Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Jotaká, y únicamente los uso por diversión.


¡Báñate de una vez, Snivellus!


Se había levantado a las 5 de la madrugada, como era usual en él. Lo inusual era que practicara hechizos a esa hora siendo un estudiante de 14 años, y más aún, que lo que hacía era mayoritariamente magia oscura. El sol aún estaba oculto en el horizonte, y no había indicio de que pronto se le ocurriera salir y hacer que sus rayos iluminaran un colegio que estaba casi al completo en la cama.

Pero aquel día era diferente para Severus Snape, y solo él lo sabía. Cumplía 15 años, y uno no cumple años todos los días.

Ya con el uniforme puesto, y sin ánimos de practicar los hechizos de todos los días, salió de la Sala Común sin importarle el toque de queda, y comenzó a vagar por los pasillos. Una vez que subió las escaleras que llevaban al primer piso, observó la tormenta de nieve que se estaba formando afuera, tiritando con el frío que le calaba los huesos.

No tenía interés en hacer nada, más que verla a ella. Se había decidido, no podía esperar más: le iba a confesar a su gran amor lo que sentía por ella.

Cuando finalmente llegó la hora del desayuno, esperó con ansias a que la pelirroja entrara por la puerta, y cuando la vio, se encaminó nervioso a la mesa de Gryffindor. Estaba sentada charlando animandamente junto a tres chicas que parloteaban a su par, sonriendo y riendo como todos los días. Fue lo único que Severus notó.

Lamentablemente, claro.

Si hubiera estado prestando más atención, se hubiera percatado que dos chicos lo apuntaban con sus varitas a un metro de donde se encontraba, y que mientras hablaba con Lily, un rayo de luz blanca dio contra su espalda.

—Yo... bueno, ¿puedes venir un segundo afuera? —le preguntó a la pelirroja. Ella arrugó su nariz inconscientemente, y una de sus amigas chilló.

—¡Hey! —gritó alguien a sus espaldas, y con un escalofrío el chico Slytherin reconoció la voz de Potter, el maldito león que le hacía la vida imposible cada día. ¿Justo en su cumpleaños también?

—¡Venga! ¡Báñate de una vez, Snivellus! —y con esa exclamación de Black, se dio cuenta de que el olor a huevos podridos no era de los Hufflepuffs a su lado, sino de él mismo. ¿De nuevo con aquel hechizo? ¿Cuándo lo iban a dejar en paz?

Lindo cumpleaños iba a pasar con el amor de su vida creyendo que olía a pescado, y en la enfermería tratando de revertir el hechizo. Pero bueno, esa era la vida de Severus Snape, y claramente James y Sirius harían lo posible para que siguiera de esa manera por siempre.