Los personajes de esta historia fueron creados únicamente por Stephanie Meyer, y mi intención no es lucrar con ellos ni nada por el estilo, yo sólo imaginé ésta history y se las traigo porque creo que vale la pena. Ya la había subido anteriormente hace dos años, pero ahora volví a resubirla y la arreglé como pude para que puedan leerla sin que les de asquete, juas, juas!

Hangover Day

Eran las doce del mediodía cuando una molesta luz me despertó. Abrí los ojos con dificultad, y comencé a ver borroso. Un fuertísimo dolor de cabeza empezó a atacarme, para luego sentir más en el resto de mi cuerpo. Resaca de mierda, pensé.

Me froté los ojos para poder mirar mejor, y reconocí el lugar donde estaba.

La casa de Alice y Emmett.

Miré a mí alrededor y vi a Alice tirada en el piso con la cabeza sobre un chico que no conocía. Levanté la vista y, al parecer, ella no era la única durmiendo en el suelo. En la habitación había aproximadamente quince adolescentes en ropa interior, rodeados de basura y cosas rotas. Noté que yo también estaba casi en ropa interior, ya que solo me faltaba la camiseta.

No era la primera vez que pasaba esto. Oh, no. Era como la milésima, debí haber comenzado cuando llegué, o sea, hace tres años más o menos.

Me mudé a los catorce años con mi padre, Charlie Swan. Jefe de policía corrupto y padre ausente y borracho, que me alojó en su apartamento de dos centímetros cuadrados, en Brooklyn, New York. ¿Por qué? Pues porque Reneé, mi madre, pensaba que era lo mejor para mí. Decía que estaba alterada, rebelde, indomable. Já. Pues, mírame ahora mamá ¿Parece que he cambiado para mejor?, me gustaría poder decirle, escupirle las palabras en la cara.

Pero todo tiene su lado positivo, bueno… depende de dónde lo mires.

Gracias a que Charlie nunca me prestó atención, puedo hacer lo que quiero, cuando quiero y dónde quiero.

Una de ellas, dejar el instituto.

Al principio, cuando llegué a New York, pensé en concurrir a la maldita secundaria, terminarla e irme a donde mierda se me diera la gana. Pero no.

Porque apenas llegué, conocí a mis dos mejores amigos Alice y Emmett.

Alice y Emmett son dos hermanos completamente geniales, a los que todo les importa un carajo y viven drogándose y divirtiéndose.

Todavía recuerdo el momento en el que los conocí.

Era mi segundo día en el instituto, y me habían mandado a la sala de castigo por insultar a una profesora de alguna materia de mierda que aún no recuerdo el nombre. Justo cuando entré, estaban ellos dos rompiendo la sala entera, y yo me uní entre risas.

Mi primer impresión de Emmett fue ¡Carajo, este tipo es enorme!

Solo con decir que mide el doble que yo y tiene el físico de Hulk, es suficiente. En cambio Alice, su hermana, es bajita, flaca, y tiene aspecto de duendecillo. Ambos eran hermosos, al contrario de mí, claro.

Desde el momento que empezamos a hablar, nos volvimos inseparables, ya que teníamos prácticamente los mismos gustos y pensamientos.

Hasta formamos una banda de rock y todo. The the dirty old man. Yo cantaba y tocaba la guitarra eléctrica, Emmett tocaba la batería y Alice el bajo. El nombre surgió gracias a un viejo que siempre estaba en la esquina de donde yo vivía. Continuamente andaba mirando y tocando traseros, y nosotros siempre que pasábamos bromeábamos junto a él y le tomábamos el pelo a la gente. El hombre estaba loco y era un verde, pero sí, era un tipo divertido. Murió a penas cinco meses después de que lo conociéramos, por cáncer de hígado—no era muy sano, siempre estaba algo ebrio—y Emmett sugirió dedicarle el nombre de la banda. Le escribimos una canción, pero nos pareció demasiado.

Comenzamos tocando en el apartamento de Charlie, hasta que un día, después de recibir millones de quejas de los malditos vecinos, llegó la policía y nos puso una multa.

Después de eso hubo un tiempo en el que nos tirábamos en el piso de la casa de mis amigos a escuchar música, ya que sus padres no nos permitían tocarla.

Semanas después Emmett consiguió alquilarle un depósito a un viejo amigo y hasta ahora, tocamos allí. Y gracias, con eso es suficiente.

En fin. Aquí estaba. En la casa de mis dos mejores amigos, con resaca después de una larga noche de alcohol y drogas, y con la cabeza que me explotaba.

Miré mi hombro y encontré un gran moretón. No recordaba muy bien, pero una imagen mía rompiendo cosas junto a un chico vino a mi cerebro. Luego me acordé que me él me había golpeado sin querer con una lámpara. Intentar recordar solo me hacía doler más la cabeza, así que simplemente me quedé quieta en mi lugar e intenté cerrar los ojos.

De pronto, un sonido me hizo abrirlos nuevamente. Unas llaves intentando abrir la puerta.

-Mierda-murmuré. Carlisle y Esme, los padres de Em y Alice.

-¡Carlisle, falta una bolsa! ¡Amor!-escuché desde el otro lado de la puerta, y mis ojos se abrieron como platos-Tendré que ir yo-murmuró Esme molesta.

Suficiente tiempo como para alertar a estos idiotas.

-¡Emmett! -sacudí a mi amigo, que se encontraba recostado en el sillón en posición contraria a la mía, poniéndome los pies en la cara.

-¡¿Qué cara…?-dio un respingo al despertarse y me miró-¡Qué mierda pasa ahora! Tengo una maldita resaca…

-¡Tus padres! -me senté sobre él- ¡Hay que irnos corriendo! ¡Ya!

Emmett se incorporó de un salto, tirándome al suelo.

-¡¿Qué? Mierda, mierda, mierda-se golpeó la cabeza- ¡Se supone que no vendrían hasta el puto jueves!

-¡Parece que no, gran idiota!

-¡Vístete! -me señaló-¡Alice! ¡Alice, despierta, pedazo de idiota! -se abalanzó sobre ella, sacudiéndola

-¿Qué pasa? -murmuró ella aún medio dormida

-¡Papá y mamá están aquí! -gritó, despertando a todos.

-¡¿Qué? -gritó Alice dando un salto.

Yo continuaba buscando mi remera blanca de los Rolling Stones mientras ellos seguían gritando. Revisé debajo del sillón, y ahí estaba.

-¡Te encontré! -grité.

-¡Vístanse y salgan por la ventana! -Alice gritaba desesperada mientras se vestía-¡Rápido!

Emmett abrió la bendita ventana y salió corriendo.

-¡Hola, mamá! -escuché a Emmett gritar fuera de la casa. Yo corrí tras él.

Salté y caí bastante bien parada. Suerte que la ventana estaba a dos metros del piso.

-¡Hey, Esme! -grité mientras corría tras Emmett, que ya estaba a la altura de la esquina. Ella y Carlisle estaban paralizados con la boca abierta. A Esme se le cayeron las llaves, pero ni se movió. Me pregunté cual sería su reacción al ver salir a los otros trece adolescentes semi-desnudos uno tras otro de su ventana. Solté una risita.

-¡Tengan un buen día! -gritó Alice a sus padres detrás de mí- ¡No me esperen!

-¡¿Qué mierda…?-escuché a Esme- ¡Los mataré! ¡Lo juro!

-Oh, no, mamá enojada. ¡Corre más rápido! -me gritó Alice

-¡Esto es genial! -reí. Me sentía como una niña de cinco años en un columpio, pero con más adrenalina en mi cuerpo.

Llegamos hasta la esquina y cruzamos. Casi nos pisa un taxi, pero justo frenó rozando mi pierna.

-¡Idiota! -me gritó el taxista

Le levanté el dedo mayor entre risas y alcancé a Emmett, que estaba parado en el medio de la acera con las manos en las rodillas y la lengua afuera. La gente nos miraba como si estuviéramos locos. Bueno, en realidad así era.

-¿Viste su cara? -sonreí entre jadeos

-Sí. Será mejor que no vuelva dentro de… mucho tiempo- rió

Ambos sabíamos que no nos daba miedo La Esme Enojada ni El Carlisle Enojado.

-Estamos jodidos-Alice llegó a nuestro lado intentando recuperar el aire—no pienso pisar casa devuelta hoy. ¿Dormimos en el depósito?

Ellos solían tener muchos problemas con sus padres, así que el depósito era su segunda casa. Como un motel.

-Creo que es lo mejor-mi amigo frunció el seño.

De pronto Tanya, una zorra rubia y estúpida, apareció detrás de Alice.

-¡Emmy! -se abalanzó sobre mi amigo-que lástima que no podamos seguir lo de anoche—dijo con tono meloso mientras acariciaba su pecho.

-¡Oh, hazte a un lado, perra! -le gritó Alice. No le gustaban ese tipo de chicas para su hermano. A demás, no la podía ni ver sin querer romperle la quijada, tal vez la situación le serviría de excusa. Emmett chasqueó la lengua y rodó los ojos.

-¿Qué? -Tanya puso su mejor cara de asco.

-¡Que sueltes a mi hermano! ¡¿Te cuesta entender, quieres que te lo haga entender yo?

Tomé a Alice de los brazos para que se quedara quieta.

-Tranquila, Aly. Esta perra no vale la pena y tú no estás bien, tienes que…

-¡Oh, si que lo vale! -intentó soltarse de mi agarre

Tanya la miró de arriba abajo con cara de superioridad y le hizo un gesto de llámame a Emmett. Éste la saludó con un movimiento de cabeza.

Cuando la Tanya se alejó, solté a mi amiga.

-Déjala. Ya aprenderá de alguien más. Una que le redoble el tamaño—reí sin ganas mientras le daba unas palmaditas en la espalda. Alice asintió con los ojos cerrados.

-¡Me muero de hambre! -gruñó Emmett agarrándose la barriga.

-¡Yo me siento como la mierda! -fruncí el seño-quiero vomitar-gruñí.

-Y también tenemos sueño-agregó Alice y yo asentí.

-¡Entonces vayamos al maldito depósito! Ustedes duermen y vomitan todo lo que quieren, mientras yo pido una pizza.

-¿Con qué dinero? -pregunté alzando una ceja

-Debo tener unos billetes por allí.

-Vale, vamos entonces

Caminamos cinco cuadras abajo agarrados los tres por los hombros sin emitir palabra, solo quejidos por el sueño y el dolor de cabeza.

-¡Al fin! -exclamó Emmett sacando la llave debajo de un pedazo de madera.

-Creo que tenemos que cambiar eso de lugar-sonreí con cansancio.

-Nah, no creo. La perderíamos.

Justo en ese momento Alice comenzó a vomitar. Una mujer que pasó por al lado se alejó de un salto murmurando algo sobre la juventud de hoy en día.

Emmett abrió la puerta y prendió la luz.

-¡Y se hizo la luz! -gritó levantando los brazos.

Alice dejo de vomitar segundos después y yo le acaricié la espalda murmurando vamos Alice, entra.

La llevé hasta el pequeño baño y la dejé en paz. Me recosté contra la puerta y me dejé caer mientras Em buscaba algo en los cajones.

El depósito media unos seis por tres metros cuadrados, más o menos. Contaba con un pequeño baño con un inodoro, un lavamanos y una ducha, todo en un espacio muy reducido.

Al lado se encontraban unas encimeras con un frigo bar, que nunca tenía nada adentro.

Enfrente de todo esto estaba la zona de los instrumentos, —la batería, la guitarra eléctrica, el bajo y los parlantes— que tenía un colchón sucio tirado al lado.

Luego estaba la parte de las cajas con cosas. No voy a hacer una lista entera de todo lo que tienen. Algunas pertenencias de Alice y Emmett que se quedaban a dormir seguido, bolsas con botanas, alcohol, etc.

-¡Aquí están! ¡Mis preciosos! -mi amigo sacó una bolsa de una de las cajas

-¿El dinero? -pregunté

-cien…hermosos…dólares-dijo pausadamente, exagerando

-No te los gastes todos en comida, gordo.

-¡Eh! Yo no estoy gordo. Soy grande y fuerte, Bella.

-Estás gordo-bromeé-y ya sabes lo que dicen sobre los gordos-me señalé la entrepierna

-Uno, no estoy gordo. Dos, la tengo bastante grande. Cuando quieras, te invito a comprobarlo-me guiñó. Yo reí.

-Seguro. ¿Vas a pedir la maldita pizza?

-Acabo de recordar que no tengo mi teléfono-rió

-Siempre tan inteligente ¡si que eres de los rápidos, eh!

-Voy a salir a comprarla-gruñó. Asentí caminando hasta el colchón sucio y desplomándome en él.

-Recuerda no gastar todo. No seas idiota.

-Vale, vale. Ya vuelvo.

Y así corrió hacia la puerta y la cerró de un portazo. ¿Cómo podía estar de tan buen humor y tan bien físicamente después de una noche como la de anoche?

Debía estar bastante acostumbrado. Más que yo.

Alice continuaba en el baño sin dar señales de vida. Cerré los ojos y grité.

-¡¿Alice? ¿Todo bien por allí?

Ninguna respuesta.

-¡Aly!

Nada aún.

-¡Alice! -grité con más fuerza.

Escuché un quejido proveniente del baño.

Me levanté con dificultad y caminé hasta donde estaba ella.

-¿Todo en orden? -pregunté mientras abría la puerta. Sonreí dulcemente cuando me encontré con una Alice durmiendo plácidamente. Hace tiempo no la veía tan… ¿tranquila?

No la molesté y me miré al espejo. Lucía… bueno, lucía como cualquier persona en mi estado.

Las ojeras no eran una novedad, siempre estaban presentes. Nunca se querían ir. Mi cabello largo hasta por arriba de mis codos estaba completamente despeinado. El delineador que me había puesto ayer en la noche estaba corrido y mis ojos estaban todavía algo inyectados en sangre. No tanto como ayer, por supuesto.

Me lavé la cara e intenté peinarme un poco, pero fue imposible.

Solté un gemido lastimero cuando noté que mi remera tenía una mancha enorme de vómito y me la quité. La puse en la regadera y rebusqué entre las cajas de la ropa de Alice. Saqué una camiseta negra con la inscripción de The Runaways que, si a mi amiga le quedaba corta, a mi me llegaba hasta un poco arriba del ombligo. No me importó mucho.

Me volví a recostar sobre el colchón y, en cuanto cerré los ojos, quedé completamente dormida.


Desperté varias veces en el día. La primera vez vi a Emmett devorando un pedazo de pizza, la segunda encontré a Alice durmiendo al lado mío y la tercera vi a Emmett durmiendo con nosotras. A la cuarta me sentí lo suficientemente fuerte como para levantarme e ir al baño.

Cuando salí, encontré la caja de pizza que mi amigo compró a la mitad. Tomé un pedazo, que ya estaba frío, y luego tomé otro, y otro… Procuré dejar para Alice. Probablemente se despertaría tan hambrienta como yo.

Tomé unos cigarrillos que Emmett había dejado en la encimera y salí.

Le pedí fuego a un señor en la calle, y me dirigí hasta mi casa para bañarme y comer algo más que no fueran tres pedazos de pizza fríos, aunque seguramente no habría mucho. Crucé los dedos para que al menos haya un pedazo de carne en el refrigerador.

-¡Eh, Bella! -escuché a alguien gritar a mis espaldas. Me giré rápidamente y me encontré con Irina, una chica que de vez en cuando me encontraba en las fiestas.

-¡Hey, Irina! ¿Comos estás, chica? -dije mientras le chocaba los cinco.

-Bastante bien…creo-dijo mientras se señalaba la cara. Sus ojeras resaltaban contra su tez pálida y sus ojos estaban inyectados en sangre.

-Te ves bastante bien-reí

-¿Irás a la fiesta en lo de James hoy?

-¿Qué James?

-Ya sabes… el rubio drogadicto que folló a Jane en plena fiesta el sábado pasado

-Ah, ese. No sabía que haría una fiesta… ¡Ah! ¡Si! ¡Ahora lo recuerdo! Emmett me viene jodiendo con eso desde hace tres días. Se ve que dos amigotes suyos de la infancia irán o algo así. Y quiere que toquen en la banda.

-¡Genial! ¿Entonces…nos vemos allá?

-Nos vemos allá-le sonreí y guiñé-adiós Irina.

-Adiós.

Entré en el apartamento de Charlie y encontré al mismo dormido en el rotoso sofá con una lata de cerveza en la mano. A su alrededor, cinco botellas de vidrio vacías descansaban en el piso.

-Otra vez-murmuré y me dirigí hacia la cocina.

Para mi suerte, encontré un plato de espaguetis en el refrigerador y luego de calentarlos, los comí con gusto. Cualquier cosa me venía bien.

Me di un baño que disfruté también con mucho gusto, y me encaminé a mi cuarto.

Prendí la radio y estaban pasando Civil War de Guns And Roses por la mitad y me tiré sobre la cama.

¡Irán dos amigos míos de la infancia a esa maldita fiesta! Gritaba Emmett entusiasmado ¡Vamos, Bella, tienes que venir! A demás ¿recuerdas que andábamos buscando una voz masculina para la banda, y a alguien para que tocara el órgano? ¡Pues estos son dos genios! ¡Tienes que conocerlos! Habían sido las palabras de Emmett luego de colgar el teléfono hace unos días, y desde ese entonces no paró de hablarme de sus amigos. Un tal Jasper y un Edward.

Debía admitir que yo también estaba ansiosa por conocerlos y oírlos tocar, después de todo, si Emmett decía que eran buenos, debían ser serlo.

Saqué otro cigarrillo de mi bolsillo y agarré la caja de fósforos debajo de mi cama.

Miré la hora. Ocho menos cuarto. Suspiré y tomé una onda bocanada. Otra noche de fiesta más.