ADVERTENCIA: Temas de adultos, lenguaje vulgar, violencia, muerte. Universo Alterno, Humanizado.
DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen. Esta historia no tiene fines de lucro.
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Capítulo 1: Special Central Park Orphanage.
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Corría por los pasillos a toda velocidad. Esquivó los ataques por parte de sus adversarios. Se deslizó por los pasamanos de las escaleras, saltó para aterrizar en el suelo y seguir con su carrera. Se detuvo al ver a las tres sombras ir al lado contrario. Sonrió y caminó hacia el ascensor, aunque su sonrisa se borró cuando al abrirse, se mostraron los tres que lo estaban buscando. Se abalanzaron hacia él, aunque logró ser más ágil. De una patada, noqueó a uno. Lo cogió de los pies para azotar el cuerpo del pequeño contra el de los otros dos. Los tres gruñeron de dolor. Retrocedió de espaldas hasta finalmente girarse y desaparecer por los pasillos nuevamente.
—… Creo que será imposible atraparlo —Comentó el menor con la voz cansada al tratar de incorporarse.
El más alto gruñó y se acarició la nuca, algo aturdido por el golpe.
—… Es claro que él es el maestro y nosotros… Sus estudiantes inútiles…—Gruñó de dolor.
—Mm-hmph…—Murmuró el de cabello más desarreglado.
El menor de quince años se quedó pensando unos segundos, hasta que miró fijamente al más inteligente del grupo.
—… Kowalski… ¿Y si le pedimos ayuda a Marlene?
El más alto lo miró sorprendido. Escuchó una risa macabra de su compañero de al lado.
—Rico, no te rías…
El nombrado era un hombre de 24 años con el cabello negro alborotado. Sus ojos azules brillaban de diversión y satanismo ante la expectativa del plan que formularían.
Kowalski, teniendo la misma edad que su hermano psicótico, era el más alto de su unidad. Era aquel que solía planear las operaciones y dar las opciones de último minuto, pero que sin duda, gracias a su adorada ciencia, salían perfectamente.
Private, a diferencia de sus hermanos mayores, era mucho más pequeño. Tenía 15 años y aún se encontraba estudiando. Era el más tierno de los cuatro, se podría decir que él era quien manejaba mejor los sentimientos. Se llevaba bien con todos y quería mucho a sus hermanos, sobre todo al líder.
Y hablando de él…
—Tengo el presentimiento que algo no saldrá bien de todo esto…
Kowalski solo negó con la cabeza, marcó el número de su amiga para enviarle un mensaje y lo envió.
Pasaron apenas dos minutos cuando recibió una respuesta.
"Cuenten conmigo."
-Marlene.
Ellos prefirieron no preguntarle que rayos planearía la joven.
—¿Skipper se enojará mucho con nosotros? —Se preguntó Private con una mueca.
Rico soltó una carcajada con ganas. Kowalski sonrió un poco.
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—Quiero que asuman la responsabilidad de su conspiración contra su propio líder, muchachos —Comentó con gran recelo el hombre, cruzado de brazos, escudriñando a sus hermanos con los ojos entrecerrados.
Los tres se encogieron.
— Señor, era solo…
— ¡Una emboscada, soldado! —Le gruñó con molestia—. ¡Una vil conspiración contra mí!
—¡Pero no fue tan malo…! ¿O sí…? —Se atrevió a preguntar Private, quien pegó un respingo al recibir una cachetada—. ¡Lo siento!
—¡No me contestes, Private!
—Señor, creí que le gustaban los soldados con iniciativa…-¡GAH! —Aulló de dolor al sentir la mano pesada del líder en su rostro.
— Hoy. No. —Les cortó entre dientes. Miró después a Rico, quien le sonrió con fingida inocencia—. ¿Algo que decir, Rico?
El solo ensanchó su cínica sonrisa y se encogió de hombros. El capitán hizo una mueca y retrocedió unos cuantos pasos.
—Bien. Andando. Hay que llevar a Private a clases.
El de quince años asintió y tomó su mochila.
Skipper era el líder de la Unidad de Élite que habitaba en este edificio. Al igual que Kowalski y Rico, tenía 24 años. Se mostraba tosco y muy rígido con sus ideales, sin embargo, las personas que lo conocían bien, sabían que tenía un gran corazón en el fondo.
Muy en el fondo.
Y no lo podían culpar.
Las marcas del pasado formaban el presente y los encaminaba al futuro.
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Llegaron al segundo piso del edificio hasta pasar a la pequeña recepción.
—Hey, Alice.
La mujer pelirroja de 35 años que trabajaba allí, alzó a vista y gruñó al verlos.
—No me molesta ver al pequeño, Private. Pero, ¿no podrían irse a la mierda ustedes? —Chasqueó la lengua al recibir la tarjeta de Private.
—Éramos alumnos de este lugar, muy dotados, por cierto —Comentó Kowalski—. Al dueño no le importa tenernos por aquí.
Alice rodó de ojos y terminó de pasar la identificación del menor para volver a entregársela.
—Bien. Pueden pasar.
Los cuatro asintieron y se despidieron de Alice para adentrarse en el recinto.
Special Central Park Orphanage.
Uno de los orfanatos más prestigiados de New York. Fue construido tres décadas atrás. El objetivo del edificio era socorrer a pequeños huérfanos sin hogar ni recursos para criarlos, educarlos con el fin de que una vez que terminaran de estudiar lo básico, se centraran en estudiar en el mismo sector la carrera a la que se dedicarían el resto de sus vidas. El primer piso era para administrar los papeles y organizar las reuniones. Del segundo hasta quinceavo piso, eran los salones, laboratorios, cafeterías. El subterráneo fue expandido para que realizaran deportes. Los cinco pisos restantes del edificio, que eran los últimos, eran los departamentos de los jóvenes estudiantes. No eran muchos, aunque no querían arriesgarse.
Fue un proyecto innovador con pocas esperanzas, sin embargo, con la llegada de Skipper, Kowalski, Rico y Private, las cosas cambiaron. Se habían destacado, ya sea por inteligencia, agilidad o manipulación de muchos otros ámbitos. Si aún no se iban del edificio, era porque no podían dejar a Private solo, y tampoco querían.
Además…
Los tres mayores tenían sus propias razones personales por las cuales aún no se iban.
Kowalski era voluntario como maestro de ciencias, pero ojeaba disimuladamente a una de las alumnas que se estaban por retirar del edificio. Se trataba de una bella joven de 21 años de largos cabellos negros y unos bellísimos ojos azules.
Rico no se molestaba en ocultar que coqueteaba con una voluntaria que cuidaba de los estudiantes más pequeños.
Skipper honestamente se quedaba por Private, nunca lo dejaría nadar solo. No lo admitiría jamás, pero Private era quien más valía la pena entre los cuatro. Él, Kowalski y Rico fueron marcados por la batalla que había ocurrido en su hogar natal durante su infancia. Si no hubiesen rescatado al menor, quien era una mísera criatura en aquel entonces, tal vez hubiesen perdido la cordura.
Pero claro, hablando por los cuatro, ellos tenían otra razón muy especial por la cual no podían irse.
Y esa razón, tenía el cabello castaño y los ojos dorados.
—¡Buenos días, chicos!
Los cuatro se giraron y sonrieron. Hacia ellos, corría una hermosa joven de 18 años, de cabellos cafés, levemente ondeados y unos ámbares ojos que resplandecían de alegría al verles.
—Saludos, Marlene —Skipper caminó hacia ella.
—Buenos días, Marlene —Saludó cortésmente Kowalski.
—¡Hola, Marlene! —Saludó alegremente Private.
—¡Mahwlene! —Pronunció Rico entre carcajadas al correr hacia ella. La abrazó y la giró por los aires.
—¡Woah! ¡Tranquilo, Rico! —Se rio cuando la bajó—. ¿Qué sucede? ¿Acaso la señorita Perky te dijo que sí? —Bromeó.
Él se rio y asintió frenéticamente. Marlene ensanchó su sonrisa.
—Bueno, y no solo eso —Intervino Kowalski—. Lograste que le colocaran su vacuna a Skipper —Palmeó el hombro de su líder, quien borró su sonrisa y frunció el ceño.
Marlene se rio.
—¿Sigues enojado conmigo, Skipper? —Alzó el mentón con una burlona sonrisa, desafiante.
El pelinegro la miró unos segundos, hasta que finalmente sonrió.
—¿Cómo podría enfadarme contigo, cara de muñeca? —Acarició su rostro con suavidad—. Eres demasiado dulce y tierna para mí. Un día de estos provocarás diabetes a mí y a mis hombres.
Marlene se apartó de la caricia del líder y suavizó la curva de sus labios.
—Oigan, hay algo que…-
—¡HEEEEEEEEEEEEEEEEEEY, MARLEEEEEEEEEEEEEEENE!
La castaña se giró y vio como una linda joven de cabellos castaños y cortos corría hacia ella, seguido de tres chicos más. Uno de ellos tenía el cabello castaño y un poco largo, junto con unos cautivantes ojos azules. El otro era un pelinegro de ojos verdes con una serena, pero alegre expresión en sus facciones, y… con un extraño gusto a las ropas de a rayas en blanco y negro. El último era el más alto, casi medía los dos metros, y más larguirucho se veía por lo delgado que era, sin mencionar que su piel era extremadamente pálida, quizás no gozaba de muy buena salud. Su cabello era de color miel y sus ojos eran pardos, aunque mayormente un tono verdoso.
—¡Hoooola, preciooosaaaa! —La saludó la chica.
—Buenos días, Gloria.
—¡No creerás lo que me pasó ayer…!—Chilló—. ¡Vamos, te contaré!
—Huh, pero…
—Hey, preciosa —Saludo el castaño, guiñándole un ojo.
—Hola, Alex —Miró a los otros dos—. Hola, Marty. Melman.
—Hey, Marlene —El más alto forzó una sonrisa.
—¡Hola, Marley! ¡Hola, monjas! —Saludo el pelinegro tanto a la castaña como a los cuatro agentes.
Private sonrió.
Los otros tres solo hicieron un vago gesto con la cabeza.
Alex hizo una mueca. Posó una mano en el hombro de Marlene y la acercó a él.
—Andando, preciosa. Hay mucho de qué hablar.
—Bien —Les dedicó una última mirada a sus mejores amigos—. Lo siento, Skipper. ¿Hablamos esta noche?
—… Claro —Musitó.
Marlene le sonrió a modo de disculpa. Skipper no pudo evitar devolvérsela y vio como desaparecían los cinco entre los pasillos.
—… Kowalski.
—¿Señor?
—Tápale los oídos a Private.
El más alto asintió y obedeció.
—Jodidos hippies —Gruñó, para luego retirarse.
Kowalski quitó sus manos del pequeño.
—… Aun así, lo escuché —Murmuró Private.
Rico gruñó, compartiendo su molestia con Skipper.
La Unidad de Élite tenía un fuerte lazo con la castaña porque se criaron juntos. Skipper, Kowalski y Rico tenían 10 años cuando llegaron a la residencia, cargando a un pequeño Private de un año con suerte. Marlene tenía 6 años en aquel entonces. Aunque claro, después llegaron Marty, Gloria, Melman y finalmente Alex. Este último era realmente presumido, aunque desgraciadamente cautivador para la población femenina.
Se podría decir, que el grupo de los pingüinos y los mamíferos sostenían una gran guerra para obtener el cariño de la tierna castaña.
Los hippies populares creían que el otro grupo solo eran unos psicóticos.
Mientras que nuestro lindo grupo de aves, a excepción de Private, pensaban que no eran más que unos incompetentes e idiotas hippies.
No podían llevarse bien, en especial Skipper y Alex, quienes más competían por la compañía de Marlene. El castaño la protegía cual hermanita de las garras del sexo masculino.
Se podría decir que el líder hacía lo mismo, pero deberíamos descartar el hecho de que el hombre no miraba a la joven como a una hermana, sino como la mujer hecha y derecha que se estaba volviendo.
Private trataba de llevarse bien con todos, sin excepciones. Marty también, lástima que el resto de sus camaradas y amigos opinaran lo contrario.
Pero así eran sus vidas.
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La muñequera de Skipper sonó, captando su atención.
Sonrió.
—Hora de volver a casa.
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Continuará…
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