Bueno, aquí viene mi primer capítulo de una tabla Angst sobre Peter Petigrew. Este capítulo no es muy dramático, pero es que no estoy empezando con este personaje y yo no soy experta en escribir con peso dramático. Espero aprender, pero por ahora, esto es todo lo que tengo.
El reto viene de la comunidad LJ, de Retos a la Carta. Que creo, que está en mi perfil… y sino, ahora iré a modificarlo.
Espero que os guste
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Mentira
Peter la mira extrañado. No sabe si creerse del todo sus palabras. Ella no tiene porqué mentir ¿no? La gente no suele mentir. Bueno, las mentiras pequeñas que no hacen daño a nadie no cuentan ¿verdad? Como las que le dice Sirius a McGonagall, aunque ésta nunca le cree; o como las que le dice James a Lily cuando salen los cuatro por la noche.
Además debe de llevar razón en lo que dice porque ya lo ha oído antes. Remus se lo dijo una vez, hace mucho tiempo. Y también Lily se lo repitió hasta la saciedad incluso antes de salir con James. Así que ¿por qué no iba a creerla?
Recuerda cómo se lo dijo Remus. Fue hace mucho tiempo. De hecho era el primer día en Hogwarts. Los pasillos del Expreso estaban abarrotados de gente y ninguno de los dos sabía adónde ir. Peter le vio a lo lejos. Alto, desgarbado, ojos profundos y pelo ralo. Al principio le dio un poco miedo, pues llevaba los brazos llenos de heridas; pero después le inspiró lástima. Y es que, el pobre Remus, tuvo la mala suerte de cruzarse con un prefecto de Slytherin. Nada más y nada menos que Lucius Malfoy.
-Uuuh- aulló el chico como si fuera un lobo. Y sus secuaces le hicieron pasillo.
Peter no se movió. No era tan valiente como para ir a defenderle, más bien todo lo contrario. Pero tampoco se fue de allí.
Cuando se cansaron y se fueron, se acercó. Abrió la puerta y entró. La mirada de Remus se clavó en sus ojos y Peter enrojeció hasta la raíz del pelo.
-Lo lo siento-to –tartamudeó el chico. –Perdona que no hi-ci-era nada. Es que…
-Si vienes a insultarme de una nueva forma puedes irte por donde has venido –Remus interrumpió sus excusas.
Más tarde, Peter, descubriría que a Remus no le había gustado ser así de brusco. Y es que a veces es mejor esconderte tras un muro que dejar que te hagan daño. Sin embargo, no se amedrentó. Se acercó hasta estar en frente y se sentó, temblando de inseguridad.
-No, no he… venido pa para eso- le contestó intentando parecer seguro- Sólo quiero ser tu amigo.
Remus levantó una ceja escéptico pero la mirada sincera de Peter le hizo ceder. Sonrió, y a Peter agradeció la primera sonrisa amiga que recibía y le contestó.
Cuando tiempo después Remus le preguntó a Peter porqué había hecho eso, él se encogió de hombros, alegando que le había parecido que era único. Entonces Remus le dio un empujón cariñoso y mirándolo a la cara se lo soltó:
-No, Peter, el que es especial aquí, eres tú.
También se lo dijo Lily. En una tarde fría y lluviosa en la que él llegó calado hasta los huesos con el pelo cayéndole por la frente. Se encontró con la chica mientras los dos volvían a la Sala Común. Ella venía de la Biblioteca, él del campo de Quidditch.
-¿Qué tal, chiquitín?- le saludó amablemente Lily
Peter recuerda que en esa época Lily se había vuelto experta en rechazar a James a cada declaración. Sin embargo, con Remus y con él era muy amable. Quizás porque le caían bien, quizás…
-Achís- contestó Peter estornudando- Bien. Algo mojado.
Se encogió de hombros y se apartó para dejarla pasar por el cuadro. Cuando él también llegó hasta la Sala Común soportó la mirada examinadora de Lily sobre él.
-¿Cuánto tiempo llevas ahí fuera?
-Pues –Peter dudó. ¿Cuánto tiempo había durado el entrenamiento?- Una hora, creo.
-Y Potter y Black… ¿no saben lo fácil que es resfriarse?- se molestó y Peter se alarmó. No quería que se enfadara con James por su culpa.
-No te preocupes, él no, -se corrigió para disimular el hecho de que estaba defendiendo a James pero Lily ya se había dado cuenta- ellos no me han obligado. Es que, bueno, sé que les gusta que les observen jugar. Y como lo hacen bien… Un día, un día, tendrías que… que venir conmigo.
La invitación llegó entre tartamudeos aunque Lily la entendió bien. Sin poderlo evitar, su rostro esbozó una sonrisa. Se había dado cuenta del juego de Peter pero no pensaba ir a ver a Potter volar bajo ninguna circunstancia. Se dirigió hacia su dormitorio pero antes de perderse en la oscuridad de la escalera, se despidió de Peter. Se acercó hasta él y le colocó un beso en la frente:
-Espero que algún día, ese par de orangutanes se den cuenta de la suerte que tienen. Tú, mientras tanto, sé igual de especial que como eres ahora.
Así que… ¿por qué razón no va a creer que ella tiene razón? Quizás porque se lo dice con una voz que nunca antes la ha oído utilizar, o quizás porque esa sonrisa le da mala espina. Puede que también sea porque Sirius le ha dicho miles de veces que su prima no es de fiar.
Pero desde hace tiempo algo no funciona bien para Peter. No sabe qué es, solo que quería que se lo dijeran de nuevo y ella lo ha hecho.
-Eres especial, Petigrew, y por eso, sabes lo que tienes que hacer.
Peter asiento, como si entendiera lo que ha dicho. Sólo cree comprenderlo, agarrar su significado con la punta de los dedos. Pero no está seguro del todo. Sabe lo que está bien y lo que está mal. Sabe, también, que es especial. Pero lo que no sabe es que hay mentiras que sí que hacen daño; y que Bellatrix Black es una experta en ellas.
