Renuncia: Fairy Tail es de Mavis.

Aviso: este fic participa en el mini-reto de Enero "Todos aman a Natsu" del foro "El Gran Reino de Fiore".

Advertencias: spoilers del 414. Sufrimiento y caos a gogó. Una trama muy reciclada.

Así que podéis llamarme insensible, pero lo de Igneel me da igual. El drabble surgió porque no quise escribir nada romántico para el reto y adoro hacer sufrir a mis personajes favoritos, AHAHA (¿?)


El cielo se torna rojo y cae la sangre incipiente, a la que le acompaña el cuerpo desmembrado de Igneel, quien se apaga como una vela a la cual se le ha soplado demasiado aire.

A Natsu le falla el sentido del tiempo, mientras sus ojos se abren con desmesura y se marchita el color pasto que una vez brilló radiante en esos orbes. Y quiere aullar, quiere romper cosas, quiere que cesen los temblores y consiga caminar hacia Igneel y abrazarlo y asegurarle que se recuperará, que todo saldrá bien porque él es Natsu Dragneel y todo lo puede, incluso lo más descabellado.

En lugar de ello recuerda esos efímeros momentos en que ambos rieron y fueron dichosos. Esas alas plegándose en torno a su torso infantil, cobijándole del frío. Esa bufanda blanca que aparenta escamas y un él más pequeño, fingiendo un rugido que hace carcajear a Igneel. Esas noches donde admiraron el firmamento, juntos, con Natsu recostado en su lomo y sus ansias de devorarse el mundo entero. Y recuerda también la impotencia de despertar un día y no encontrarlo a su lado. La alegría abrasadora que le recorrió al verlo, vivo, y magnífico. Tan magnífico. Una vez más.

Y la emoción de poder demostrarle lo poderoso que se había vuelto, que ahora podrían pelear espalda contra espalda y saborear la victoria, como un pedazo de carne. Abrazarle con renuencia aspirando el olor a hogar que nuevamente le abre sus puertas finalizado todo aquello.

Entonces el suelo se sacude, y un dragón-padre yace inerte, apagándose, más y más.

Sólo ahí Natsu reacciona, desvaneciéndose las memorias, y grita. Grita hasta que los pulmones le arden y el alma se le quiebra en pedacitos que no es capaz de reunir a futuro y es todo «Igneel, no te vayas, Igneel, quédate» y brotan las lágrimas, sauce de un árbol herido.

No importa cuánto le ruegue y arañe la tierra. Igneel se va, y se lleva gran parte del corazón de Natsu con él.


Se aceptan tomates, sandías, lechugas...