David Bowman se convierte en feto. Las notas de 'Así habló Zaratustra' llenan la habitación. El tazón de palomitas todavía mantiene más de la mitad de su contenido. El pequeño niño rubio no alcanzó a ver el monolito de la luna. Cayó rendido en el sueño de los inocentes tras la conversación con su padre que lo mira con orgullo y ternura.

-Te dije que comenzaras con algo sencillo, tal vez con E.T.

Mulder voltea a ver a la mujer pelirroja que está terminando de limpiar el desastre que él hizo, al hacer las palomitas.

-Spielberg se me hace demasiado fantasioso. Para mi gusto.

Scully alza una ceja ante el comentario de Mulder. Suspira.

-¿Puedes llevarlo a su cuarto, sin que despierte? Sabes bien que es difícil que vuelva a conciliar el sueño si despierta. ¿No sé a quién habrá sacado, ese sueño tan ligero?

-No todos pueden quedar profundamente dormidos en cualquier lugar. –suelta Mulder como si nada.

-¡Oye!

-Solo decía.

Con cuidado, Mulder retira el tazón del regazo de su hijo para colocarlo en la mesa ratona, se gira con cuidado, para tomarlo entre sus brazos… Son 21.4 kilos saludables para un niño de seis años, que puede levantar sin mucha dificultad. Lleva la preciosa carga por la sala hasta llegar a las escaleras, para ir a su recámara.

Scully termina de colocar el último traste en el lavavajillas. Se dirige a la sala para tomar el tazón, pero antes se detiene frente a la pantalla, para apagar los equipos. La película todavía está pasando los créditos. '2001: Odisea en el Espacio' claro que había escuchado de ella. Pero fue con Mulder que la vio por primera vez. De hecho fue la primera película que vio en el departamento de Mulder. Vaya elección para una cita. ¿Por qué fue una cita? La primera película, de lo que después se volvió una tradición. Cuando era en casa de él, él escogía, y ella escogía cuando era en su casa. Sin protestas, salvo excepciones. Viendo que todo este apagado, el disco en su caja y colocada en la estantería, toma el tazón, vierte las palomitas que sobraron en una bolsa grande para desecharla para luego enjuagar el tazón y colocarlo en el lavavajillas, cerrarlo e iniciar el ciclo.

Viendo que todo esté en orden. Apaga las luces del primer nivel de su hogar y se encamina a las escaleras donde ve a Mulder en el umbral del cuarto de William. Lo alcanza y lo abraza por detrás colocando su barbilla en el hombro, aunque tenga que ponerse de puntillas para lograrlo y apreciar lo que él ve.

El pequeño está bajo las sabanas, su lamparita de noche encendida con la pantalla que proyecta estrellas multicolores mientras gira. La mirada de Mulder es brillante debido a pequeñas lágrimas que amenazan por salir.

-¿En qué piensas?

-Pienso en lo que pude haberme perdido, si no hubiera estado aquí.

-Hey, ¿qué dices?

-A veces sueño que tuve que huir, dejarte… y que lo perdíamos por todas las amenazas que se cernían sobre él. –Mulder inhala fuerte, tratando de cortar la emoción. –Nunca podré agradecerte suficiente, por el maravilloso hijo que me diste. Por la familia que tenemos.

Ella lo toma, de la cintura para girarlo para verlo a los ojos, llena de emoción.

-Gracias a ti, Mulder, por nunca rendirte por nuestro milagro. –Se funden en un abrazo, no por mucho. Mulder se gira de nuevo para entrecerrar la puerta de su hijo, para tomarla de la mano y dirigirse a su recámara.

Mientras dentro del cuarto de William, sumido en su sueño de monolitos y estrellas, los juguetes que no están acomodados en sus estantes… comienzan a levitar suavemente, girando de manera armónica, como es usual, cuando William se encuentra en la paz de su lecho y seguro en el cariño de sus padres.

FIN

Gilberto González González

Minatitlán, Veracruz; a 17 de Junio de 2016