Disclaimer: No son míos, son de Kubo Tite-sempai.
Insomnio
Era frío. Era implacable. Era un hombre digno y sin mácula.
Era Kuchiki Byakuya.
Taichou, líder de una de las Cuatro Nobles Familias. Su bankai no tenía igual. Su fuerza no tenía comparación. Su velocidad sólo tenía una superación.
O dos, pero eso no venía al caso.
Las noches eran lo peor. Transido entre el dolor por la pérdida de Hisana y por ese deseo inconsciente, irreverente, irreversible e imparable. Oyendo el viento soplar dulcemente entre los árboles de cerezo, recordándole con sorna el por qué de sus acciones y de sus arrepentimientos.
Dándose la vuelta en el futón, irritado por ese insomnio que lo atormentaba con sus recuerdos, decidió que ya era hora de hacer algo por esas ojeras que ya comenzaban a notarse.
Hakama. Haori. Nada de Kenseikaan ni de emblema de la Sexta División. Esta vez no.
Las noches en el mundo de los vivos eran igual de apacibles que en el Seireitei, observó con algo de sorpresa. Sólo Senbonzakura en su cintura, parecía un Shinigami más.
Encontró el reiatsu que buscaba en un momento. Deteniéndose frente a la Clínica, no pudo por menos que preguntarse qué estaba haciendo. Dejando el Seireitei de noche, escapando como un criminal, un exiliado...
Podía comprender un poco a Yoruichi y a Urahara. Sí, podía hacerlo.
Saltando con ágil habilidad hasta la ventana, sus ojos chocaron con una mirada sorprendida.
Si alguien le hubiese dicho que la luna llena era mucho más hermosa en el mundo de los vivos que en la Corte, se habría dado la vuelta y marchado, sin más caso a ese pobre loco que comparaba la misma luna en dos sitios distintos.
Pero para su asombro, descubrió que esto era verdad. Una luna enorme, luminosa, blanquísima... tanto como su propia piel o la de la persona a su lado.
- Nii-sama... ¿puedo preguntaros qué hacéis aquí?
Hm. Difícil pregunta. Responderle o no, esa era la cuestión.
Recordó el insomnio, sus insanos celos, la suave risa que tanto añoraba.
- Vine por ti, Rukia.
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- Tenna' ento lye omenta -
