aceptaba el apretón.
Esa frase se la habían dicho tanto tiempo que quizás ya era hora que lo empezara a creer, aunque no las tenía todas.
Al día siguiente, el doctor Evans apareció junto con Blaine.
-Hoy es el gran día Kurt, hoy es tu día del Alta –dijo el doctor Evans mientras le daba un poco de ropa previamente comprada por Blaine con su talla correspondiente.
-Sera interesante ver mundo, en vez de esas cuatro paredes –dijo Kurt mientras agarraba la ropa.
-Si necesita algo, cualquier cosa no dudes en venir –dijo el doctor Evans mientras iba para la puerta para irse.
-Si no olvido el camino, vendré –dijo Kurt mientras miraba como el doctor desaparecía por la puerta.
-Veo que tiene usted un sentido del humor intacto eso me gusta, señor Anderson –pronuncio el doctor para luego desaparecer por la puerta haciendo que Kurt rabiara en su interior por decir señor Anderson le hacía sentir mayor y propiedad de Anderson.
-Bueno esperaras aquí a que me cambie o me darás algo de intimidad –dijo Kurt viendo que Blaine no se iba de la habitación.
-Oh si lo siento, estaré esperándote en la sala de espera, cuando estés listo avísame –dijo Blaine mientras escapaba de la habitación silenciosamente.
Kurt se probó la camisa blanca que Blaine le había traído, el pantalón tejano, los zapatos de piel que parecía ser de alguna marca reconocida de Italia, y un abrigo muy caliente, con unos guantes negros a conjunto. Toda la ropa parecía de marcas reconocidas, se veía la calidad del tenido y en el diseño, debían de tener mucho dinero para poder permitirse prendas de vestir tan caras.
Kurt se miró por última vez en el espejo del baño del hospital decidido a enfrentarse a su nueva vida, por primera vez se enfrentaría a lo desconocido pero lo haría con valentía.
Y abandono la habitación en la que había estado desde que había despertado.
Lo hacía feliz, al menos se daría el capricho de ver algo más que el hospital. Miro por la ventana un vistazo rápido antes de abandonar la habitación y pudo ver que el cielo se volvía gris y la mar tranquila empezaba a reaccionar y a esbararse.
Hoy al igual que en el cielo, era un día de cambios, algunos buenos y otros no tan buenos haciendo del día un día triste bañado de un color gris como el que tenía Kurt en su interior.
