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La audiencia

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"Apply only if you're not afraid to see your spirit die

Retreat only if you dare not hear yourself say goodbye" - Katatonia

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La mañana estaba bonita, más de lo que hubiera esperado y era diferente de todas las que había visto hasta ahora en sus cortos años de vida o al menos eso le parecía desde donde estaba. No trato de levantarse sino que se quedo recostada en la cama a pesar de que los rayos del sol la invitaban a iniciar el día, se sentía fatigada como nunca antes; el techo blanco sobre su cabeza le recordó que no se encontraba en su cabaña en la Isla de Andrómeda sino en otro sitio que no le era familiar, al ver a su alrededor cayó en la cuenta de que estaba en un cuarto de hospital.

Ahora lo recordaba todo, Marín la había visitado algunas noches atrás ya que la batalla en el Santuario estaba en progreso, entonces el mayor móvil en su vida apareció en su mente: Shun junto con todos sus mayores miedos que la hacían cuestionarse: ¿habría vuelto ya?, ¿estaría con vida o malherido? Las últimas imágenes de la batalla contra Reda y Spika se proyectaron en su cabeza a una velocidad pasmosa y en ese instante se levantó de la cama con toda la intensión de localizarlo lo antes posible.

Los dos caballeros de plata lo atacaron sin piedad como si Shun hubiera sido el total responsable de la destrucción de la isla de Andromeda, de su hogar. Ella sabía que Shun no era responsable y no quería que se involucrara pero todo había salido mal, él se había marchado sin considerar ni una sola explicación adicional, sin pensarlo siquiera.

—Shun… —se puso de pie dirigiéndose a la ventana, se sentía más recuperada pero no con la fuerza necesaria para combatir a nadie o para ir a buscarlo— estás hecha un desastre June —le decía a su reflejo—, Albiore se decepcionaría de ti si mirara como has fracasado en proteger la Isla y has perdido tu honor delante de los criminales del Santuario y Shun… Shun...

Nada deseaba más en ese momento que saber sobre él, necesitaba corroborar que el chico no había muerto y podría cumplir con su promesa de reconstruir la isla y vivir ambos pacíficamente en ella sin más batallas, en un mundo perfecto. Ese era su máximo sueño en este momento y nada la tendría más tranquila que el conocer la situación de su amado.

Un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos, esta se abrió inmediatamente y un hombre trajeado apareció en ese instante delante de la joven. June lo miro asustada por unos segundos reponiéndose casi enseguida gracias a sus habilidades; jamás había visto a un hombre como él que la mirara duramente pese a llevar lentes puestos, tenía que estar preparada en caso de que fuera algún nuevo enemigo.

— ¿Señorita June?

—Sí, soy yo, ¿qué quiere? —preguntó la chica desconcertada y a la ofensiva.

—La Señora Saori Kido desea tener una audiencia con Usted el día de hoy, ella la está esperando en su residencia —respondió el extraño con toda tranquilidad.

— ¿La Señora Kido? —no entendía de quien le estaban hablando, el nombre no le resultaba familiar.

El hombre le entregó una bolsa con algo de ropa enviada directamente por la fundación Graude, June no vio algo sospechoso en su misterioso benefactor tras revisar el contenido del paeuqete y se relajo un poco, así que se cambio de ropa en el baño sin hacer preguntas pero lo extraño era que su armadura y máscara no estaban por ningún lado. Antes de salir del cuarto del Hospital donde estaba buscó por todas partes sus pertenencias pero nada, no había señal de sus objetos.

—Disculpe, ¿dónde están mis pertenencias? —miró al hombre del traje oscuro con desconfianza pero este no se inmuto.

—La Señora Kido podrá responder a todas y cada una de sus preguntas, ahora vayamos al auto, no debemos hacerla esperar más tiempo.

Sin duda se trataba de algo importante y urgente dada la premura con la que ese hombre había ido a buscarla, la única forma de saber que estaba a punto de suceder era presentarse delante de la Señora Kido y escuchar lo que tenía que decirle, además de hacerla escuchar lo que ella tenía que decir.

Afuera del hospital los esperaba un auto negro y amplio, su anfitrión le pidió que subiera mientras él iba al frente con el chofer. June seguía desconcertada y algo asustada ya que ambos personajes le resultaban ajenos al mundo que conocía, le causaba miedo lo que pudieran hacerle así como el sitio al que ahora la llevaban, sin embargo se limito a mantenerse en silencio y esperar.

—Shun… —pensaba el nombre del chico como si se tratase de una oración o un talismán de buena suerte, estaba asustada por su destino incierto.

El auto los llevo por caminos que no le eran familiares, se veía que habían cruzado alguna orilla de la ciudad porque estaban tomando una carretera que los alejaba de los edificios y el tráfico. Delante de sus ojos desfilaron lugares extraños y personas desconocidas en automóviles, el panorama estaba decorado con elementos que desconocía y la hacían sentir triste ya que cada momento le quedaba más claro que jamás volvería a su amada Isla junto a sus compañeros de entrenamiento y el maestro Albiore. Habían quedado en el pasado pero ella no estaba lista para sepultarlos en el fondo de su memoria.

El camino los llevo hasta una zona que se veía deshabitada, pero cuidadosamente arreglada ya que había casas muy grandes por todas partes y todo se veía muy ordenado, árboles de la misma altura y arbustos perfectamente podados, todos se veían iguales, como si hubieran sido creados a la medida e idénticos, aquello le resulto curioso y tétrico al mismo tiempo ya que le daba la impresión de que la Señora Kido sería una mujer muy estricta al gustarle todo tan igual y simétrico.

El auto se fue internando entre las impecables calles, nada estaba fuera de su sitio cada árbol, cada arbusto, cada cerca estaban alienados con la orilla de la banqueta, June se deprimía entre tanta monotonía hasta que el auto giró a la izquierda para cruzar por una elegante puerta de reja metálica y seguir sobre un largo camino rodeado por un amplio pastizal muy bien cuidado y arreglado, delante de ellos se alzaba la imponente mansión Kido con sus blancas paredes y altos ventanales.

Se detuvieron justo frente a la puerta, su misterioso anfitrión salió del auto primero y le abrió la puerta para que ella pudiera bajarse, rápidamente aquel hombre se adelantó y también le permitió el acceso a la casa.

—Entre en la primera habitación de la derecha, ahí esperará a la Señora Kido.

—De acuerdo —respondió temerosa.

June cruzo la puerta y quedo impresionada por todo el lujo que había dentro de la residencia, delante de ella estaba un largo pasillo donde se podía apreciar una pintura de un hombre mayor de cabellos canosos y mirada severa. En ese momento recordó cuando Shun le hablaba de un Señor llamado Mistumasa Kido, seguramente sería un hombre muy parecido a él.

Debía encontrarlo ahora más que nunca y después de la charla con la Señora lo haría sin perder tiempo.

— ¡June!

Una voz conocida la saco de sus pensamientos, miró sobre su hombro sin poderlo creer y sin poder ocultar su sorpresa: era él, la miraba sonriente lo que ilumino su corazón.

— ¡Shun, estás vivo!

—Por supuesto, ganamos la batalla y el mundo está a salvo del malvado Patriarca del Santuario.

— ¡Estoy tan feliz de verte, me tenías muy preocupada aunque confié en ti todo el tiempo! —lo abrazó efusivamente derramando algunas lágrimas feliz porque él estuviera sano y salvo—, por cierto ¿qué haces aquí, también vienes a ver a la Señora Kido?

— ¿Te refieres a Saori? —pregunto sonriente ante la pregunta, June dedujo enseguida que la conocía— Estoy viviendo aquí, claro que la conozco y créeme que es una gran persona. Ella es la reencarnación de la diosa Atena, encargada de preservar la paz en el mundo.

— ¿Es verdad? —la chica entendía vagamente sus palabras, buscó en su memoria alguna enseñanza de Albiore respecto a la diosa Atena pero no lograba concretar ningún recuerdo al respecto.

—Sí, ella quiere charlar contigo respecto a muchas cosas June…

—Yo estaba a punto de ir a buscarte —empezó a decir la joven—, quiero que volvamos a donde estaba la nuestro hogar, la Isla de Andromeda, no he olvidado tu promesa de reconstruirla para que podamos volver a ella y vivir en paz.

—June… créeme que yo quisiera eso más que nada en este mundo, fue nuestro hogar por tanto tiempo y me duele mucho que ahora esté destruida pero… por el momento no me es posible emprender esa misión. Ahora tengo el deber de proteger a la diosa Atena.

— ¿Qué dices…? —No podía creer lo que Shun decía, como si de pronto sus ideas hubieran cambiado así nada más— ¿Acaso no cumplirás con tu promesa?

—No dije eso June, nada más que no puedo cumplirla en este momento ya que tengo un deber muy importante —estaba resuelto en lo que decía, analizó su mirada y efectivamente no mentía.

—No puedo creerlo… esperé todo este tiempo para reunirme contigo y volver juntos a la Isla y ahora me dices esto… —le dolía el pecho y trataba de contener sus lágrimas.

— ¿Por qué no te quedas en este país con nosotros? —empezó a decir Shun— Creo que podrás vivir tranquilamente con nosotros, no es necesario que pelees más.

—Pero Shun, el maestro Albiore no me entrenó para eso, creo que estaría defraudando su memoria si hiciera eso que dices.

—Perdóname June, no podré volver a donde estaba la Isla por ahora, no sé cuando me será posible hacerlo y no quiero que vagues por ahí sin rumbo. Te considero mi mejor amiga y me preocupa lo que pueda pasarte.

Su mejor amiga, esas palabras hicieron eco en la mente de June y comenzó a dolerle el pecho. Shun estaba decidido a quedarse a cuidar de la Señora Kido pasando por alto sus sentimientos.

—Mira June, te mostraré algo —la tomo de la mano guiándola a otra habitación al lado izquierdo de la entrada principal, June lo siguió en silencio porque de alguna forma lo que tuviera que decirle no le parecía tan importante ahora— Mira esto, ¿no es preciosa?

—Tu armadura…

La armadura que ella recordaba había desaparecido ya que la armadura de Andromeda que él le mostraba no se parecía en nada a la que ella recordaba, se vía con menos piezas y un color más intenso.

— ¿Qué le ocurrió a la armadura de Andrómeda? —pregunto alarmada.

—Fue restaurada con la sangre de los caballeros dorados —respondió orgulloso.

— ¿Qué dices? Pero si son malvados, ¿cómo pudiste aliarte con ellos?

—No son malvados June, el Patriarca era el mal encarnado, los caballeros dorados sobrevivientes son fieles a Atena, son nuestros camaradas, revivieron nuestras armaduras. Esta es otra razón por la cual no puedo irme y dejar a Atena. Ellos nos encargaron su cuidado.

Fue claro para June que las intensiones de Shun ya no estaban del lado de ella y de sus colegas caídos sino del lado de Atena y del Santuario, cayó en la cuenta de que el Shun que conoció había desaparecido y sus ideas eran otras. En ese momento se preguntó si el maestro Albiore hubiera estado de acuerdo en todo eso, tal vez si, tristemente.

—Perdona que te interrumpa Shun —el hombre del traje apareció detrás de ellos, June se asusto al verlo pero Shun actuaba de lo más normal.

— ¿Qué pasa Tatsumi?

—La Señorita Saori está lista para recibir a June.

—Estupendo, gracias.

— ¿Lo conoces? —pregunto June sin salir de la sorpresa.

—Claro, es el mayordomo de Saori. Es un sujeto muy agradable cuando llegas a conocerlo bien, estoy seguro de que te agradará.

Todo estaba conectado, las piezas del rompecabezas empezaban a acomodarse una por una, sabía que debía confiar en las palabras de Shun pero no se dejaba impresionar tan fácilmente, tenía que ver a la Señorita Saori en persona para salir de dudas y estar más tranquila.

—La Señorita la espera en la sala principal.

—De acuerdo —la joven se mostró resuelta.

Tatsumi la guio a la Sala Principal de la casa la cual no era más que el salón a la derecha de la puerta principal, ahí en medio del sillón más grande estaba sentada una joven que no se veía mayor que ella, usaba un vestido blanco muy bonito y llevaba su largo cabello suelto.

—La Señorita June —anuncio el mayordomo.

—Gracias Tatsumi, siéntate June tenemos mucho que hablar —dijo dulcemente Saori dejando su taza de té sobre la mesa mirando a June.

La joven se sintió apenada por todas las cosas que había pensado hace un momento cuando estaba con Shun, verdaderamente Saori Kido parecía ser la diosa Atena ya que una aura de bondad se sentía a su alrededor por lo que dejo de estar a la ofensiva y tomo asiento delante de la diosa esperando lo que tenía que decirle.

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Continuará…

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*Notas: Hay pocas historias dedicadas a June, espero les esté gustando. Gracias por leer.