Universidad de Tokio, Japón, La tierra

Agosto 15 de 1981

Raye Higuchi tecleaba de manera frenética. Su habitación estaba atiborrada de ordenadores y cables regados por todas partes. Múltiples focos encendían y apagaban semejantes a una serie de luces con que se adornan los árboles en navidad, y los sonidos agudos y graves de las computadoras inundaban toda la habitación de la universidad a la que el chico asistía. Su concentración estaba por completo puesta sobre aquel descubrimiento que el joven estaba seguro que cambiaría su vida. En la puerta se escucharon los golpes furiosos de una mano acompañados de un grito nada amable.

-Higuchi, ¡Abre la puerta, la policía está aquí!-gritaron desde el otro lado, pero el joven no detuvo su ansiosa tarea.

Siguió frenéticamente con la mirada cada monitor (robado dicho sea de paso) y revisaba en sus apuntes los niveles de esto y aquello. Tomo de su escritorio un disquete que introdujo en uno de los muchos CPU de los que disponía. Abrió un programa diseñado por el mismo y espero con paciencia a que diera la respuesta anhelada.

-¡Se acabó, derribaremos la puerta!-advirtió la misma voz y el joven se giró para ver pero de inmediato le dejo de prestar atención y volvió su mirada a los monitores donde series numéricas de color verde aparecían, se movían de un lado a otro, se entre cruzaban y se desvanecían.

El estruendoso ruido de la puerta se escuchó y un par de oficiales entraron a la habitación acompañados del rector de la universidad y el compañero de cuarto de Higuchi. Al entrar todas las luces del cuarto se avivaron y segaron a todos ahí. Higuchi sonrió satisfecho mientras se cubría los ojos y al apagarse la luz se levantó de su silla y retrocedió hasta donde los oficiales se encontraban, mirando maravillados lo que tenían frente a ellos. Higuchi sentía que las lágrimas rodarían por sus ojos al ver que todo había rendido frutos.

-¿Pero qué es eso?-preguntó el rector al ver como de los monitores salían proyecciones que mostraban paisajes nunca antes vistos, criaturas desconocidas para ellos, y todo un nuevo mundo jamás antes explorado, al menos eso pensaban.

-Eso señores…es el Mundo digital-dijo Raye con gran orgullo en su voz.

Odaiba, Japón, La Tierra

Marzo 7 de 1985

Una mujer solitaria se encontraba vagando por la solitaria casa que habitaba. Sus dos hijos habían desaparecido sin dejar rastro un día distante hace ya cuatro años, y nadie había podido darle noticias sobre su paradero. En la casa había fotos de ambos chicos, impresas en blanco y negro, las cuales ella había repartido por toda la ciudad sin obtener nada alentador a cambio. Con los años la desesperación se había transformado en miedo y lamentación. La mujer se recargo en el marco de la habitación del muchacho, la cual estaba tal como él la había dejado, y mientras se preguntaba si alguna vez hiso funcionar aquella computadora se alejó con el corazón destrozado.

Se sentó frente al televisor encendido al cual no le prestaba atención y tomo un álbum de fotografías que hojeo con melancolía que le causaba un nudo en la garganta. Solo el sonido de la televisión acompañaba la desesperante soledad de la mujer que comenzó a sollozar mientras veía una fotografía de su pequeña hija recién nacida. El sonido de alguien tocando la puerta la sacó de sus recuerdos y se limpió las lágrimas mientras aquellos golpes insistentes continuaban. Miró de reojo la televisión y se encontró con otra nota más acerca de aquel acontecimiento que tenía a todo el mundo pendiente, a todos menos a ella.

-El investigador, Raye Higuchi ha declarado la tarde de ayer en una conferencia en Inglaterra, que sus investigaciones y experimentos han logrado grandes avances, por lo que asegura que en menos de una década, los primeros humanos podrán estar en el llamado digimundo, ante esto la opinión pública se divide en dos bandos, los que consideran esto como un peligro y los que con gran impaciencia esperan que este universo se abra para saciar su curiosidad y poner a prueba su capacidad de asombro,…-la reportera siguió hablando pero la mujer castaña ya no le presto más atención y abrió la puerta aún con una mueca de tristeza.

Al ver a aquella figura en el umbral de la puerta una nueva lagrima apareció, sin embargo, esta no tenía nada que ver con la tristeza. Su conmoción era tal que su mano temblaba mientras que la levantaba y la llevaba al contacto con la piel de una mejilla sucia que era real, no una alucinación más, no un sueño del que iba a despertar en cualquier momento, era real, realmente frente a ella estaba una joven mujer, ya no una niña. De finos cabellos castaños, piel casi pálida, y cubierta con harapientas ropas, pero aun así no podía equivocarse, era ella.

-Himari-susurro débilmente mujer.

-Hola mamá-le respondió ella, y aunque escuchar su voz la sorprendió tanto como volverla a ver, eso paso a ser secundario ,no importaba como ni por qué, solo importaba que estaba ahí. La abrazó con fuerza como si jamás la fuera a soltar de nuevo. Luego se apartó de ella y busco con la mirada por encima de su hija.

-¿Y tu hermano?-la joven agachó la cara con lágrimas en los ojos. Su madre noto aquel gesto y su sonrisa se convirtió nuevamente en una mueca de tristeza comprendiendo a la perfección el gesto de su hija.

-Lo siento mamá-le dijo y la mujer solo la abrazo nuevamente, compartiendo la tristeza que la joven sentía.

Campo de investigaciones 723 en Moscú, Rusia, La Tierra

Abril 12 de 2059

La nube de polo que cubría todo el campo de entrenamiento se disipo. Sobre un montículo de tierra se encontraba un joven con la ropa sucia y rasgada y una expresión de cansancio en el rostro. Frente a él había un área de destrucción causada por su compañero digimon. Varias máquinas habían sido destrozadas, y desde lo alto, detrás de un ventanal, en una sala de observación un grupo de científicos y militares veían al muchacho.

-Por dios-dijo uno de los científicos- señor, tiene que ver esto-le indicó el hombre a un militar de aspecto duro. El hombre se aproximó y vio en la pantalla de la computadora.-Sus niveles son los más altos jamás antes vistos, su poder es…es asombroso. Nunca vi algo parecido

-Veo que no exageraba señor Gennai-dijo el coronel y se volvió para ver a un hombre de avanzada edad vestido con una túnica blanca, su cabello y barba comenzaban a mostrar canas y su mirada denotaba toda su sabiduría-este chico en verdad es impresionante.

-Puede hacer más que eso señor, y no me refiero a poder destructivo, hablo de que él es más que "un arma"-le aclaró el anciano con un tono que mostraba las dificultades que tenían uno con el otro.

-Como sea, hoy lo importante es que ese chico puede ser muy útil-dijo y tomo un folder sobre la mesa que tenía enfrente. Lo abrió y reviso las hojas que tenía dentro, para después cerrarlo nuevamente.

-Son cinco digimons-dijo una mujer con bata blanca observando el terreno debajo de ellos.

-Así es, doctora Fuyutsuki-dijo el coronel como si fuera algo normal.

-Pero…ahí abajo solo veo a cuatro chicos.

-Eso es parte de lo que lo hace tan peculiar-le dijo mientras veía al joven aun sobre el montículo de tierra.

El chico estaba cansado, respiraba agitadamente y parecía a poco de colapsar. Sonreía casi solo por costumbre ya que en realidad no tenía muchos deseos de hacerlo. Se dio la vuelta para marcharse cuando sintió que alguien se le lanzaba encima.

-¡Charlie estuviste grandioso!-le dijo una joven colgándose del cuello del chico, casi derribándolo.

-Gracias, Sayuri-dijo el con dificultad.

-Tranquila, o lo mataras-le dijo un chico corpulento y rubio-aunque tiene razón, lo hiciste bien imbécil. Al grupo se unió otra joven de cabellera rubia hasta la mitad de la espalda.

-Nada mal para tratarse de un debilucho.-dijo con una sonrisa en el rostro la joven.

-Gracias Tommy, Sam-dijo el chico de cabello azabache. El joven siguió hablando pero el muchacho ya no le prestó atención, pues toda esta estaba puesta sobre la chica que lo sujetaba del brazo.

El militar seguía viéndolos desde lo alto, con una expresión seria en el rostro. La doctora junto a él también los observaba mientras hacía algunas anotaciones. Miró al chico y sonrió ligeramente al verlo a él y a sus compañeros. Noto el agarre al que lo sometía una de las chicas y algo atravesó por su mente.

-Parece que los digimons no son el único interés del muchacho, General Satsuki-. Dijo y se alejó mientras el hombre vigilaba atentamente al par de muchachos.

-Charles Antoni Resse-susurró mientras una sonrisa peculiar invadía su rostro-¿Qué sorpresas nos traerás con el tiempo?

Digimon: Darck Souls

Capítulo I

"Guerrero solitario"

Tierra muerta, en el continente Directory, El digimundo

Abril 27 de 2085

El inclemente desierto cubierto por un abrumador calor hacia honor al nombre que portaba, la vida era prácticamente imposible ahí. El hecho de que alguien decidiera vivir en ese lugar era prácticamente una locura, y el hecho de pensar que alguien podía sobrevivir lo era aún más. El extenso terreno compuesto por montículos de arena que arrastraba el viento parecía infinito, y la sensación de haber estado ya en un sitio específico, así como la sensación de nunca haber estado ahí era confusa, todo lucia igual así que no había algo con lo cual guiarse, y las huellas en la arena desaparecían apenas al levantar el pie del suelo. Sin embargo los dos viajeros en ese lugar no parecían interesados en eso.

Los dos individuos cubiertos por completo con mantas de color marrón claro avanzaban ante la brutalidad del viento. El más alto llevaba una bufanda que cubría su boca y nariz, y sobre los ojos unas gafas que lo protegían de la arena. El otro, que era la mitad de alto que su compañero llevaba también unas gafas parecidas, y su hocico que sobresalía de la manta que cubría su cabeza estaba cubierto por una tela negra. El alto levanto su brazo izquierdo para ver en este un objeto pequeño justo sobre su muñeca que parecía ser una especie de brújula digital. Levanto uno de los pliegos de la manta y en el interior de esta se encontraba un mapa que reviso y luego hiso una seña a su compañero para que siguieran caminando. Paso un largo rato antes de que pudieran ver, desde lo alto de un montículo de arena lo que parecía ser una pirámide a mitad del desierto. De diseño simple, y solo acompañada por tres pilares alineados con tres de las cuatro esquinas de la pirámide, mientras que lo que restaba del cuarto pilar yacía erosionado por el viento en el suelo. Los dos viajeros siguieron su marcha.

La entrada de la pirámide estaba descubierta en la base de uno de sus lados, como si no fuera necesario protegerla, (quizá porque el mismo desierto era una protección natural perfecta). Los viajeros entraron para protegerse del sol y del viento. En el interior el más alto se despojó de la manta que lo cubría y dejo caer una mochila que llevaba en el hombro. Llevaba puestos unos zapatos deportivos viejos, un pantalón de mezclilla gris rasgado y una camiseta de manga larga color azul. Sacudió su melena castaña mientras se retiraba las gafas de los ojos y las dejaba sobre su frente. Su compañero ya se había desecho de la manta y sus gafas pendían de su cuello.

-¿Es aquí?-preguntó el digimon a su Tamer mientras este sacaba de la mochila una botella de agua a la mitad.

-Pues eso espero Agumon, porque esta es toda el agua que nos queda-dijo mientras le pasaba el agua a su compañero para que el bebiera primero-. La hemos buscado por tres días, debe ser esta-dijo en voz alta aunque era más un pensamiento para sí mismo.

Agumon bebió agua y le entrego la botella al chico que ingirió el líquido restante y guardo la botella en la mochila que nuevamente llevaba en la espalda. Se colocó la manta sobre los hombros y de uno de los bolsillos laterales de su mochila saco una pequeña lámpara a la que estaba atada una banda de goma que el joven utilizo para fijarla a su cabeza, con la luz de está apuntando al frente. Agumon imito al muchacho y continuaron.

Comenzaron a caminar adentrándose en la oscuridad de la pirámide. Había gran cantidad de pasillos, como si fuera un laberinto, sin embargo, estaban preparados. Agumon saco de la mochila que cargaba una especie de libro hecho de tablillas sobre las que había símbolos tallados, los cuales indicaban por donde moverse dentro de aquella pirámide. Taichi Kamiya seguía las indicaciones de su compañero en busca de algo que había en esa pirámide, siempre buscaban algo, siempre encontraban algo, pero el joven nunca estaba satisfecho. Recordaba aquella promesa que había hecho a James hacía ya varios años, y el cómo a raíz de eso había decidido buscar las respuestas que necesitaba; ¿Quiénes eran sus enemigos? ¿Cómo se combate la oscuridad? ¿Cómo se usa la luz? El joven estaba convencido de que las respuestas a esas preguntas estaban en el cómo y porqué del origen del digimundo.

-Llegamos-dijo Agumon al encontrarse frente a una gran puerta-Es la única cámara que hay en esta pirámide según esto-dijo Agumon refiriéndose a las tablillas que llevaba. Tai asintió mientras empujaba las puertas que cedieron con facilidad sin poner ninguna resistencia. El joven sentía que aquello era una señal de que estaba en el camino correcto, después de todo, si algo había aprendido, era que el saber estaba ahí para que alguien lo tomara, solo tenía que decidirse por hacerlo.

La oscuridad cubría todo, y era imposible ver algo. Taichi y Agumon avanzaron y de pronto una serie de antorchas repartidas por toda la cámara se encendieron, iluminando todo frente a los viajeros. Parecía la sala de un gran tesoro, por todos lados había armas, estatuas, vasijas, jarrones, gemas, brillantes, diamantes, oro y mil cosas más, que ante los ojos de Tai carecían de todo valor e importancia. El chico avanzo adentrándose en el lugar buscando con la mirada.

-Esta es la construcción más antigua de todo este continente, aquí debería haber algo-dijo mientras buscaba a su alrededor algún indicio. Muchas búsquedas habían sido igual a esa, habían encontrado pergaminos, libros escritos a mano, tablillas talladas, mapas y todo tipo de conocimiento, pero nada que ayudara al chico a desentrañar el misterio que su sangre guardaba.

-¡Tai!-exclamó el digimon compañero del joven que de inmediato cruzo media cámara para llegar donde su amigo. Frente al digimon se encontraba un pequeño pilar, y sobre este un grueso libro forrado por cuero negro y con adornos metálicos.

-¿Podrá ser este?-se dijo mientras tomaba el libro y lo examinaba con la vista.-el manuscrito de la creación-dijo mientras rozaba el broche del libro y este emitía un resplandor rojizo que cegó al muchacho.

-¿Es lo que buscamos?-pregunto el digimon a su amigo.

-Bueno…eso es difícil responderlo, ya que ni siquiera sabemos con exactitud qué es lo que buscamos. Pero esto es lo que hay aquí, y el nombre suena prometedor, quizá terminamos de buscar al fin.

-¿Entonces regresaremos con los demás?-Tai se quedó en silencio. Agumon suspiro al ver nuevamente a su amigo frente a un dilema que no podía solucionar desde tiempo atrás, mucho tiempo atrás.

-Bueno Agumon…yo creo que…

-Yo creo que primero nos entregas el libro, y luego se ponen de cursis.-Taichi giro al escuchar la voz que entraba a la cámara. Justo en la entrada vio a un grupo de hombres. Llevaban puestas mantas similares a la suya y le apuntaban con armas. Junto a ellos había un Bakemon que parecía asustado.

-¿Qué quieren?-cuestiono el muchacho.

El portador de la voz que sonó al principio comenzó a caminar mientras se despojaba de la túnica que cubría su cuerpo y rostro. Debajo de esta había un hombre de avanzada edad, de cabello cano y largo, con una vestimenta vaquera y un revolver en la mano y otro en la cintura.

-Gracias por traernos hasta aquí, la verdad es que no lo hubiéramos logrado sin ustedes. A pesar de tener las tablillas, es muy difícil leerlas, pero tu muchacho tienes la suerte de conocer al único digimon que he visto que es capaz de leer el lenguaje antiguo.

-Así que me vendiste las tablillas y me seguiste, creí que los comerciantes del mercado negro eran más honestos-dijo Taichi con sarcasmo.

-Nada personal muchacho, solo cuestiones de negocios. Hay mucha gente que pagara muy bien por ese libro.

-¿Qué gente?-cuestiono el castaño mientras veía cada vez más cerca al sujeto y el arma que sostenía. El hombre se detuvo y sonrió un poco.

-Coleccionistas, buscadores de riqueza, la verdad a mí no me importa, mientras puedan hacerme ganar dinero por mí que hagan lo que quieran.

-¿Incluso destruir este mundo?-

Aquel hombre rio al escuchar al joven.

-Sí, incluso eso no me importaría.

-Eres una mierda de persona. ¡Agumon!-El digimon disparo una gran llama al suelo frente al sujeto y una gran llamarada se alzó. Taichi aprovecho para retroceder a toda prisa y emprender la huida. El y su compañero comenzaron a moverse entre los muchos tesoros reunidos en esa cámara mientras que el grupo les disparaba. Agumon disparo una serie de llamas hacia los enemigos y estos se ocultaron perdiendo de vista al par.

El hombre de cabello largo se levantó del suelo y busco con la mirada a los dos compañeros.

-¡Maldito imbécil!-Exclamo el sujeto

-Barton, olvida el libro, ¡mira todo el oro!-Señalo uno de los hombres.

-Ese libro vale más que todos los tesoros que hay en esta habitación-la voz del hombre sonaba sombría-¡encuentren a ese muchacho!

-Algo me dice que estos no son simples bandidos Agumon-el digimon asintió mientras los dos se ocultaban entre un montón de armaduras y escudos-Debemos irnos sin ser vistos.

-¡Aquí están!-el Bakemon se encontraba levitando detrás de ellos. Los Bandidos escucharon el grito del digimon y corrieron hacia donde este se encontraba.

-¡Carajo!-Exclamo Tai mientras se levantaba sacando de la mochila un revolver con el que apunto en dirección a los bandidos y disparó.

Agumon por su parte disparo una llama al Bakemon que salió despedido envuelto en fuego hasta chocar con una pared.

-¡Al demonio, yo me largo!-grito uno de los bandidos dispuesto a emprender la retirada.

-¡Cobardes!-grito el líder oculto tras un par de estatuas medio desechas mientras recargaba su arma.

-Se acabó-el hombre escucho la voz del castaño y como el cañón caliente del arma se posaba sobre la parte posterior de su cabeza. Agumon salto de su escondite y disparo tres flamas bebé hacia los enemigos quienes retrocedieron y tiraron sus armas en señal de rendición.

-No es justo, es una pelea contra un digimon-se excusó uno de ellos.

Taichi sonrió mientras que Agumon vigilaba a los bandidos. Una risa llamo la atención del muchacho que miro al hombre al que le apuntaba.

-No Yagami, tu sabes que esto empieza apenas ahora-Tai sintió una extraña sensación recorrer todo su cuerpo-Él me envía-dijo el sujeto mientras se ponía de pie.

-Espera, ¡Espera! ¡No te muevas!-le ordeno el castaño pero aquel hombre no hiso caso.

-Él me envía…para darte un mensaje.

-¿Quién te envía?-cuestionó el joven

-Mi señor…el señor del digimundo…él me envía…dice que…-el sujeto volteo para encarar al chico y en su rostro había marcada una sonrisa tétrica acompañada por un par de ojos rojos-DEJES DE CABAR EN EL PASADO O TE ARREPENTIRAS.

Taichi disparo el arma atravesando la frente de aquel hombre. El olor de la pólvora hacia estremecer al muchacho igual que la primera vez que disparo aquella arma de fuego y esa sensación le traía recuerdos. Sin embargo esta vez no hubo sangre. Parte del rostro de aquel sujeto se había desprendido como si fuera una cascara mostrando debajo de la falsa piel un material negro parecido al carbón. La sonrisa en aquel rostro permanecía igual, cosa que hacía a Tai sentir un muy mal presentimiento.

-¡Corran!-grito uno de los bandidos y el grupo salió de inmediato.

-¡Tai!-el chico escucho a su compañero y parecía que al fin regresaba a la realidad.

-La niña será reclamada, tarde o temprano cumplirá con su destino-escuchó decir al cuerpo que seguía estático.

-Hay que salir de aquí amigo.

Los dos comenzaron a correr para salir del lugar a toda prisa. Llegaron hasta lo que Agumon recordaba como el último pasillo antes de llegar a la entrada de la pirámide cuando escucharon una fuerte explosión. El chico, sin dejar de correr volteo para ver al final del pasillo una luz que comenzaba a hacerse más y más visible.

-¡Una explosión! ¡Más rápido Agumon!

Continuaron corriendo hasta ver la luz que entraba del exterior de la pirámide. Salieron arrojándose a la arena sintiendo el empuje de la explosión que los alcanzaba y viendo el fuego que pasaba por encima de ellos. Al extinguirse las llamas vieron como la pirámide comenzaba a derrumbarse y a hundirse en la tierra. De aquella antigua construcción solo quedaban escombros.

Tai recordó a los bandidos aunque no los vio por ningún lado.

-Quizá no lo lograron-dijo sin intenciones de ser escuchado por su compañero digimon. Sacudió la arena de su cuerpo y contemplo el desierto por fin en calma. Reviso su mochila para cerciorarse de que el libro siquiera ahí donde lo puso antes de iniciar el tiroteo. Lo miró por unos segundos y después se cargó la mochila al hombro.-Es la última vez que hago tratos con bandidos.

-No es la primera vez que lo escucho-dijo Agumon en un tono burlón, lo que lo hiso recibir un coscorrón por parte de su amigo. Ambos rieron un poco mientras emprendían la partida.

-Sí, sí, sí. Salgamos de aquí antes de que algo más...-el muchacho escucho la arena moverse detrás de ellos.

De debajo de una gruesa capa de arena se desenterraron un par de alas seguidas por la cabeza equipada con enormes tenazas rojas de un digimon insecto, que emitió un sonido gutural al estar completamente en el exterior.

-...pase-terminó la frase el muchacho castaño mientras se daba la vuelta y veía al Kuwagamon frente a ellos.

Ambos se pusieron en guardia y el chico sujeto el digivice en su muñeca.

-Agumon digievolucion-dijo con voz enérgica el muchacho y el digimon dio unos pasos hacia adelante.

-Agumon digivolce a…-Tai sintió una perturbación en su ritmo cardiaco que lo aturdió mientras que su compañero sentía lo mismo-..Greymon-dijo pero sin presentar ningún cambio. Agumon reviso su cuerpo percatándose de que no había sufrido la metamorfosis que era la digievolucion- ¡Agumon digivolce a...!-exclamó con mayor fuerza pero el resultado fue el mismo; Nada- Tai la digievolucion no funciona.

-Maldición-exclamo Taichi mientras volvía a sostener su revólver, con el cual le apunto al Kuwagamon. La pesada arma produjo un sonoro ruido y empujo al muchacho que casi pierde el equilibrio al dispararla.

El Kuwagamon recibió el impacto de la bala pero esta no logro hacer algún daño considerable. Agumon se lanzó sobre el corriendo a toda prisa y disparando en serie varias llamas que impactaron en varias zonas del cuerpo del digimon que rugió enfurecido y embistió con sus tenazas al digimon que se protegió con sus brazos pero igual salió disparado hacia atrás. Taichi se lanzó para atrapar a su compañero que al impactar con él lo derribó. Ambos se levantaron y corrieron alejándose de la segunda embestida del digimon rojo.

-Sin la digievolucion veo difícil que ganemos mi amigo-le confeso el castaño.

-¡No entiendo por qué no puedo digievolucionar!-Taichi revisó el digivice en sus manos y este parecía funcionar bien. Medito las cosas tratando de comprender lo que pasaba. El Kuwagamon mientras tanto los asechaba emprendiendo el vuelo y giraba alrededor de ellos a una distancia considerable. Tai lo siguió con la mirada hasta que otra cosa capto su atención; la extraña torre negra.

-Esa cosa…debe ser por esa cosa-aseguro el chico mientras que Kuwagamon se lanzaba sobre ellos nuevamente.

Ambos esquivaron y acto seguido uno de cada lado dispararon al oponente que se estremeció por los impactos y se elevó para huir del ataque. Al levantar la vista los compañeros se cegaron por el sol y Taichi estaba seguro de que eso lo utilizaría como ventaja su oponente. Respiro profundamente para tranquilizar su agitado corazón y comenzó a idear su siguiente respuesta. El enemigo descendería en picada para atacarlos, así que tenían una oportunidad de dispararle directo a la cara, sin embargo, verlo sería difícil.

-Prepárate Agumon, tendremos como mucho un par de segundos- le dijo mientras apuntaba hacia el cielo y bajo la mirada, notando en el suelo algo, su sombra.

Sonrió mientras seguía manteniendo el arma apuntando hacia arriba esperando el momento preciso. Vio la oscura silueta moverse de manera rápida sobre la de él y luego una vez más y otra y otra. Hasta que se quedó quieta. El muchacho sentía que todo su cuerpo temblaba excepto sus manos que sostenían el arma en espera del momento perfecto para el ataque.

-Ahora-dijo levantando la vista y disparando, siendo acompañado por las flamas de Agumon que disparo directamente hacia arriba. Ambos ataques dieron sobre las alas del digimon que perdió la estabilidad y se estrelló de cara contra la arena.

La mitad de su cuerpo quedó enterrada en la arena mientras que la otra mitad luchaba por liberarse. Finalmente lo logró pero al hacerlo no pudo ver a sus presas. Rugió una vez más esperando ver el nuevo ataque del par pero este no llegó, así que sin más emprendió el vuelo de retirada con dificultad debido a las heridas en sus alas

Cuando por fin se sintieron seguros, el Tamer y su digimon salieron de debajo de una de las mantas recubierta de arena que les sirvió para camuflajearse a la perfección. Taichi vio a lo lejos al digimon que ya no tenía interés en ellos y después volvió a mirar aquella extraña construcción. Camino hacia esta y poso su mano sobre el metal caliente que lo quemo. Sentía que debida destruir aquello, pero opto por no hacerlo, sus fuerzas flaqueaban y necesitaban mantenerse bien hasta encontrar refugio.

-Andando Agumon-dijo mientras se apartaba de la torre negra. Levanto su brazo para ver el digivice en esta pero al hacerlo noto que este estaba estropeado.-maldición.

El objeto se encontraba dañado, roto de varias partes y aparentemente in funcional. El muchacho se apresuró a recoger todos los pedazos que logró encontrar y los echó en el interior de su mochila.

-Muy bien, ya no tenemos brújula, ni agua, ni comida, creo que ya estamos jodidos-dijo mientras que caminaba sin un rumbo y era seguido por Agumon mientras seguía quejándose de esto y de aquello.

Ambos viajeros se alejaron caminando en ninguna dirección en especial, solo se alejaban del sitio donde se encontraban actualmente. Caminaron por horas, hasta que el sol comenzó a ocultarse y la noche estaba por tomar posesión del cielo. En esos últimos momentos de luz natural fue cuando lograron distinguir un pequeño oasis a la distancia y se apresuraron a llegar a él.

El agua cristalina de la pequeña laguna reflejaba la luna y la luz de una pequeña fogata que el muchacho y su compañero encendieron al caer el manto oscuro de la noche. El chico se encontraba sentado sobre la manta que usaría como cama esa noche mientras que su compañero ya estaba completamente dormido. El joven de cabello castaño revisaba el manuscrito que acababa de encontrar percatándose de que este parecía más bien un cuadernillo de notas o un diario, repleto de dibujos, explicaciones sobre algunos digimons y algunos lugares del digimundo, pero nada de gran importancia. Pasaba las hojas revisándolas con rapidez mientras su mente divagaba. Finalmente se cansó y dejo caer el libro. Se acostó sobre la manta tratando de despejar su mente, pero no pudo, seguía esperando obtener alguna respuesta del libro. Giro su cabeza para ver la mochila y sobre esta el libro, cuyos adornos metálicos reflejaba el brillo del fuego. Noto sobre la cubierta una ligera rasgadura y como de esta se asomaba un pedazo de papel. Frunció el ceño mientras volvía a coger el libro y sacaba una hoja doblada en varias partes. La reviso por ambos lados encontrando el dibujo de un sol en medio del cual estaba la letra "T" escrita. El muchacho estaba a punto de abrir la carta cuando escucho una braza tronar en la fogata y su atención se dirigió a esta y recordó algo importante, por lo que metió la hoja doblada en el libro y se levantó.

Se aproximó al fuego, cerca del cual se encontraba el digivice conectado a un aparato, del cual, el extremo de un cable se perdía dentro de las rojizas llamaradas. Taichi tomo el cable y lo jalo para sacar de entre el fuego y las brasas un pedazo de metal que absorbía el calor, el cual era transmitido por el cable hasta el aparato al cual estaba conectado el digivice, de este modo el digivice recargaba la energía necesaria para funcionar.

El castaño había reconstruido de algún modo el digivice y esperaba ver que funcionara, no era la primera vez que se dañaba, sin embargo los múltiples daños consecutivos y acumulados ya hacían prácticamente que el digivice funcionara solo de milagro. El chico encendió el aparato y vio como la pantalla se iluminaba y todo parecía normal, hasta que el aparato comenzó a producir un sonido extraño y la pantalla comenzó a parpadear. El joven tuvo un extraño presentimiento al cual hiso caso sin pensarlo mucho y lanzo el digivice que estalló apenas a un metro de él, repartiendo pedazos de plástico, cable y metal por todos lados. El joven bufo y se dejó caer nuevamente sobre la manta.

-¿Algún otro buen suceso para hoy?-se dijo con sarcasmo mientras cerraba los ojos, molesto, para intentar dormir.

Ciudad de Tokio, Japón, la tierra.

Abril 28 de 2085

Recién era de madrugada y el ambiente nocturno era fresco y peculiarmente calmado. Un guardia de seguridad caminaba por una calle solitaria rumbo a su hogar en medio de aquel tranquilo escenario, pensando en cosas triviales y deseando llegar a casa para dormir luego de una larga y pesada jornada laboral. El hombre daba pasos cortos y lentos, disfrutando de la caminata nocturna, hasta que escucho el ruido de un automóvil, desplazándose muy rápido detrás de él. Se giró para ver pero la calle estaba vacía, sin embargo el sonido del motor cada vez se escuchaba más cerca. Espero un momento quieto y entonces vio como con brusquedad un automóvil de color plateado daba vuelta en la esquina a unos cuantos metros de distancia del hombre y fugazmente pasaba al lado de él. Solo fracciones de segundos tomo que tres automóviles de color negro y con torretas que emitían una fuerte luz roja y azul dieran vuelta al igual que el otro automóvil en una aparente persecución. El hombre camino hasta la mitad de la solitaria calle para ver lo más posible los vehículos alejarse cuando sonidos secos como de fuertes pisadas lo hiso voltearse y ver frente a frente la mirada de cazador de lo que aprecia ser un lobo de pelaje blanco con rayas azules esparcidas por todos lados. El imponente monstruo lanzo un aullido abriendo las fauces y dejando ver largas hileras de dientes que atemorizaron al hombre que se agacho cubriéndose la cabeza con los brazos esperando la mordida de aquel ser.

Las patas delanteras del digimon se levantaron justo sobre el cuerpo del hombre y luego el resto de su cuerpo paso sobre el agazapado y asustado sujeto. Sobre el lomo del digimon un hombre estaba montado, vestido con un traje negro y con la cabeza cubierta por un casco con un visor de cristal polarizado. El hombre se sujetaba a una especie de silla de montar aferrada al cuerpo del digimon lobo que apenas toco nuevamente el suelo apretó el paso dispuesto a alcanzar su objetivo.

Junto al hombre aun asustado pasaron otros cuatro digimons idénticos al primero, y sobre los cuales también iban montados jinetes con la misma vestimenta de combate. El hombre dejo su posición de resguardo mientras caminaba tambaleándose hacia la acera sobre la cual se dejó caer a causa de los sucesos tan repentinos que acababa de presenciar.

El grupo de Garurumons perseguía a los vehículos oficiales quienes a su vez iban tras el vehículo que encabezaba la persecución. De una de las ventanas del vehículo plateado se asomó un hombre encapuchado con un rifle de asalto en las manos el cual disparo hacia sus perseguidores. Las balas impactaron en los automóviles que los perseguían y los neumáticos de uno de estos fueron alcanzados por las ráfagas causando que el conductor del vehículo perdiera el control del mismo y este giro en medio de la calle hasta detenerse por completo. El Garurumon y su jinete que iban a la cabeza del resto salto sobre el vehículo y continuo su paso bastante cerca de los otros dos automóviles negros.

-Comando ¿me escuchan?, ¿ven al objetivo?-Se escuchó en los audífonos que poseían todos los cascos de los jinetes y uno de ellos no tardó en responder.

-Sí señor, objetivo a unos cuantos metros de distancia. Los automóviles no pueden alcanzarlo.

-No escapara, lo tenemos bien vigilado, cerraremos la calle, lo obligaremos a dar vuelta en cuatro cuadras más-Escucho la respuesta el joven que iba a la cabeza del grupo.- Todo esta listo, giren en la siguiente calle a la derecha, lo interceptaran cuatro cuadras adelante. Cuento con ustedes capitán.

-Entendido, vamos chicos-dijo el líder del grupo dando vuelta donde le habían indicado y apresurándose para alcanzar el objetivo.

Los Garurumon avanzaban a toda velocidad por la calle desierta hasta llegar al final.

-Em línea, no pasaran de este punto, está autorizado atacar a los objetivos para detenerlos-La voz del líder del escuadrón era la de un joven, no mayor de veinte años.

Los Garurumon se alinearon a lo largo de la calle para detener el paso del vehículo. A lo lejos las luces de este se hacían visibles y en el cielo un helicóptero Hunter sobrevolaba vigilando la situación. El capitán del comando mantenía el temple mientras el sonido del vehículo se escuchaba cada vez más cerca. Estaba seguro de que ahí terminaría todo hasta que distinguió (gracias a la visión nocturna y telescópica con la que estaban equipados los cascos) que por la ventanilla del copiloto se asomaba un sujeto encapuchado apuntando hacia donde estaban un una bazuca.

-Mierda ¡rompan formación!-El proyectil salió disparado dejando una estela de humo a su paso, viajando en línea hacia el capitán del escuadrón, cuyo compañero digimon saltó poco antes de que el explosivo chocara con el suelo dejando un gran bache en el suelo. El automóvil atravesó a toda velocidad en medio de los Garurumons mientras que el Garurumon montado por el líder caía al suelo, y emprendía nuevamente la persecución, sin ser acompañado por el resto.

-¡¿Tienen una maldita bazuca?!-exclamó uno de los hombres que se habían quedado atrás.

-Eso parece, pero no es razón para dejarlos escapar-aseguro el capitán mientras seguía cabalgando. Atreves del visor del casco pudo ver que nuevamente el hombre se asomaba sosteniendo el arma-¿Crees poder eludirlos?-cuestiono el joven a su compañero.

-Tengo buenos reflejos, no te preocupes por mí-dijo el digimon mientras aceleraba.

Jinete y digimon se acercaron más y más al vehículo mientras de este otro misil salía disparado. El Garurumon lo eludió con un rápido movimiento sin dejar de correr a toda velocidad. Otro proyectil más salió disparado y nuevamente fue esquivado por el digimon lobo que casi alcanzaba al automóvil. En ese momento de otra de las ventanillas se asomó otro sujeto con un rifle de asalto en las manos y comenzó a disparar contra el digimon que zigzagueo para esquivar las balas.

-Demasiado arriesgado seguir, pueden herirte-advirtió el digimon.

-No puedo tener miedo Garurumon, él nunca lo tiene-dijo con voz seria, ocultando el nerviosismo que le producía el que fuera más difícil en ese momento mantenerse sobre el lomo de su compañero debido a los bruscos movimientos de este.

Un misil más salió disparado y Garurumon saltó para eludir la explosión, volviéndose un blanco fácil para el hombre con el rifle que disparo directamente al pecho del digimon. Las balas no lograron atravesar la dura y reforzada piel del digimon pero un gemido de dolor salió de su hocico.

Con dificultad mantuvo el paso mientras superaba el dolor. El jinete noto el estado de su compañero, sin embargo se dio cuenta de que el rifle se había quedado sin balas y el hombre debía estar recargándolo en ese momento. Sabía que debía aprovechar la oportunidad y su compañero percibía es pensamiento en su amigo por lo que acelero a pesar del malestar para tratar de alcanzar al objetivo. El digimon se perfilo peligrosamente al lado del vehículo. El encapuchado con el rifle se asomó y al mirarlos sintió el miedo recorrer su cuerpo. Con toda la rapidez que el nerviosismo le permitía utilizar apunto a sus objetivos pero en ese momento el jinete desenfundo un arma y disparo a los neumáticos del automóvil y acto seguido el digimon freno de golpe casi tirando al joven capitán de su lomo.

El automóvil comenzó a derrapar sobre el pavimento con brusquedad debido a la velocidad. Comenzó a dar volteretas por varios metros hasta detenerse con los neumáticos hacia arriba a mitad de la calle. De su interior salió arrastrándose uno de los encapuchados sosteniendo una pistola. Con dificultad se puso de pie muy desorientado.

-Baja el arma-ordeno con voz firme el líder del comando apuntándole con el arma que había utilizado para dispararle a los neumáticos del automóvil. A él se unieron el resto de los Garurumons de los cuales descendieron sus jinetes, todos apuntando con armas similares, y en el cielo el hunter iluminaba toda la escena.

-Maldición-dijo el hombre tirando el arma al suelo y dejándose caer de rodillas.

Los cuatro sospechosos se encontraban esposados y eran subidos a un par de patrullas mientras varios hombres se encontraban alrededor del dañado automóvil. Del interior de este salió arrastrándose el capitán rodeando con un brazo una caja metálica. Al ponerse de pie entregó la caja a un hombre alto vestido con una gabardina oscura sobre un traje del mismo color y un sombrero que medio cubría su rostro. El hombre tomo la caja y examinándola un poco se cercioro de que esta no tenía ningún daño. La sostuvo con un brazo mientras que con la mano libre manipulaba el panel que la caja tenía en uno de sus costados. Introdujo una clave y la parte superior de la caja se abrió. El hombre extendió la mano y uno de sus acompañantes cubrió esta con un guante blanco. Luego de esta acción introdujo su mano en la caja metálica y de una de las ranuras que contenía saco una especie de tarjeta metálica de color verde.

-Esto es lo que se conoce como el alma de los digivices-dijo más para sí mismo que para sus acompañantes mientras revisaba que el objeto en cuestión estuviera en buen estado-No solo se trata de la pieza esencial para que la conexión entre Tamer y digimon sea posible, si no que esto contiene todos los secretos de nuestra agencia. Esos hombres claramente lo sabían, no actuaron solos-sentencio para después meter la tarjeta nuevamente en su lugar-. Buen trabajo Capitán, aunque me hubiera gustado más que esto se llevara a cabo con más…delicadeza-. Dijo mientras observaba el vehículo volcado.

-A mí también me hubiera gustado señor, sin embargo…-se detuvo mientras se retiraba el casco. Sacudió con una mano su sudada cabellera rubia-…no nos dejaron otra opción señor Hyuga, no se detenían, nos estaban disparando…si no podíamos atacar al objetivo resultaba difícil detenerlos-El hombre escucho con atención las palabras del joven rubio. Se quitó su sobrero y pasó una de sus manos por su cabeza calva casi por completo.

-Muy bien capitán, supongo que tiene razón. Buen trabajo-. Comenzó a caminar y al verse solo hiso una seña al joven para que lo acompañara. Este asintió y lo alcanzó-. Su trabajo, si bien en ocasiones como esta no se puede llamar impecable, sí que es efectivo. Me agradan los hombres en los cuales puedo confiar para las misiones peligrosas y los trabajos difíciles. Usted sin duda es una muestra de compromiso y trabajo duro, me agrada tenerlo con nosotros.

-Solo hago mi trabajo señor, y trato de hacerlo lo mejor posible-. El joven se quedó en silencio por un rato mientras meditaba las cosas-. Disculpe si…mis palabras resultan groseras pero, todo esto, ¿a qué viene?

El hombre alto colocó nuevamente el sombrero sobre su cabeza mientras de entre su gabardina sacaba una cigarrera de la cual extrajo un cigarrillo y se lo llevo a la boca. Saco de otro bolsillo un mechero para encender el cigarrillo e inhalo el humo.

-Lleva con nosotros trabajando… ¿tres años? Y ya comienza a darse cuenta de que no hay elogio que no venga acompañado de algo oculto-expulso el humo y rio- está aprendiendo bien capitán. Vera, revise toda la información sobre usted, y me topé con algo interesante, a pesar de que trabaja con la división militar, sigue subordinado, por decisión propia, a las órdenes de Charles Resse. En otras palabras sigue siendo un oficial Tamer, no un militar de HEDM.

-¿Presenta eso algún problema?- cuestiono el rubio a la defensiva.

-En lo absoluto…al menos así era hasta hace unos días-. El hombre se detuvo. Inhalo nuevamente del cigarrillo y miro fijamente a Matt-¿Sabía usted que hace unos años HEDM era una división enteramente militar?

-Sabía algo al respecto, es por eso que se sigue teniendo un sistema de internado y adiestramiento de milicia con los nuevos reclutados.

-Si. Cuando el director Resse ingreso al consejo, las cosas empezaron a cambiar. Dividió a los militares y a lo que el denomino oficiales Tamer. Supongo que está bien, después de todo, los niños no deberían ir a la guerra, es lo que siempre decía él. Pero también tiene un lado malo, esa división ha vuelto a las nuevas generaciones…blandas, débiles. Una muestra es el que ellos no pudieran impedir que las tarjetas fueran robadas del centro de investigaciones de esta ciudad, y nosotros tuviéramos que intervenir. Es trágico ver la forma en que nuestra fuerza ha decrecido. Personas como yo, creemos que deberíamos regresar a las formas que llegaron a su gran gloria en los tiempos del General Satsuki.

-Sigo sin entender muy bien, a que quiere llegar con todo esto, señor-. El hombre parecía pensar con una sonrisa siniestra en el rostro y la mirada fija en el cigarrillo que seguía consumiéndose. Suspiro mientras tiraba la colilla y la pisaba para extinguirla y volvió a ver al joven capitán.

-Nada en especial, solo quería hablarle del panorama histórico alrededor de nuestra agencia. En fin. Lo que sí es importante revisar es que… quiero ascenderlo de oficial, a jefe militar-. El rubio sintió una extraña emoción recorrerlo de pies a cabeza al escuchar esas palabras.

-¿C…como dice?

-Lo que ha escuchado Capitán. El cargo de Mayor es suyo si lo quiere. Sin embargo…me temo que como ya dije, al ser distintas las divisiones de oficiales Tamer y militares, primero deberá pedir su transferencia a nuestra división con Resse. Una vez hecho eso, déjeme decirle que este nuevo cargo es solo el principio, su camino conmigo…con nosotros quiero decir, es muy prometedor.

-Ah…yo…creo que debo pensarlo.

-Por supuesto, en una semana espero su hombre siguió su camino hasta llegar a un automóvil que lo esperaba. Estando en la puerta se volteó para ver al joven. Sacó de su bolsillo la cigarrera y la lanzó luego de silbar para advertir al chico de la acción. El rubio atrapó el objeto metálico en el cual pudo ver gravado el símbolo de la milicia de HEDM; Una especie de lobo que resultaba muy similar a Garurumon-. Con Resse tal vez pueda hacer un par de cosas, pero usted sabe que no hay muchas oportunidades de crecer cuando se te obliga a contener tu potencial. Tome la mejor decisión Yamato-dicho esto subió al auto que arranco de inmediato.

El rubio volvió sobre sus pasos para acercarse a una ambulancia estacionada cerca del lugar de los hechos donde aún permanecían los miembros del comando y un par de oficiales más. Matt se acercó a su amigo Gabumon, quien en ese momento recibía atención médica por los disparos que había recibido.

-¿Cómo estas amigo?-. Preguntó el rubio mientras veía como una venda cubría su pecho.

-Estará bien, nada grave, solo unos moretones pero la piel no fue atravesada. Te dejara de doler en un par de días-. Respondió una joven enfermera de cabello corto y castaño mientras se ponía de pie y le sonreía al rubio.

-Gracias-. Dijo el chico mirando a la joven mujer.

-No hay de que capitán-. Respondió la enfermera con un tono meloso, demasiado para el gusto del joven Ishida, y después se retiró dejando solo al par de compañeros.

El muchacho tomo asiento junto a su compañero sobre la ambulancia mientras se ponía a pensar.

-¿Todo bien Matt?

-No lo sé amigo…me siento extraño-el chico volvió a mirar la cigarrera por un momento-¿crees que nos subestiman?-. Preguntó el chico a lo que el digimon solo se encogió de hombros.

Ninguno de los dos dijo nada más, simplemente se quedaron en silencio sobre la ambulancia por un par de minutos.

En el próximo capítulo…

-Conoces las reglas Kamiya

-Yo no pido la ayuda, y si me viera forzado a seguir sin ella podría sobrevivir

-Ah…no tiene remedio

-El mes pasado se cumplieron cuatro años de que lo conocemos

-…están pasando algunas cosas raras

-El oro no es una recompensa duradera.

¡Hey! ¿Que pasa? ¡Mynato esta en la casa!

Ok, tengo como cinco Tecates en el cuerpo y por ello he decidido publicar el inicio de la continuación de: Digimon: las aventuraras de un Tamer.

Por eso y porque algunas personas pedían ya la continuación, quiero aclarar una cosa:

Tengo ya escritos tres capítulos, no los había publicado porque quería tener más reservas para ir soltando en caso de que me atrasara, pero pues hoy me ha nacido el deseo de publicar esto. ¿Es muy complicado? espero que no.

Han pasado muchas cosas en mi vida estos meses...laaaargos meses.

Entre a la universidad, me volví un adicto al alcohol (no se apuren, es chido esto), encontré literatura hermosa (Jose Emilio Pacheco, Charles Bukowski) conocí a gente maravillosa (mi dulce niña, se que nunca leerás esto, pero aquí tienes tu lugar!), pase por cada estúpida situación...en fin. Solo me queda decir, que he vuelto

Ojala disfruten esto, no prometo publicar pronto, igual y en un mes...o dos, pero para que ya se vayan dando una idea de que sigue, aquí esta la primera provadita.

Gracias por leer este fic, y espero no decepcionarlos...los quiero malditos lectores. paz y amor para ustedes.

Actualizare algún día. ¡Lo juro!