Enterró los dedos en su cabello y suspiró, agachó la cabeza, lo que iba a decir no la iba a gustar nada pero debía saberlo:
-Si todos...supieran lo que siento por ti, por mi chica ojiverde...descubrirían mi punto débil...
-¿Entonces, que pasará Alfred? –comentó Lily.
-Un amor, un amor secreto...debemos guardar esto, que quede solo entre tu y yo ¿Comprendes?- Depositó un beso en su frente y prosiguió- No quiero que te hagan daño Lily...
-Alfred, yo...no puedo fingir que no te quiero delante del mundo.
-Debes hacerlo...por favor.
América se tapo la cara, no quería que Lily le viera llorar, no debía mostrarse débil ante la mujer que amaba porque, claro, él la debía proteger. Era el héroe, arreglaría todo este embrollo.
Lily, dudosa, acercó la mano y le acarició la mejilla intentando así tranquilizar al americano, éste sonrió de medio lado, se limpió las lágrimas con la manga de la chaqueta e intentó ocultar su tristeza.
-Te quiero...¿Lo sabías?
La chica sonrió.
-Claro que lo sabía...¿Sabías tu que yo te quiero a ti?
Alfred asintió, y sonrojado, depositó en los labios de Lily un leve beso intentando así mostrar en un simple acto como ese el amor que sentía por la ojiverde.
-Alfred...-tragó saliva- ¿Y si algún día...nos descubren?
La miró, muy serio, tanto que incluso daba miedo. Carraspeó un poco y contestó:
-Te protegeré con mi vida si es necesario, nadie te hará daño...lo prometo.
Lily se lanzó a sus brazos y el americano sonrió.
-¡Lo que se hace por amor!-exclamó antes de besarla de nuevo.
